Cap. 23 - En las Fauces de ¨La Bestia¨

https://youtu.be/8WytfM9EW2g

Ahora, las tornas de enfrentamiento político se había torcido. Esta vez, estaban en el mismísimo corazón de Nido Profundo. La Sala de Guerra de la ciudad de Komonosu. La guarida... de la bestia. 

La mirada de Herrah se posó sobre cada uno de los presentes, uno por uno, antes que ninguna palabra pudiese ser dicha. Como si con una simple impresión fuese capaz de analizar al sujeto en cuestión y descubrir todos sus miedos... Sus falencias... Sus peores pesadillas. 

Lo seis ojos de Herrah se posaron sobre Sun Ce. Valiente, temerario. Temeroso del fracaso. Aterrado por defraudar a los suyos. Una mirada que no temblaba al mirar a la bestia a los ojos, pero cuya visión se intercambiaba con la de su hija roja en repetidas ocasiones. Interesante. 

Sun Quang tenía una mirada pétrea, pero muy controlada. Algo lo retenía. Algo le impedí desenvainar su arma en ese momento y atacar con toda su rabia. No temía a la muerte. Pero le aterraba perder a sus seres queridos. 

Bretta casi se desmalla al sentir el peso de los seis pares de ojos más poderosos de Nido Profundo sobre ella. Su cuerpo apenas podía contemplar las sacudidas, pero dentro de esa cáscara de cristal parecía haber un corazón más duro que la cáscara que la recubría. 

Kaede fue un misterio al inicio. Esos ojos Herrah los recordaba de algún lado, pero no sabría decir de donde. La mirada de un depredador natura, escondida tras la fachada de un muchacha que esbozaba una leve sonrisa. La asesina perfecta, que oculta sus intensiones a ojos de todos. Una a la cual sabía no podía ignorar. 

Sin embargo, nada causó más duda a la regente de Nido Profundo, que los ojos agotados de Ghost y su mirada muerta. Un alma consumida hasta los cimientos. Una mirada que no dejaba escapar ningún ápice de debilidad... ni fortaleza. Un misterio envuelto en un manto negro. 

—Es un gran honor, Matriarca de Nido Profundo, Herrah. Mi nombre es Sun Ce, y estamos aquí como representantes de la corte de Ciudad Concordia. 

La voz de Sun Ce se alzó de entre el silencio, ahora que se había percatado que Herrah había concluido con su análisis. Ahora, estaba a punto de comenzar una batalla. Una batalla política de la cual Sendero Verde tenía la ventaja. Pero un paso el falso y sus cabezas rodarían hasta el fondo de la ciudad más profunda de Hallownest. Fue entonces, que la voz de la matriarca se alzó de su silencio.

—Y para nosotras es un placer poder recibirlos. Pero déjense de formalidades... Aquí consideramos esas profesiones bastante aburridas. 

Los ojos de los hermanos Sun y de Bretta se abrieron como platos. Los tres se habían preparado para este momento, sobre todo la escarabajo, quien estuvo horas memorizando las etiquetas de conducta para no fallar. Horas y horas desperdiciadas. EN cuyo rostro deprimido podía notarse su desilusión. Kaede y Ghost no se impresionaron en lo absoluto. Una, porque tenía una corazonada. El otro, porque nada le importaba realmente. 

—Bueno... En tal caso... Creo que podríamos hablar entonces acerca del acuerdo comercial. Las tarifas, los pagos, las... —Sun Quang no demoró en tratar de hacer la tarea la cual se le fue asignada, pero la mano de Herrah alzada al frente detuvo su monólogo. 

—Si, si, si. Esos asuntos después lo tratas con Hachi y con Uoling. 

—Esto... yo... eh... ¿Quién? —Preguntó el hijo Sun confundido. 

—Es nuestro ministro de economía. No se preocupe, general. Después podremos llegar a un acuerdo mientras disfrutamos de un buen te. 

La voz de Hachi fue como un alivio de esperanza. Ninguno de los presentes jamás imaginarían que estos eventos sucederían con tanta... banalidad. Esperaban que Herrah fuera alguien que exigiese respeto. Y aunque era intimidante, el hecho que rechazara los protocolos de tal forma los dejó bastante confusos. Al parecer, el apodo de ¨la bestia¨ también tenía un significado en otros puntos. Tal vez algún noble imperial que la llamó bestia, cuando irrumpió con su brusquedad en el palacio imperial. ¿Quien sabe?

