6.- Solo un Niño y Dos Fantasmas (1/2)


Era sábado en la mañana, y Holly se levantó temprano porque ese día iba participar en un concurso. Se duchó, desayunó, se lavó los dientes y echó sus cosas al auto. Luego él y Lia se subieron, y el padre de esta los llevó hacia el centro de concursos, al otro lado de la ciudad.

Le desagradaban los concursos especialmente, porque tenía que hacer un gran esfuerzo para algo que encontraba inútil y aburrido. Lo único que hacía era bailar solo ante un público y arrojar movimientos de forma bonita. Le parecía estúpido, pero no tenía de otra mientras viviera con esa niña.

Ese concurso no fue nada distinto de los demás; les tocó ver varios esa mañana, con concursantes distribuidos de acuerdo a su categoría. Lia era una de las tantas niñas que, a pesar de intentarlo una y otra vez, no conseguía avanzar de la categoría básica simplemente porque no usaba la cabeza y hacía lo que le parecía más bonito en vez de lo que los jueces buscaban. Tampoco era difícil enterarse, la información para ganar puntos estaba repartida en grandes paneles para que todos los vieran, solo que las niñas como Lia no se tomaban la molestia de leerlos.

Por esa razón, Holly participó en un par de rondas antes de ser descalificado. Estaba seguro que él podría haber ganado varias competencias solo, pero no le importaba. Solo se limitaba a hacer lo que Lia le decía, y eso siempre los hacía perder.

Cuando terminó el concurso, cerca de la hora de almuerzo, Lia y Holly se fueron a la plaza cruzando la calle del edificio de concursos, junto con todos los otros niños y jóvenes que habían asistido y esperaban a que sus padres los recogieran. En unos cuantos minutos, la calle junto a la plaza se congestionaría más que un lunes por la mañana.

Mientras Lia se fue a hablar con unas conocidas, Holly se quedó en un banquito, descansando. Estaba aliviado de que todo el jaleo hubiera terminado y al fin pudieran regresar a la casa, cuando de pronto, una sombra se le acercó por un lado y lo asustó.

—¡Holly!— exclamó una voz siniestra.

El Kirlia saltó del susto, y por reacción, hizo distancia y se giró para enfrentar a lo que fuera que lo atacaba, mas en eso advirtió que se trataba de una Haunter.

—¡¿Pris?!— exclamó, desconcertado.

—Cuánto tiempo.

Holly se la quedó mirando, extrañado.

—¿Qué... ¿Qué haces aquí?

—Siempre quise ver un concurso pokemon— dio por toda explicación.

Al darse cuenta de su implicación, Holly abrió los ojos como platos, aterrado.

—¡No me digas que...

Priscilla sonrió de oreja a oreja.

—Ay, te veías fenomenal. Una lástima que perdieras.

Holly se puso rojo como un Magmar.

—¡¿Me viste en el concurso?!— exclamó, casi gritando.

Priscilla se tapó la boca con una mano y sonrió de forma pícara.

—No sé de qué me estás hablando.

Holly acortó las distancias y la sujetó por la cara, pues no tenía hombros.

—¡No lo niegues ahora! ¡Me viste, admítelo! ¡Me viste!

—Bueno, como dije, estuviste fenomenal.

Pero Holly cayó de rodillas, rendido. Se llevó ambas manos a la cabeza con desesperación.

—No puede ser. Estoy acabado ¿Por qué tenías que verme tú? ¿Por qué?

—¿Qué? ¿Tan malo es que te haya visto?

Holly levantó la mirada, aún rojo.

—Oye, está bien. Si es lo que te gusta, no tienes por qué avergonzarte de hacerlo— le comentó.

—¡Ese es el problema!— alegó él— ¡¿Crees que...

—Holly ¿Dónde estás?— escucharon de pronto la voz de una niña.

Justo cuando se voltearon, Lia se les acercó y tomó a Holly en brazos.

—¡Aquí estás, tontita! Creí que te habías perdido. Ahora vamos...

Pero entonces se fijó en Priscilla, quien también la miraba. La Haunter le sonrió para saludarla, pero Lia se amedrentó con esto, y dio un paso atrás.

—¿De quién es este Haunter tan feo? Vamos, Holly. Te podría hacer algo malo.

Holly enmudeció por la actitud de su ama. Aunque la conociera toda su vida, le sorprendió que tratara a su amiga de esa forma. De haber estado más calmado, habría intentado cambiar su opinión, pero en ese momento su mente quedó en blanco. Lia instantáneamente dio media vuelta y echó a andar a la esquina en donde su papá le había dicho que la buscaría. En eso, Holly miró hacia atrás. Quiso disculparse con Priscilla de alguna forma, pero ya estaban muy lejos.

Ella se despidió con un gesto de la mano antes de elevarse y marchar vía aérea.

Le desagradó irse así sin más, pero no había nada que pudiera hacer. Solo esperó que Priscilla no pensara menos de él por culpa de la cabezota de su entrenadora. Recién en el auto consiguió reunir el valor suficiente para enfrentarse a ella.

