Capítulo 13
Mirai caminó con una sonrisa dibujada en su rostro hasta llegar a una de las mesas del jardín trasero de la mansión. Venía acompañada de Izana, Shinichiro y Uta, quienes le habían rogado que tomara asiento con ellos, en parte porque la chica ya era parte de la familia y otra parte porque morían por comérsela a preguntas.
Al llegar a su destino Shinichiro, tan caballeroso como siempre, sacó una de las sillas para que la castaña tomara asiento. Sonrió al ver cómo Mirai le agradecía y se colocó a su lado. Izana y Uta también ocuparon sus respectivos lugares.
Habían pasado unos minutos, bastantes para ser exactos, desde que a la mansión habían llegado Manjirō y sus dos acompañantes provocando un gran desorden. Shinichiro había propuesto solo salir cuando quedara poco tiempo para la boda, puesto que si lo hacían antes sus padres intentaría ahogar en cuestiones a Mirai. Lo mejor era presentarse cuando la ceremonia estuviera a punto de iniciar, así se ahorrarían malos ratos, al menos delante de los invitados.
Manjirō había conocido con su hermano mayor y le había rogado que cuidara a Mirai de la familia y los ojos pretenciosos que seguramente habrían por allí. Sugirió que aguardaran a qué Uta se vistiera para salir.
Así que allí estaban. Lo más apartados posible de todos. No era que no quisieran a su familia, la adoraban, simplemente estaban cuidando el tesoro de Manjirō.
A lo lejos pudieron sentir las miradas de otras personas. Cuando los dos hermanos Sano ahí presentes dirigieron su vista al lugar del que provenía la prescencia, soltaron una risita al contemplar a sus padres y abuelo con expresiones inexplicables. Izana y Shinichiro se miraron cómplices, saludaron a sus progenitores como si nada y siguieron en lo suyo, completamente conscientes de que los estaban ignorando.
—¿Cómo se conocieron tú y Mikey? —preguntó Uta colocando un codo sobre la mesa para apoyar su barbilla en su mano. Se mostraba interesada y curiosa. Siempre pensó que Mikey era alérgico al amor y inmune a todo tipo de emoción parecida.
Desde muy pequeño el rubio había manifestado su desagrado por esta emoción. Chicas que querían salir con él tenía por montones, y cuando comenzó a crecer les prestó atención, pero no por interés, más bien por aburrimiento. Fue descubriendo que el cuerpo femenino era un buen entretenimiento y comenzó a usarlo más. Lejos de eso, Uta jamás había visto a Manjirō interesado en una mujer, la única que alguna vez había sido capaz de despertar "algo" en él se llamaba Honoka, pero más que amor era una adicción con fundamentos de placer.
Uta recordaba el nombre de aquella zorra, jamás lo olvidaría. Trató de advertirle a Mikey en mil ocasiones que esa tipa no tenía alma y que acabaría haciendo mucho daño, pero como se trataba de un adolescente en plena pubertad, con una faceta rebelde y pretenciosa, jamás fue escuchada.
Mirai llevó una mano a su barbilla y prolongó una "m" —. Fue hace mucho, años diría yo, pero empezamos a hablar recientemente —contestó como si nada. Luego recordó algo y sonrió sincera.
—Osea que tú no eres la madre de Midori —razonó Izana, cruzándose de brazos.
—No, Ri-chan fue abandonada por su madre —respondió con un extraño dolor en el pecho. Le había tomado tanto cariño a la niña que tener que decir y recordar aquello era semejante al dolor de un puñal.
—¿Pero, si estás saliendo con Mikey? —cuestionó impaciente Shinichiro.
Mirai ensanchó su sonrisa y orgullosa contestó: —Si. Jiro-kun y yo somos pareja.
—Nunca pensé que este día llegaría —susurró el pelinegro, impactado. Segundos después miró por el rabillo del ojo a Uta, farfulló algo inaudible y devolvió su vista hacia Mirai—. ¿Quién es la madre de mi sobrina?
—Me gustaría contarles mejor la historia de Midori, pero siento que eso es algo que debe hacer Jiro-kun —añadió Mirai, un poco incómoda por no poder satisfacer a los presentes. Se encogió de hombros y cerró sus ojos en señal de descontento.
Los tres jóvenes se echaron una ojeada rápida y sonrieron sabiendo que pensaban lo mismo.
—Manjirō encontró una buena chica —dijo Uta—. Todavía nos parece un poco imposible que nuestro Mikey haya decidido dar ese gran paso, pero conociéndote, comenzamos a entender las cosas.
Mirai alzó la vista un poco confusa para prescenciar a sus acompañantes, pero antes de poder decir nada la música comenzó a sonar indicando el comienzo de la ceremonia.
Todas las miradas dieron a parar al espacio que estaba abierto entre las dos filas de mesas, el lugar por donde debía pasar la novia en cuestión de segundos. Los violines ambientaron el lugar con la más frágil melodía. Y las primeras en llegar a escena fueron dos pequeñas niñas que sostenían cada una un cesto de pétalos de rosas, los cuales fueron esparciendo en todo el camino.
Una de ellas era Midori.
Emma había suplicado que Midori fuera su niña de las flores, pero para no quebrar la ilusión de la otra, se dicidió a último momento que serían dos y no solo una.
Habiendo llegado al final, las pequeñas hicieron una mini reverencia al podio dónde se encontraba el novio con el cura. Luego se fueron por distintos extremos, derecha e izquierda.
Tras aquello apareció una hermosa mujer, la cual siguió el sendero trazado por las niñas.
