Cap. 25 - Paz en Komonosu

El sol apenas salía por el horizonte, y el ligero aumento de las temperaturas ya comenzaba a despertar a los más avivados de Nido Profundo. La ciudad poco a poco despertaba, las farolas eran renovadas y la negocios comenzaba a abrir sus puertas. Ayer todos los puestos de comida recibieron sus dotes, y ya se podía comenzar a oler las comidas alternativas preparadas a base de tofu.

Los pasillos del palacio también se llenaban de vida, mientras sirvientas y guardias se movía de un lugar para el otro. Unas por el cambio de turno, otras comenzando a prepararlo todo para el comienzo del día en el palacio. Sobre todo en la cocina, ya que el desayuno debería estar listo cuando los comensales se despertaran. 

Sin embargo, alejada de toda la conmoción de los pasillos comunes, una tejedora caminaba suavemente por el pasillo donde descansaban los invitados de Sendero Verde. Para Hachi fue casi imposible dormir anoche. Ghost estaba en su cuarto, y eso la puso demasiado nerviosa como para conciliar más de cinco horas de sueño. Sin embargo, había algo que necesitaba entender. Algo que solo una insecto sería capaz de entender. 

KNOW KNOW KNOW

Los nudillos de la tejedora golpearon la puerta con delicadeza, aun dudando si sería prudente despertar a un invitado. Sin embargo, necesitaba hablar con ella lo antes posible. 

Hachi estaba a punto de volver a tocar, cuando escuchó pequeños ruidos del interior de la habitación. Unos pasos pesados se acercaban poco a poco, hasta que el picaporte fue girado desde el interior. Cuando la puerta se abrió, reveló a la enorme insecto que dormía en el interior. 

—¿Hachi-san? ¿Qué haces... aquí tan temprano?

—Señorita Kaede, perdón por molestarla pero... Necesito hablar con usted.

 La enorme insecto estaba extrañada por la repentina petición, mezclada con el hecho que aún estaba medio dormida. De hecho, se veía muy graciosa con su cara somnolienta y las hojas que conformaban su cabellera hechas un desastre. Sin embargo, que la Khan de Nido Profundo viniese personalmente a tu cuarto para hablar de algo no debe de ser cualquier banalidad. 

—Claro. Siéntate querida. Siéntete como en tu casa. 

Un comentario locuaz que sacó un par de risas, pero risas que no duraron mucho en el rostro de la tejedora.

—Oye... Está todo bien. 

—Si... Es solo que... necesito hablar contigo de algo. Se que no nos conocemos muy bien, pero tu eres la persona más cercana a Ghost-dono que conozco. 

—¿Ghost? —Preguntó con preocupación. —Cuéntame todo. 

—Ghost-dono llegó a mi habitación en medio de la noche. No sabía que quería y me asusté un poco, pero mostró interés por mi música. 

—¿El quería oír música? Eso es nuevo.

—Realmente no le di mucha importancia, y toqué para él una canción. La primea muy similar a la que escuchaste en la cena, pero después quise probar algo más... melancólico.

—¿Y qué pasó? —Preguntó al ver que Hachi hacía una larga pausa y se perdía en una naciente tristeza. 

—Yo... Yo toqué esa canción. NO creí que nada malo ocurriría. Pero entonces él... él estalló en llanto y yo... yo no pude hacer nada para ayudarlo. Yo tenía miedo. No sabía que le pasaba. Me dio miedo verlo apretar su cuerpo de esa forma... Arañar su máscara... Pensé que algo malo pasaría... Estaba muy asustada. 

La voz de Hachi se hacía cada vez más pesada, hasta que la amargura y el dolor de recordar esa escena la callaron casi por completo al tener que resistir sus sollozos. Sin embargo, grande fue su sorpresa al volver a alzar la mirada, solo para ver a Kaede conmocionada por tales palabras, mientras una lágrima que Hachi no entendió escurría por su rostro. 

—Ghost... Mi pequeño Ghost... ¿Él...? ¿Él... lloró? —Preguntó la más alta, a lo que Hachi solo respondió con un asentimiento de cabeza sin entender del toro esa reacción. —Ne... Necesito verlo... Necesito ver a Ghost... Ya.

