Cap. 24 - Fragmentos de un Corazón Roto

TUN TUN TUN

La puerta de una habitación en Nido Profundo suena a media noche. Habían pasado un par de horas desde que la celebración en el Salón de los Guerreros concluyó, y cada uno de los invitados fue conducido hasta sus respectivas habitaciones. Por otro lado, Herrah, Hornet y Hachi compartieron un tiempo juntas, en un espacio más familiar, donde madre y hijas pudieron recuperar mucho tiempo perdido. Sin embargo, una vez la temperatura descendió lo suficiente, cada cual se retiró a su respectiva habitación.

Hachi recordó con nostalgia su hogar después de tanto tiempo. Había pasado más de un mes desde que había visto su cuarto, y recordaba todo con sumo cariño. Cada objeto, cada decoración, sencillo y algo rustico, pero acogedor como ningún lugar en este reino podría ser. 

Tantos recuerdos, tantas memorias. No había pasado mucho tiempo, pero era la primera vez que se iba por tantos días de casa. Haciendo que esa sensación de nostalgia se viese potenciada por su regreso. 

Sin embargo, era tarde, y lo mejor sería tratar de dormir, pues mañana llevaría a Ghost a conocer por la ciudad, y no quería estar cansada para eso... Espera... ¿Acaso eso era una cita?

El rostro de la tejedora se tornó rojo como un tomate en solo pensarlo, y tuvo que sacudir la cabeza para borrar esas imágenes de su mente. Que poco decorosa de su parte, imaginarse a ella y a Ghost caminando tomados de la mano... Si tan solo fuera posible. 

Tras este último pensamiento, una oleada de pesar cayó sobre sus hombros. Hacer que Ghost se fijara en ella era tan dificil. De hecho, hacer que Ghost mostrase interes en algo era tan dificil. Ella conocía su pasado, y entendía el por qué de su actitud. Pero eso no lo hacía menos facil de aceptar. 

Sin mucho que pudiese hacer, la tejedora se dió un baño en las aguas termales que brotaban dentro de una cuenca de su habitación. El agua caliente era buena para calmar los músculos y el alma, y donde un cuerpo tenso podría recuperarse y relajarse. Se había puesto una pijama, y ahora miraba algunas cosas que recordaba con nostalgia antes de acostarse. Algunos objetos que su madre y hermana le había regalado, sobre todo un peluche con forma de cavazuelo que Hornet hizo cuando apenas era cria. Tenía un gran talento para tejer desde entonces. Y fue en ese momento, que la puerta de su habitación sonó. 

— ¿Quién es?

La tejedora preguntó, pero no hubo respuesta, algo que la dejó alerta. No era normal recibir visitas a esa hora de la noche, y ya Hachi comenzaba a sentir algo de inseguiradad por eso. Se acercó a su cama, y tomó su afilada aguja, lista para blandirla de ser necesario ante aquel o aquella que estuviese llamando a su habitación. 

— ¿Quién toca mi puerta? No lo volveré a repetir. 

Esta vez, su tono fue más exigente, pero como la vez anterior, no hubo respuesta. 

Eso fue todo. Nadie en su sano juicio haría tal cosa en la habitación de una princesa de Nido Profundo. La actitud de la tejedora cambió de una precausión extrema a una agresividad imparable, mientras una de sus manos agarraba el picaporte de su puerta. 

Hachi abrió la puerta de un tirón, y su aguja se alzó al frente, amenazando a quien quiera que estuviese justo allí. Sin embargo, su ira se convirtió de inmediato en asombro, cuando vió a un gran insecto frente a su habitación. Uno que solo miraba al frente, con la aguja de Hachi a apenas unos milímetros de su rostro, pero que no se inmutaba en lo más mínimo. 

—¿Ghost? — Preguntó con visible sorpresa. —¿Qué haces aquí?

La tejedora preguntaba mientras quitaba la punta de su aguja del rostro del fantasma, mientras este se quedaba en un absoluto silencio. ¿Por qué estaba allí? Era una buena pregunta. Una que al parecer, no tenía una respuesta. 

—No puedes estar aquí. Si te ven quien sabe lo que pueda pasar. 

—Yo...

—¿Escuchaste eso?

De pronto, ambos se congelaron cuando sintieron una voces no muy lejos, y una pequeña luz poco a poco se acercaba. Eran los guardias, y si veían a Ghost en frente de la habitación de la princesa algo realmente problemático ocurriría. 

Envuelta en pánico, Hachi tomó a Ghost de la mano y lo arrastró al interior de su habitación, cerrando la puerta de inmediato, mientras los pasos de los guardias se hacía mas fuertes, y la luz de las lámpara indicaban que estaban justo al frente. De seguro dos o tres de ellos. 

