veinte

Había esperado con tanto anhelo las vacaciones, que no me di cuenta de lo rápido que estaban pasando. Yo no hacía más que dormir, ver series, comer, leer y dormir otra vez. Muchos podrían considerar eso como un desperdicio de tiempo pero para mí era lo mejor de la vida. A comparación de otros, la playa no era precisamente mi lugar favorito; de igual manera casi no salíamos de viaje ya que el trabajo de mi papá no nos lo permitía y yo agradecía eso. Me encantaba estar en la casa y de repente salir al parque o a algún centro comercial.

―Paulina, necesito que vayas al súper a conseguirme esto ―dijo sosteniendo una hoja de libreta en la mano.

―¿Qué es? ―me levanté del sillón y me estiré.

―Es para hacer la comida. Llévate el carro; las llaves están en mi bolsa.

―¿Segura?

Hacía poco había sacado mi licencia de conducir y la verdad es que no había tenido mucha práctica. Mi mamá había contratado a alguien para que me enseñara a conducir pero después de eso nunca me prestaron el carro y que ahora, el hecho de que me dijera que podía llevármelo me aterraba. Imaginen esto: yo sola en un auto y con poco tiempo de práctica, era lo mismo que decir "catástrofe". La palabra peligro estaba sobre mi cabeza con luces neón y mi mamá no lo veía, ¡no lo veía!

―Muy segura. Ni creas que yo te voy a llevar a la universidad.

―Deséame suerte ―hice una mueca y me acerqué a su bolsa para sacar las llaves del auto y un poco de dinero.

Me despedí de ella como si fuese la última vez que la vería y luego salí de la casa para subir al auto.

―Sí puedes ―coloqué ambas manos sobre el volante―. Murphy, abandóname tantito. Te lo ruego.

Puse el auto en marcha y conduje hasta el súper más cercano que se encontraba dentro de un pequeño centro comercial.

Al menos había llegado en una sola pieza. Por ahora.

Después de estacionarme entré al lugar y comencé a echar todas las cosas de la lista. No había tanta gente en las cajas y me sentí bendecida por eso, ya que usualmente hay mucha gente.

―Gracias ―dije recibiendo todas las bolsas de plástico.

+ + +

Las vacaciones habían terminado y ahora debía enfrentar mi nueva realidad: La Universidad. Una parte de mi estaba completamente ansiosa pero la otra no. No tenía idea de cómo sería mi estancia en este lugar. Había muchísima gente que no conocía, así como en mi primer día en la preparatoria.

―¿Está ocupado? ―dijo un chico señalando la banca vacía a mi lado. Negué con la cabeza―. Soy Pablo ―sonrío y estiró su mano hacía mí.

―Paulina ―le devolví la sonrisa y apreté su mano.

―Lindo nombre.

―Gracias.

Como era el primer día, casi no hicimos nada; solo nos presentamos con los demás, hicimos algunas dinámicas de integración y algunos maestros nos dieron su plan de trabajo y su forma de evaluación, otros solo se presentaron con nosotros.

―Odio el primer día ―dijo el chico a mi lado.

―Ya somos dos ―sonreí y alcancé mi mochila para echármela al hombro―. Nos vemos mañana.

―¡Oye! ―me giré antes de salir del salón―. ¿Me pasas tu número?

Fruncí el ceño algo confundida pero igual se lo di. No se veía una mala persona. Tal vez seríamos muy buenos amigos.

El camino al estacionamiento fue horrible, pues estaba haciendo bastante calor y yo iba con una chaqueta negra. Mala elección de outfit.

Mientras conducía a mi casa, puse el disco Take me home de One Direction. Summer Love estaba sonando cuando me detuve en una luz roja. Por alguna razón, Alonso se coló en mis pensamientos. Desde aquél día en la escuela había logrado mantenerlo fuera de mi mente pero aparentemente eso había terminado.

