Cap. 21 - Pacto

La mañana posterior fue calmada, muy diferente a la agitación de la noche. La lluvia había cesado, y el calor comenzaba a adentrarse por las cavernas de Hallownest. Como era costumbre, Bretta y las sirvientas solían ser las primeras en levantarse, para comenzar a preparar el día antes que sus señores saliesen de sus habitaciones. 

Mientras Mei y Bo se dirigían a la cocina, para comenzar a preparar el desayuno y calentar agua, Bretta se dirigió a la habitación de Hachi para percatarse de que todo estaba bien. Se acercó con delicadeza, para que sus pasos no hicieran demasiado ruido al camina, y con mucha delicadeza, hizo la puerta a un lado para ver en el interior de la habitación. 

La escena frente a sus ojos era tierna en muchos sentidos. Hornet y Hachi compartía la misma cama, y la mejor roja se aferraba a su hermana como un koala bebe a su madre. Durmiendo profundamente, como hacía semanas no dormía. Hachi en cambio, alzó la cabeza y vió a Bretta, y con un simple gesto le dió a entender que todo estaba bien, pero que seguiría en su habitación por más tiempo. Cosa que la escarabajo asintió antes de cerrar la puerta con la misma delicadeza. 

Ahora, Bretta puso rumbo a su próximo destino, la sala para recibir invitados. Ghost se empeñó en quedarse descansando allí mismo. Solo podía esperar que no hubiese pasado mucho frio durante la noche, pues esa habitación no estaba condicionada para eso. Pero menuda sorpresa se llevó la joven al ver la cama del fantasma completamente vacía. 

Bretta resopló como un toro enfurecido. ¨Ese Ghost era un irresponsable. A saber que diablos estaba haciendo en ese momento tan temprano en la mañana.¨ Se decía a si misma mientras lo buscaba por el lugar. ¨Seguro estaría entrenando o haciendo ejercicio. Cualquier cosa que no debería estar haciendo con esa herida. Seguro estaría merodeando por ahí, y no sentado en el patio de la casa meditando¨.... ¿Sentado en el patio de la cas meditando?

Bretta se detuvo en seco cuando descubrió que su pensamiento era una reacción de su subconsciente de la realidad. Caminando por uno de los pasillos exteriores, pudo ver al fantasma, sentado en pose de meditación y dejando el tiempo correr en armonía. Quien sabe cuanto tiempo ha estado en esa posición, pero al parecer su herida estaba bastante mejor, a pesar que Bretta solo podía verla desde la distancia. Pero tendría que hacer un examen más minuciosos. Aunque de momento, preferiría no interrumpirlo. Lo mejor sería regresar a sus funciones, y esperar a que termines... Aunque tal vez, esa no era la mejor idea. 

¨Se escuchan gritos... Se escuchan el sonido del metal siendo forzado. El llanto de los infantes, las madres rogando. Pasos corriendo, cuerpos siendo cortados. El rugir del fuego, que todo devora a su paso. Un dolor se materializa en su mente, y se esparce por todo su cuerpo. Los recuerdos aún golpean su mente sin descanso. No lo dejarán descansa... Jamás lo denarian en paz....  

—¡Ghost! ¡Corre! — La última voz que es silenciada, ante el sonido de una aguijón cortando la quitina.¨

Ghost dejó escapar un gesto de terror, mientras su intento de meditación era interrumpida por sus fantasmas del pasado. El corazón latía con todas sus fuerzas, su respiración pesada y dolorosa. Sus manos se alzaron y se aferraron a su rostro, como si sus dedos quisieran atravesar su quitina y comprimir su cerebro.  Y sus ojos, aterrados y con las pupilas contraídas, temblaban ante el terror. Pero cuando se vió de vuelta a la realidad... Supo que solo era un sueño... Un terrible sueño. Lo único que pudo hacer fue suspirar con pesadez, mientras trataba de acariciar su propio rostro para calmarse, preguntándose... ¿Cuándo sería capaz de encontrar la paz que tanto el maestro le comentaba? De momento, lo mejor será ir a por algo de comer. 