—Entonces... —La voz de Herrah volvió a alzarse, esta vez, con un tono que mostraba algo más de interés. —¿Es este el insecto que te derrotó?

—Si madre... No tienes que recordármelo. —Se quejó la princesa de rojo. 

—Interesante... ¿Y que hay de ti, Hachi? Supongo que te ocurrió algo similar. 

Hachi suspiró profundamente. No era sencillo admitirlo, pero ene este punto no tendría mucho sentido ocultar nada. La tejedora de blanco alzó parte de su atendo, revelando la gran cicatriz que recorría su cintura desde el frente hasta atrás. Una que ya estaba sanada, pero cuya marca posiblemente nunca desaparecería. 

—El general Ghost... Demostró ser muy superior a lo que esperaba... De no ser por la señorita Bretta y sus cuidados, posiblemente hoy no estuviese aquí presente. 

—Ya veo. 

Herrah miró al frente, intercambiando la mirada entre la escarabajo que se hacía reverencias sin parar ante el temor, y el guerrero fantasmal que no se inmutaba ante nada. Entonces, la gran araña descendió de su trono, y con pasos firmes se acercó al grupo de invitados, deteniéndose justo en frente de la asustado escarabajo, quien tragó en seco al ver a la colosal matriarca en frente de ella. Si Herra hubiese querido asustarla en ese momento, de seguro Bretta no hubiese podido mantener firmes el esfínter. Sin embargo, lo que recibió de esta fue una reverencia. 

—Muchas gracias, señorita Bretta... Por salvar la vida de mi hija. 

—N-n-n-n-n-no se preocupe, s-s-s-s-su alteza. Y-y-yo solo hice lo q-q-q-que pude. 

El nerviosismo y miedo de la pequeña era notorios, pero al menos eso explicaba el porqué una sirvienta estaba en presencia de la corte. Y saber que Hachi estaba presente hoy, allí gracias a ella hizo que se ganara su aprecio de inmediato. Aunque eso era algo que no lo dejaría saber. Sin embargo, pronto su atención se tornó en el insecto de ojos cansados. 

—Así que, general Ghost. Veo que no eres nativo de Sendero Verde. ¿De donde eres?

—Madre... creo que mejor no...

—Bocamatsu. 

Hachi trató de detener la curiosidad de la reina, pero la voz del propio Ghost le dió la respuesta que buscaba. Herrah de inmediato volteó la cabeza de vuelta al fantasma, y con un simple calculo por su apariencia pudo unir los cables sueltos y llegar a una conclusión. Una que era mejor no seguir indagando. 

—No lo voy a negar... Si te hubieses presentado aquí sin mi hija de seguro que hubiese decapitado yo misma. 

Las palabras de Herrah no trataban de esconder nada. Era una clara amenaza, una que todos miraron con preocupación. Una que iba acompañada de una mirada fulminante. Sin embargo, el rostro de Ghost no cambió en lo absoluto. No era capaz de sentir miedo... No era capaz de sentir nada. Y eso fue algo que a Herrah le quedó bien en claro en ese momento. Ese joven estaba más roto como ningún insecto que antes hubiese conocido. Se preguntaba quién podría ser, pero sabía que ese no era el momento de preguntar. 

—Así que... ¿General Sun Ce, correcto?

—Si, su alteza. 

—Así que usted fue quien derrotó a Hornet. ¿Me equivoco?

—Mamá... —Se quejaba la tejedora roja a sus espaldas. 

—No diría que la derrote. Nuestro combate se vió interrumpido en ese momento. 

—Interesante... Me gustaría intercambiar espadas con usted algún día. 

—Mamá....

—Oh... Esto... Matriarca Herrah... Yo... No se si sea una buena idea del todo. 

—Mamá... solo déjalo.

—¿Por qué? Es mi responsabilidad conocer la fuerza de un pretendiente de mi hija. 

—¡Mamá!

Los ojos de muchos de los presentes se abrieron como platos ante tales declaraciones. Y los ojos del propio Sun Ce eran los más abiertos de todos. Hachi estaba igual de impactada, y cuando giró a ver a su hermana, esta estaba hecha una bola en su trono, envuelta en sus telas tratando de ocultar su vergüenza. 

—Eh... esto... yo... no... yo... es que... no...

—Madre, el señor Sun Ce ya está comprometido. 

