7.- El Entrenador Ilegal (2/2)
El torneo contaba con un total inicial de 16 participantes, todos con un equipo de dos pokemon. En la primera ronda se podía usar solo un pokemon, pero para la segunda en adelante debían usarse ambos. Holly y sus compañeros se enfrentaron esta vez a un Drifloon, que Priscilla despachó sin problemas, y luego a un Skarmory. En cuanto este último apareció, Priscilla se preparó para pelear, pero Holly la cambió por Mikeas.
—¿Ah? ¿Por qué?— alegó ella.
—Porque no tienes ataques que le hagan mucho daño— le indicó él— y más importante, Mikeas tiene ventaja contra él.
Priscilla retrocedió hasta detrás de Holly, mientras que Mikeas avanzó. En el entretanto, Holly miró al entrenador del Sneasel. Este observaba todo con atención, justo como el Kirlia se temía. Su cambio dejaba en claro que Priscilla no tenía mucha variedad de ataques.
Como hicieron un cambio, Mikeas tuvo que prestarse para que le llegara un golpe del Skarmory, eran las reglas. Sin embargo, debía ser el mismo ataque que el entrenador oponente había dado para atacar a Priscilla, por lo que el Skarmory debió golpearlo con nada más que una Garra metal, que fue poco efectiva contra Mikeas.
—Ay— exclamó de todas formas.
—¡Vamos, Miki! ¡Tú puedes!— lo alentó Priscilla.
Esto pareció animarlo, y avivó la llama en su interior.
—Muy bien ¡Veamos qué te parece mi Pirotecnia!— exclamó el Lampent, listo para lanzarle una bola de fuego al Skarmory, pero Holly tenía otros planes.
—¡Fuego fatuo!— le ordenó.
—¿Eh?
Pero en eso, el Skarmory arrastró tierra desde el suelo y se la tiró a los ojos. Mikeas necesitó un momento para quitársela, pero necesitaba defenderse, por lo que tuvo que volver a una pose de combate incluso con sus ojos ardiendo.
—¡Ahora, fuego fatuo!— exclamó Holly.
—¡Está bien, está bien!
Mikeas veía un poco borroso, pero aún podía distinguir al Skarmory del resto, por lo que le apuntó y liberó varias lenguas de fuego fantasmal, las cuales viajaron lentas pero seguras por el aire, rodearon al contrincante y lo envolvieron en una capa de calor que lo quemó lentamente.
—¡Ahora, Pirotecnia!— mandó Holly.
El Skarmory volvió a atacar con sus garras metálicas, que le hicieron daño a Mikeas, pero no lo suficiente para dejarlo fuera de combate. De hecho, resultaron más débiles que la primera vez, pero Mikeas no le dio muchas vueltas. Este volvió a apuntarle y disparó. Su bola de fuego se desvió sin querer y fue disparada a los pies del ave en vez de su pecho, pero las brasas le salpicaron de todas formas, y cuando Mikeas lo miró mejor, notó que todo su cuerpo estaba envuelto en una pequeña capa de fuego, que lo debilitaba rápidamente.
—Ay, creo que Holly es un mejor entrenador que Laura— pensó Mikeas, algo molesto.
El Skarmory intentó volver a atacar, pero estaba tan debilitado que no duró otra ronda. Mikeas terminó ganando, y con eso pasaron a la tercera fase, las semifinales.
—¡Muy bien, equipo!— exclamó Holly.
—¡Así se hace, Miki!— le espetó Priscilla, cuando el Lampent volvió. La Hanter quiso darle unas palmaditas en el plato que tenía sobre su cabeza, pero al acercar su mano, advirtió un intenso calor, por lo que se contuvo.
Por su parte, Mikeas se la quedó mirando con agrado.
—¿Te gustó mi pelea?— se extrañó.
—¡Claro, le diste su merecido!
Mikeas se sonrojó, y tímido, desvió la mirada.
—Tú también estuviste muy bien. Creo que eres más fuerte que yo, pero me gustaría echar un combate amistoso en otro momento, si quieres.
—¡Oh, claro! Sería fantástico.
Mikeas asintió, sin poder decir más. Holly se detuvo y se lo quedó mirando con repudio, pues era demasiado inteligente y conocía bien a ese Lampent; a Mikeas no le gustaba pelear, prefería jugar a pillarse u organizar juegos de mesa, pero nunca sacaba a colación echar combates con sus amigos. La razón de que se lo ofreciera a Priscilla era obvia.
Pero en ese momento no iba a ponerse a pelear con él, así que lo dejó de lado para concentrarse en su próxima pelea.
Para cuando llegó el turno del entrenador emo, este no sacó a su Sneasel, sino que a otro pokemon; un elegante y altanero Glaceon, quien acabó con sus dos contrincantes con bonitos ataques de hielo. Al momento de ganar, el joven emo se giró hacia Holly, quien en ese momento se encontraba entre el público, y le dedicó una sonrisa calmada, como si supiera que al final se enfrentarían ellos dos y que él iba a ganar.