Hachi no entendió la repentina alteración de Kaede, mientras veía como se ponía algo para taparse antes de salir. La mayor parecía estar fuera de si, algo que preocupó a la tejedora, pensando que algo malo le pasaba al fantasma. 

Kaede tomó la delantera, a un paso que a la tejedora le costaba seguir. Los sirvientes vieron con preocupación como esas dos pasaron por sus lados con prisa, pero al ver que no decían nada simplemente siguieron con sus labores, esperando que nada malo halla pasado. 

Kaede llegó y puso sus manos sobre la puerta, pero tuvo que esperar a que la tejedora abriese con sus llaves su habitación. Hachi no entendía que estaba pasando, y la falta de explicaciones por su porte de su acompañante cada vez la asustaba más. 

Tan pronto la puerta se abrió, Kaede entró sin pedir permiso siquiera, impulsada por una fuerza que no la dejaba pensar con claridad. Pronto vió a Ghost, tirado en el suelo, hecho bolita y con la cabeza apoyada sobre la almohada que Hachi le había dado. Profundamente dormido. 

Hachi pudo respirar aliviada al ver a Ghost en buen estado, pero ahora su preocupación se extendió a la otra fémina del lugar. Kaede se acercó con cuidado, como si de verdad estuviese comprobando que estaba dormido. Sus rodillas flaquerón un poco, y se arrodilló junto al fantasma durmiente, mientras sus manos se alzaban hacia su boca para mermar sus ganas de llorar, aunque las lágrimas si cayeron por su rostro. 

—Kaede-dono... ¿Está... 

—Shhhhhh... —Le indicó que guardara silencio mientras susurraba. —Déjalo dormir... vamos a otro lado. 

Ambas chicas salieron de la habitación y se dirigieron a una sala no muy lejos de allí, donde podrían sentarse y tomar algo. Hachi interceptó a uno de los sirviente, y pidió que les llevaran algo de te y aperitivos. Una vez en la sala, la tejedora tomó asiento, pero Kaede parecía ser incapaz de mantenerse tranquila, y caminaba de izquierda a derecha sin parar. Hachi solo podía esperar a que una respuesta llegase eventualmente, ya que su acompañante no parecía responder sus preguntas. 

—Su excelencia, sus aperitivos. 

—Muchas gracias. 

El sirviente entró al recinto y dejó los alimentos sobre una mesa, pero ni siquiera él pudo evitar esconder su preocupación al ver a Kaede en ese estado. Miró a la Khan, pero esta solo le hizo una seña para que se fuera, lo cual obedeció de inmediato. 

—Kaede-dono... Por favor... ¿Podría tomar asiento?

Kaede se detuvo tras el llamado de la tejedora, y solo entonces supo de todo el tiempo que había estado en ese estado de pensamientos. Algo avergonzada cumplió la petición de su anfitriona, y le dió un buen sorbo a su té para calmar un poco la mente. Y tras un largo suspiro y ante la espera de Hachi, habló, sin despegar la mirada del líquido verde que se agitaba suavemente en su vaso.

—Han pasado años desde que conozco a Ghost. Recuerdo ese día que papá lo trajo a casa. Sombrío. Solitario. Ojos cansado. Acercarme a él fue muy difícil, aún cuando selo éramos un par de niños... Pero nosotros éramos todo lo que teníamos. —Hace una pausa para calmarse, beber un poco más del té y tomar un aperitivo. —Años que traté de animarlo. Que traté de... de sacarlo de esa burbuja de sufrimiento que lo envolvía. Años sin verlo feliz. Sin verlo triste. Sin verlo enojado. Sin verlo mostrando interés en nada. Solo un cascarón vacío. Y eso me dolía. —Una vez más, una lágrima escurre por su mejilla. —Yo solo... quería que se abriera a mi... Era como... como un hermano para mi pero... Ha sido tan difícil... Ni yo... ni papá pudimos hacer algo... Solo entrenar... entrenar hasta que su cuerpo colapsase.

La insecto mayor tuvo que cortar sus palabras para controlar sus emociones. El té ayudaba a calmar las penas, pero esto era demasiado. Con una de sus manos se frotaba el rostro, tratando de calmarse y secando sus lágrimas. Entonces, sintió como un par de manos sujetaron la suya. Un par de manos cálidas. Alzó la mirada y vió a la tejedora, igual de triste pero haciendo un mejor trabajo para mantenerse fuerte. Kaede logró esbozar una sonrisa, y controlando su respiración fue capaz de controlar sus penas. Entonces, continuó. 