La voz de Hachi le dió al general un segundo de alivio. Sus palabras habían colisionado en su boca, y un balbuceo incompresible fue lo único que pudo expresar. Su hermano a su lado hacía lo imposible por no estallar en risas, antes que la matriarca volviera a poner la misada sobre el primogénito de la familia Sun. 

—¿Es eso cierto? —Sun Ce solo pudo asentir rápidamente con la cabeza, pues las palabras no salían de su boca. —Ya veo... Es una pena. 

Se pudo notar como la matriarca hizo una mueca de descontento, pero no había nada que pudiese hacer al respecto. Así que sin nada más que decir, regresó a su trono, donde volvió su mirada hacia sus invitados. 

—Bueno. Deben estar cansados por el viaje. Las asignaremos algunas habitaciones para su estadía. Espero que su estancia aquí les resulte placentera. 

—Será todo un placer, Matriarca Herrah. —Sun Quang tuvo que responder, pues su hermano aun estaba en shock por las palabras de Herrah

Con una chasquido de sus dedos, unas tejedoras sirvientas de la corte se acercaron, y pidieron a los invitados acompañarlas hacia sus residencias temporales. Ninguno se hizo esperar, y se dispusieron a abandonar el lugar de inmediato, pero.

—Ghost

El fantasma se detuvo en seco cuando escuchó la voz de Hachi, dejando que el resto siguiera avanzando. Este giró la cabeza levemente, dando a entender que estaba prestando atención, aunque no dejaba de darle la espalda. 

—¿Quieres... Quieres que te muestra la ciudad más tarde?

El fantasma asintió con la cabeza sin pensarlo mucho, solo para regresar junto al resto, que ya se habían adelantado un poco. Y tan pronto todos, se retiraron del lugar,  la familia real pudo respirar con tranquilidad. 

Hachi apenas se acomodaba en su trono, cuando sintió unas enorme manos cargarla en peso. Herrah las superaba en fuerza y tamaño, y junto a Hornet, las acurrucó sobre su pecho como si aún fuesen larvas. Después de todo, a pesar de su brutal aspecto, Herrah amaba a su prole como nada en este mundo. 

—Mi pequeña... Te extrañé tanto... Cuando nos enteramos de la noticia... Yo... Yo...

—Lo se, madre... Yo también te extrañé mucho... A ambas... 

—Nos diste un buen susto hermana. No vuelvas a hacernos esto. 

—Lo siento, Hornet... Prometo que no volverá a ocurrir. 

—Bueno. Lo importante es que ya estás aquí. Ahora cuéntame todo. En especial ese interés que tienes por ese tal Ghost. 

A pesar del rubor en su rostro, ta tejedora blanca comenzó a contar lo sucedido desde que fue derrotada por Ghost hasta la actualidad. El cómo Ghost la derrotó de un solo ataque, y cómo fue él el motivo de que la invasión a Sendero Verde hubiese fallado. Hornet ya estaba al tanto de todo, pero volverlo a escuchar era igual de impactante. Las semanas de recuperación, cómo Bretta cuidó de ella todo el tiempo, y cómo lograron establecer una relación amistosa a pesar de que ambas compartían interés por el mismo insecto. Cada palabra que escuchaba de su hija, era una sensación revigorizarte para su espíritu. 

Una vez concluida la reunión familiar, y que los invitados estuviesen acomodados en sus habitaciones, Sun Quang no perdió el tiempo y solicitó una reunión con la Khan Hachi para cerrar los términos del acuerdo comercial. Al parecer, el hermano del medio de los Sun se disponía a regresar solo, junto a un grupo de soldados, a Sender Verde tan pronto tuviese la respuesta. 

Aún así, Hornet, Sun Ce y el propio Ghost quisieron estar presentes durante la reunión. Y pesar de no ser alguien influyente, Bretta sabía manejar microeconomías, gracias a lo que pudo ayudar a la señora Shui en su trabajo. Kaede, en cambio, decidió ir a explorar la ciudad por su cuenta. 

No fue una reunión para nada sencilla. Cuando dos economías funcionan de formas tan diferentes, y cuando sus monedas de cambio son tan diferente, llegar a un punto medio de beneficio mutuo es muy complicado. Sobre todo, cuando la misma libra de soja cuesta dos Libras Blancas en Sendero Verde y cinco Yang de Seda en Nido Profundo, las monedas de cambio correspondientes a cada nación. En estos casos, usar como referencia una moneda de un país intermediario sería una buena opción, pero dado todo Hallownest estaba en guerra eso no sería posible. Y crear una tercera moneda para el uso común destruiría sus economías definitivamente. 

