9.- La Cueva del Tesoro (1/4)


Un par de días más tarde, Holly y Mikeas se encontraban en el bosque, buscando bayas. No es que las necesitaran, pero era divertido y no necesitaban luchar para conseguirlas. No habían mencionado el incidente del parque de diversiones, Holly se sentía algo tenso, sobre todo porque, como era un Kirlia, podía percibir cierto resentimiento de parte de Mikeas hacia él. Era muy leve, pero estaba ahí. Le habría gustado que su amigo no se sintiera así, pero no es como si pudiera llamarle la atención por sus sentimientos, no sería justo, así que simplemente evitaba hablar del tema. Sin embargo eso lo dejaría tenso por el resto del día. Quería acabar con ese asunto y continuar con su vida rápido.

Para su alivio, fue el fantasma quien habló.

—No puedo creer que perdiéramos en el parque de diversiones— alegó— más encima ese Sneasel es tipo hielo. Debí haber podido hacerle algo.

—Era muy rápido y claramente tenía más experiencia en combate que cualquiera de nosotros— lo calmó Holly— no había nada que pudieras hacer.

—¡Es verdad! ¡Tú podrías haber hecho una mejor estrategia!— alegó el Lampent

Holly se paralizó un segundo. No se había esperado que Mikeas lo acusara tan directamente. Sin saber qué decir, agachó la cabeza.

—Lo siento, debí haber pensado en otra cosa.

Mikeas pareció extrañarse. Se quedó mirando a Holly un momento, como esperando algo, pero el Kirlia volvió a recoger bayas. Mikeas finalmente se rascó el plato en su cabeza y continuó también con su tarea.

—Supongo que también es mi culpa— indicó— a veces... a veces creo que evolucioné antes de lo debido ¿Sabes? Como que debería seguir siendo un Litwick. Así de débil soy.

—Nah, solo estás oxidado, y yo pensé que ser un entrenador sería más fácil.

Holly levantó la vista y se encontró a Mikeas con una leve sonrisa. Él también esbozó algo parecido, se miraron un momento así y luego volvieron a recoger bayas. Ya no había tensiones.

—¡Al menos Priscilla no estaba mal!— comentó el Lampent.

—¿Eh?

—Creo que me cae bien— confesó, aunque ese "me cae bien" le salió muy ansioso para ser un simple "me cae bien"— ¿Crees que tenga novio?

Holly se lo quedó mirando, atónito. En ese momento no supo qué hacer, si gritarle que mantuviera sus flamas lejos de ella o hacerse el tonto y evitar otro conflicto con su amigo.

—¿Te... ¿Te gusta?— inquirió.

La llama del Lampent se volvió roja por un momento.

—Un poquito, quizás.

Holly debía decirle que no tenía posibilidad, no solo porque él no quería a Mikeas tras Priscilla, sino porque de verdad lo creía, al menos en ese momento en que no podía pensar muy claramente. Abrió la boca para decírselo, pero fue interrumpido.

—¡Chicos!— exclamó Priscilla.

Ambos se irguieron de inmediato y se giraron hacia ella, la cual atravesaba un árbol en ese momento. Unas hojas cayeron sobre su cabeza, pero ella no pareció darse cuenta.

—¡Pris!— exclamaron ambos.

—¡¿Desde cuándo estás aquí?!— alegó Mikeas.

—Oh, no sé— se tapó la boca con una mano y sonrió pícara con los ojos— ¿Desde el principio, quizás?

—¿Escuchaste todo?— alegó el Lampent.

—Tal vez.

Mikeas se puso pálido. Dio un paso adelante para intentar explicarse.

—Yo... Pris, yo...

Pero Priscilla se mantenía demasiado pícara, tanto que Holly comenzó a sospechar.

—Acabas de llegar ¿Verdad?— se aventuró— no escuchaste nada.

La Haunter levantó ambas garras y formó un círculo sobre su cabeza.

