4.- Maldita Fiesta
Holly no podía creer que lo habían arrastrado a algo tan tonto. Lia solía salir a sus fiestas por la noche, pero esa en especial había insistido en llevarlo a él "porque todos los chicos iban a llevar sus pokemon". Así que claro, ella no podía ser la excepción, tenía que arrastrarlo a un lugar lleno jóvenes como ella, con música a todo volumen y más de cuatro personas por metro cuadrado.
Holly no entendía por qué esas reuniones sin sentido le gustaban tanto a Lia. Él no veía nada qué ganar.
Pero ella era su ama, así que tenía que hacer lo que decía, por lo que pronto se encontró en el auto, sobre las piernas de Lia en el asiento de copiloto, mientras el padre de la chiquilla conducía.
—¿Qué sucede, Holly?— le preguntó Lia, al verlo malhumorado
El Kirlia se extrañó que su ama le prestara atención a su cara.
—¿Es necesario que vaya con este vestido tan tonto?— alegó.
—¿De qué hablas? Te queda hermoso. Además, ya sabes quién estará también en la fiesta. No querrás verte mal frente a él ¿O sí?
Holly rodó sus ojos. Que Mikeas estuviera en la fiesta no la iba a hacer nada más amena.
Pero sabía muy bien que no iba a mejorar nada con una mala actitud, así que no le dijo nada más a su ama.
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Al llegar, Holly se encontró con un ambiente esperado; un montón de música, jóvenes, bebidas y comida chatarra, pero también se encontró con unos cuantos jóvenes y pokemon en el patio. Él y Lia salieron allá, donde dos tipos sostenían una batalla pokemon. Uno usaba un Emolga y otro un Shroomish, y aunque el Emolga tenía la ventaja de tipo, el entrenador del Shroomish se notaba ligeramente más experimentado que su contrincante.
Lia rodeó el círculo imaginario en donde se llevaba a cabo la batalla para llegar donde Laura.
—¡Laura!— la saludó.
—¡Oh, Lia! Por fin llegas— contestó esta.
Holly y Mikeas se limitaron a saludarse con gestos de las manos. A Holly le extrañó ver que su amigo no estaba tan malhumorado como él, pero conociéndolo, tenía cierto sentido. A Mikeas le gustaba conocer gente nueva y socializar con sus amistades, aunque siempre de forma recatada.
Por el resto del tiempo, Lia y Laura se dedicaron a conversar, a mirar de lejos al chico que les gustaba y a jugar con el resto de los jóvenes. Holly, por su parte, se quedó sentado en un rincón, pensando sobre paradojas, problemas matemáticos e investigaciones científicas que aún no llegaban a una conclusión satisfactoria, como por qué los hoyos negros emitían información de forma aparentemente aleatoria o cómo podría hacerse posible viajar en el tiempo. Había una montonera de pokemon que jugaban y conversaban en el patio, pero a él no le importaba interactuar con ellos de ninguna forma. Lo único que conseguiría con ellos sería aburrirse.
De pronto Lia apareció junto a él, muy emocionada.
—¿Qué pasa, Holly? ¿Has estado en este rincón todo el rato?— le preguntó.
—No, solo quería descansar un poco— le mintió Holly.
Se había instalado bajo el único árbol en el patio, en un rincón. No necesitaba sombra, porque era de noche, pero ese era el lugar más alejado del resto, y por lo tanto, el más tranquilo.
—Ah, bueno. Espero que te hayas recuperado lo suficiente, porque los chicos querían hacer un torneo de batallas— le informó su ama.
—¿Y vamos a participar?— supuso el Kirlia.
—¡Por supuesto! Creo que somos de los que más medallas han obtenido de todos los que están en esta fiesta, así que vamos a masacrarlos ¿Qué te parece?
Holly suspiró. La imbecilidad de su ama nunca dejaba de sorprenderlo.
—Sabes que estoy bastante oxidado— le reclamó— Y esos pokemon se ven fuertes, no sé si aguante una sola pelea.
A Holly no le importaba mucho mentirle a Lia, pero sí tenía mucho cuidado con lo que le decía. Sabía muy bien que era uno de los pokemon más fuertes en ese patio, pero no era algo que le interesara demostrar.
—Entiendo cómo te sientes, Holly— le espetó Lia— Aun así, creo que te hará bien ejercitar un poco. Vamos, no es necesario que ganemos el torneo, me basta con una o dos peleas.
Y de nuevo, por decisión única de Lia, Holly se vio arrastrado a otro evento en el que no tenía ganas de participar. Ambos esperaron un rato a que organizaran el concurso y luego a que se llevaran a cabo las siguientes peleas, hasta que les tocó.
—¡Holly, yo te elijo!— exclamó una emocionada Lia.
Su Kirlia avanzó desde su lado hasta la arena improvisada, sin muchos ánimos. Frente a él surgió un Hawlucha, orgulloso y listo para hacer lo que fuera por superar la ventaja que Holly tenía sobre él. Lo había visto en la fiesta, hablando con pokemon más grandes. Holly no lograba recordar si se habían saludado o no.
—¡Que comience el combate!— exclamó el árbitro.
—¡Holly, usa Voz Cautivadora!— mandó Lia.
Holly inspiró hondo, más hondo de lo necesario, para de esa forma darle tiempo al Hawlucha de atacarlo, sin embargo este se asustó y se preparó para esquivarlo.
—¡Maldito idiota!— pensó Holly.
No podía inspirar por siempre, Lia se daría cuenta que estaba fingiendo, por lo que decidió hacer como que se había atragantado, y comenzó a toser.
—¿Estás bien?— le preguntó su entrenadora.