Aún así, llegaron a un acuerdo, que si bien beneficiaba ligeramente a Sendero Verde en un inicio, era un precio que estaban dispuestos a pagar para evitar una crisis alimenticia. Un cambio de uno a tres, o en otras palabras, que la Libra Blanca tendría un valor de tres Yang de Seda. Una jugada un tanto peligrosas para ambas naciones. Para Nido Profundo, con la amenaza que su divisa fuese exportada poco a poco a una nación extranjera, y para Sendero Verde, que su mercado fuese inundado por una moneda extranjera. Ya buscarían una solución a futuro, pero de momento era un muy buen inicio. 

Por otro lado, el principal interés por el intercambio de recursos fue un punto de vital importancia. Sendero Verde era rico en recursos naturales, no solo alimentos, sino también madera, medicinas, artesanía y otros que despertaban el interés de la tejedoras. Y en cambio, Nido Profundo ofrecía recursos minerales, entre ellos la plata, cosa que sería muy útil para la creación de los propias Libras Blancas. Además, que la seda era algo que seguro se vendería como pan caliente en los mercados de Sendero Verde. Así como pieles de animales y artesanías hechas de metal. 

Otro tema importante era la seguridad, sobre todo en las zonas cavernosas de Nido Profundo. Por decreto de ambas naciones, los bienes de interés serían transportados en caravana, y siempre acompañados de una escolta militar. Un gasto grande, pero mejor que un bicho salvaje destruyese las carretas. Aunque claro, cualquier mercader que estuviese dispuesto a comerciar por su cuenta y bajo su propio riego, no sería detenido. 

Para cuando el acuerdo fue cerrado, ya la noche había caído sobre Hallownest. El descenso de la temperatura era la forma en que las tejedoras podían conocer eso, pues en Nido Profundo la luz del sol no llegaba sin importar la hora del día o época del año. Un sistema interesante, pero efectivo. 

Por la noche, se llevó a cabo una modesta cena. En tiempo de antaño, con una caza más abundante, celebrarían un festín llena de carnes de todo tipo, pero en la situación actual del reino eso no era posible. Un cena de apenas cincuentas comensales, incluyendo los incitados de Sendero Verde, la monarquía y algunos nobles y oficiale de alto rango locales. Todo, acompañado de la suave música que las tejedoras de una orquesta ofrecían a los comensales. Saber que las tejedoras eran capaces de crear tales melodía fue todo una sorpresa para aquellos que provenían de las zonas más iluminadas de Hallownest. Sin embargo, había algo que no estaba bien.

Desde que comenzó la cena, el hermano mayor de los Sun no había apartado la mirada de un extraño arácnido que tampoco aparataba la mirada de él. Ninguno de los dos se había visto antes, pero la mirada de desprecio hacia los invitados de Sendero Verde fue algo que no pudo pasar de alto. 

Era una criatura colosal, más grande que cualquier guerrero de Sendero Verde. Su mirada era fría y calculadora, dando a entender que obviamente no estaba feliz con todo lo que estaba pasando en ese momento en Nido Profundo. Pero no pudo saber quien era, después de todo, en el frente donde el propio Nosk luchó, no quedaron sobrevivientes que pudiesen contar lo que vieron ese día. Ghost ya había notado su presencia, y lo había catalogado como una posible amenaza, pero mientras se mantuviese distante, estarían a salvo. Aún así, el pensamiento de que tal vez ese arácnido fuese el responsable de la guerra civil parecía posiblemente acertado. Pero tan pronto este terminó la comida, este se puso de pie junto a sus seguidores, dispuestos a abandonar el lugar. 

—¿Se va tan pronto, comandante Nosk? —Preguntó Herrah con un rastro de veneno en su rostro. 

—Me temo que si, matriarca, asuntos importantes esperan de mi intervención. —Respondió Nosk con la misma intensión venenosa.

—Ya veo. Entonces le deseo suerte en sus labores. 

—Así será, matriarca. 

No hubo más intercambio de palabras, y la repentina salida de Nosk y su séquito del salón dejó un abrumador silencio. Todo pudieron notar esa hostilidad entre ambos, aunque solo los de Nido Profundo podían asegurar el verdadero motivo, aunque los extranjeros podían hacerse una vaga idea. Y con excepción de Ghost, todos dejaron de comer de sus platos por unos segundos, hasta que la música comenzó nuevamente. A Ghost no podía importarle menos después de todos. 