—¡Me pillaste!— exclamó— ¿Por qué? ¿Hablaban de algo especial? ¿Hablaban de mí?

La llama de Mikeas se volvió roja de nuevo, mucho más intensamente.

—¡No, no! ¡Para nada!

—Estábamos recogiendo bayas, pero ya estamos algo aburridos ¿Quieres jugar?

Pero Priscilla se veía emocionada, ansiosa por contarles algo.

—¡No van a creer lo que escuché por ahí!

—¿Qu...

—¡Hay una cueva secreta con un tesoro adentro! ¡Y no está muy lejos!

Mikeas y Holly se miraron, sorprendidos.

—¿Entonces quisier...

—¡Vamos para allá! ¡Vamos!

—/—/—/—/—/—

Y fueron.

—¿Quién te contó sobre esta cueva?— le preguntó Holly, mientras caminaban por el bosque.

Ayer mi amo y yo peleamos contra un chico que nos mencionó lo de la cueva. Él dijo que había estado en la entrada con unos amigos, pero que no había podido entrar. Dijo que tenía trampas que no podían cruzar. Una cueva como esa debe tener un secreto al fondo ¿No?

—¿Y cómo les fue?— inquirió Mikeas.

—No pudieron entrar— repitió Priscilla.

—Creo que pregunta cómo te fue en la pelea— aclaró Holly.

—¡Ah! Perdimos.

—¡Increíble! Pero si tú eres muy fuerte— alegó Mikeas.

—Je. Gracias.

Holly apretó los dientes de la frustración. No se esperaba que su amigo aprovecharía cualquier minúscula oportunidad para halagar a Priscilla. Se preguntó si él debía hacer lo mismo, pero prefirió no hacerlo. Sabía por experiencia que recibir mucha atención de esa forma podía volverse agotador rápidamente. Prefirió desviar el tema de conversación.

—¿Y qué tesoros crees que haya adentro?— preguntó Holly.

No es que le importara, solo quería conversarle. Le agradaba cuando ella lo miraba y le ponía atención, aunque fuera sobre asuntos nimios.

—¡¿No es obvio?! ¡Piedras evolutivas!— exclamó— ¡Quizás tengamos suerte y encontremos una piedra alba!

Holly sonrió, mas no se sintió tan emocionado como la Haunter. Sería demasiada suerte.

—¡¿Y si encontramos un tesoro de verdad?!— exclamó Mikeas, ilusionado— ¡Podría haber un cofre con oro y joyas! ¡Podríamos ser ricos!

—Sí, no. Somos pokemon, no tenemos derecho de propieda...

Pero antes de terminar, Holly percibió intenciones hostiles. Rápidamente miró alrededor y advirtió un instante antes que sus amigos un resplandor rosa dirigiéndose a ellos. Sin pensarlo dos veces, el pequeño Kirlia saltó frente a sus amigos y se cubrió con sus brazos. El fuego rosa le dio de lleno, por un momento quiso gritar de miedo, pensando que se quemaría los brazos y el pecho, pero luego el fuego se esparció frente a él como motas de algodón. Parecía quemar el aire alrededor de una forma distinta del fuego normal, con ácido en vez de calor, pero a él no le afectaba en lo más mínimo.

Al terminar la llamarada, Holly se revisó el cuerpo. Estaba como si nada. El fuego no le había hecho más daño que los rayos del sol matinal.

—¡Holly!— exclamaron sus amigos.

El Kirlia miró al frente mientras Priscilla y Mikeas lo examinaban, preocupados. Luego ellos también se giraron y advirtieron a un pokemon bello, de plumas esponjosas y blancas como el algodón, y un cuello largo y azul, elegante. Era un Altaria.

Detrás del pokemon se hallaba un chico disfrazado de Charizard.

—¡Demonios! ¿Apuntaste bien, Altaria? Vamos, otra vez ¡Aliento dragón!

