9.- La Cueva del Tesoro (3/4)


Descendieron rápidamente en caída libre. Pensaron que caerían a un pozo o una trampa con espinas, pero pronto se golpearon con una superficie en diagonal, por la que se deslizaron. Se hallaron en un tobogán antiguo. Parecía estar hecho de piedra, pero no podían contar con el roce contra la roca para desacelerar su caída, puesto que estaba completamente embadurnado de una sustancia aceitosa que les impedía sujetarse. Bajaron y bajaron por lo que les pareció una eternidad, pero que no fueron más de diez segundos. Al final, el túnel se terminó y ellos se estrellaron contra el fondo de piedra.

Los varones cayeron uno sobre otro, mientras que Priscilla apareció tras ellos. Ella no había caído, dado que podía flotar.

Adoloridos, Holly, Snisy y Mikeas se levantaron y examinaron sus alrededores. Habían caído a una especie de cámara de drenaje. Por fortuna no olía muy mal, solo a aire viciado y a sala vieja. Holly de inmediato tomó una muestra de la sustancia aceitosa para examinarla. Era una especie de lubricante, pero no era aceite. Luego miró a Mikeas. Este estaba cubierto de la sustancia, pero esta no se prendía en llamas. Holly suspiró con alivio.

—Estamos a salvo, de momento— pensó.

—¿Están bien?— inquirió Priscilla.

—¡Estoy empapado en baba!— alegó el Lampent.

—Eso dolió— admitió Snisy, mientras se sobaba el poto— quizás no debimos hacerlo.

A Holly también le dolía el poto, pero aún no quería rendirse. Miró hacia todos lados: la sustancia aceitosa caía desde el tobogán hasta ese piso, pero no estaba lleno, se drenaba a través de una rendija al centro de la sala. Más allá había otra rampa que llegaba hasta ese nivel desde arriba, por el otro lado.

—¡Ahí está!— indicó Holly.

Todos los demás miraron y advirtieron el otro tobogán.

—¿Qué pasa con eso?— quiso saber Mikeas.

—Por ahí podemos continuar. Esta no era una trampa, es el único camino.

Mikeas se cruzó de brazos, un tanto enfadado de que tuvieran que pasar por todo eso simplemente para continuar. Luego se acercaron a la salida del tobogán por donde supuestamente debían seguir su camino, pero este estaba tan impregnado de la sustancia aceitosa como el de atrás. Intentaron subirse encima, pero solo consiguieron resbalarse y caer de nuevo. No conseguían ni siquiera avanzar un metro.

Entonces Holly miró a Snisy.

—¿Tú no puedes congelar este líquido? Seguro que así podríamos subir.

El Sneasel se miró su garra, luego el tobogán, dubitativo. Puso cara de "podría intentarlo" y a continuación heló su puño y golpeó la superficie de la pendiente. Sin embargo, a pesar de que el aire alrededor se volvió frío y salieron algunas escarchas desde el punto de impacto, la sustancia aceitosa se vio inafectada.

—¿Mmm? ¿Le pusiste empeño?— alegó Mikeas, aprovechando la ocasión para dañar su orgullo.

—Debe tener un punto de solidificación más bajo de lo que puedo producir— indicó Snisy, ignorando el tono burlesco de Mikeas.

—Jejeje ¿Qué pasa? ¿Te falta "potencia"?

—Eso es un problema— comentó Holly.

Miró las paredes, de los huecos y grietas también caía la sustancia deslizante. No había forma de pasar a través usando hielo.

—¿Y qué hay de la dama?— inquirió Snisy, girándose hacia Priscilla.

—¿Eh?

—Tú puedes flotar ¿No? ¿Crees que podrías cargarnos hasta arriba?

—Oye, oye, no te precipites— se adelantó Holly.

Priscilla y Snisy se lo quedaron mirando, extrañados por su reacción. Pensó que Priscilla sería la primera en negarse, por eso su reacción lo tomó por sorpresa.

—Digo...— balbuceó— digo... ¿Llevarnos a todos no será mucha carga?

—Oh, no. Todos son bastante livianos— aseguró la Haunter— si los llevo a uno a la vez, no es ningún problema.