Sin embargo, las emociones no eran iguales para los presentes. Herrah enfocó su mirada en el su plato, pero se podía apreciar su enojo aflorando de su quitina, aunque lograba aplacarlo con maestría. No como Hornet, cuyo rostro de desagrado miraba con desprecio al pasillo por donde Nosk se había retirado. Era claro que había marcados conflictos dentro de la corte de Nido Profundo, conflictos muy marcados. Pero... ¿Dónde estaba Hachi?

La cena continuó por varios minutos, y ya muchos estaban terminando sus platillos. Ghost no dejaba de comer salvo para asentir o refutar alguna pregunta muy puntual de Kaede, Bretta o los hermanos Sun, pero siempre sin apartar la mirada de su plato. Roto, sin deseos por nada. Aun así, su masticar era lento, y eso provocaba que comiese más lento que el resto. Momento exacto cuando la pequeña banda terminó su última canción, y los aplausos de los residentes de Nido Profundo anunciaban algo importante. 

Para Kaede y los Sun fue extraño ver a la Khan Hachi subir al escenario, aunque Bretta si conocía de la pasión de la tejedora por la música. Aunque Ghost ni siquiera se inmutó en mirar el motivo de los aplausos. Ver a la tejedora producir un hermoso hilo fino mientras lo enrollaba entre sus piernas era en si una obra de arte, hasta que cuatro cuerdas bien tensas descansaban entre sus piernas, y antes la expectative, todo quedaron en silencio. 

https://youtu.be/svamV9VNMgo

Las melodías comenzaron a brotar de las cuerdas tensadas, mientras los antebrazos ligeramente espinos de la tejedora hacían de arcos. Dos extremidades agarraban y tensaban los hilos abajo y arriba. Dos más cambiaban los acordes, mientras otras dos se deslizaban con gracias sobre la superficie, generando los sonidos que tanto animaban los corazones presentes. 

Melodías vibrantes, perfeccionadas con años de practica. Los instrumentos del resto de la banda no tardaron en unirse a lo que en principio parecían un cántico caballería. Pero ninguno opacaba a la cuerda principal, decoraba con un hermoso vestido blanco ceremonial. 

Hachi cerraba sus ojos y de dejaba guiar por el sonido de las notas que ella misma generaba. No pensaba que toca, su cuerpo se movía casi involuntariamente, como si estuviese en un transe o algo similar. Era hermoso. Y fue entonces cuando ocurrió algo maravilloso. 

Bretta y Kaede vieron con asombro como Ghost dejó sus alimentos de lado, mientras poco a poco se tornaba hacia el origen de la música. Imposible. El fantasma roto mostraba genuino interés hacia... hacia algo. 

Era posible que ni el propio Ghost fuese consciente de lo que hacía, pero su mirada se vió perdida entre las incansables extremidades de la tejedora, las cuales no descansaban mientras las notas brotaban de sus cuerdas tensadas. No sabía el por qué, pero no podía apartar la mirada, aun con sus ojos cansados y perdidos en el infinito. Pero por esos cortos minutos, cierto brillo volvió a emanar de su interior. 

—Mara... villoso...

Un leve y casi inaudible sonido escapó de su boca. Uno que solo aquellos que estaban realmente cerca pudieron escuchar. A los Sun le pareció extraña tal reacción, pero para Kaede y para Bretta fue como una caricia en el alma. Aunque no fuera en ella, ver un pequeño y efímero rastro de vida dentro de las cuencas vacía de Ghost les devolvía una esperanza que Kaede ya había perdido. 

Ghost estaba tan anonadado, que ni siquiera notó cuando Kaede tomó su mano más cercana y la apretó con fuerza, casi a punto de llorar. Al parecer.... su hermanito roto tal vez aún tenía esperanza. 

Sin embargo, pronto la melodía concluyó, y Hachi regresó a la tierra de los vivos. Volver a sentir esa sensación dibujó en ella una alegre sonrisa, mientras lo vítores que había olvidado le traían momento bonitos. Su hermana y su madre aplaudiendo por ella, fue una imagen que realmente añoraba volver a ver. Sin embargo, nada la sorprendió más que voltear su vista sobre su público, y notar que Ghost la estaba mirando. Con sus ojos cansados y oscuros, pero mirándola. Con cierto... brillo en su interior. Sin embargo, este no se inmutó ante el intercambio de miradas. Pero para ella eso sería suficiente. 

