♡ Capítulo 03. ♡
–Así que esto es lo que haces por las noches –dijo él. Yo lentamente me di la vuelta–. Quien lo diría.
–¡¿Qué demonios haces aquí Joseph?! –grité.
–Te dije que averiguaría lo que haces por las noches y ahora que lo sé, nada me impide decírselo a Richard.
–¿Realmente serias capaz de hacerlo Joseph? –dije en voz baja.
–Claro que sí –sonrió engreído.
–Astrid ya viene el autobús –dijo Jacquie llegando conmigo.
–No Jacquie, se vienen conmigo –dijo Joseph mirándola.
Sin decir una palabra, ambas subimos al auto de Joseph, de camino de regreso nadie dijo absolutamente nada, Joseph dejo a Jacquie en su casa y después nos fuimos a la nuestra.
Al llegar a casa bajé rápidamente del auto y entre a la casa, subí a mi habitación y me encerré. Era increíble lo malvado que se había vuelto conmigo, le revelaría mi secreto a mi papá y todo se iría a la mierda.
☯☯☯
Era la hora de la cena, yo no quería bajar, no quería encontrarme con su estúpido rostro burlándose de mí. Estaba recostada en la cama cuando alguien toca mi puerta.
–Astrid –era Miriam–, cariño, ¿No vas a bajar?
–No tengo hambre Miriam, ya quiero dormir.
–De acuerdo, te guardaré un poco en el refrigerador.
–Gracias.
Oí que se alejó y yo me senté en la cama. Suspiré. ¿Qué había pasado con él? Años atrás me habría felicitado por luchar por mi sueño, ahora... es motivo de burla para él. Las lágrimas bajaban por mis mejillas, esto era una completa basura.
☯☯☯
Al siguiente día me levanté algo tarde, no había podido dormir después de lo que paso con Joseph, ¿Realmente será capaz de decirle a mi papá lo que hacía? ¿A caso era un delito perseguir mis sueños? Me cambie lo más rápido posible y me arregle.
Al bajar al comedor ahí estaba Miriam preparando el desayuno.
–Buenos días Astrid –dijo amable.
–Buenos días Miriam.
–Joseph ya se fue, le dije que te esperara pero dijo que debía ir por Karen.
–Siempre va por ella, descuida... en un rato llega Jacquie por mí.
–Menos mal, te hice un desayuno ligero para que puedas ir desayunando mientras tanto.
–Gracias Miriam.
–De nada corazón.
Me dio una bolsa de papel oscuro y entonces escuché el sonido de la bocina del auto de mi amiga.
–Ya llegó, nos vemos en la tarde Miriam.
–Claro linda.
Salí de la casa y me subí al auto de Jacquie.
–Por lo que veo no dormiste muy bien –dijo encendiendo el auto.
–Así es... estuve pensando en Joseph, pero no cómo crees, ¿Realmente crees que le diga a mi papá lo del baile?
–Mira, de ese imbécil se puede esperar lo que sea.
–Simplemente no quiero dejar lo único que me apasiona en la vida.
–No estarías en esas condiciones si le dijeras a tu papá la verdad Astrid.
–Bien sabes lo que me haría mi papá si le digo la verdad.
–Lo sé, pero como tu padre debe apoyarte y no obligarte a estudiar algo que no quieres.
–¿Y tú? No quieres ser abogada y aquí estás.
–Tienes razón –suspiró–, de nada sirve todo esto que te digo si estoy en las mismas condiciones, nuestros padres quieren controlar nuestras vidas amiga.
Llegamos a la escuela y ella se estacionó. Entremos a la enorme universidad y fuimos directamente a los lockers, y tomamos lo que nos tocaría ese día. Cuando entramos al salón nos sentamos una al lado de la otra.
Después de un rato comenzaron a llegar los demás incluyendo al profesor Caleb, el profesor de Química.
–Buenos días jóvenes, hoy veremos o repasaremos la tabla periódica, la cual debieron haber visto en secundaria –todos comenzaron a quejarse–, vamos no hagan bulla, entre más rápido lo hagan, más pronto acabaran.
Hicimos unos cuantos ejercicios relevantes a la tabla periódica, yo sinceramente no entendía mucho, solo contestaba a lo menso. Al terminar la clase el profesor se retiro, Jacquie mi miró.
–Aburrido –dijo ella.
Me eché a reír.
–Es el profesor, debe ser aburrido.
–Sinceramente no entendí nada.
–Yo tampoco, conteste a lo menso, espero no sacar malas calificaciones.
–¿Qué pasa si sacas malas notas?
–Mi papá dijo que me castigaría y ya no haría nada por ayudarme en mi carrera como doctora –dije y entonces abrí los ojos, mire a mi amiga.
–¿Si te das cuenta de lo que acabas de decir?