—Años intentando en vano... Y tu lograste... lograste que esa burbuja se abriese un poco. Jamás lo había visto dormir tranquilo. Jamás lo había visto dormir más de cuatro horas al día, sin que se levantase en medio de la noche envuelto en gritos de desesperación cuando las pesadillas desgarraban su mente. Yo... Yo... No tengo forma de agradecerte.

La tejedora abrió los ojos un poco más, cuando sintió el repentino abrazo de la mayor de ambas. Fue rápida, muy rápida. Lo suficiente para no darle tiempo ni siquiera de reaccionar. Sin embargo, fue un abrazo que no rechazó. Un momento de consuelo para ambas. 

Pasado un tiempo, los ojos de Ghost se abrieron lentamente, aun pesados por todo lo ocurrido. Levantarse le resultó algo complejo, pues su cuerpo estaba experimentando una fatiga poco común en él. Efectos secundarios de una descompresión tras dejar escapar parte de su dolor. Además que el suelo sólido no era muy amable con los músculos y el exoesqueleto. 

Ghost tardó unos segundos en darse cuenta de donde estaba, y recordó todo lo ocurrido anoche. Haber llorado de esa manera frente a Hachi le dejaba una sensación poco agradable en su interior, pero al mismo tiempo, un ligero toque de calma acariciaba su corazón, mientras se preguntaba que hora sería. 

El fantasma recogió la almohada y la sábana que la tejedora le había dado, y salió del cuarto con cuidado. El pasillo estaba vacío y realmente no tenía la menor idea de qué debería hacer. Su estómago le avisó que debería ingerir alimento lo antes posible. Tal vez debería ir a la sala del trono y preguntar a la primera arácnida que se encontrase en su camino. Eso era mejor que regresar a su cuarto y esperar quien sabe cuanto a que alguien fuese a por él. 

Con paso suave, Ghost atravesó los pasajes del palacio de Nido Profundo, ahora admirando las decoraciones que anteriormente había ignorado por completo. Se sentía extraño. Su pecho dolía un poco, pero su mente parecía estar más calmada. Como si algunas de las voces que atormentaban su cabeza se hubiesen esfumado. O tal vez, solo le estaban dando un tiempo de descanso. Todo se veía tan... diferente. 

—¿Necesita algo?

Ghost se dio la vuelta, y sus alarmar internas se activaron al ver la enorme figura que dio origen a tan gutural voz. Un ser enorme, similar a un arácnido, pero con un aspecto maquiavélico. Un ser, que a pesar de ser un residente de Nido profundo, parecía mantener una distancia prudente con el jóven guerrero. 

Ghost también sintió la misma sed asesina proveniente de él. Era un enemigo, eso era algo de lo que estaba completamente seguro, pero sabía que no podía enfrentarse a él. Aunque sus manos dentro de su capucha estaban apoyadas sobre sus armas ocultas. 

—Te reconozco... Estuviste ayer en el Salón de los Guerreres. —Comentó Ghost con desconfianza. 

—Perdone mi tardía introducción. Mi nombre es Nosk. General de Nido Profundo. 

—Ghost —Respondió a secas.

—Un placer, general Ghost. Y si, estuve en la cena de anoche, pero desgraciadamente tuve que retirarme antes por asuntos personales. 

El fantasma se quedó estoico. No tenía nada más que decirle, y carecía de la capacidad de llevar conversaciones hipócritas para ¨conocer mejor al enemigo.¨ Ghost era una tumba de mirada fría. Una mirada que parecía leerle el alma al mismísimo terror de Nido Profundo. Algo que al propio arácnido no pasó inadvertido. 

—Bueno... Supongo debo retirarme, general Ghost. Un placer haberlo conocido. Espero que su estadía en Nido Profundo sea... ¨estimulante.¨

Ghost sintió un escalofríos recorrer su cuerpo ante esas palabras, pero su mirada no se apartó de la colosal criatura, mientras esta se daba vuelta y desaparecía por los oscuros pasillos del palacio. El fantasma no se relajó en ningún momento, y solo cuando sintió los pasos de Nosk desaparecer por completo, fue que pudo relajar sus manos de sus armas ocultas, y recuperar una respiración regular. Algo que no le permitió ver venir lo que pasaría a continuación. 

