17.- Doble vía (3/3)


Luego de que curaran a Holly, se fueron a sentar a un rincón para discutir sobre lo ocurrido.

—Es triste, pero así suelen ser las cosas— intentó consolarlo Fausto— algunos pokemon evolucionan por intercambio. Hay entrenadores que quieren esos pokemon evolucionados, así que dan sus pokemon a extraños. Es... común.

—Pero... ¡Pero yo la quería! ¡Era mi mejor amiga!— exclamó Holly, y de solo pensar en ella comenzó a lagrimear de nuevo.

Fausto miró a Snisy por ayuda, pero este negó con la cabeza.

—Lo que dice es verdad. Eran buenos amigos y no hay nada que se pueda hacer. Esto es... de verdad, una tragedia.

Fausto se pasó una mano por la cabeza, frustrado. Ese Kirlia le caía bien, y verlo así le partía el corazón. Más encima era un buen amigo de su querido Snisy. Se imaginó intercambiarlo a él, pero la idea le pareció repulsiva.

Entonces tuvo una idea.

—Te digo qué. Conseguiré una piedra alba por ti ¿Qué te parece?

Holly lo miró, desconcertado. Snisy también se mostró sorprendido.

—¿Maestro?

—Venden esas por internet, será fácil comprar una y dártela. Solo se demorará unas semanas, pero tendrás una piedra alba. Eso es lo que has querido todo este tiempo ¿No?

—Pero... ¿Por qué me la quieres dar?

Fausto se encogió de hombros.

—Somos amigos ¿No?

—¡¿Qué?! ¡Pero si soy un pokemon, y tú eres un humano!

—¡Pff!— Fausto hizo como si lo que Holly decía era un cuento de hadas. Luego miró a Snisy— yo soy amigo con todos mis pokemon ¿No, Snisy?

—¡Claro, maestro!

—Él me dice así y habla raro, pero no pienso en él como mi mascota. Somos compañeros, nos apoyamos el uno al otro.

Entonces sacó a sus otros pokemon: el Glaceon que Holly había visto en el parque de diversiones, además de un pokemon que no había visto antes. Tenía una cabeza grande y morada, cubierta por un velo blanco que le colgaba y del cual salían manos blancas.

—Todos nosotros somos un equipo: Snisy, Glacy, Frosly y yo, Fausto ¿Verdad, chicos?

—¡Sí!— contestó Snisy.

—Ay, ya te pusiste cursi— alegó el Glaceon.

—Amh... amh... sí— contestó tímidamente Frosly.

—Frosly es una Froslass. Ella fue... ella fue a quien le di la piedra alba que gané en el concurso del parque de diversiones— indicó Fausto.

En ese momento Holly recordó. Los Snorunt eran el único otro pokemon que evolucionaban con una piedra alba, lo sabía porque había investigado mucho sobre el tema. Percibió cierta culpa de parte de ella, seguramente se sentía así porque Snisy le había contado cuánto quería encontrar una piedra alba.

Entonces miró a Fausto otra vez. Pensaba que era un mito, pero ver a ese sujeto hablando de igual a igual con sus pokemon, tratándolos de amigos y compañeros, lo hizo sentir bien. No se esperaba que hubiera entrenadores así en el mundo. Comprendió que su relación con Lia no solo no era ideal, sino que no tenía por qué ser. Pensó en lo que siempre pensaba cuando se le ocurría escapar: balancear las comodidades que ya tenía contra la libertad que podía ganar, las tareas estúpidas que Lia le imponía contra la dificultad de vivir solo y a la intemperie. Siempre había preferido quedarse con Lia, pero eso simplemente porque no había tenido motivo para partir. En ese momento tenía uno, quizás el más grande que hubiera tenido.

En ese momento, Holly tomó la decisión que cambiaría su vida.

—Gracias, Fausto. Pero tengo que rechazar tu oferta.

—¿Eh? Oye, no me cuesta nada.

—Sí, lo sé, y te lo agradezco, pero no tengo un par de semanas. No tengo ni un día que perder.

—¿Eh?

—¿De qué estás hablando, Holly?— inquirió Snisy.

Holly posó ambas manos en las caderas, determinado.

—¡Voy a ir tras Priscilla!

—¡¿Qué?!— exclamaron los demás.

—¡Voy a ir y voy a despedirme como se debe! Estoy seguro de que estará contenta con ese tipo de los fantasmas, quizás incluso es como ustedes cuatro y piensa en sus pokemon como amigos, pero no lo sabré hasta que se lo pregunte. Tengo que verla una última vez, tengo que decirle adiós, y que la quiero ¡Y no dejaré que nadie ni nada me detenga!

Tras decir esto, se bajó del asiento y echó a correr hacia la salida.

—¡Espera, Holly!

—¡No me pueden detener!— exclamó el Kirlia.

Salió por la puerta principal, pero en ese momento se encontró con un grupo que no se esperaba.

Ante él apareció un Chandelure, seguido de un Gothorita, un Houndoom y una tropa de Houndour.

—¡Holly!— exclamó Mikeas.

—¡¿Miki?! ¡¿Rosa?! ¡¿Jefe?!

Fausto y su equipo aparecieron detrás de él, y el chico pegó un grito al ver a tantos Houndour juntos, pero se calmó cuando vio que Holly hablaba con ellos como si nada.