—¿Por qué no te gustan los Haunter?— alegó él.

—¿Mmm? Oh, porque son tenebrosos, y se comen a los niños perdidos, y todas esas cosas. Es sentido común, Holly. Deberías estar más atenta.

Holly frunció el ceño.

—¡Ella es mi amiga!— alegó.

Muy pocas veces en su vida le había levantado la voz así a Lia, pero a esta no pareció importarle mucho.

—No deberías hacerte amigo de pokemon tan malos, Holly.

—¡Ni siquiera la conoces! ¡Ella me salvó cuando...

Pero entonces Lia le hizo cariño en la cabeza, como si Holly estuviera ciego y ella fuera una especie de sabia.

—Está bien, eres una niña buena y quieres ser amiga de todos, lo entiendo, pero hay gente mala que quiere hacerte daño ¿Sabes? Pero descuida, yo siempre estaré ahí para cuidarte.

Holly sabía que las intenciones de Lia eran buenas, pero aun así, en ese momento sintió unas ganas tremendas de mandarle un golpe a la cara para darle su merecido. Lo que le había dicho a Priscilla no estaba bien, para nada bien, y no podía aguantar la vergüenza de ser su pokemon.

Así que el resto del día y la noche, la ansiedad de saber cómo se sentía Priscilla lo carcomió. Pensó en ir a su casa, pero Lia lo mantuvo ocupado todo el día, y no lo dejaban salir de noche (a menos que Lia lo necesitara para comprar algo o devolverle algo a una de sus compañeras, en esos momentos toda la familia parecía olvidarse de las reglas).

—/—/—/—/—/—

Al día siguiente, Holly fue temprano a la casa del dueño de Priscilla, recordando el lugar que le había enseñado ella. Esperaba encontrarla ahí, pero al llegar, no encontró a nadie. Los padres estaban en el trabajo y el niño en el colegio. Priscilla solía ir con él, los niños llevaban más sus pokemon al colegio que las niñas, dado que pasaban más tiempo librando batallas pokemon. Holly pensó ir, pero si Lia lo encontraba antes que él a Priscilla, tendría problemas, y la tensión podía escalar con la presencia del amo de la Haunter.

Mikeas lo convenció para acompañarlo a jugar en la playa, pues estaba muy preocupado. Con eso, ambos se echaron sobre la arena a cavar un hoyo lo más profundo posible y a construir un castillo de arena.

Estaban entretenidos en eso, y la mente de Holly comenzó a despejarse con la calma de una tarea tan simple, cuando, para su sorpresa, una gran sombra le tapó el sol. Holly sacó la cabeza del hoyo que cavaba y miró hacia arriba, encontrándose con una enorme cara de agudos ojos y filosos colmillos, pegada a él, amenazante.

—¡Pris!— exclamó, desconcertado.

—Hola, cabezón ¿Qué hacen aquí?

Holly se la quedó mirando, atónito. Parecía como si lo del día anterior no le hubiera ocurrido, o como si no le hubiera afectado en lo más mínimo.

Ella y Mikeas se miraron, curiosos.

—¿Y tú quién eres?— quiso saber Priscilla.

Entonces Holly reparó en que no los había presentado, y se apresuró a hacerlo. Ambos pokemon fantasma se dieron las manos.

—Ah, vaya. Holly no es de hacer muchos amigos— indicó Mikeas— ¿Cómo se conocieron?

—Él no quería caminar, así que me obligó a cargarlo todo el viaje a su casa— aseguró Priscilla.

—¡No, no es cierto! ¡No fue así!— alegó Holly, nervioso, pero entonces la Haunter se echó a reír. Holly se calmó y le explicó a Mikeas lo que había sucedido en el capítulo anterior.

—¿Qué? Pensé que Lia te había puesto en tu pokebola. No tenía idea de que te pasó eso— aseguró Mikeas.

—No te lo quise decir.

La principal razón era porque al final de ese viaje se había confesado a Priscilla. Algo tenso, le echó un vistazo, pensando que ella podría decirle a Mikeas, pero a pesar de su sonrisa traviesa, no dijo nada.

—¿Y qué hacen por aquí?— inquirió ella— ¿Estaban jugando con la arena?

—Sí ¿Te nos quieres unir?— la invitó Mikeas.

—¡Claro!

Con eso, los tres se pusieron a jugar, y pasaron un buen rato cavando y construyendo el castillo. No fueron a jugar al agua por respeto a Mikeas, pero no se sentían con ganas de todas formas. Al final, se echaron a descansar bajo la sombre de un árbol. El sol había cambiado de posición, Holly calculó que ya habrían transcurrido más de dos horas. El tiempo volaba cuando se divertía.

Entonces miró a Priscilla, quien se notaba tan satisfecha como él. Se preguntó si seguiría ofendida por lo del día anterior.

—Oye, Pris— la llamó él.

—¿Sí?

—Lo que pasó ayer... lo que dijo mi entrenadora... disculpa por eso.

Mikeas lo miró con cara de duda. Priscilla no pareció molestarse.