–Lo sé, nunca le halle sentido a eso, pero me he dado cuenta.
–Sabotearemos el sueño de tu papá.
–¡Esto será genial! –dije emocionada.
–Solo hay algo que debes resolver.
–¿Qué cosa?
–Joseph.
–Es verdad, debo comprar su silencio.
–Y yo sé cómo –sonrió.
–¿Cómo?
–Ya lo verás.
La hora terminó y era hora del almuerzo, Jacquie y yo nos fuimos a las bancas que estaban en el jardín, nos gustaba estar ahí, que nos diera un poco de aire fresco.
–Bien, cuéntame tu plan –le dije.
–¿Ya ves que siempre Joseph se va con Karen a quien sabe dónde?
–¿Si, pero y eso qué?
–Lo que tienes que hacer es atrapar a Joseph con otra chica y amenazarlo, grabar un poco de la escena y decirle que si él le dice a tu papá lo del baile, tú le dirás a Karen que le es infiel.
–Esta grandiosa tu idea, pero tenemos un pequeño problema.
–¿Cómo cual?
–Joseph nunca va a ningún lado sin su "hermosa" novia –dije haciendo comillas con los dedos.
–Ya verás que sí y cuando lo haga, ¡PUM! Le caemos de sorpresa, bueno... tú –sonrió.
–Espero que funcione.
–Ya verás que sí, tú tranquila.
Las siguientes horas restantes estuve sola, pues Jacquie no tenía esas clases conmigo, cuando terminó el horario escolar iba a mi casillero para guardar todas mis cosas, cuando Jacquie llego muy emocionada.
–¿Qué te pasa mujer?
–¿A que no adivinas que acaba de pasar?
–Que cosa.
–Genaro me invitó a salir.
–¡¿En serio!?
–¡Sí! –gritó–. Aún no puedo creerlo, estoy tan emocionada.
–Que bueno por ti amiga.
–Ah y voy a necesitar de ti.
–¿Para qué o qué?
–Para que me digas como vestirme, o como arreglarme, sabes que no soy mucho de maquillarme.
–¿Por qué no miras tutoriales en YouTube?
–Tienes razón, lo haré.
–Bien, ¿Crees poder llevarme a mi casa o me voy en autobús?
–Te molesta si te digo que te vayas sola, debo ir al centro comercial por una cosas que me encargó mi mamá.
–Descuida, me voy sola.
–Muy bien, pero con cuidado.
–Tú tranquila, yo nerviosa.
–Mensa.
–Ándale pues ya vete o se te hace tarde.
–Adiós –me dio un beso en la mejilla, se subió a su auto y se fue.
Yo por mi parte me fui a la parada de autobús, poco rato después llegó el autobús y subí en el. Cuando llegué a mi casa estaba Miriam mirando un poco de televisión.
–¡Ya llegue!
–Hola linda, que bien que llegas... llegó un paquete para ti.
–¿Para mí?
–Así es, de un tal José Luis.
Abrí mis ojos a más no poder.
–¿Dónde está el paquete?
–En tu habitación, le dije a Joseph que lo llevara.
–¿Cómo?
–Si, es que sabes que no puedo subir muy bien las escaleras y él llegó y le pedí que me hiciera ese favor.
–Ok, gracias –subí las escaleras lo más rápido que mis piernas me permitieron.
Al entrar a mi habitación él estaba ahí queriendo abrir el paquete.
–¿Qué crees que haces Joseph Wilson? –dije llamando su atención.
–Hola Astrid, ¿Cómo estás? –dijo como si nada.
–¿Por qué demonios estás aquí? ¿Y por qué estás abriendo ese paquete, si no es tuyo?
–Por qué me interesa saber que hay dentro de él –dijo como si fuera lo más obvio del mundo.
–¡Quiero que te largues de aquí y dejes eso! –grité.
–Bien, gritona... por cierto, ya sé que harás.
–¿Qué haré de qué? –pregunté fastidiada.
–Lo que harás para que yo no le diga a Richard tu pequeño secreto.
–Haber, ¿Qué quieres que haga?
–Serás mi esclava.
–¿Sexual?
–¡Claro que no, qué asco! –dijo haciendo una mueca.
–¿Entonces de qué?
–Harás todo lo que yo te diga por un mes entero.
–Bien –rodé los ojos.
–Empezarás mañana, ya que por ahora iré a ver a Karen.
–Como quieras –dije sin mirarlo.
Él salió de mi habitación y mi vista cayó en el enorme paquete que estaba en mi cama, así que me acerqué a este y lo abrí, era una bolsa transparente con algo dentro. Abrí la bolsa y me quede sorprendida al ver lo que era, un lindo vestido morado que me llegaba hacia las rodillas y además una nota, la cual tome y comencé a leer.