— Buenos días. 

— Hola. 

— Buenos días, Ghost-sama. No esperábamos verte en la cocina tan temprano. 

— No quería molestarlas, señorita Mei, señorita Bo. Solo quería comer algo. 

— Oh... Que tierno eres. 

— Debes estar feliz Bo-san... Te dijo señorita. 

— ¡Mei-san! Escúchame bien jovencita... Te voy a mostrar modales. 

— Está bien, está bien. ¿Y qué se te antoja, Ghost-san?

— Lo que sea está bien. 

— Oh querido. Deberías mostrar algo más de ánimo. ¿Qué te parecen unos panecillos de frijol?

— Lo agradezco, señorita Bo. 

La sirvienta dejó escapar un sonrisa, alegre de que alguien quisiera probar sus panecillos. Algo fuertes para un desayuno, pero Ghost no le importaría tal cosa. Y casi de inmediato, el fantasma le dió un mordisco cuando los tuvo en sus manos. 

— ¿Te gustan?

— Están muy bueno. — Eso era una mentira, Ghost dejó de sentir el sabor de su comida hace mucho, pero no quería ser descortes. 

—Me alegra escucharlo. Ten. Toma dos más si quieres. 

—Gracias. 

—Oye, Ghost-kun...

—Mei-san, muestra más respeto hacia el invitado

—Si... Si...

—No se preocupe, señorita Bo, no me molesta...

—Es usted demasiado suave con ella, Ghost-dono.

—Vamos Bo-san, Ghost-san no le gusta las formalidades. Y Ghost-san. ¿Cómo está tu herida?

—Cerrada.

—Eh... si... Me refiero a que si te duele o algo.

—Duele un poco. 

—¿Un poco? Se veía muy mal anoche. 

—Mmmm... He sufrido heridas peores. Pero creo que estoy mejor ahora. 

—Ya veo... Esa tejedora hizo muy buen trabajo. 

—Si. Lo hizo. 

—Ella si sabe como usar las manos.  ¿No?

—¡Mei-san!.... - Exclamó la mayor ante la indiscreción.

—¿Qué? No he dicho nada malo. 

—Si. La señorita Hornet es muy buena con sus manos. 

Ghost no supo que pasó o si dijo algo malo, pero el silencio de ambas sirvientas se tornó algo incómodo. Y el rubor en el rostro de la más joven era bastante extraño. ¿Acaso dijo algo indebido? No que él supiera. Afortunadamente, un cuarto insecto ingresó a la cocina para sacarlo de esa situación.

—Oh... Pero si ya está despierto, Ghost-sama. 

—Oh, señor Ferregal. Que puedo hacer por usted.  

—Ja... Es un placer también verla, señorita Bo. 

—Oh... Gracias... Que adulador.... jijiji. 

Ghost y Mei se quedaron en silencio ante el evidente coqueteo de esos dos viejos. Ya estaban algo mayorcitos para eso, pero era igual de gracioso verlos. Aunque Ghost simplemente miraba sin darle mucha importancia a lo que estaba pasando, aún cuando Mei negaba divertida con la cabeza, hasta que el insecto mayor recordó el motivo de su estadía en ese lugar. 

—Ah, cierto. Ghost-sama, el general Sun-Ce salió temprano. Dijo que usted y las tejedoras fuesen al palacio lo antes posible. 

—Gracias, señor Ferragal. Partiremos de inmediato. — Y se retiró del lugar de inmediato.

—Wao... Cuanta energía tienen los jóvenes de hoy en día. 

—Ni que lo digas, señor Ferragal. Torear a la joven Mei cada día es bastante difícil. 

—¡Eh!

—Jajajaja. Lo se, señorita Bo. Así es la juventud ahora. Siempre corriendo. Siempre apurada. Jajaja. Me pregunto que querrán en el palacio de las tejedoras. 

—¿No lo sabe?