—¡Ghost!

El fantasma solo pudo darse vuelta, cuando su cabeza se vió envuelta en un abrazo, siendo comprimido por las fuertes extremidades de Kaede y su pecho. La joven no lucía como alguien débil, pero que pudiese cargar a Ghost con tanta facilidad y sacudirlo como un muñeco de trapo daba a entender que su fortaleza era muy superior a lo que mostraba a simple vista. 

—Lo va a desarmar... Señorita Kaede. —La voz jocosa de Hachi salvó a Ghost de tener un cuerno deformado. 

Sin embargo, seguía siendo Ghost, y este no hizo mucho para tratar de defenderse del mortal afecto, hasta que finalmente, Kaede lo dejó en el suelo con el cuello algo adolorido. Sin embargo, este no demoró ni un segundo en arrodillarse frente a la tejedora. 

—Hachi-domo. Espero que acepte mis disculpa por todo lo sucedido anoche. 

Una frase que pudiese sacar un sonrojo, se convirtió en una expresión melancólica, cuando la tejedora recordó lo sucedido la noche anterior. Su corazón se apretó al recordar la fragilidad del fantasma, pero hizo lo posible por mostrar una sonrisa en su rostro. 

—Ghost-dono. Yo...

Hachi trató de encontrar palabras para expresarse, pero estas simplemente no salieron de su boca. ¿Debería remover la herida e indagar más dentro de su corazón? ¿O debería seguir adelante? Tal vez no era el momento, ni el lugar. Al final, su expresión de duda solo se convirtió en una de felicidad. 

—Me alegra ver que esta mejor. Y no se preocupe por lo sucedido. Mas, deberíamos arreglarnos. Les prometí un tour por la ciudad. Espero que estén listos. 

La hermanastros asintieron, y se retiraron a sus aposentos para arreglarse. Como era de esperarse, Bretta ya estaba despierta, arreglada y esperando en frente de la puerta de Kaede, seguro aguardando a la hora designada para despertarla. Así que grande fue su sorpresa al verla caminando junto a Ghost de regreso a los dormitorios de invitados. 

—¿Kaede-sama? ¿Ghost-sama?

—Oh... Buenos días Bretta-san.

—Me sorprende verla despierta tan temprano. 

—Mmmmm... Ocurrieron cositas cositas... Ji ji ji. 

El rostro de Bretta no podría mostrar más confusión, mientras miraba a ambos insectos con curiosidad. Ghost solo saludó con un asentir de su cabeza, mientras seguía su camino hacia su dormitorio. Extraño... Ghost se veía algo más... enérgico. 

—¿Me perdí de algo? —Preguntó la escarabajo cuando Ghost finalmente se retiró del lugar. 

—Ven, entra. Te cuento adentro. 

Ambas entraron a la habitación de Kaede, y mientras Bretta ayudaba a la mayor a estar más presentable, Kaede le contó a la escarabajo lo sucedido. Al menos, repitiendo las palabras que la propia Hachi había usado.

El rostro de Bretta pasaba por un sinfín de emociones, a medida que los diferentes fragmentos del relato se concadenaban en uno tras del otro, pero la sorpresa era una emoción visible en su expresión con mucha frecuenta. Sin embargo, cuando finalizó el relato, y la melena de hojas de la mayor era algo mucho más presentable, Kaede se dió vuelta, solo para ver sobre el rostro de Bretta una amarga expresión de tristeza y derrota. 

—Me... Me alegro por... por él. —Comentó la escarabajo con palabras ahogadas, como alguien que intenta aguantar la tristeza.

Kaede se dió la vuelta y vio a la insecto de baja estatura con pena en sus ojos. Ella conocía de los sentimientos de Bretta por el desastre de su hermanastro, y no pudo evitar sentirse mal por ella. No había mucho que pudiese hacer para ayudarla, pero una mano sobre su cabeza, acariciando entre sus antenas, se convertiría en una pequeña muerta de apoyo en ese dolor que la verdad sembró en el pecho de la escarabajo. 