—Mmmm... Parece que no fue nada. 

—Tal vez fue mi imaginación.

—Bueno. Regresemos a nuestro puesto. 

Hachi tenía la cabeza pegada a la puerta, escuchando con sumo detalle cada palabra de los guardias, y pudo suspirar aliviada cuando los escuchó alejarse. Se había librado de un buen problema, pero ahora estaba en otro aún peor.

La tejedora volteó la vista a su habitación, pero lo que menos se esperaba, era que Ghost estuviese firme como una estatua justo detrás, cosa que le causó un sobresalto bastante llamativo, mientras apretaba sus dientes para no gritar más alto de lo necesario. 

—Mierda Ghost... Casi me provocas un infarto. 

—Yo... Lo siento. —Dijo bajando la cabeza.

—Esta bien. Esta bien. ¿Cómo fue que pasaste sin que te vieran? —Ghost solo ladeó la cabeza confundido. —Si. Error mio. Se me olvidó que eres más escurridizo que un fantasma. Pero... ¿Qué haces aquí?

—Yo...

Ghost realmente dudaba en responder al parecer no tenía una respuesta para eso. Por la forma de su mirada, parecía que los engranajes de su cabeza estaban trabajando en su máxima capacidad para encontrar una respuesta. Como si realmente estuviese buscando la forma de decir algo que era muy dificil.

Por otro lado, pasado unos segundos, los ojos de Hachi se abrieron como platos, mientras un rubor notorio se mostraba en su rostro. Una idea pasó por su mente... Una idea muy poco decoroso. Y su nerviosismo fue notorio, cuando comenzó a apretarse las manos sin motivo aparente, mientras su mirada caía algo... curiosa, hacia el suelo. 

—Ghost.... Tu y yo... es demasiado pronto...

—Esa canción —Comentó Ghost, cortando la fantasía de Hachi en un perfecto momento.

—¿Eh?

Una vez más, los ojos de Hachi se abrieron como platos, pero el rubor en su rostro era aún más notorio. Esta vez producto a la vergüenza que estaba sufriendo. Pensar en lo que había dicho... en lo que había sujerido... Hacía que deseara con todo su ser que la tierra se abriese bajo sus pies y se la tragase. Pero por obvias razones, eso no pasaría. Y Ghost tampoco ayudaba mucho. 

—¿Estás bien? Estas demasiado roja, pareces enferma. Debería llevarte a un doctor, tal vez tengas fiebre. 

—N-no G-Ghost.... No e-e-estoy enferma.

—¿Segura?

—S-Si... Lo estoy. —Entonces, el escape a dicha situación vino a su mente. —Espera... ¿De qué canción estás hablando?

Una jugada maestra, la cual alivió un poco la situación. Para ella, pues Ghost realmente parecía que no se había enterado del panorama general. 

—La canción que tocaste... en la cena.

 Así que era eso. La verdad se le reveló a la tejedora como un airle frio de otoño, pero eso explicaría muchas cosas. Sin embargo, venir hasta su habitación a medianoche solo por eso carecía de todo sentido común, pero ya ella sabía que eso era algo que Ghost no tenía. 

Sin embargo, pronto la curiosidad se apoderó de la tejedora. Conocía a Ghost lo suficiente para saber que nada en este mundo lo llamaba la atención. Como si la curiosidad hubiese sido removida de él. Como si ese niño ilusionado por el mundo que tenemos en nuestro interior se le hubiese sido estirpado de golpe. 

Hachi recordaba su momento sobre el escenario. Como Ghost la miraba, atento. Era la primera vez que veía al fantasma mostrar interes en algo. Y pensar que su música fue la causa del despertar de ese interes... la hacía sentirse feliz. 

—Esa canción... ¿Te gustó? —Ghost solo asintió con la cabeza. —Es una melodía tradicional de nuestra reino... Una que ha sido transmitida por generaciones hasta nuestros días. La aprendí de mi madre como ella la aprendió de la suya. 

—Ya veo... Es interesante.

La sorpresa regresó al rostro de la tejedora una vez más. ¿Ghost mostrando interes en algo? ¿Mostrando genuino interés? Eso era toda una novedad. Incluso detrás de esas cuencas vacía y oscuras que portaba sobre su rostro, Hachi pudo detectar un pequeño... ínfimo... apenas insignificante brillo. Una posibilidad. 

—¿Te... te gustaría oirme toca?

La tejedora preguntó algo temerosa, con miedo a recibir un no como respuesta, pero Ghost no tardó ni un segundo en asentir con la cabeza, cosa que dejó en el rostro de Hachi una agradable sonrisa. 