El grupo entero se corrió a un lado para no estorbar la pasada y poder conversar tranquilamente.

—¡¿Qué hacen todos ustedes aquí?!— exclamó el Kirlia.

—Es algo chistoso— admitió Mikeas— Después de que hablamos en la playa, pensaba ir a contarle a Snisy lo de Pris. En eso me encontré con el jefe y su pandilla. Les conté lo que pasaba, y me dijeron que querían ayudarte.

—¡¿Dónde está el chico abusivo?! ¡Vamos a darle una paliza por lastimar a Priscilla!— exclamó el jefe.

—¡Sí!— contestaron los demás Houndour, ansiosos por una pelea.

—¿Eh? No, Marcial no abusaba de Pris, solo la intercambió— indicó Holly— esperen ¿Vienen porque querían ayudarme?

—Dijimos que te respetaríamos ¿No? Todo el que se merece nuestro respeto es digno de nuestra ayuda— le indicó el jefe.

—¡Sí!— contestaron los demás Houndour.

Entonces Holly se giró hacia Rosa.

—¿Y tú? ¿Qué haces aquí?

El Gothorita se rascó la cabeza, algo tímido.

—Vi a los Houndour corriendo desde la ventana de la casa de mi entrenadora— indicó— no quería que me vieran, pero de repente el jefe escaló a mi ventana y me obligó a venir.

Holly no supo si agradecerle al jefe o hiperventilarse del miedo y salir corriendo. Esos Houndour podían ser aterradores.

—Chicos...— Holly suspiró— les agradezco a todos, pero Pris ya se fue.

El grupo se desanimó.

—Yo... yo iré a buscarla— les espetó Holly.

Esto provocó que muchas cabezas volvieran a alzar la mirada.

—¿Vas a ir a rescatarla?— inquirió Mikeas.

—¿Vas a darle una paliza al tipo que se la llevó?— supuso el jefe.

—¿Ella te está esperando para que la salves?— sonrió Rosa.

—No— aclaró Holly.

—Pero ese tipo que se la llevó debe ser malo ¿No? Seguro Pris quiere que la salves.

—Lo más probable es que esté bien, y que su nuevo entrenador sea un buen tipo— les espetó Holly— Solo... solo quiero ir y ver si está bien ¿Bien? Solo voy a despedirme— se llevó una mano al pecho— es importante para mí verla una última vez. Después de eso... después de eso me fugaré. Así que es posible que esta sea la última vez que nos veamos.

Todos se quedaron mudos un momento.

—¡¿Qué?!— saltaron muchos.

Holly sonrió.

—Gracias a todos por venir, en serio. Fue... divertido ser su amigo. Pero ahora me tengo que ir. Adiós.

Sin más, comenzó a marchar. Se abrió paso entre sus amigos y la pandilla de Houndour, y se fue hacia el camino. Sin embargo, de pronto notó una conciencia que lo seguía. Se giró, extrañado, y advirtió a Mikeas. Notó que se sentía extrañamente orgulloso.

—Yo también quiero verla de nuevo— le espetó— vamos juntos.

Holly se quedó sorprendido.

—Puede que nos perdamos— le indicó— puede que, cuando vuelvas, Laura no quiera tener nada contigo y te haya reemplazado por otro pokemon.

—Laura no hará eso, y si lo hace, mal por ella ¡Soy un Chandelure, soy un pokemon adulto, creo! Ahora deja de discutir y vamos, que no tenemos tiempo que perder.

Fausto los miró marchándose, sorprendido, cuando notó un tirón en su pantalón. Al mirar, se encontró con Snisy.

—Maestro...— musitó este.

Fausto sonrió, se agachó y le dio un abrazo.

—Cuídate— le pidió.

Snisy le devolvió el abrazo.

—Gracias, maestro.

Luego de esto, se apresuró a alcanzar a sus amigos.

—¿Y tú qué haces aquí?— alegó Mikeas.

—La señorita también es mi amiga, por si se les había olvidado— les espetó él.

—Snisy ¿Estás seguro?— le preguntó Holly.

—Tengo el permiso de mi entrenador. Con eso, puedo conquistar el mundo— le aseguró.

Antes de dar otro paso, Rosa apareció junto a Snisy, mientras que el jefe surgió junto a Mikeas.

—¡¿Rosa?! ¡¿Jefe?!— se extrañó Holly.

—¿Una aventura? ¡No te dejaré volverte más fuerte, Kirlia!— le espetó Rosa.

—Pero tu entrenadora.

Sin embargo, Rosa le restó importancia con un gesto de la mano.

—Ella entenderá. Los pokemon se pierden, se vuelven más fuertes, regresan crecidos.

—Vas a despedirte, pero huelo el combate en tu futuro— le espetó el jefe— y sé que vas a triunfar. Por eso te acompaño, Holly.

—¡Chicos! ¡No lo puedo creer! ¡¿Están todos seguros?!

Holly se detuvo un momento, sus amigos se pararon un paso más al frente, y asintieron con energía.

—¡Vamos!— lo apremiaron.

Holly sonrió.

—Vamos.

Y con eso, los cinco pokemon se pusieron en marcha.

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