cuatro
Apenas me dejó mi mamá en la puerta de la escuela, corrí al baño. Le dije a mi mamá que tenía ganas de ir pero contestó que ya íbamos tarde y que me aguantara.
Por poco y no llego.
―Pau ―dijo Zaira entrando al baño―. ¿Cómo estás?
―Ahora mucho mejor ―sonreí―. ¿Y tú?
―Bien ―sonrió.
Salimos del baño y estuvimos sentadas en una de las bancas cerca de las canchas en lo que tocaban para ir a nuestras respectivas clases.
Nos despedimos y luego subimos a nuestros salones.
―Hola, Pau ―saludó Jonathan.
―Hola ―sonreí y me coloqué dos bancas atrás de él.
Dejé mi mochila en el piso y luego saqué la libreta de nuestra primera clase. Matemáticas. Siempre teníamos las clases en el mismo orden. Qué horror.
Cuando me enderecé vi a Jonathan sentado en la banca frente a mí. Me estaba mirando.
―Eh, ¿hola? ―fruncí el ceño.
―Escuché que entraste a teatro ―asentí―. ¿Te gusta actuar?
―¿A mí? ―asintió―. No, no es lo mío. Entré para ser staff y eso ―sonreí―. Te vi en el taller de soccer el otro día, supongo que ahí te inscribiste.
―Así es ―sonrió.
Ambos nos quedamos en silencio durante unos minutos, la verdad no estaba nada incómoda ante la situación pero igual decidí romper el hielo.
―¿Has escuchado mi apodo? ―pregunté tamborileando la pluma.
―Hopeless ―sonrió―. Es lindo ¿no?
―¿Te parece? ―lo miré divertida―. Me gusta más Paulina.
―Sí, bueno ―se rascó la nuca―. No puedes evitar que te pongan apodos.
―Cierto.
―Jóvenes, buenos días ―saludó el profesor cuando entró al aula. De inmediato Jonathan se giró y yo me acomodé en mi lugar.
La clase estuvo aburrida. Vimos un par de ecuaciones y las resolvimos entre todos, después dejó otras más de tarea.
El profesor de la siguiente clase no llegaba y el salón comenzaba a vaciarse.
―Vamos a la cafetería ―dijo Jonathan extendiéndome su mano.
Me debatí entre ir o no ir. ¿Y si el profesor llegaba? ¿Y si nos ponía falta? O peor, ¿y si no reprobaba en el parcial?
―Ya pasó media hora, no va a venir.
¿Cómo estaba tan seguro de eso?
Puso los ojos en blanco y tomó mi mano haciendo que me levantara de mi asiento.
―Ya ven ―dijo jalándome fuera del salón.
Tal parece que nadie de primer semestre había tenido la segunda clase ya que los salones estaban vacíos.
Entré a la cafetería aún con Jonathan abrazando mi muñeca con su mano y nos formamos.
―¿Qué vas a comprar? ―pregunté zafándome de su agarre. Observé mi muñeca y vi que sus dedos estaban marcados.
Odio tener la piel tan sensible.
―¿Yo hice eso? ―asentí―. Wow, lo siento mucho.
―Descuida ―hice un ademán―, me pasa todo el tiempo.
La fila avanzó rápido y cuando por fin llegamos, Jonathan pidió su comida y luego nos sentamos en una de las mesas a esperar.
Mientras lo llamaban estuvimos jugando con una servilleta de papel. La habíamos hecho bolita y comenzamos un partido de soccer. Nuestros dedos como los jugadores y dos varitas de un árbol como porterías.
―¡Gol! ―exclamé alzando los brazos.
―¡Jonathan!
Mi compañero se levantó de su lugar y se dirigió a la barra en donde entregaban la comida.
―Hope.
Me giré al escuchar la voz del único chico que me llamaba así.
―Necesito buscarte un apodo ―dije mirándolo con expresión seria.
―Suerte con eso ―sonrió―. ¿Qué haces? Creí que ya no volverías a la cafetería después de marcar tu desgracia aquí.
―Que te digo ―me encogí de hombros―. Me arrastraron aquí. Literalmente.
―¿Tu amiga?
―Ya volví ―anunció Jonathan dejando su plato sobre la mesa.
―Él ―lo señalé.
Alonso lo miró y Jonathan hizo lo mismo.
Qué incómodo.
―Qué grosera ―me llevé la palma de mi mano a la frente―. Alonso, él es Jonathan mi compañero de clase. Jonathan, él es Alonso mi compañero de taller.
Ambos se dieron un apretón de manos y luego Alonso se despidió de nosotros.
+ + +
―¿Por qué me siento tan cansada? ―me quejé mientras caminaba junto a Zaira al auditorio.
El taller de teatro lo teníamos tres veces por semana: lunes, miércoles y viernes.