—¡Yo voy primero!— exclamó Mikeas.

Los tres se giraron hacia él.

—¿Eh?

—¡Yo voy primero!— repitió, victorioso.

—Oye, oye, no vayas decidiendo por tu cuenta— alegó Holly.

—Mira quién habla, señor "voy a tirar de la palanca aunque mi amigo me esté rogando que no lo haga"

Holly apretó los labios. No podía creer que Mikeas lo hubiera acorralado.

—Da lo mismo, al final los llevaré a todos— le restó importancia Priscilla.

Holly admiraba su falta de preocupación en esos momentos. Supuso que no estaría mal imitarla un poco y relajarse. De momento estaban seguros, estaban bien.

Priscilla tomó a Mikeas, lo puso sobre su cabeza y comenzaron a flotar tobogán arriba. Pronto se perdieron en la primera vuelta y continuaron ascendiendo, sin embargo, no mucho después, Holly y Snisy oyeron el grito del Lampent acercándose. Pronto este volvió a aparecer por la esquina y cayó a sus pies, cubierto de baba.

—¡Aj, lo que faltaba!— exclamó, frustrado.

—¿Qué pasó?— inquirió Snisy.

—No te pusiste a balancearte sobre ella ¿Verdad?— quiso asegurarse Holly.

—¡No! ¿Qué? ¡No!— se sobó el plato en la cabeza— había una entrada muy chica. Intentamos pasar, pero no cupimos los dos juntos.

Snisy meditó un momento.

—El camino se vuelve angosto. No podemos pasar este reto usando a la dama, tampoco podemos subir por nuestra cuenta. Tal parece que estamos atrapados aquí.

—¿Y dónde está ella?— alegó Holly.

—No sé, ella pasó por la entrada, creo. Pensé que había caído conmigo.

Miraron hacia arriba, esperando a Priscilla. Holly temió por un momento, pero luego de un par de minutos ella volvió, flotando sin problemas obre la baba.

—Lo siento, Miki. No quise dejarte caer— se disculpó.

—Mmm— gruñó, sobándose la cabeza— está bien.

—Miki nos contó lo que pasó— indicó Holly— ¿Pero qué había más allá?

—Una sala como la de antes, solo que sin lianas. Había una puerta por donde se podía seguir. Nada más.

—Tal parece que solo ella puede continuar— observó Snisy.

—Para nada, no voy a seguir sola— alegó ella— vamos todos o nadie.

Holly sintió una oleada de esperanza. Esa era sin duda la Haunter más maravillosa de todas.

—¡Así se habla!— exclamó.

—¿Pero qué vamos a hacer?— alegó Mikeas.

—Tengo una idea— indicó Holly— Pris ¿Puedes volver a la sala de atrás? Vamos a necesitar una de esas lianas.

—No sé si pueda cortarlas— indicó.

—Entonces yo iré contigo— aseguró Snisy, sacando a relucir sus garras afiladas.

—Traigan un puñado— les pidió el Kirlia.

El Sneasel se encaramó sobre la Haunter y ambos subieron por el tobogán anterior hacia la sala donde habían tirado de la palanca.

Entonces Holly se fijó en Mikeas, quien miraba el lugar donde los otros dos desaparecieron, con sospecha.

—¿Qué se trae ese Sneasel?— preguntó al aire cuando estuvieron él y Holly solos.

—¿Eh?

—Creo que quiere separarnos— se aventuró Mikeas— ¿Me entiendes? Como enemistarnos unos con otros. Romper nuestro equipo.

Holly se giró hacia él, contrariado.

—¿Y tú qué te tomaste?

—Es que es sospechoso ¿No te parece?

Holly se llevó una mano al mentón.

—Supongo que es misterioso, me gustaría saber más de él.

—Sí, es muy sospechoso.

—Pero hasta ahora parece un buen chico, solo es algo callado.

—¡Vamos, no me lleves la contraria!

Holly miró de nuevo a su amigo. Sintió frustración de su parte, pero no entendía bien por qué. Llevaba un rato así. Holly meditó un momento y, para su sorpresa, no le tomó mucho dar con la razón.

—¿Sigues enojado con él porque nos ganó en el parque de diversiones?— inquirió, sorprendido.