La tejedora pasó a su lado, y se sentó sobre una silla. Poco a poco, su cuerpo comenzó a producir era fina pero resistente tela, la cual envolvía entre sus manos mientras adquiría la forma de un instrumento de cuerda improvisado. De igual forma que lo había hecho en el escenario horas atrás. Ella apreciaba la música. La amaba, y tocar sus melodía era motivo suficiente para estar viva. Y ahora, con sus cuatro cuerdas litas, sus manos tensadas y sus antebrazos preparados para comenzar a tocar, alzó la mirada, y vió la expectatica de Ghost dibujada en su rostro. 

—¿Listo?

Ghost asintió con la cabeza, segundos antes de sentarse en el suelo, envuelto en su capa negra, y sin apartar la mirada de ella. Toda su concentración estaba enfocada sobre la tejedora, y aunque carecía de discreción, era algo que a Hachi la llenaba de júbilo. Por ahora disfrutaría el momento, ahora que tenía un público tan atento solo para ella. 

https://youtu.be/BLs6aZcVEz4

Las melodías comenzaron a vibrar desde las finas cuerdas, mientras los tonos bajos y altos saturaban los oidos de ambos. Hachi no tardó en astraerse del mundo físico, donde su mente podía ser libre de ataduras, y vagar por la infinidad de la imaginación, encontrando nuevas notas que agregar a su magnífica obra de arte. 

Un tono rápido, muy similar a aquel que tocó durante la cena. No sabía con exactitud que parte de su melodía había despertado en interés en Ghost, así que trataría de recrear una semejante. Una rápida, con movimento precisos y notas cortas y con cambios constantes. Una piesa divina, que tocaba solo con su cuerpo, no con su mente, pues no pensaba para dejar que la melodía escapace de su propia tela. 

Finalmente la pieza llegó a su final, y poco a poco la mente de Hachi regresaba al plano físico, mientras sus ojos se abrían lentamente, la mirada de alguien despertando de un coma inducido. Ante ella, estaba la mirada de Ghost, tan cansada como siempre, pero atenta y sin pestañar. Espectante. Deseoso de más. 

—¿Te gustó?

Ghost asintió con euforia, logrando esbosar una nueva sonrisa sobre el rostro de la tejedora. Tenía sueño, pero ese momento le resultaba tan bonito, que no quería que acabase más pronto. Tal vez podría tocas una o dos canciones más para él, si es que eso significaría que el interés de Ghost por fin despertada de su prolongado letargo.

Hachi no quiso desaproevecha su oportunidad, y sus manos se alzaron de nuevo hacia sus cuerdas. Podría tocar una melodía igual de frenética, pero quería intentar algo diferente. Una más suave tal vez, y de esa forma, encontrar que tipo melodía o sonidos le gustaba más a su público. Esta vez, tocaría algo diferente. 

https://youtu.be/OGvd6Pmn5WA

Esta vez, la melocía tenía un tomo más melancólico. Suave, con tono danzantes entre los acordes altos y bajos. Hachi cerró sus ojos, y su mente navegó sin rumbo en un constante mar en calma. Azul como el gran lago. Un momento de paz y tranquilidad, pero con un dramático toque de nostalgia y tristesa. 

Era hermosa, una piesa divina. Sus manos se movian con gentileza y delicadeza, muy diferente a la fiereza de sus piezas anteriores. Era suaves caricias a las cuerdas, las cuales vibraban con un suave toque de amargura. Era hermoso... No había mejor palabra para definir tanta majestuosidad. 

La divina piesa llegó a su fin, con un largo sonido grave. Una bella despedida para una melodía tan magnífica. Hachi abría sus ojos una vez más, regresando a la realidad después de su hermoso viaje extraterrenal. Ella esbosaba una hermosa sonrisa, gustosa de las emociones que su cuerpo acariciaba. Sin embargo, su corazón se detuvo de tristesa, cuando vió a quien tenía justo al frente. 

Muy diferente a lo que ella esperaba, Ghost estaba completamente abatido. La triste melodía había causado en él una reacción que no era capaz de controlar. Las lágrimas caían por la cuencas de sus ojos sin descanzo, mientras su mirada se posaba sobre el suelo con dolor y frustración. Sus manos se aferraban a sus antebrazos, como alguien que desesperadamente busca consuelo pero no es capaz de encontrarlo. 

Su pecho dolía, y su corazón amenazaba con fallar en cualquier momento. Sus músculos temblaban, sus dientes se apretaban. La tristeza que se alojó en su cuerpo después de tantos años había encontrado una enorme fisura en su constante carencia de emociones. No podía controlarse. No podía hacer nada. Estaba quebrado... En ese momento no era el guerrero poderoso, sinó aquel niño que vió como lo perdía todo frente a sus ojos. 