El Altaria volvió a dirigirse a los pokemon. Priscilla y Mikeas se prepararon para proteger a Holly, pero este se les adelantó para bloquear el segundo ataque. Así como la primera llamarada rosa, el movimiento Dragón se desvaneció sin quemarle ni un pelo. Inmediatamente Priscilla y Mikeas se lanzaron sobre el enemigo, pero entonces otros dos pokemon aparecieron para cortarles el paso: un Grovyle y un Sandile.

—¡Vamos, ataquen todos juntos!— ordenó el entrenador.

Los pokemon hicieron como les decían, y pronto Holly, Mikeas y Priscilla se vieron bajo un ataque combinado.

—¡Dispérsense!— exclamó Holly.

Los fantasmas no se hicieron de rogar. Rápidamente los tres echaron a correr en distintas direcciones, pero el entrenador no necesitaba a los tres.

—¡Vamos, tras la Kirlia!— indicó el pokemaníaco.

Su equipo echó a correr tras Holly. El dragoaliento del Altaria no le afectaba, pero las hojas del Grovyle y los escupitajos de lodo del Sandile le causaban moretones y no estaba seguro de cuánto podría aguantar. Además eran más rápidos que él, no había cómo perderlos. Su única oportunidad era enfrentarse a los tres y de alguna forma vencer.

Listo para la pelea, se dio vuelta y se paró en seco.

—¡¿Qué haces?! ¡¿Por qué me acosas?!— protestó.

El chico vestido de Charizard pareció sorprendido de que le hablara a él.

—¿De qué hablas, linda Kirlia? Eres un pokemon salvaje, yo soy un entrenador.

—¡Pero ya tengo una entrenadora! ¡Su nombre es...

—¡Jajaja! ¿Una entrenadora?— saltó el chico— ¿Y dónde está? Yo no la veo. No será una excusa para que no te atrape ¿O sí?

Holly apretó los dientes. Lia solía vestirlo de formas raras, pero en ese momento no tenía ninguna prenda, cualquiera pensaría que era un pokemon salvaje.

—¡Aun así! ¿Qué clase de entrenador usa tres pokemon para atrapar a uno?

—¡Un entrenador inteligente, claro! ¡Vamos, chicos! ¡Quiero a esa Kirlia YA!

Holly podía sentir cierto lívido de parte de ese hombre. Seguro estaba convencido de que él era una chica y quería capturarlo porque habría escuchado que su línea evolutiva eran muy querendones de sus entrenadores. Sus pokemon no parecían pensar distinto. Todos lo miraban con ansia, como si quisieran desvestirlo ahí mismo aunque ya estaba técnicamente desnudo.

El Altaria se adelantó. Holly se preparó para atacarlo de alguna forma, pero su enemigo tomó vuelo y se acercó demasiado rápido.

—¡Va a usar un movimiento de tipo volador!— adivinó Holly—¡No soy inmune contra eso! ¡No sé cuánto duraré!

Pero al menos podía atacarlo de vuelta. Rápidamente tomó aire en sus pulmones, preparó su caja torácica y su garganta, y abrió la boca para dejar salir una tonada dulzona. Sin embargo, antes de cantar una sola nota, una mano en su pecho lo sorprendió y lo hizo dar un paso hacia atrás.

—Tranquilo, yo me encargo— dijo una voz rasposa.

Antes que Holly pudiera reconocerlo, el nuevo pokemon se plantó entre él y el Altaria, levantó un puño y lo envolvió en escarcha que apareció de la nada. La humedad del aire alrededor sublimó en cristales de hielo que brillaron como la nieve. El Altaria se les lanzó encima. Holly quiso decirle que tuviera cuidado, que estaba a punto de ser atacado, pero el pokemon fue tan rápido que desapareció por momentos.

El ruido de un impacto sólido llegó a oídos de Holly. De pronto el Altaria cayó de espaldas, con una mejilla totalmente congelada.