Mikeas también parecía extrañado.

—Bueno... sí. Pero eso no le quita lo sospechoso.

—Miki, él solo estaba haciendo su trabajo.

Mikeas bajó la cabeza. Holly sentía su frustración, literalmente. Comprendió que no estaba enojado precisamente con Snisy, sino que por haber perdido en el torneo anterior, luego de haber llegado tan lejos. Holly suspiró.

—Bueno, si no te agrada, podemos dejar de juntarnos con él.

Mikeas levantó la mirada, sorprendido.

—¿Qué?

—Apenas salgamos de esta cueva, le diremos que no queremos verlo más ¿Te parece?

—Pero... ¿Y a ti no te molesta?

—Me cae bien, es raro encontrar a alguien tan tranquilo y maduro. Más encima saltó a ayudarme cuando estábamos en problemas, creo que habría hecho lo mismo por ti.

Mikeas miró el suelo cubierto de baba, meditabundo.

—¿Eso crees?

—Claro. Dale una oportunidad, te aseguro que te caerá bien.

Mikeas no dijo nada, pero tampoco rechazó la idea.

—/—/—/—/—/—

En eso aparecieron Priscilla y Snisy, cargando con unas lianas. Entre los cuatro las hicieron una trenza y las ataron para hacer una cuerda improvisada.

—¿Y qué hago con esto?— inquirió Priscilla.

—Sube de nuevo a la sala de adelante y ata un extremo a alguna saliente que haya por ahí. Necesitamos que sea resistente al menos para el más pesado de nosotros.

Priscilla asintió y echó a andar con la cuerda. Pasó por la ranura angosta, se elevó hasta la cámara y buscó por todos lados; había muchas paredes lisas, no podía usar la cuerda ahí, pero no le tomó mucho tiempo encontrar una saliente que se veía resistente. Era como un brazo de piedra que sobresalía de un altar, detrás del hoyo en el suelo por donde ella había emergido. Era corto, pero lo suficientemente largo para atar la cuerda. Más encima, al final se ensanchaba, como para asegurar que la cuerda no se saldría. Era extrañamente perfecto para la ocasión.

Priscilla ató la cuerda al brazo de piedra y alargó el resto a través del camino hasta abajo, donde sus amigos la atajaron. Bajo las instrucciones de Holly, subieron uno a uno, primero Mikeas, luego Snisy y al final Holly. Escalar por la pendiente fue más fácil de lo que pensaron, y en poco tiempo se emergieron en la cámara con el brazo de piedra, empapados en baba.

—Muy bien hecho, Pris— le espetó Holly— no lo habríamos logrado sin ti.

—Oh, no fue nada.

—Sí, estuviste muy bien— concordó Mikeas.

Snisy no dijo nada, pero cuando Holly se giró hacia él, lo encontró mirándolo con una sonrisa misteriosa, inquisitiva, como si viera algo en él que nadie más había visto nunca. Pero solo fue un momento. Pronto Mikeas y Priscilla lo apremiaron para continuar, y Holly continuó por el túnel que continuaba el camino. Volvió a girarse hacia Snisy, pero este ya no lo miraba.

—/—/—/—/—/—

Continuaron a través del túnel unos minutos hasta que se toparon con algo que no se esperaban; otro tobogán. No había nada más, las paredes se cerraban sobre la entrada de la pendiente. El camino simplemente se doblaba hacia abajo. Incluso estaba impregnado de baba, como el otro tobogán, para que se deslizaran más fácil.

—¿Quizás deberíamos traer más cuerda?— inquirió Snisy.

Pero apenas dijo eso, surgieron dos grandes puertas de roca en el límite de la cámara con el brazo de piedra, varios metros por detrás, y se cerraron por completo.

—Parece que no necesitaremos regresar— indicó Holly— vamos.

—Espera, espera ¿Cómo estás tan seguro?— alegó Mikeas.

Holly se extrañó de su reacción.

—¿No te has dado cuenta, Miki? Esta cueva no está hecha para imponer desafíos, no trampas ni caminos sin salida, sino que específicamente desafíos.

—¿Eh?