Bretta amaba a Ghost. Sin embargo, fue otra chica la que pudo abrirse paso en la capa de tristeza del fantasma y lograr conectar con sus emociones que ya muchos habían dado por sepultadas. Bretta controlaba sus lágrimas en una mueca de despecho, pero estaba feliz... Feliz por que Ghost pudiese haber experimentado algo más que no fuese el desgano y la indiferencia. Al menos Kaede fue un consuelo para la joven chica. 

Finalmente, la hora de partida llegó, y todos se reunieron para comenzar el recorrido. Como prometió, Sun Quang se retiró de regreso a Sendero Verde tan pronto se despertó, con una escolta de soldados musgosos. Sun Ce, en cambio, decidió quedarse y conocer estas tierras, aunque parecía tener sus propias motivaciones. 

La temperatura había ascendido lo suficiente, lo que marcaba el momento perfecto para comenzar con el recorrido. Las Khan Hornet y Hachi serían las guías del pequeño grupo, conformado por Kaede, Bretta, Sun Ce y Ghost. Y una vez salieron de la morada de La Bestia, comenzaron su recorrido. 

Hubieron varios puntos de inflexión por parte de las hermana. Hornet y Hachi tenían definiciones diferentes de la palabra ¨interesante¨ y sus recomendaciones de lugares a visitar variaban bastante. De hecho, sus conversaciones eran tan acaloradas, que a veces no parecían princesas en lo absoluto. 

Sin embargo, después de un tenso debate y gracias a la intervención mediadora de Kaede, más o menos pudieron llegar a un acuerdo, y trazaron una ruta basada más en la eficiencia del viaje y no en los gustos personajes de cada princesa. Después de todo, para los extranjeros, cualquier cosa podría resultar ser interesante, por muy banal o mundano que esto fuera. 

Lo primero que visitaron fue la herrería, la cual no quedaba muy lejos de la Sala de Guerra. Sendero Verde trabajaba el hierro, pero su artesanía metalúrgica no estaba al mismo nivel que los artesanos de Nido Profundo, quienes ya dominaban el arte del acero. Motivo por el cual eran capaces de fabricar las agujas, mucho más resistentes y delgadas que los aguijones de la guardia musgosa. 

El general miraba con asombro como los herreros le daban forma a un pedazo de acero, machacando con fuerza la aleación en repetidas ocasiones formando un bello acero de Damasco, destinado a convertirse en el arma de un recién ascendido capitán de la guardia local. Un proceso que también llamó la atención de Ghost, siendo únicamente los varones del grupo los interesados en este tipo de cosas. 

Podrían estar allí todo el día, pero el recorrido debía seguir su curso, y ahora el grupo se adentraba en la zona comercial de la ciudad, ubicada no muy lejos de donde estaban. La cual, a su vez, hacía de nexo principal de la ciudad. 

Lo que más caracterizaba a ciudad Komonosu, era el enorme espacio cilíndrico ubicado justo al medio de la urbe, donde sobre las paredes se establecieron centenares de negocios de toda índole. Era el centro económico y comercial de la ciudad, y por ende, donde se concentraban la mayor cantidad de individuos. 

Los insectos iban de un lugar para el otro sin detenerse. Muy diferente que en Ciudad Concordia, el grupo de Khan y generales pasaban como otro más del montos, sin importar el tamaño o la calidad de sus prendas. Nido Profundo era un pueblo guerrero, y esas ¨formalidades¨ de la alta sociedad eran indiferentes a cada ser de esa ciudad. Y fue en este punto, donde las chicas encontraron un verdadero remanso de felicidad. 

No era difícil ver a Ghost y a Sun Ce esperando frente a una tienda de artesanía, mientras esperaban a las chicas deleitarse con la suavidad de las telas y prendas que solo las tejedoras eran capaces de fabricar en todo Hallownest. Incluso Kaede, con su actitud despreocupada, no podía evitar caer en la tentación. Y que decir de Bretta, la cual no era capaz de esconder su entusiasmo por la calidad de tales obras de artes. 

—Ah... Chicas... No importa la especie, hay cosas que nunca cambian. —Comentó Sun Ce con una sonrisa irónica, tratando de establecer algo de conversación mientras esperaban. 

—¿Por qué se demoran tanto?

—Paciencia, Ghost-dono. Que esto apenas empieza. 