—¿Saber que?

—Una de las tejedoras que trajo era la Khan Hornet. Hija de la matriarca Herrah y heredera al trono de Nido Profundo. 

El viejo insecto perdió el color al escuchar eso. El simple hecho de pensar que trató de forma banal a alguien de la Aristocracia le heló la sangre, al punto que casi se cae de su silla. Al menos agradeció a cada entidad sobrenatural que conocía de no haber dicho nada ofensivo en el viaje.

Por otro lado, Ghost se dirigía a la habitación de Hachi. Si estaban esperando en el palacio por ellos, debían partir lo antes posible. Tenía la esperanza de encontrarse a Bretta en su travesía, pero no la veía por ningún lado. Así que sin más remedio, tuvo que ir él a avisar a las hermanas tejedoras. 

Los pasos de Ghost eran más pesados, y sus acciones carecían de toda la delicadeza que Bretta mostró hace apenas medio hora. Su mano se apoyó en la puerta, y la abrió sin siquiera toca ni hacer la menor muestra de respeto. Algo que, lo obligó a apartar su rostro, cuando una almohada salió volando desde el interior de la habitación hacia él. 

—AAAAAAHHHH

—AAAAAAHHHHH

—¡Ghost! 

Dos gritos y su nombre se escucharon por toda la casa. Lo que menos Ghost esperaba, era ver a Hachi y a Hornet en paños menores, mientras Bretta les ayudaba con el cambio de ropa. Hachi cubrió su cuerpo y se dió la vuelta. Hornet hizo lo mismo, pero decidió encararlo, lanzándole lo primero que tenía a mano, un jarrón de porcelana muy bonito con flores y todo, el cual Ghost atrapó en pleno vuelo sin apenas enforzarse. 

—Debemos partir al palacio de inmediato. 

Y como si fuese lo más normal del mundo, Ghost colocó el jarrón en el suelo, y cerró la puerta como si nada hubiese pasado. Y finalmente, su silueta desapareció detrás de la puerta como si nada. 

—¿¡Pero qué carajo le pasa a ese tipo!?— Exclamó Hornet muy molesta. 

—Lo siento, lo siento. Ghost-sama puede ser brusco, pero le aseguro que no lo hizo con mala intensiones. — Bretta trataba desesperadamente de calmarla. 

—¿¡Nada malo!? ¿¡Es que acaso no sabe respetar!? ¡Eso es sentido común!

—Tranquila hermana... Bretta-san dice la verdad. El señor Ghost no haría algo así. 

—¿Y tu por qué lo defiendes?

—Bueno... Yo... — Hachi dudó un poco en su respuesta, tratando de pensar como justificarle esto a su hermana. Hornet podría ser demasiado impulsiva, y lo menos que querían en ese momento sería agravar su situación. — He conocido al señor Ghost estos días. Parece un tipo peligroso pero... no lo es cuando llegas a conocerlo. 

Hornet apretó los diente por eso. Ella más que nadie conocía lo que Ghost era capaz de hacer y lo que no. A su mente regresaron esos recuerdos durante el viaje en la caravana, de cuando los salvó de los bandidos, y cuando salvó a Zara, todo sin esperar nada a cambio. Alguien así no podría llegar a ser malo. O eso ella quería creer. 

Sin embargo, la vergüenza de la situación ya estaba allí, y simplemente dejarla de lado no sería nada sencillo. Bretta rápidamente buscó vestidos más elegantes, pues si debían presentarse en el Palacio de inmedito, deberían estar lo más presentable posible. 

Hachi, solía ser mucho más jovial con su apariencia. A diferencia de Hornet, quién realmente le desagradaba bastante la idea de llevar un atuendo ceremonial. Eran incómodos, y no podría luchar bien portando algo como eso. Aunque no es que necesitaría enfrentarse a nadie, pero su espíritud guerrero que heredó de su madre no la dejaba tranquila.