—¿Te refieres a que alguien espera que pasemos estos desafíos?— inquirió Snisy.

—No creo que sea específicamente para nosotros... aunque es extraño que justamente nuestras habilidades combinadas sean las que nos trajeron tan lejos.

—¿De qué hablas? ¿Cómo que "desafíos"?— alegó el Lampent.

—Digo que esta cueva está hecha para que la gente la pase. O más bien, que los pokemon la pasen. Primero necesitábamos alguien con un movimiento de canto, después alguien rápido que pudiera cortar la cuerda para pasar por las paredes que se cerraban, después alguien que pudiera flotar. Seguro ahora vamos a necesitar una habilidad distinta.

—¿O sea que... alguien hizo todo esto?— inquirió Mikeas.

—Eso fue lo que pregunté— alegó Snisy.

—Sin duda alguien planeó todo esto— indicó Holly— alguien que quería... ¿Qué podría querer con todo esto?

—Hacer un filtro— aseguró Snisy

Todos se giraron hacia él.

—Esa persona podría haber sellado todo este lugar, pero en vez de eso construyó un camino. Está lleno de obstáculos, pero con las habilidades suficientes, se pueden superar. Solo aquellos que logren superar las pruebas podrán llegar al final. Los demás...

Se encogió de hombros.

—¿Los demás mueren?— se aventuró Priscilla, por alguna razón entretenida con la idea.

—No, debe haber salidas escondidas por ahí— indicó Holly.

—¿Eh? ¿Cómo lo sabes?— alegó Mikeas.

—Porque no hemos visto ningún cadáver

Todos se quedaron callados un momento.

—¡Es verdad!— exclamaron Mikeas y Priscilla.

—¿O sea que, si buscamos, podríamos encontrar una salida ahora mismo?— inquirió Mikeas.

—O quizás el suelo se da vuelta cada tantas horas para dejar caer a la gente que se demora mucho en los obstáculos, y los arroja a un pozo de ácido, o lava ardiendo, o de ácido ardiendo— se aventuró Holly— quién sabe.

La idea de una muerte dolorosa hizo reír a Priscilla.

—Podría ser.

—¡No digas esas cosas!— alegó Mikeas.

—A lo que me refiero es que deberíamos intentar avanzar— indicó Holly.

—¡¿Y qué esperamos?!— clamó el Lampent.

Se arrojó primero hacia el tobogán, los demás lo siguieron de cerca. Descendieron aceleradamente por la pendiente resbaladiza, pasaron varias curvas y giros inesperados. Nuevamente se sintió como una eternidad, pero no duró más de unos segundos. Al final, el tobogán se acabó y los arrojó con el impulso que llevaban hacia un suelo cubierto de hojas.

Los cuatro rebotaron, se elevaron en el aire y volvieron a caer, esparciéndose. Nuevamente acabaron cubiertos de baba, pero esta vez, como no fueron tomados por sorpresa, consiguieron disfrutar del viaje. Se levantaron los cuatro con sonrisas de entretención.

Examinaron sus alrededores, precavidos y listos para cualquier peligro. Se hallaron en una cámara con forma de huevo, grande y cubierta por una capa de hielo. Ellos estaban parados sobre una isla artificial, hecha de madera antigua. Al moverse, se dieron cuenta que debajo de ellos había agua. El hielo no era completamente sólido, era solo la capa externa. Tampoco había una salida, no que se viera de inmediato.

—¿Y ahora?— inquirió Mikeas.

Los pokemon se miraron entre sí y al lugar al que habían llegado. No se esperaban otro callejón sin salida. Sin embargo, sabían que este debía tener una forma de continuar. Habían llegado muy lejos para quedar encerrados.

—¿Qué hacemos, Holly?— preguntó Priscilla.

—Debe haber una salida en algún lado.

—Pero no hay— advirtió Mikeas.

Todas las paredes eran iguales, o mejor dicho, la única pared que los envolvía no tenía lados que se diferenciaran unos de otros. Holly miró hacia arriba, esperando encontrar algo, pero solo estaba el cielo rocoso y el hoyo por donde salía el tobogán.

—No hay salidas...— musitó— no hay salidas en la superficie.

Los demás se giraron hacia él.