—¨Esto¨ comenzó hace unas horas. 

—No me refiero ha eso. Lo que quise decir fue... ¿Sabes que? Mejor olvídalo. —Dijo con diversión, cosa que Ghost no entendió en lo absoluto. —¿No tienes hambre?

—Si. 

—Tal vez deberíamos decirle a ir a comer algo. 

—Si.

—Han pasado más de veinte minutos desde que entraron. ¿Por qué se demoran tanto?

—No lo se. 

Sun Ce suspiró con pesadez. Realmente era difícil tratar con Ghost y sus respuesta, la mayoría monosílabas. Sin embargo, su pregunta fue infundada por el repentino olor que provenían de un punto callejero no muy alejado de ese lugar. Uno que tenía un par de bicho en fila.

—Eh, Ghost. Vamos a ver que podemos obtener de ese puesto. 

El fantasma gira la cabeza, y se fija en el humo que salía del pequeño puesto de comida. Su sentido del olfato no sentía nada en especial, pero si llamó la atención de Sun Ce tal vez sea algo bueno. 

Los enormes insectos se pusieron en fila, y cuando finalmente llego su turno, fueron atendidos por una tejedora de siete patas que hablaba con total libertad y confianza. Aunque seguramente no tenía la menor idea de quienes eran esos dos. 

—Bienvenido al puesto de.... Uooo... Valla... Ustedes dos si que comen bien. —Refiriéndose burlonamente a su pronunciada estatura. —¿Qué le sirvo?

—Mmmm... Realmente no conozco ninguno de esos platillos. ¿Y tu Ghost?

El fantasma no dijo nada, en cambio, solo señaló con el dedo a una bolitas blancas que llamaron su atención. 

—Una orden de Buuz. ¿Qué más?

—Realmente no se... ¿Qué me recomienda?

—Mmmm... ¿Quiere probas los Hohhot Shumai? Son la especialidad de la casa.

—Bueno. Me arriesgaré. 

La tejedora tomó los pedidos y se los dió a los comenzales, servidos sobre una hoja que contenía los alimentos. Era comida rápida callejera después de todo, así que nada de formalidades ni etiuqueta. 

—Van a ser cuatro Sedas. 

—¿Cuatro sedas?

—Una ganga, ¿Eh?

—¿Te refieres a los Yang de Seda?

—¿A qué más si no? ¿No son de por aquí verdad?

—No. Apenas llegamos ayer. 

—Se nota, jajaja. 

—Bueno. Igual queríamos pedir un par más de cosas. 

Incluso alguien tan despistado como Ghost, reaccionó ante esas palabras. Casi se olvida de pedir algo para el resto, menos más que Sun Ce era más atento, aunque se le veía muy concentrando pensando en que más pedir. 

—¿Me pregunto que le gustará a Hornet?

—¿Para una chica? —Preguntó la tejedora, incapaz de relacionar el nombre Hornet con la Khan de Nido Profundo. En su mente, que la realeza probase de su puesto de comida era una utopía. 

—Si. Carnívora. Eso creo....

—En tal caso, unos Khuushuur sería tu mejor opción.

—Supongo que seguiré tu consejo. ¿Qué crees que quieran las chicas, Ghost?

El fantasma lo pensó por un momento, pero pronto tuvo una idea, y con su dedo señaló varios alimentos sobre el mostrador, los cuales fueron preparados a una velocidad sorprendente por la tejedora.

—Muy bien. Van a ser quince Sedas. 

Ambos buscan en sus pertenencias, pero al final Ghost resultó ser el más rápido, colocando sobre el mostrados seis Libras Blancas. Según el acuerdo comercial, dos Libras sería el equivalente a cinco Sedas. Por supuesto, esa era una información que todavía no había llegado a los pasajes de Sendero Verde. Y la cara de la vendedora lo decía todo. 

—¿Y esto que es? —Decía confundida mientras tomaba uno de los discos de plata entre sus garras.

—No es suficiente con eso. 

—Ni siquiera se que es esto. Oye... O me pagan, o si no...

De repente, la tejedora se hace a un lado, y toma una vara de madera, la cual usa para amenazar a los dos generales. Sun Ce se veía algo preocupado, Ghost no se inmutaba para variar. 