—¿Ghost? ¿Ghost? ¿Que... Qué pasa? ¿Ghost? Por favor respóndeme... Ghost...

Hachi no pudo quedarse de brazos cruazdos. Verlo en ese estado más que preocuparla la asustó en serio, más cuando sus palabras parecía caer en oidos sordos. Ghost no respondía a nada, sus manos cada vez apretaban más su cuerpo, mientras otras dos se apoyaban sobre su rostro. La fuerza era tal, que parte de su quitina estaba siendo rasgada por su afiladas garras. Esto no estaba bien... No estaba para anda bien. 

—Ghost... Por favor Ghost, detente... No quiero verte así... Por favor... Perdóname...

Hachi no era capaz de reparar lo que sin querer había destruido. Todo ese dolor que tanto atormentaba al fantasma, se precipitó fuera de él cuando la presa de su indiferencia fue destruida por las melancólicas notas de la tejedora. Era una caudal de sufrimiento o dolor que no podría ser retenido... Pero al menos podría ser controlado. 

Ghost dejó escapar un solloso agitado, y su cuerpo se tensó cuando seis brazos se envolvieron sobre su rostro. Presa del miedo, y la desesperación de no saber que hacer, Hachi envolció su rotro, y precionó la cara del fantama contra su pecho, donde las lágrimas no se detuvieron, pero al menos esa desesperación por querer arrancarse la piel se detuvo. 

Las manos de Ghost calleron derrotadas, carentes de fuerza, así como el mar de lágrimas que caía sobre el pecho de la tejedora. ¿Así que este era el dolor que Ghost cargaba en su interior? ¿Las verdaderas penas que nadie conocía? ¿Cuanto a sufrido el fantasma en silencio? ¿Solo? Incluso una parte de ese dolor pudo llegar a ella, cuando sus propias lágrimas se sumaron a la escena, cayendo como una ligera llovisna sobre la cabeza del fantasma. 

—No estas solo... Ghost... No estás solo...

Los minutos pasaron, y más que por fuerza de voluntad, la deshidratación obligó al fantasma a contener su lamento, pero su cuerpo se sentía pesado y desmotivado. Hachi cada vez podía sentir más su peso, incapaz de mantenerse firme, mientras poco a poco colocaba su cabeza sobre el suelo. Se había... dormido, pero su cuerpo aún se contraía ante los lamentos. 

La tejedora agarró una de sus almohadas, y con delicadeza alzó su cabeza para colocarla justo debajo. No quería despertarlo... Seguramente no sería capaz de hacerlo, cuando una idea cruzó su mente. Si su música era capaz de alcanzar las emociones de Ghost de esa manera, entonces podría hacer algo para ayudarle. 

https://youtu.be/_KFsJvgPfHg

Una nueva melodía comenzó a escapar de las cuerzas que Hachi recien había creado. Una melodía suave y calmada, con un leve toque melancólico, pero con un temple mucho más armonioso. Uno que, entre notas y acordes, daba una extraña sensación revigorizante. Una sensación de esperanza. 

Poco a poco, el cuerpo del abatido fantasma comenzó a dejar de contraerse, mientras su conciencia inducida por la música, cahía cada vez más en un letargo más produndo, mientras se agarraba de sus piernas y se hacía una pequeña bola alrededor de la cálida almohada que Hachi colocó sobre su cabeza. Y cuando la melodía llegó a su fin, lo único que quedaba de ese caparazón roto de dolor, era un cuerpo inerte, sumido en un profundo sueño. Uno que hacía años no experimentaba. Uno en donde estaba... en paz. 

Hachi hizo sus cuerdas a un lado, y solo entonces pudo suspirar con pesar. Haber visto ese estado de Ghost, esa... volnerabilidad le había roto el corazón, pero al menos le confirmó lo que tanto le preocupaba. Ghost estaba roto... Roto de forma que no era capaz de imaginar.

— Descanza... Ghost...

Una palabras que escaparon como un susurro, mientras se dejaba caer sobre su cama, abatida, tan dolida como aquel que yacía sobre su piso estaba. En una situación diferente, no podría pensar en otra cosa que en el hecho que el bicho que le gustaba estaba ahora en su cuerto. Pero con todo lo ocurrido, tal vergüenza carecía de importancia. 

Mañana sería un día mejor... Eso era algo que ella aseguraría. Un pensamiento que pasó por su mente, antes que acompañase al fantasma al mundo de los sueños. 

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