veintitrés

La boda de Leo estaba más que lista. Por fin habíamos terminado con todos los preparativos y tanto Frida como yo, estábamos satisfechas con los resultados.

―Necesitas conseguir un vestido ―anunció mi mamá entrando a mi habitación.

―¿Para qué? ―me tapé hasta arriba con las cobijas.

―Tu primo se casa en una semana y no tienes un vestido para el evento.

―Mamá, por favor ―me quejé―. Déjame descansar un poco más. La escuela fue bastante agotadora esta semana. Te lo ruego.

―Quiero verte arreglada a más tardar, a las cinco ¿escuchaste, Paulina?

En respuesta, solté un quejido y luego escuché que cerró la puerta de mi habitación. Me destapé y me levanté. No iba a poder dormirme otra vez.

Hice la cama y después busqué la ropa que me pondría el día de hoy para después meterme a duchar. No tenía muchas ganas de ir a ver vestidos pero mi mamá tenía razón, la boda de Leo era en una semana y no me iba a perdonar si dejaba las cosas para el último momento. Aunque técnicamente lo estaba haciendo.

Justo ahora estaba modelando un vestido horrible de color lavanda. El vestido me llegaba un poco más arriba de la rodilla y tenía un horrible pedazo de tela que iba de hombro a hombro, algo así como un escote, pero feo.

―Ese vestido le va muy bien por su tono de piel ―dijo la vendedora a mi mamá.

―No me gusta ―la miré de mala gana.

―¿Tiene otro vestido? ―dijo mi mamá mirando a la vendedora.

―¿De color pastel, también?

Ella asintió y yo bufé entrando al probador para poder quitarme el horrible vestido.

―Sé que tú vas a pagar pero no voy a usar lo que tu elijas ―le entregué la prenda―. Voy a elegir algo que me gusta ¿de acuerdo?

No le quedó más que asentir y entonces me dirigí a ver los demás modelos.

Entre vestidos estilo imperio, cocktail, corte princesa, talle alto y demás; me decidí por uno vestido negro corte de vaina. Era precioso.

―¿Negro?

―No voy a ir de blanco ―fruncí el ceño y me metí al probador―. ¿Y? ¿Qué tal me veo? ―miré a mi mamá y giré sobre mi propio eje.

―Se te ve bien pero te queda algo largo ¿no crees?

Es cierto que no crecí demasiado pero nada que unos tacones no puedan arreglar.

―Voy a llevar tacones ―sonreí.

―Bueno, si ese te gusta, adelante.

+ + +

El día tan esperado por fin había llegado y como me había vuelto la asistente personal de la novia, estuve con Frida toda la mañana.

―Pau, de verdad te agradezco tanto.

Había escuchado esta misma frase unas cuarenta veces antes. En la prueba de vestido, pastel, mesa de regalos, invitaciones, flores, salón, etc.

―Tal parece que ya estás lista ―sonreí y alcancé mi bolsa―. Iré a casa para arreglarme. Aún debo pasar al salón de belleza ―hice una mueca y después de besar su mejilla, salí del lugar.

Saqué las llaves de mi auto y me subí. Por mis diecinueve años, mi papá me había regalado un auto. No era nuevo pero me gustaba.

Conduje a la casa y cuando llegué mi mamá ya se encontraba en la sala con su vestido extendido en un sillón.

―Apúrate Paulina, o vamos a llegar tarde al salón.

―Si quieres vete adelantando. Yo te alcanzo en media hora.

―Bueno, no te demores mucho en la regadera.

Rápidamente entré a mi habitación y busqué mi ropa interior y algo cómodo para ponerme después de salir del baño. Cuando estuve lista, metí el vestido y las zapatillas a la parte de atrás de mi auto y luego me subí yo.

Cuando llegué, una de las chicas se encontraba arreglando a mi mamá. De inmediato, la chica que atendía a mi madre, le ordenó que comenzara conmigo.

Casi dos horas después, estuvimos listas.





La ceremonia religiosa fue bastante hermosa. La mejor parte fue ver la expresión de Leo cuando su ahora esposa, Frida, entró a la iglesia. Estoy segura de que un par de lágrimas brotaron de sus ojos, mismas que hizo desaparecer de inmediato.

Después de la ceremonia, Leo y Frida tenían una sesión de fotos y más tarde llegarían al salón de fiestas.

De camino al lugar de la fiesta, me detuve en una tienda a comprar un agua. Me estaba deshidratando. Luego conduje al salón.

