ocho
Qué bonito se siente despertar y saber que es fin de semana, sin escuela, maestros o clases aburridas. Sólo mi cama, mis cobijas y yo.
―¡Paulina! ¡Levántate! ―escuché a mi madre.
―¡Mamá, es sábado!
―Paulina ―se asomó por la puerta―. Vamos a ir por tu hermano a la terminal y a desayunar.
―¿Tengo un hermano? ―bromeé.
―Muy graciosa, apúrate.
Hice un puchero y ella rio.
―Media hora, Paulina.
Asentí y la vi cerrar la puerta.
Mi hermano Elías estudia en Querétaro y se acuerda que tiene una familia cada vez que quiebra. Está estudiando alguna cosa relacionada con la aeronáutica, nada que me interese. Mientras no fabrique el avión en el que viaje, todo bien.
Me metí a bañar y al salir me puse un pants cualquiera y una playera blanca mientras elegía que me pondría. Opté por unos pantalones negros ajustados, una blusa blanca de tirantes y una chamarra de mezclilla.
―Ya vine ―dije bajando el último escalón.
―¿Segura que te vas así? ―preguntó ella.
―¿Ya vas a empezar? ―fruncí el ceño.
―Grosera, traes pantuflas.
Bajé la mirada a mis pies y vi que tenía razón.
―Ya vengo ―sonreí.
Me puse unos tenis blancos y luego bajé.
De camino a la central estuvimos decidiendo a donde llevaríamos a Elías a desayunar. Al final optamos por un restaurante que había en el centro al que íbamos muy seguido. La comida era deliciosa y no era caro.
―Hola tarado ―lo abracé.
―Paulina ―me reprendió mi mamá.
―Perdón, perdón ―dije poniendo ambas manos en alto.
Cuando me separé de mi hermano, mis papás se acercaron a abrazarlo y de camino al carro lo estuve molestando.
―¿Cuánto dinero necesitas esta vez? ―dije mientras desenredaba mis audífonos.
―Paulina ―miré a mi mamá.
―Nada, tarada.
―Parecen niños chiquitos ―se quejó mi mamá y dejó de regañarnos.
―Conseguí un empleo.
Lo miré asombrada. ¿Elías con empleo? Esto era nuevo para todos.
―En un café ―sonrió―. Cuando vayan a Querétaro, los llevaré.
Mis papás nos pidieron que nos bajáramos a apartar nuestro lugar mientras ellos buscaban un lugar para estacionarse.
―¿Y? ―lo miré. No tenía idea de que hablaba. Este hombre siempre tan vago al momento de hablar―. ¿Ya tienes novio?
―Que molesto eres ―me quejé y puse los ojos en blanco.
―Lo tomo como un no ―se burló.
―¿Tú?
―No ―solté una carcajada.
―Familia Gómez reyes ―dijo la señorita de la entrada.
―Somos nosotros ―dije jalando del brazo de Elías.
La chica nos guio hasta un gabinete y nos sentamos.
―En un momento vienen a tomarles la orden.
Elías y yo asentimos mientras veíamos la carta.
―Voy al baño ―anunció y se puso de pie.
Pasé mi vista por los desayunos.
―¿Hope?
―Mira quien me está siguiendo ―lo miré con una sonrisa burlona haciendo referencia al día en que me preguntó si lo espiaba y no era así. Bueno, sí lo estaba haciendo pero...
―Hola ―dijo Elías pasando a su lado y sentándose a mi lado.
―Elías, él es Alonso ―los presenté.
―Creo que estás ocupada ―dijo Alonso―. Nos vemos luego, Hope. Adiós Elías, un gusto.
Alonso se alejó de nuestra mesa y se fue a otra en donde estaba su familia.
Sí, ya conocía a su familia porque un día me había invitado a comer para preguntarme sobre los gustos de Zaira.
Sus hermanos me habían agradado mucho; más el pequeño, Braulio. Era como un mini Alonso y al parecer también le había caído bien.
―¿Qué es eso de Hope? ―miré a Elías.
―Un apodo ―dije sin importancia. Elías me miró mal y entonces tuve que contarle todo―. No te enteras de nada porque estás en Querétaro. Ya regrésate.
―Cuando termine.
―Bah, te falta mucho.
―Dos años.
―Es mucho.
El resto de la mañana estuvimos conversando animadamente en el restaurante y luego estuvimos en un centro comercial haciendo compras. Necesitaba un poco de ropa y había agarrado de buenas a mi mamá así que me estaba comprando todo lo que quería aunque a decir verdad no era mucho.
―Oye, tarada ―se asomó Elías a mi habitación.
―¿Qué quieres? ―dije cortando la etiqueta de una blusa.
―Ese Alonso ―ya va a empezar―, ¿te gusta?
―No.
―Ah, bueno ―fue lo único que dijo, luego salió de mi habitación.
Qué raro es.
―Oye, tarada ―dijo nuevamente asomándose a mi habitación.
―Ahora qué ―lo miré mal.
―Ese Alonso ¿está en tu escuela? ―asentí―. ¿En serio no te gusta?
―Elías, ¿en serio estás preguntándome esto?
―Sólo quiero saber ―se encogió de hombros.
―¡Mamá, el tarado de tu hijo me está molestando!
Unos pasos se escucharon por las escaleras y entonces apareció mi mamá a un lado de Elías.
―Paulina, no quiero escucharte llamar tarado a tu hermano.
Elías se burló de mí pero mi mamá lo miró mal.
―Y tú, no parece que tengas veinte años.
Esta vez me burlé yo pero en voz baja.
Mi mamá bajó las escaleras nuevamente y tras ella se fue el molesto de mi hermano.
Cuando estuve segura de que ya se habían bajado, alcancé mi teléfono que se encontraba en la mesita de noche. Tenía un mensaje que Alonso.
Alonso chicken
No sabía que tenías novio, Hope. ¿Por qué le das onda a Jonathan? 5:24 P.M
¿Crees que ese tarado es mi novio? 5:24 P.M
¿No lo es? 5:25 P.M
Guácala, no. Es mi hermano mayor.5:25 P.M
Después de eso me dejó en visto.
+ + +
¡Bonjourrrrrrrr nuggets!
Probablemente este sea el capítulo más corto de todos :c
¿Cómo las trata su domingo? Espero que de maravilla. Yo mañana entro a la uni y la verdad no me siento nerviosa :c
¿Qué les parece la fic? ¿Qué creen que vaya a suceder después?
Muchas gracias por votar y comentar, me gustaría que todas comentaran♥
Quiero invitarlas a leer mi nuevo proyecto. No es fic ni nada por el estilo, es una historia y bueno, si les gusta, no olviden agregarla a su biblioteca y recomendarla y votar y comentar. ¡Gracias!
Si llegaron hasta acá...
+ ¿Cuál es su objeto más preciado? Yo tengo un osito de peluche que se llama Gismo y bueh, me lo dieron de pequeña mis papás así que es re' especial para mí.
Las quiero muchísimo y si también entran mañana ¡éxito en su primer día!
Cit.
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