Me molestaba pensar que él y yo estábamos pasando por una separación cuando no era así. Yo tenía muy claro que él y yo no éramos nada más que amigos. Muy buenos amigos y ya. ¿Qué si él me quería? Sí. Lo había dicho un par de veces. ¿Qué si yo le gustaba? También. Es decir, nunca me lo había dicho directamente pero me lo había hecho saber de manera indirecta; con ese asunto del hilo rojo.

Un claxon me hizo volver a la tierra y puse el auto en marcha. Debía dejar de pensar en ese hombre a toda costa.

―Ya vine ―anuncié después de cerrar la puerta de la entrada.

―¿Cómo te fue? ―dijo mi mamá saliendo de su despacho.

―Aburrido. Ya sabes cómo es el primer día ―hice un mohín.

―¿Tienes tarea?

―¿Tarea? ―me reí―. Antes di que nos dieron los planes de trabajo durante el semestre.

―¿En serio? ―asentí―. Bueno, vamos a comer. Tu papá no tarda en llegar.

Corrí a mi habitación para dejar mis cosas y luego bajé a ayudar a mi mamá con la comida.

+ + +

―¡Taradito! ―corrí hacia Elías cuando lo vimos entrar a la sala de la terminal.

―¡Paulinita!

―¿Quién eres tú y qué hiciste con mi hermano? ―me separé de él y entrecerré los ojos.

―Se llama madurar ―me dio un golpecito en la frente―. Inténtalo algún día.

―Algún día ―sonreí.

Mi mamá me había mandado a recoger a Elías ya que ella iba a ir a no-sé-dónde a ver a uno de sus clientes.

―¿Cuánto tiempo vas a estar esta vez? ―lo miré mientras a tientas buscaba las llaves del auto en mi bolsa.

―Ya no voy a regresar.

―¿Aquí?

―No, a Querétaro ―explicó.

―Deja tu maleta en la cajuela ―le extendí las llaves y luego me subí al auto.

―¿No vas a matarnos? ―preguntó cuándo se subió y me entregó las llaves. Me limité a negar con la cabeza.

Durante el camino a casa me platicó como había sido lo de su servicio social y yo le conté como me estaba yendo en la universidad. Le dije que las materias que llevaba no eran muy entretenidas pero que eran interesantes y que me gustaban.

―Eso es lo que importa ―dijo agarrando mi teléfono para conectar el auxiliar―. Me alegra que nuestros padres te apoyen en tu elección de carrera aunque a ellos no les parezca tanto.

―Igual a mí ―me detuve en un alto―. Realmente me encantaría trabajar para una revista. Siento que siempre fue mi sueño ―me reí por lo bajo. Desde pequeña me gustaba leer revistas de Barbie. Fue con las revistas para adolescentes por las cuales supe qué quería estudiar. Quería entrevistar a gente famosa y tener fotografías con ellos. Todo eso se veía tan divertido.

―¿Y ya tienes amigos?

―Sí, uno ―sonreí―. Se llama Pablo.

―¡Uyy!

―Es solo un amigo ―negué con la cabeza―. ¿Y tú, alguna amiguita? ―dije en tono coqueto.

―Ya tengo novia.

―¡No inventes! ―lo miré rápidamente―. ¿De Querétaro? ¿Quién es la desafortunada? Digo, afortunada.

―Si es de Querétaro, creo que se va a mudar acá. Aún no lo decide.

―Wow, esto va en serio ―sonreí―. Quien te viera tan enamorado. ¿La quieres mucho?

―Como no tienes idea.

Solo una vez había visto a Elías muy enamorado de alguien y verlo otra vez de esta manera me emocionaba demasiado. Elías es de esos chicos que se entregan por completo en una relación, cuando de verdad le importa la chica.

―¿Qué hay de ti? ¿Algún galán?

―¿Harry Styles cuenta cómo galán? ―arqueé una ceja y el negó―. Entonces no.

―Alguien real.

―No sabía que Harry era un alíen.

―No seas tonta, me refiero a alguien de tu escuela.

―Ah, no. Nadie ―sonreí y me estacioné frente a la casa.

―¿Y A...

―No lo hagas ―le advertí.