―¿Pau? ―preguntó alguien detrás de mí mientras firmaba en la foto de Leo y Frida

―¡Alan! ―dije cuando me giré―. Creí que no vendrías ―tapé el plumón y lo dejé sobre el caballete en donde estaba la foto.

―Pues aquí me tienes ―me abrazó y luego besó mi mejilla―. Te ves muy bien, hoy.

―¿Sólo hoy? ―hice un puchero.

―Bueno, siempre ―sonrió―. Pero hoy te ves más guapa.

―Tú no te ves tan mal ―sonreí y lo codeé―. Esto merece una foto.

Le pedí a uno de los chicos que estaban a la entrara que nos tomara una foto a Alan y a mí.

―¿Hay problema si la subo a Instagram?

―Ninguno ―sonrió.

Decidí hacerlo más tarde, cuando estuviésemos en la mesa.





La cena estuvo deliciosa y el pastel ni se diga. Al parecer a todos los invitados les había gustado el banquete que habíamos contratado.

―¿Subiste la foto? ―Alan llamó i atención.

―Aún no ―negué.

―Me etiquetas ¿sí? ―asentí.

Después de eso, Alan me invitó a bailar y aunque no era muy bueno con eso de las cumbias, admiré su esfuerzo.

Cuando nos cansamos, volvimos a la mesa y le dije que aprovecharía para subir la foto a Instagram. Tenía la descripción Cumbia mates. De inmediato las miles de notificaciones se hicieron presentes. Todas eran de las fans del grupo, preguntando quien era, como es que conocía a Alan, que si era su novia, etc. Alan me pidió que no les respondiera, aunque no entendí muy bien por qué. Sólo dijo que era por mi bien.

A la hora del brindis, todos volvimos a nuestras mesas. Pues nos habíamos parado a bailar, esta vez algo más moderno.

―...Y me gustaría invitar a una chica que me estuvo apoyando durante estos meses ―hizo una pausa―. Paulina, hazme el honor de decir unas palabras.

Negué suavemente con la cabeza pero al final me levante.

―Err...hola ―saludé―. Jamás he sido muy buena con las palabras así que no esperen mucho de mí ―tomé aire―. Antes que nada, quiero felicitar a mi primo Leo y a su esposa Frida por haber dado este gran paso, sé que van a ser muy felices ―hice una pausa―. Hace unos meses, cuando comencé a ayudar a Frida con los preparativos de la boda, no nos conocíamos para nada. Incluso llegué a pensar que chocaríamos al instante en cuanto a gustos, pero al final me di cuenta de que encontré una gran amiga en ella. Leo ―me miró―, si le fallas a esta chica, es como si me fallaras a mí y si me fallas, te mato ―el salón se inundó de risas―. Bueno, gracias. Y felicidades otra vez, chicos.

El resto de la noche estuve platicando con Alan sobre la universidad y lo bien que me estaba yendo aunque a veces me fastidiaba demasiado.

―¿Y cómo van las cosas con la banda? ―dije mientras jugueteaba con la servilleta.

―De maravilla ―sonrió―. Cada vez tenemos más fans, es increíble todo el apoyo que hemos recibido de su parte aunque luego tengamos que sacrificar momentos con la familia, creo que de alguna manera vale la pena.

―Qué bien ―sonreí―. Aunque no por la parte de la familia ―hice un mohín―. Me imagino que ni siquiera podrían tener una relación con alguien.

―Sí que podemos, pero por el momento no podemos hacerlas púbicas.

―Eso quiere decir que tienes novia, supongo ―lo miré.

―Yo no, pero algunos de los chicos, sí.

―Oh.

Dudé un par de minutos si debía preguntarle quienes tenían novia, no estaba segura de querer escuchar la respuesta, pero al final le pregunté.

―Freddy, mi primo y ―hizo una pausa― Alonso.

¿Qué?

―Oh ―fue lo único que pude decir.

―Sí, tal parece que es una ex compañera de su escuela ―hizo una mueca―. Sarah, Zaira. No sé, algo así.

¿Zaira?

―Ya veo.

―Siempre creí que tú le gustabas ―frunció el ceño.

También yo.

+ + +

¡Alooooo nuggets!

Creí que este capítulo había salido corto pero creo que no.

¿Cómo les va en este inicio de semana? Espero que de maravilla. Yo tengo algo de tarea pero nada de que preocuparse. Además ayer vi al chico del estacionamiento y lo escuché hablar y 😍.

Quiero agradecerles porque hemos llegado a los 1k votos

+ Si leyeron todo, usen el hashtag #Queclimatanloco y cuéntenme cual es su dulce favorito.

Ol de lof,

Cit.

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