Holly miró al Hawlucha, quien mantenía una posición de combate, unos pasos más atrás de donde había comenzado la pelea. Con eso, la rabia del Kirlia se le escapó por la mirada e intimidó a su contrincante, quien retrocedió otro paso.
Holly comenzó a desesperarse. Si ganaba ese combate, estaría un poco más cerca de evolucionar a Gardevoir, cosa que no quería.
Pero era inteligente, y rápidamente pensó en otra táctica. Holly abrió la boca y lanzó un eco poderoso, ayudada de sus poderes de hada. Sin embargo, lo lanzó ligeramente hacia la izquierda del Hawlucha, el cual se apoyaba con su pierna derecha en frente. Eso le daría facilidad para esquivar y contraatacar, un pokemon de lucha como él debía poder hacerlo.
Sin embargo, para la sorpresa de Holly, el Hawlucha se limitó a cubrirse la cara con las manos y recibir el golpe de lleno, que le causó un montón de daño.
—¡Así se hace, Holly!— exclamó Lia— Sigue con Voz Cautivadora.
Holly esperó a que el Hawlucha recobrara la compostura, impresionado por su estupidez. Hastiado, se le acercó, dado que un combate cuerpo a cuerpo lo beneficiaba a él, pero este solo se alejó, amedrentado.
—¡Vamos, Hawlucha!— oía decir a su amo— ¡Usa Ataque Ala!
Pero el pokemon estaba muy ocupado estudiando a su oponente, o eso es lo que le parecía al Kirlia. Finalmente se dio cuenta de que no había forma de perder ese combate. Holly apretó los dientes y le lanzó la mirada más fulminante que jamás hubiera dado en su vida. El Hawlucha se espantó, y se quedó paralizado en su lugar.
Entonces Holly volvió a acercársele, y con su delicada mano le dio un puñetazo en toda la cara. El Hawlucha cayó al suelo, y Holly estuvo a punto de tirársele encima para golpearlo hasta romperle el pico, pero pronto recordó que Lia lo estaba viendo. Se contuvo solo por ella, y en vez de hacerle lo que quería, lo atacó con otra Voz Cautivadora, que lo dejó totalmente fuera de combate.
—¡Sí, eso fue genial, Holly!— exclamó Lia, corriendo a abrazarlo— Incluso cuando le pegaste un golpe, que por cierto yo no te dije que lo hicieras, pero de todas formas se sintió... ¡Urgh!— Lia apretó un puño en un gesto de fuerza— Para que vean que las chicas también podemos pelear.
Holly se llevó una mano a la cara ¿Por qué Lia tenía que ser tan tarada?
Pero como fuera, Holly ganó esa pelea. Por eso mismo tuvo que volver a pelear dos veces más, siempre con lo mismo, hasta que su cuarto rival, un Whirlipede, lo arrolló antes de dejarle intentar cualquier cosa.
Después del torneo, los humanos entraron de nuevo a la casa para hacer lo que fuera que se hacía en las fiestas, a Holly le importaba un bledo. Mikeas se fue a jugar con los otros pokemon, y eso no le molestó a Holly. No solían juntarse entre los dos cuando había más pokemon, tal vez porque necesitaban un espacio, tal vez porque no sabían cómo compartir su amistad con los demás.
Así que pronto se vio solo, otra vez. Holly se sentó bajo el árbol e intentó dormitar.
Al poco tiempo Lia se le acercó, con intenciones de pedirle algo. A Holly no le agradaba que le pidiera favores, sobre todo ella, porque su filosofía en la vida era conseguir todo uno mismo.
—Holly...— lo llamó, con tono de víctima.
—¿Qué quieres?— preguntó, casi gruñendo, aunque a Lia le pareció un tono servicial y amable.
—¿Podrías ir a comprarme minutos para mi Pokenav, por favor? Ya se me acabaron, y no quedé con mi papá en una hora.
—Así que estamos pegados aquí hasta que consiga esos minutos ¿Y por qué no vas tú?
Lia se rio, pensando que era una broma.
—Estoy en una fiesta, tontita. No puedo ser tan maleducada de irme.
A Holly no le parecía que fuese algo tan importante, sobre todo entre jóvenes, donde todo estaba bien y no importa si llegabas a la fiesta solo o con cinco amigos que nadie más conocía.
Pero a pesar de estar en contra de concederle ese favor, no se podía rehusar. Además, la caminata le serviría para distraerse. Después de recibir la plata de parte de Lia miró por un momento a Mikeas. El Lampent parecía divertirse de lo lindo con un Magby en una competición amistosa de quién creaba la llama más grande. Una buena parte del resto de los pokemon se encontraba alrededor de estos dos, animándolos y apostando sin nada. No, no le iba a quitar el momento.
El pequeño Kirlia salió de la casa, caminó y caminó por las calles iluminadas con los pobres faros. No se encontraba en un barrio peligroso, por lo que no le dio miedo, y Lia le había indicado con exactitud dónde estaba la tienda, por lo que no tuvo problema en llegar. Eso sí, le tomó un buen rato.
Luego de comprar los minutos para el pokenav hizo el viaje de regreso, solo para encontrar la casa completamente a oscuras y la reja cerrada. Era una reja alta, por lo que él no podía saltarla y golpear a la puerta. Tampoco sentía muchos humanos cerca, ni ruido ni luces. Era como si todos se hubieran ido.
Fue entonces cuando empezó a asustarse. El problema no era la oscuridad o la soledad, sino que no tenía idea de dónde estaba.
Pero Lia no podía ser tan tonta de dejarlo ahí ¿O sí?...
¿O sí?...
—Estoy perdido— se dijo Holly
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