La siguiente ronda fue la más fácil para el equipo de Holly, puesto que el equipo contrincante estaba formado por dos pokemon de tipo normal, sin otros tipos de movimientos que normal y lucha. No pudieron hacer nada contra los fantasmas, y terminaron rindiéndose antes de tiempo.
Seguidamente el chico emo peleó contra un equipo de tipo planta, que arrasó de dos movimientos. Eso dio paso a la última pelea, la final entre Holly y el chico.
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El público estaba animado, pero también algo cansado, y querían que todo terminara rápido. El chico emo estaba dispuesto a consentirlos, y sacó a su Glaceon primero.
—Mikeas— le espetó.
—¿Yo?— se extrañó él.
—Sí, tú. Ahora ve. Tal y como te dije.
Mikeas recordó algunas palabras de Holly entre la segunda y la tercera ronda, y asintió. Aun así, el Kirlia lo guiaría a través de la pelea, por lo que solo necesitaba concentrarse en ganarle a su adversario.
Se plantó frente al Glaceon, listo para pelear. Este lo miró con soberbia, como si supiera que fuese a ganar. Mikeas se molestó, y comenzó a calentar la llama en su interior.
—¡Comiencen!— exclamó el árbitro.
—¡Glaceon, usa Mordisco!— exclamo el joven emo.
—¡Rayo confuso!— ordenó Holly.
El Glaceon corrió hacia el Lampent, listo para morderlo con todas sus fuerzas, pero este le lanzó una bola de luz que viajó erráticamente por el aire y, tras llamar su atención con su extraña forma de moverse, confundió al Glaceon. Este terminó cayendo de cara al piso con fuerza.
—¡Ahora, Fuego fatuo!— mandó Holly.
Mikeas lanzó sus llamas fantasmales, justo cuando el contrincante se espabilaba para cumplir las siguientes órdenes de su amo, quien le exigía continuar con Mordisco. El Glaceon volvió a acercarse a Mikeas a toda velocidad, pero en su carrera, las llamas lo atraparon y lo envolvieron con una capa de fuego que le fue quemando poco a poco. Aun así, el pokemon ignoró el dolor y se lanzó contra Mikeas para morderle la cara con toda la fuerza de sus fauces, hasta que este consiguió zafarse.
El Lampent se sobó, adolorido, pero el Glaceon tampoco se encontraba muy bien. Tal y como Holly esperaba, el dolor de las quemaduras le restaban fuerza al enemigo, y volvían sus ataques más débiles.
—¡Muy bien, ahora usa Pirotecnia!— exclamó.
Mikeas aún sentía dolor, pero sabía que todo acabaría mucho más rápido si lo ignoraba de momento y se concentraba en atacar. Así, se giró hacia el Glaceon con una bola de fuego lista en su boca.
—¡Esquívalo!— exclamó el entrenador del otro lado.
Pero el Glaceon seguía confundido, y solo consiguió tropezarse y caer de cara otra vez. Con eso, el ataque de Mikeas le dio de lleno en el costado, y su cuerpo helado sufrió un estallido de altas temperaturas, dejándolo inconsciente.
—¡Glaceon no puede continuar!— indicó el anunciador.
El entrenador emo regresó al Glaceon a su pokebola y sacó a Sneasel, quien sonreía con emoción, listo para despachar a quien hubiera derrotado al Glaceon.
—¿Miki? ¿Puedes continuar?— quiso saber Priscilla.
El Lampent se dio la vuelta, contento.
—¡Descuida, estoy bien! Ya verás cómo le ganaré también a este de aquí— se vanaglorió.
—Ten cuidado, es mucho más rápido que tú— le espetó Holly.
—Claro, claro.
El árbitro esperó a que ambos pokemon estuvieran listos para continuar, y dio inicio a la segunda ronda.
—¡Comiencen!— exclamó.
Mikeas se preparó, ardiendo por dentro. Holly tomó aire para dar una orden.
—¡Fuego fatu...
Pero antes de terminar, Mikeas se desplomó sobre el suelo.
Todo sucedió tan rápido que los espectadores se quedaron paralizados, mirando al campo de batalla. Holly y Priscilla también se helaron, sin entender lo que había sucedido. El Kirlia entonces se fijó en el Sneasel, quien había reaparecido detrás de Mikeas. Había sido solo un instante, pero consiguió derrotar a Mikeas con un solo golpe.
—¡Lampent no puede continuar!— exclamó el árbitro.
Holly y Priscilla se miraron, confundidos. Luego Holly comprendió que él debía regresar a Mikeas consigo. Por supuesto, no tenía pokebolas, porque él también era un pokemon, por lo que entró en el campo de batalla y cargó a Mikeas, con ayuda de Priscilla.
Mientras pasaban junto al Sneasel, Holly notó que este no le quitaba los ojos de encima, como si lo analizara. Su mirada de asesino le amedrentó, pero sabía que no le haría nada enfrente de tanta gente, por lo que regresó a su lado de la arena, y luego de dejar a Mikeas echado a un costado, Priscilla se adelantó.