—Eh tranquila. Es dinero. Son Libras Blanca. 

—¿Libras qué..? Ahhhhh.... Ustedes también vinieron de Sendero Verde. —Sun Ce solo asiente con la cabeza. —No me fio de ellos. Algunos de esos comerciantes dicen que el nuevo acuerdo comercial serán una Libra por cinco Sedas. Otros dicen que una por siete. 

Sun Ce solo suspiró con pesar ante lo escuchado. No era de extrañar que los comerciantes quisiera aprovecharse de la desinformación para ganar más dinero. Maldito ávaros. Al menos podía respirar tranquilo que a partir de ese día ya se comenzaría a informar a la población del cambio de moneda. 

—No señorita. El cambio serán dos Libras Blancas por cinco Yang de Seda. 

—Ese trato me es más favorable. Pero aún así no confío en sus palabras. 

—¿Sabe que? Hagamos algo. Le haré el cambio tres a cinco. Solo por esta vez... —La tejedora se lo pensó un poco, pero al final dejó escapar una sonrisa maliciosa. 

—Uno a uno.

—¿Qué?

—Es lo más justo. Mientras no anuncien el cambio oficial no puedo confiar en las palabras que cualquiera me diga.

Sun Ce solo suspiró derrotado. Ya estaba cansado de esto, y lo menos que quería sería usar su estatus para imponer su voluntad. No en ese lugar. No con tantos platos de comida entre sus manos. Además, que esa tejedora de siete patas se veía bien testaruda. Así que al final, el general simplemente decidió pagar la diferencia. No era que el dinero fuese un problema para alguien como él, pero la sensación de haber sido estafado y no poder hacer nada al respecto le dejaba un amargo sensación de boca. 

—Miren. Allí están. 

—Ghost, Sun Ce. Por aquí. 

Los dos generales giraron sus cabezas al origen de las voces de las chicas, y pronto divisaron al resto, los cuales parecían estar buscándolos. Ambos emprendieron su camino, el cual condujo a una pequeña banca donde las cuatro estaban sentadas. 

—Veo que compraron algo. Si que tienen hambre si se piensan comer todo eso. —Dijo Kaede con un claro gesto divertido en su rostro.

—No hay ser vivo que pueda comer tanto. —Respondió Sun Ce con ironía. 

—No tientes a Ghost entonces.

Ambos se acercaron, y le brindaron a las chicas lo que habían pedido para ellas. Ghost se ofreció a Bretta una Ensalada Niislel, un aperitivo común entre los herbívoros. En cambio, a Hachi le ofreció unos Khokhog de cavasuelos. 

—Valla, mis favoritos. —Dijo la tejedora sintiendo como se le hacía agua la boca. 

—Te vi comerlas anoche. Supuse que te gustaban. 

Valla... Esa fue una oración bastante elaborada para una conversación casual de Ghost. Obviamente había algunos cambios que solo los más atentos podían apreciar con felicidad. 

Por otro lado, Sun Ce le ofreció un Budaatai Khuurga a Kaede, la cual vió el platillo de arroz frito con estrella en los ojos. Sin embargo, la cara de Hornet cuando este le ofreció los Khuushuur que la cocinera le había recomendado era una mezcla de vergüenza y asombro. 

—¿Qué ocurre? ¿No te gustan? —Preguntó Sun Ce algo preocupado, al ver que Hornet parecía no aceptar el platillo. 

—Si... Si me gustan... —Respondió la tejedora roja con marcado rubor en su rostro.

—Tómalos. Son para ti. 

Hornet dudó bastante, pero al final lo aceptó con vergüenza. Que chica más rara. Lo mismo se comporta como una lord de la guerra con la autoestima más elevada del mundo, que como una chica tímida. Ni Bretta, ni Kaede, ni Ghost entendían esta reacción. Mucho menos el propio Sun Ce. Quien era el más confundido de todo. Aunque lo que si llamó su atención, fue ver a Hachi con los ojos abiertos, mirando hacia otro lado mientras meneaba la cabeza algo divertida, como si supiese algo que el resto no.

Por supuesto, nadie de Sendero Verde sabía que, en Nido Profundo, los Khuushuur era un alimento para compartir entre parejas. 

(Los nombres son de alimentos mongoles reales, pero esto último es invento)



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