Mirai le prestó particular atención a la chica, era hermosa. Tenía un hermoso y largo cabello castaño que le llegaba a la cintura, el cual estaba perfectamente peinado y hacia las pintas se encontraba rizado; sus ojos resplandecían cuáles diamantes, pues un bello color azul era protagonista de aquella intensa pero dulce mirada; tenía tres lunares debajo de cada ojo, pero esto solo la hacía ver más atractiva; su rostro fino y delicado poseía facciones de una princesa, labios rojos como la sangre, piel blanca como la nieve, mejillas literalmente sonrojadas, pestañas largas y frondosas. Era la mujer más hermosa que había visto Mirai en toda su vida.
La chica portaba un vestido color rosa pastel, con un hermoso diseño. Sus tacones blancos combinaban con el divino juego de collar y pendientes de perlas que tenía colocados. Entre sus manos traía un ramo de claveles blancos, los cuales signifiban el orgullo y la belleza, dos cualidades que sin dudas la representaban.
La joven castaña caminó hasta el final y se detuvo frente a Draken. Dibujó una sincera y hermosa sonrisa en su rostro con los ojos cristalizados por la alegría y la nostalgia. Todas las miradas estaban sobre ella, pero no le importó.
—Ken, haz feliz a Emma y a tí mismo cada día —pidió en forma de súplica.
—No lo dudes, Kyomi —respondió el aludido. Aquello no estaba en el guión nupcial, pero él sintió la inminente necesidad de contestarle a su mejor amiga, la mujer que había ayudado a hacer posible el sueño que estaba viviendo, la que sabía que había estado enamorada de él toda la vida pero lastimosamente no había sido capaz de corresponder.
En solo un instante el contacto visual entre ellos se rompió, puesto que, la conocida como Kyomi tomó su respectivo lugar.
Y ya si, después de tanto, en el comienzo se encontraba Emma, tomando de la mano a Manjirō. Estaba más hermosa que nunca a los ojos de Draken, quien no podía sacarle la vista de encima ni aún cuando su mejor amigo de la adolescencia le sonreía.
Emma apretó con fuerza la mano de su hermano y se mordió la lengua ligeramente incapaz de creer que ese momento estaba ocurriendo y era real. Todo era tan perfecto que parecía mentira. Trató de mantener el ramo firme y se esforzó para no tropezar por los nervios. Vislumbró todo a su alrededor con una sensación de felicidad tan grande que la abrumaba.
—Todavía puedes huir —murmuró Manjirō, percatándose de los nervios de su hermana.
—No le tengo miedo a esto, a casarme, a formar una familia, a entregarle mis debilidades a alguien —respondió Emma, mirándolo con una sonrisa. De repente lo demás había quedado en segundo plano—. Y tú tampoco deberías.
—No me sermonees el día de tu boda —advirtió él, tratando de sonar amenazante, pero su risa lo delató.
Parecían dos cómplices. Al parecer se les había olvidado que estaban en una boda y que todos los miraban.
Manjirō entregó la mano de Emma a la de Ken cuando llegó el momento. Al menos lo alegraba que fuera su viejo mejor amigo quien tuviera la difícil tarea de cuidar de su hermana y todos los problemas que esto representaba. Sabía que con él, Emma jamás sufriría, y si lo hacía encontrarían juntos la manera de arreglarlo. Confiaba plenamente en Draken, y por ello fue capaz de entregarle a su hermana sin ninguna amenaza de por medio.
Luego de ello, Manjirō siguió de largo, tomando el mismo camino que hacía poco había seguido su hija, la cual se encontraba bastante cerca, parada a unos metros mientras sostenía la pequeña cesta que se le había confiado.
Mikey dibujó una sonrisa de medio lado y se encaminó hacia la pequeña. Tenía un puesto fijo en una de las mesas, junto a sus hermanos, pero prefería ir donde Midori y estar con ella.
Se agachó frente a la menor y revolvió sus peinados cabellos. Las palabras de Emma seguían resonando en su cabeza. Miedo a entregarle sus debilidades a alguien, que ridículo, ojalá Emma supiera que, desde el primer momento, la única debilidad de Manjirō era esa pequeña niña, tan frágil como un cristal, tan dulce como el chocolate, tan comprensiva como Mirai y tan fresca como una flor.
Preocupado de no perderse mucho, Mikey tomó a Midori y la cargó sobre sus hombros para que la nena pudiera ver en primera fila la ceremonia y no se perdiera ningún detalle.
Shinichiro apartó por un momento sus orbes del cura —quien se encontraba hablando— y los desplazó observando la escena protagonizada por Midori y su padre. Algo en su pecho lo revolvió de euforia y se acercó al oído de Mirai para decir en voz baja:
—Gracias por cambiar a mi hermano —sinceró, completamente enternecido por lo que prescensiaba. Nunca, ni en sus mejores sueños, hubiera imaginado a Manjirō de ese modo.
Mirai siguió con la vista hacia donde estaba observando Shinichiro y comprendió a lo que se refería.
—Se equivoca, Sano-san. No fui yo quien cambió a Jiro-kun —corrigó, completamente complacida—. Fue Ri-chan.
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Palabras del autor:
Seguidoras de Wabi Sabi, ¿qué les pareció la entrada de Kyomi? Lo esperaban. Kyomi en todos los universos es la mejor amiga de Emma, no importa quién de las dos haya ganado, ellas son mejores amigas uwu
Perdón tardar tanto en actualizar, la universidad me abruma y no tengo ganas de nada :(
¿Quién cree que Mikey poco a poco se va ganando su perdón?
Mirai es divina, no la merecemos.
Shinichiro te amo por fa regresa. Izana lo mismo te digo. ¿Fanfic de ellos? ¿Quién dice si?
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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿
~Sora.
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