―Yo solo decía ―se encogió de hombros.

―Pues no digas ―apagué al motor y salí del auto.

Abrí la cajuela para que Elías sacara sus maletas y luego entramos a la casa. Era bueno tenerlo de vuelta.

+ + +

Los días patrios estaban a la vuelta de la esquina y yo estaba muy contenta porque eso significaba comida, mucha comida.

―¿Qué harás para el quince? ―dijo Pablo mientras nos sentábamos en una de las bancas.

―Comer mucho ―sonreí―. ¿Tú?

―Todavía no sé. Unos amigos estaban organizando una noche mexicana. Vamos.

―Tal vez ―sonreí.

Estaba dándole una mordida a mi hamburguesa cuando un balón me golpeó. Dejé caer mi comida sobre mis piernas y de inmediato llevé mis manos a mi cara.

No te he olvidado, Murphy. Debí prevenir esta situación.

―¡¿Estás bien?!

Qué pregunta tan tonta.

―Amigo, acabas de golpearla en la cara ―soltó Pablo.

―Cierto.

Todo fue silencio y luego sentí las manos del chico sobre las mías.

―Déjame ver ―negué mientras retenía un par de lágrimas que amenazaban con salir―. Por favor...

―Paulina ―dijo mí amigo.

―Paulina, por favor.

Quité las manos muy a mi pesar y vi al chico frente a mí.

Oh, Murphy. Tú siempre haces que los guapos me peguen en la cara. Sólo por eso te perdono.

―Vamos a la enfermería, tienes la nariz muy roja. Seguro se te va a inflamar.

Miré a Pablo quien asintió y entones me puse de pie para que el chico me guiara.

Ya en la enfermería, me sentaron sobre una cama y mientras el chico hablaba con la enfermera, yo lo observaba detenidamente. Era más alto que yo, como casi todo el mundo; sus cejas eran perfectamente pobladas, su cabello estaba todo alborotado y algunas gotitas de sudor resbalaban por su frente; sus labios eran tan rosados como una cereza, ojos café oscuro y una nariz recta que era digna de ser apreciada.

―Dice la enfermera que te va a poner un poco de pomada y te dará una pastilla para el dolor.

―Pero no me duele ―fruncí el ceño.

―Pero te dolerá, así que más vale prevenir.

Lo que yo no hice.

―Bueno, gracias.

―Por cierto, soy Alejandro.

Me limité a agitar mi mano al aire, no quería hablar y decir alguna tontería. No me lo permitiría.

―A ver ―dijo la enfermera y Alejandro se hizo a un lado. Ella comenzó a ponerme la pomada en la nariz y luego me dio una pastilla y un vasito de agua―. El dolor te va a durar una semana, más o menos.

―Muchas gracias ―sonreí y salimos de la enfermería―. Oye, de verdad gracias.

―No te preocupes, por mi culpa estás así ―señaló mi cara.

―Ah no, así nací. Tú solo me deformaste un poco más la nariz ―Alejandro soltó una carcajada y negó con la cabeza.

―No eres fea ―sonrió.

―Pues gracias, creo ―me reí―. Debo ir a clase. ¿Te puedo decir Alex?, "Alejandro" se me hace muy largo.

―Claro. Nos vemos Pau ―dijo agitando su mano en el aire.

No había sido un día tan malo.

+ + +

¡Nugeetsillos de mi jart!

¿Cómo las trata este viernes? A mi bien, creo. Ya me dieron mi resultado de mi examen de lingüística y no me fue taaaaaaaan bien pero pasé. :E

Esta vez no salió Alonsooooo :c

En fin, paso rápido porque me tengo que ir, jeje.

+  ¿Qué poder tendrían si pudieran tener algún poder? (jiji) Yo sería invisible para asustar a la gente *inserte diablito de WA* ahvea. 

P.D: Si ven a los chicos hoy, díganle a Alan que lo quiero harto (así, harto) y abracen muy fuerte a su lof ♥

Gracias por leer, por sus votos y comentarios.

Ol de lof,

Cit.

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