—Tenemos que mirar debajo del agua.

—¡Pero debe estar congelada!— exclamó Mikeas.

—Ejem...— carraspeó Snisy.

Mikeas se giró hacia él, sorprendido.

—¡Claro! ¡Snisy, a ti no te afecta!

El Sneasel asintió con la cabeza.

—Espérenme aquí, iré a ver lo que haya debajo.

—Ten cuidado— le espetó Holly.

Snisy le guiñó un ojo para despedirse y se lanzó en picada hacia el hielo. Por un momento los demás pensaron que iba a estrellarse, pero sus afiladas garras destrozaron el cristal en un instante y pasó sin problemas.

No tardó mucho en volver. Cuando lo hizo, se paró en el hielo y se sacudió para quitarse el exceso de agua. Hacía un frío de los mil demonios en esa cámara, y sin duda meterse al agua habría bajado mucho más su temperatura, pero Snisy se veía de lo más bien.

—No hay mucho— indicó— encontré una salida, está al fondo, a ese lado.

Apuntó al lado contrario del agujero del tobogán.

—¡O sea que podemos continuar!— exclamó Priscilla.

—Pero... ¿Cómo bajaremos todos ahí?— inquirió Mikeas.

La Haunter y el Kirlia se lo quedaron mirando, atónitos. Además de Snisy, nadie aguantaría mucho tiempo bajo el agua, Mikeas ni siquiera unos segundos.

—También había otra cosa que me llamó la atención— indicó el Sneasel— al centro, al fondo de todo, hay un gran tapón de metal. Ese tapón está conectado a una cadena gruesa por un extremo. Al otro extremo está el fondo de esta misma balsa.

Esto le llamó la atención a Holly.

—¿Por qué...— iba a preguntar, pero rápidamente se dio cuenta que preguntar el por qué de algo en esa cueva antigua no tenía mucho sentido. Snisy no sabría.

Holly se puso a meditar sobre las pistas que tenía; una salida a la que no podían acceder, un tapón conectado a la balsa por una cadena. Agua, hielo, roca, cuatro pokemon. Miró a sus amigos: hielo, siniestro, fantasma, veneno, fuego, hada, psíqui...

—¡Fuego!— exclamó.

Los demás se giraron hacia él, sorprendidos.

—¿Te refieres a mí?— inquirió Mikeas.

—¡Sí, necesitamos fuego! Quizás sea mucho, pero necesitamos que derritas el hielo.

—¿El hielo? ¿Pero qué...

—¿Quieres generar vapor?— se aventuró Priscilla.

—¿O aumentar el volumen del...— iba a soltar Snisy, pero entonces se dio cuenta de la idea de Holly— ¡Ya entendí! Cortaré el hielo para que sea más fácil derretirlo. Ven, chico brillante.

Sin más, se dirigió al cristal de hielo más cercano para cortarlo en pedazos con sus garras.

—¿Se refiere a mí?— se extrañó Mikeas— Pero aún no te entiendo ¿Qué quieres lograr?

—Tenemos que llegar a ese túnel, pero no podemos porque hay agua helada. Si no podemos pasar por el agua, podemos hacer que el agua se vaya. Al fondo hay un hoyo por donde podemos hacerlo, pero está tapado por un tapón conectado a esta balsa. Para destapar el tapón necesitamos tirar de la cadena, para tirar de la cadena necesitamos levantar la balsa, y para levantar la balsa necesitamos que el nivel del agua aumente ¿Y cómo hacemos eso?

—Derritiendo el hielo— Priscilla se llevó una mano a la cabeza— ¡Eres genial, Holly!

Él no lo dudaba, pero de todas formas oírlo de ella se sintió como si de repente le nacieran alas y pudiera volar.

Mikeas suspiró.

—Está bien, supongo que tengo trabajo.

Hizo como que se arremangaba unas mangas imaginarias, saltó de la balsa hacia el suelo de hielo y se puso a lanzar bolas de fuego a los pedazos de cristales de hielo que Snisy había cortado. Trabajando los dos juntos consiguieron derretir una gran cantidad en poco tiempo, y pronto el nivel del agua comenzó a subir. Incluso el suelo comenzó a derretirse.

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