—¡¿Qué?!— saltó el Kirlia.

Por un momento se quedó quieto, sin poder creer lo que veía. Luego se acercó al Altaria. No se movía, había sido noqueado por el ataque del nuevo pokemon. Entonces Holly levantó la mirada y se encontró con este, con su garra aún envuelta en escarcha. Era un Sneasel, el mismo Sneasel del parque de diversiones.

Este lo miró de vuelta, su mirada naturalmente pícara, como si escondiera algo o quisiera hacer una travesura. Holly no podía leer sus sentimientos, porque era un tipo Siniestro, pero pudo ver a través de la sonrisa pícara y misteriosa, y encontrar una mirada de consuelo. "Soy un amigo", comprendió que quería decir.

—¿Estás bien?— inquirió finalmente el Sneasel.

—Ah... sí... sí, gracias.

Agitó su mano para quitarle el hielo, luego rodeó al Altaria para encarar al entrenador. El Grovyle y el Sandile cayeron ambos por cada lado, luego de ser derrotados por Mikeas y Priscilla respectivamente.

El chico vestido de Charizard miró a los cuatro pokemon enemigos, nervioso. Ya no le quedaban pokemon con que luchar, así que devolvió su equipo a sus pokebolas.

—¡Maldición, me las pagarán, estúpidos pokemon!— exclamó.

—¡Holly!— chilló Priscilla, y se abalanzó sobre él para abrazarlo. Resultaba extraño ser abrazado por alguien sin brazos, pero el gran tamaño de sus garras compensaba la falta de piel— ¡¿No te hizo nada?! ¿Estás bien?

—Sí, no me hizo nada. Gracias.

Se sonrojó un poco por la atención que recibía de la chica que le gustaba, pero la agradeció en silencio. Estaba seguro que podría haber enfrentado a ese Altaria, después de todo conocía un par de movimientos tipo Hada, pero apreciaba que lo hubieran ayudado de todas maneras. Luego de comprobar que sus amigos también estuvieran bien, se giró hacia el Sneasel. Priscilla y Mikeas también lo notaron, sorprendidos.

—¿Es el mismo de la otra vez?— inquirió la Haunter.

—¡TÚ!— exclamó el Lampent, alterado.

—Gracias por ayudarme, em...

—Snisy— contestó el Sneasel— me llamo Snisy.

—Holly

—Priscilla.

Mikeas avanzó hasta él y se lo quedó mirando con cara de pocos amigos. Luego se giró hacia los otros dos, contrariado.

—¿Qué les pasa? ¿Por qué actúan tan amistosos con él? ¡¿No se acuerdan de lo que nos hizo la otra vez?!

Mas el Kirlia y la Haunter se encogieron de hombros.

—¿A qué te refieres, Miki?— alegó Priscilla.

—Fue una pelea justa, nos venció. No es como si nos hubiera robado o algo por el estilo— indicó Holly— fuimos nosotros los que estábamos infringiendo las reglas, en primer lugar.

—Fue divertido. Podemos continuar cuando quieran— les ofreció Snisy.

Mikeas se giró hacia él, enfadado. Parecía listo para lanzarle un ataque de fuego, pero bien sabía que ni tenía motivo suficiente ni podría vencerlo. Finalmente se cruzó de brazos e hizo distancia, mientras el Sneasel lo miraba con su mirada pícara complaciente.

—¿Pero qué te trae por aquí?— quiso saber Holly— No nos estabas siguiendo ¿O sí?

—No, solo me topé con ustedes. Los reconocí y supuse que debería actuar— por un segundo miró a Holly a los ojos, pareció perderse, pero desvió la mirada con incomodidad— lo siento, solo ayudé porque...

Pero se cortó a mitad de la frase. Se sacudió la cabeza y volvió a su sonrisa pícara normal.

—Me cayeron bien, eso es lo que trato de decir. Vine a estos lares porque escuché de una cueva con un tesoro adentro.