Los últimos contrincantes de esa noche tomaron posiciones, listos para acabar con todo eso. Priscilla y Holly habían visto lo rápido que podía ser ese Sneasel, estaba a otro nivel del Glaceon. Necesitarían una excelente estrategia para derrotarlo, y aun con eso les sería difícil.
—¡Comiencen!— exclamó el árbitro.
El Sneasel no esperó la orden de su entrenador, simplemente se lanzó hacia Priscilla, desapareció en su carrera y volvió a aparecer en un costado. A pesar de conseguir verlo esa vez, la Haunter fue incapaz de evitar su golpe, y recibió su finta de lleno.
—¡Ahora!— exclamó Holly.
Priscilla ignoró el dolor, se antepuso al golpe del Sneasel, y le lanzó rayos hipnóticos desde sus ojos. El Sneasel intentó esquivarlo, pero lo hizo muy tarde, y pronto se encontró dormido. Priscilla había conseguido detenerlo por unos momentos, pero necesitaban apurarse.
—¡Atácalo con todo! ¡Bola sombra!— exclamó Holly.
—¡No! ¡Sneasel, despierta!— saltó el entrenador emo.
Priscilla formó una bola fantasmal de un tamaño decente y la arrojó con fuerza hacia el Sneasel, quien cayó al suelo, pero no se vio muy afectado. Priscilla entonces arrojó una segunda bola de tinieblas, y con esta, el pokemon de hielo comenzó a verse afectado. Pequeñas heridas surgieron en su piel oscura, así como una expresión de dolor.
—¡Continua, Pris!— exclamaba Holly, pues él sabía que no tenían mucho tiempo.
Priscilla formó una tercera Bola sombra, pero entonces el Sneasel despertó, y antes que la bola le llegara, saltó y la esquivó.
—¡No!— dejó escapar Holly.
El Sneasel entonces se arrojó de nuevo contra Priscilla, la cual no pudo defenderse, y terminó sucumbiendo ante los ataques efectivos del contrincante.
—¡Haunter no puede continuar!— exclamó el árbitro— ¡La victoria es para joven emo!
El público dio aplausos y vítores, y se acercaron al campeón para felicitarlo. Mientras tanto, Holly echó a correr hacia Priscilla y la tomó en brazos. Solo estaba fuera de combate, no tenía más que unos moretones en los costados, nada exagerado para un pokemon, pero verla lastimada lo hacía sentir responsable.
—Pris...— la llamaba— Pris ¿Puedes oírme? Pris, por favor, di algo.
La Haunter abrió un poco los ojos, pero volvió a cerrarlos casi de inmediato. Holly se obligó a calmarse, Priscilla estaría bien, él lo sabía, solo necesitaba descansar. Tenía que llevarla a ella y a Mikeas fuera él solo, tenía que hacerlo antes de que la gente lo mirara mucho y se diera cuenta de su disfraz.
Pero en ese momento, una exclamación general lo alertó a su alrededor. Holly miró hacia arriba, y se encontró con todo el público y los entrenadores mirándolo a él, atónitos.
—¿Qué? ¿Qué pasó?— alegó el Kirlia.
Percibía la misma emoción que veía: sorpresa, por lo que sus poderes no le eran de mucha ayuda en ese momento ¿Por qué todos lo miraban como si fuera un monstruo?
Finalmente un niño lo apuntó con una mano, anonadado.
—¡Es un pokemon!— exclamó.
Entonces Holly comprendió la sorpresa general; en su preocupación, la ilusión se había desvanecido. Se miró el cuerpo y confirmó sus sospechas, la gente lo veía tal y como era.
—¡¿Qué es esto?! ¡Es inaudito!— saltó el árbitro— ¡¿Un pokemon entrenando a otros pokemon?!
Holly comprendió que estaba en problemas, por lo que usó sus poderes una última vez para crear ilusiones borrosas de sí mismo, varias, por todos lados, haciendo todo tipo de tonterías. La gente alrededor se confundió, momento que él aprovechó para tomar a Priscilla en brazos y correr a toda velocidad. Para su fortuna, los Haunter estaban hechos principalmente de gas, por lo que no le fue difícil cargarla. Mikeas era mucho más pesado, pero con un buen esfuerzo se lo echó al hombro y cargó con ambos.
—¡Esto es entrenamiento para cuando sea un Gallade!— se dijo, aunque dudaba que sus frágiles piernas y brazos resistieran hasta perder a la gente.
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Para su fortuna, nadie lo persiguió más de unos metros, y lo dejaron perderse en la oscuridad de la noche. Holly llevó a sus amigos a un lugar entre dos arbustos y un árbol, escondido del resto de la calle y del parque de diversiones, y ahí se quedó para descansar. Había corrido una distancia corta, pero estaba agotadísimo.
En ese momento miró a sus amigos, abatidos por los golpes, luego al cielo nocturno y se sintió horrible y estúpido. Los había llevado a ambos a esforzarse tanto, y al final no habían conseguido nada. Peor aun, no habían ganado la piedra alba. Holly había ansiado tocarla esa misma noche con tantas ganas que retirarse con su cuerpo de Kirlia se sentía como si hubiera perdido algo de sí mismo.
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