"Querida Astrid, puede que esto sea algo indebido pero realmente necesito hacerlo, te pido por favor que aceptes una salida conmigo, solo me gustaría conversar un rato contigo, si aceptas te esperaré en el restaurante «The Blue Rose» y si no puedes mandar un mensaje rechazando la invitación, yo entenderé."
Estaba en un gran dilema, ¿Debería aceptar su invitación o no? La única que podría ayudarme en estos caso, Jacqueline.
–Bueno –contestó al tercer timbre.
–¡Necesito de tu ayuda! –dije gritando.
–¿Qué pasa?
–José Luis me invitó a salir.
–¿En serio? –preguntó confundida–. No es un poco mayor para salir contigo, digo... no es que seas una niña pero, podrías ser su hija.
–¡Lo sé! Y eso es lo que me da miedo, que quiera hacerme algo, ¿Qué debería hacer?
–No sé, yo no te puedo obligar a rechazar su invitación, si a ti te agrada y solo quieres hacerlo como muestra de amistad, hacelo saber.
–De acuerdo gracias Jacquie.
–De nada, bueno te dejo por qué ayudaré a mi mamá a preparar la comida.
–Claro, nos vemos mañana en la escuela.
Colgué y me decidí, saldría con él, además no tiene nada de malo, una simple salida como dos grandes amigos, nada más. Entre a mi baño y me di una relajante ducha, cuando salí me arregle lo mejor que pude, me puse un maquillaje ligero, algo que combinara con el vestido y unos tacones negros, me deje mi cabello suelto y con la parte del fleco me hice una tipo diadema.
Cuando terminé me puse el vestido, cuidando de no arruinar mi maquillaje, después me puse desodorante y un poco de perfume. Tome mi pequeño bolso donde había puesto mi cartera, mi teléfono celular y unas pastillas "Halls" de miel.
Tome un uber el cual llegó en menos de 3 minutos y me llevo al restaurante, donde pude localizar el auto de José Luis, baje del uber y le pagué al señor, quien arrancó de inmediato dejándome en ese lugar, entre al restaurante con algo de miedo y me acerqué al recepcionista.
–Buenas tardes, ¿Qué se le ofrece? –dijo amable.
–Vengo a la reservación de José Luis Morales.
–Oh claro, él la espera señorita Henderson.
–Gracias.
Entre y busqué entre todos los presentes, la cara conocida de José Luis, cuando lo encontré me acerqué a él.
–Hola José Luis –llame su atención.
Él volteo a verme y sonrió.
–Hola Astrid, siéntate –se levantó y me movió el asiento–. ¿Gustas algo de tomar?
–No gracias, lo que quiero saber es por qué la invitación.
–Solo quería platicar contigo, ¿A caso eso está mal?
–No, claro que no es solo que no me lo esperé.
–Bueno, no todos los días tu entrenador de baile te invita a salir.
–Eso es verdad.
–Te ves muy linda con el vestido.
–Realmente me gusto mucho, gracias.
–De nada, es lo menos que puedo hacer por ti, tú has hecho tanto por nosotros, que no sé como agradecerte Astrid.
–No hace falta que me agradezcas, lo hago por qué me gusta bailar.
–Bueno, pues de todas maneras gracias.
Comenzamos a platicar un poco de nosotros, sinceramente no está tan mal, bueno creí que sería algo aburrido pero no, ha tenido una vida llena de aventuras y una que otra desgracia como cualquier persona le ocurre. Al terminar él me llevó a mi casa, sinceramente la había pasado muy bien con él, únicamente de amigos.
–Gracias por invitarme, estuvo increíble la cena.
–Gracias a ti por aceptar, me alegra que te gustara.
–Bueno nos vemos.
–Nos vemos mañana en la bodega.
–Claro.
Se acercó para despedirse de un beso en la mejilla cuando la puerta se abre y aparece Joseph.
–¿Qué cree que haces señor? –preguntó con el ceño fruncido.
–Solo me despido de ella.
–Pues con un simple apretón de manos es más que suficiente.
–Bueno, yo me voy Astrid –escuché incomodidad en su voz.
–Adiós José Luis.
Él se fue y yo voltee con Joseph.
–¿Se puede saber qué demonios fue eso?
–Solo te salve de ese tonto.
–No tenías por que hacerlo, es mi entrenador de baile.
–Lo lamento, nunca pensé que pudieran gustarte ancianos, como dice Becky G en su canción, a ti te gustan mayores.
–No me gusta y no empieces con eso.
Subí a mi habitación dejándolo solo, ya que por una vez en nuestra vida no quería comenzar una absurda pelea.
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Tercer capítulo, solo espero que les esté gustando la historia. En multimedia les dejo el vestido morado que Astrid uso para su cita con José Luis.
Nos leeremos en el próximo. Bye ;)
Publicado: 19 de Marzo 2020.
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