Hoy era viernes.
―Ni quiera haces deporte ―se burló ella.
La miré mal y luego entramos al auditorio. Era mi tercera vez aquí y seguía sintiéndome impresionada ante tal enorme lugar.
―Apúrense chicos ―dijo Karla haciendo una seña―. Hoy vamos a hacer las audiciones para los papeles de la obra.
―Más que nada queremos escucharlos cantar y en base a eso haremos nuestra selección ―añadió Andrés.
Todos nos colocamos en las butacas y esperamos a que el último cerrara la puerta y tomara asiento.
―Empezaremos por orden de lista. Todos van a cantar no importa si lo hacen bien o no ―nos informó Karla―. Andrade Patricia.
Una chica alta y de tez blanca se levantó. Hizo una interpretación de Bacause of you de Kelly Clarkson y la verdad a todos nos dejó asombrados. Tenía una voz bastante hermosa. Qué envidia.
Así fueron pasando otros chicos, cuatro o cinco tal vez hasta que me mencionaron.
―Yo no canto nada ―dije aun estando sentada―. Los voy a dejar sordos. De verdad.
―Dije que eso no importaba. Además la que juzga aquí eso, soy yo ―dijo la profesora dándome una mirada de enojo.
Muy a mi pesar me levanté y me paré en el escenario.
Qué horror. Jamás he cantado, solo en la ducha y que bueno que esta no puede darme su opinión porque de ser así, seguro me bañaría con agua fría diario.
―La estamos esperando.
Ninguna canción se venía a mi mente. De pronto Mine de Taylor Swift comenzó a hacer eco en mi cabeza.
Mientras hacía el intento de cantar, pasé mi vista por las butacas viendo como unos se cuchicheaban cosas entre sí y otros me miraban.
―No estuvo tan mal ―dijo Karla.
Tan mal.
―Qué humillación ―dije cuando llegué a mi butaca.
Zaira pasó otras cuatro o cinco personas después de mí. Tenía una voz bastante linda. Ojalá obtuviera uno de los papeles principales.
―Alonso Villalpando.
El chico, quien se encontraba del otro lado del pasillo, se levantó y subió al escenario. Comenzó a cantar la versión en inglés de Heroe de Enrique Iglesias.
―No canta mal ―murmuró Zaira en mi oído.
Alonso terminó de cantar y luego volvió a su lugar.
―El lunes les diremos cuáles serán sus papeles y les traeremos el libreto ―dijo Andrés entregándole una hoja a Karla―. Gracias, chicos.
Cuando el auditorio se vació, Zaira y yo salimos.
―Creo que me enamoré ―dijo Zaira―. Alonso canta verdaderamente hermoso ―dio una vuelta sobre su propio eje y chocó contra el chico que acababa de nombrar.
―Gracias, Zai ―sonrió―. Tú también cantas lindo.
Las mejillas de mi amiga se tornaron rosadas. Más de lo normal.
―Hope ―dijo Alonso―, tampoco lo hiciste muy mal.
―Pues gracias, creo ―fruncí el ceño―. Yo hubiese preferido no cantar.
―¡Pau! ―me giré para ver quien me llamaba y vi a Jonathan quien venía corriendo hacia nosotros―. ¿Ya te vas? ―asentí.
―¿Sucede algo? ―dije acomodándome la mochila.
―¿Te puedo acompañar?
―En realidad mi mamá pasa por mí pero quizá otro día ―sonreí.
―Oh, bueno ―hizo una mueca―. Entonces te veo mañana.
Se acercó a besar mi mejilla y después de despidió de Zaira y de Alonso.
―Uy ―exclamó Zaira en un tono coqueto―. ¿De qué me perdí?
―De nada ―la miré confundida.
―¿Soy yo o Jonathan te está tirando la onda?
―Eres tú ―sonreí―. Ya vámonos. Adiós Alonso ―medespedí mientras arrastraba a mi amiga a la salida.
+ + +
¡Hola nuggets!
Estoy re'contenta porque los cedes vienen a mi rancho la otra semana y pos' adivinen quien va a ir. Ajá, yo. Espero jaja.
Si alguien va a lo de la foto en Querétaro, me avisan y así poder conocernos kjfcnekl.
En fin, hoy me pre inscribí a la uni, mándenme toda su buena vibra para que me toque el turno de la mañana porque no me gustaría ir en la tarde *llora*
Espero que les haya gustado el capítulo aunque sé que algunas ya lo leyeron porque fue el que publiqué por error el otro día y bueh...
Hablo mucho, ya me voy. No olviden votar y comentar y eso. Las quiero.
P.D: Vengo a hacer spam, una amiga comenzó una historia y quiero invitarlas a leer, su usuario es y su historia se llama Shall we? ¡Corran a leerla!
Gracias por todo,
Cit.
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