Ella sonrió, antes de ponerse de pie y regresar a su asiento. Para una tejedora la música era tan importante como la batalla, y las melodías de Hachi animaron algunos corazones, e hicieron que otros volviese a latir. Ghost había escuchado música antes. Incluso la música de la banda anteriormente presentada. Pero no recordaba en algún momento que lo hubiese disfrutado. 

Incluso había escuchado a la propia Hachi tocar en Sendero Verde, pero sus melodías no lo habían agitado cómo ahora lo hicieron. ¿Acaso, esas notas tristes que tocaba durante su casi encierro, eran tan diferentes a la emoción que puso ahora que estaba devuelta en casa? Esa sería una respuesta que entendía hasta cierto punto.

Mas, su cara volvió a su plato, confundido, perdido en sus pensamientos. Una vez más con sus ojos cansados que poco a poco volvían a recuperar su tono sombrío y alejado. Una mano se apoyó sobre su hombro, y su mirada se alzó hacia Kaede, quien lo miraba con una extraña alegría nostálgica, mientras lo sacudía levemente como si hiciera un intento por no estallar en felicidad. 

Ghost no entendía la reacción de su media hermana, o el porqué Bretta frente a él tenía ojos cristalinos. ¿Acaso había hecho algo malo? Eso era algo que no sabría, pero que tampoco obtendría respuestas. Y con su típico semblante inexpresivo, volvió a ingerir los alimentos que aún le quedaban, como el fantasma que siempre había sido. 

Sin embargo, muy diferente a las celebraciones que se llevaban a cabo en la Sala de Guerra, un ser no escondía su enojo en las profundidades de una caverna de Nido Profundo. Objetos volaban de un lugar para otro, y ni siquiera la dureza de las rocas era capaz de resistir el arrebato de su guadaña, mientras arrasaba con todo a su paso. Nadie en su sano juicio permanecería allí, con la amenaza de ser cortados a la mitad por un descuido. Nadie, excepto uno. 

—¡Mierda! ¡Estábamos tan cerca! ¿¡Por qué esto tuvo que pasar justo ahora!? —Gritaba el colosal ser mientras formaba una nueva fisura sobre la roca. 

—Deberías calmarte, Nosk-san. Destruir el lugar no traerá ningún benéfico.

La voz proveía de una dama, de mucho menor tamaño, pero que se mostraba confiada incluso con todo el desastre que su aparente compañero estaba creando. De hecho, las forma tan perezosa en la que actuaba, daba a entender que esta era una situación normal para ella. 

—¡No se cómo rayos puedes estar tan calmada, Adia! ¡Esto lo arruina todo! ¡Esa bastarda debía haberse quedado muerta! —Grito iracundo antes que su guadaña abriera otra grieta sobre la pared. 

—Estoy tratando de pensar... Cosa que es muy difícil contigo dando un berrinche. 

—¡Carajo!

El enorme monstruo gritó iracundo por última vez, antes de dejar de golpear todo en su arrebato de furia, sin embargo, permanecía caminando con rabia de un lugar para otro, incapaz de calmarse en lo más mínimo. 

—Este Pacto de no Agresión sin lugar a dudas detuvo nuestros planes. 

—¡Fue más que eso! ¡Se suponía que en un par de días todo se iría al demonio!

—Si, si, si. No tienes que repetírmelo. Yo ideé el plan después de todo. 

—Vete a la mierda.

—¿Por que no me sorprende tu actitud?

—¿Vas a seguir hablando basura, o vas a pensar en algo?

—Si te callara la boca hubiese sido más sencillo. Pero si, creo que tengo algo en mente. 

—Entonces escúpelo. —La chica solo pudo suspirar con pesades, aguantándose para no cortarle la cabeza. 

—Si violamos el pacto de no agresión, la hambruna volverá eventualmente al reino. Solo deberíamos esperar un poco más antes que el descontento crezca en los residente. 

—¿Y como se supone que vamos a destruir ese pacto? —Una pregunta furiosa, la cual fue respondida con una mirada sombría y algo psicópata. 

—Sencillo. Estoy segura que enviar las cabezas de esos generales en bolsas de regreso a Sendero Verde será más que suficiente. 




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