—Descuida, no es la primera vez que me dicen algo así. Además...— y entonces miró a Holly con una mirada siniestra— quizás tenía razón. Quizás no deberías juntarte conmigo.

—¡No digas eso!— alegó Holly, un poco molesto.

Priscilla se sorprendió por su reacción, pero no le prestó mucha atención. Holly se sonrojó, y desvió la mirada. Mikeas se quedó mirando a ambos pokemon, confundido hasta que Holly le explicó con pocas palabras lo que Lia había dicho.

—Vaya, no sabía que fuera tan supersticiosa— comentó el Lampent.

—Eso es racismo, lo mires como lo mires— alegó Holly.

Priscilla suspiró, interrumpiendo la discusión.

—No importa, no me interesa cambiar la mente de gente así. Al menos tú no eres como ellos— le espetó.

Holly guardó silencio, esperando no haber cruzado una línea delicada. Pero entonces Priscilla se levantó, repentinamente emocionada, y se giró hacia ambos pokemon para hacer un anuncio.

—En fin, tenía ganas de hacer algo divertido. Hoy la pasé bien, pero quiero más ¿Qué dicen si nos juntamos en la noche a divertirnos?

—¿Qué?— exclamó Mikeas.

—¿Por la noche?— se extrañó Holly.

—Sí. Hay un parque de diversiones que solo abre desde las ocho, y quería ir, pero mi entrenador no me deja— aseguró ella— ¿Qué les parece si vamos los tres?

—Espera ¿Vas a ignorar las órdenes de tu entrenador?— saltó Mikeas, desconcertado.

—Claro.

—Pero... pero... ¿No te castigará?

—Solo si se entera— aseguró ella— soy un pokemon fantasma, suelo desaparecerme de todos modos.

Holly y Mikeas se miraron, extrañados.

—A nosotros seguro no nos dejarán— indicó Holly.

—Para nada, Laura insiste en que duerma con ella todas las noches.

Con esto, fue Priscilla quien se sorprendió.

—¿Duermes con tu entrenadora?

—Sí, Lia también— admitió Holly.

—¡¿Tú también?!

—¿Tú no duermes con tu entrenador?— se extrañó él.

—¡No! ¡Para nada! ¡Qué asco!

Holly y Mikeas volvieron a mirarse, sin saber qué pensar.

—¿Entonces vienen o no?— los instó la Haunter.

Holly se fijó en ella, en su sonrisa de emoción, en su insistente valor. Se preguntó cómo podía actuar de esa forma siendo una esclava. Le encantaba, quería más de ella cada día. En un instante comprendió que no podía dejar pasar esta oportunidad de estar con ella, así que se levantó, y anunció su decisión.

—Yo iré contigo— aseguró.

—¡Bien!

Mikeas, se lo quedó mirando estupefacto. Luego a Priscilla. Ambos lo miraban de vuelta, esperando su respuesta.

—Está bien, yo también veré si puedo escabullirme de mi ama— indicó— pero no prometo nada.

Priscilla y Holly chocaron las palmas. Ya tenían una cita entre los tres.

—/—/—/—/—/—

Esa noche, mientras Lia se preparaba para dormir, se acercó a Holly para tomarlo en brazos y llevarlo a la cama, pero entonces él la detuvo con un gesto de las manos.

—No tengo sueño, creo que iré al estudio para leer algo.

—No te quedes hasta muy tarde— le pidió ella.

—Lo intentaré.

Después de eso, le fue fácil salir por la ventana que llevaba al patio. De ahí escaló los arbustos y saltó la reja hasta la calle. Su cuerpo no era muy fuerte como para levantar su propio peso con sus brazos, pero para su fortuna, no necesitaba hacerlo. Como era un Kirlia, podía usar su mente para aliviar en gran parte su carga.

—Cuando sea un Gallade, podré hacer esto con facilidad— se dijo, antes de llegar al final de los arbustos.

Finalmente se arrojó a la calle, miró alrededor por si algún vecino lo había visto e intentaba devolverlo a la casa, pero ahí no percibía a ningún humano, solo a otro pokemon.

Entonces se giró hacia el pokemon, y para su sorpresa, encontró una gran cara sonriéndole malévolamente desde la oscuridad.

—¡Pris!— la saludó él, contento.

Priscilla se acercó, divertida.

—Por un momento pensé que tendría que ir a buscarte— comentó.

Holly infló el pecho.

—Yo solo me las apaño bastante bien.

—Jiji. Eso parece ¿Vamos a recoger a Miki?

Holly arqueó una ceja por un segundo, hasta que se dio cuenta que hablaba de Mikeas.

—¡¿Qué?! ¡¿Desde cuándo le dices Miki?!

—Se me acaba de ocurrir. Es más fácil que Mikeas ¿No?

Holly se extrañó, nunca había pensado en darle un apodo al Lampent. No se veía diciéndole así, y le molestaba un poco que Priscilla le diera uno a Mikeas y no a él, sin contar eso de cabezón.

—Vamos...

Ambos comenzaron a andar.

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