—¡¿Tú también quieres el tesoro?!— exclamó Priscilla— ¡Qué bien! ¡Podemos ir a buscarlo todos juntos!

—¡Oh, no! ¡Ni hablar!— exclamó Mikeas— ¡No voy a ir en una expedición con este... este...

Quiso insultarlo, pero no encontró una palabra adecuada.

—¿Poderoso?— intentó ayudarlo Snisy

—¡No!

—¿Apuesto?

—¡No! ¡Yo no diría eso!

—¿Inteligente? ¿Recio? ¿Ejemplar? ¿Genio?... – movió sus cejas de arriba para abajo— ¿Sexy?

La llama de Mikeas se volvió roja por un momento.

—¡Eres...

—Justo lo que necesitamos— lo cortó Holly, antes que el Lampent se pegara de nuevo— Miki, creo que sería mejor llevarlo con nosotros. Vamos al mismo lugar, de todas formas.

Mikeas apretó los dientes y se cruzó de brazos, enfadado.

—Está bien, pero aún no lo he perdonado por lo del parque de diversiones.

—¡Muy bien! ¡Entonces somos cuatro!— exclamó Priscilla.

—/—/—/—/—/—

De esa forma, los cuatro se dirigieron a la cueva. Para su fortuna, no les tomó mucho tiempo hallarla. Estaba más o menos donde Priscilla había predicho que estaría; al final del bosque, al otro lado de un pequeño precipicio, escondido por una formación rocosa, detrás de una cascada. Mikeas tuvo problemas para pasar por el agua, pero pronto los cuatro se hallaron en la entrada, justo detrás de la cascada.

El túnel formado bajo la roca se veía estable. Era bastante alto y espacioso, aunque se notaba natural. Eso significaba que algunos caminos serían más peligrosos, pero que también había más posibilidades de que el tesoro al interior permaneciera intacto. La luz se perdía apenas unos metros adentro del túnel. Ese sería la última vez que verían la luz del sol en un rato. Los cuatro pokemon se pararon en la entrada, mirando la oscuridad más allá.

—Qué tenebroso— dejó escapar Priscilla, aunque parecía más emocionada que asustada.

Holly la miró, con su gran sonrisa llena de colmillos. Ella lo miró a él, ansiosa.

—Acogedor— comentó Snisy.

—Te da miedito, no te hagas— intentó molestarlo Mikeas.

—¿Te refieres a la oscuridad? ¡Pfff! Por favor, soy tipo Siniestro. Yo nací en la oscuridad, fui moldeado por ella. No vi la luz del sol hasta que era un Sneasel hecho y derecho.

Mikeas apretó los dientes, frustrado.

—¡Como sea! ¡Los tipo fantasma también pertenecemos a la oscuridad! ¡¿Verdad, Pris?!

—¡Claro!

Entonces Mikeas se acercó a Priscilla e intentó esbozar una pose de hip hop, como si eso le diera más credibilidad. La Haunter, siempre lista para juegos, rápidamente lo imitó y sacó su lengua para añadir efecto.

—¡Equipo fantasma!— exclamó ella.

—¡Equipo fantasma!— soltó Mikeas.

Holly se vio dividido. Por un lado se enamoró otra vez de Priscilla por pensar tan rápido y ser capaz de seguirle el juego a alguien tan cabezota como Mikeas, pero por otro lado odiaba que el Lampent explotara su tipo en común con ella para ganar puntos. Solo pudo morderse el labio con una sonrisa incómoda. Snisy, por su parte, le restó importancia con una risita.

—Está bien, está bien. Es mejor así, supongo. La oscuridad será el menor de nuestros problemas dentro de esta cueva ¿Están listos para enfrentar los retos que esperan adentro?

—Vamos— apremió Holly.

Los cuatro pokemon se adentraron en la oscuridad, hacia lo desconocido de la cueva.

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