Mientras tanto, Ghost y el señor Ferregal esperaban fuera del resinto. El viejo insecto estaba como loco, haciendo lo imposible limpiando su carreta. Saber que transportaría a las dos princesas de Nido Profundo casí hace que su corazón se detenga, pues una carreta para mercancía no tenía las condiciones necesarias para alguien de la realiza. Por supuesto, el ignoraba que en el matriacado de Nido Profundo, esas cosas como ser refinado o comportarse como una dama de buenos modales era irrelevante. Mal visto incluso en agunos casos. Aún así, con ayuda de Ghost, pudo hace lo imposible para que al menos el interior pareciera más cómodo y elegante. El viejo estaba tan nervisos, que no paraba de parlotear de lo importante que se sentía por tal honor. Cosa que a Ghost ya lo tenía algo mareado. 

—Estamos listas. 

La voz de Hachi llamó la atención de ambos, quienes se dieron vuelta de inmediato para contemplar las dos bellezas que salían del interior de la residencia, vistiendo hermosas prendas ceremoniales.

La hermana mayor mostraba un hermoso color blanco, y su porte era más elegante y refinaldo. La menor, rojo. Nada sorprendente, y su forma de actuar algo más burda denotaba muy bien que había salido idéntica a su madre. Más guerrera, menos damisela. 

(Arte de OroMaster)

—Se ven magníficas, su majestades. — Mencionó el anciano de inmediato. 

Las miras pronto se posaron sobre Ghost, como si los presentes esperasen una respuesta. Por supuesto, este no dijo nada, más que asentir con la cabeza en señal de aprobación. Muy diferente a las hermanas, sobre las cuales se asomó un rubor sobre sus rostros al recordar lo que había pasado minutos atrás. 

Bretta resopló, Hornet frunció el ceño, y Hachi suspiro con desgano. Sin embargo, Ghost solo se dió la vuelta, y se dirigió a los establos en búsqueda de Lexter, el ciervocamino que tanto cariño le había tomado. Una jugosa fresa en su mano y un caricia sobre la cabeza, era suficiente para que el enorme inseco menease la cola de la felicidad. Y sin más preábulos, el grupo partió hacia el Palacio. Aunque Bretta se quedó en la casa, pues no tenía nada que hacer en la corte. 

En el trayecto, Hornet se sentaba sin restricción alguna sobre la carreta, mirándo hacia el exterior por la parte de atrás, viendo con una mezcla de interes y desgano la ciudad que poco a poco pasaba ante sus ojos. Hachi, en cambio, mostraba algo más de delicadeza, y se sentaba correctamente sin apartar la mirada del frente. El viejo Ferregal iba en la silla del conductor, mientras Ghost caminaba al lado de la carreta como si fuese un guardia, aun cuando ya varios que lograban reconocerlo mostraban sus respetos.

Algo aburrida, Hornet miró a su hermana tratando de buscar algo de conversación, pero al verla mirando fijamente al frente no dijo nada. ¿Qué estaba mirando? Bastó con hacerse a un lado para darse cuenta que no apartaba la mirada de Ghost, cosa que la dejó con los ojos bien abierto. ¿Acaso...?

Esos ojos eran pesados, y Hachi pronto regresó su mirada al interior de la carreta, topándose con la atónita mirada de Hornet sobre ella. Ninguna de las dos dijo nada, pero se conocían lo suficiente para poder hablar sin necesidad de palabras. Hachi ladeó la cabeza, preguntando que tenía su hermana en mente. Hornet la miró fijamente, luego miró a Ghot, la volvió a mirar a ella, luego a Ghost, y finalmente de regreso. Hachi la miró fijamente y tras pestañar se percató que su hermana la había descubierto, sacando en ella un sonrojo sobre su rostro. La cara de asombro de Hornet parecía querer estallar ante la sorpresa. Pero sus bocas se mantuvieron calladas el resto del viaje. Hachi apenada, Hornet en shock. 

—Ya llegamos. 

La voz que Ghost las sacó de su estado, y pronto se percataron que la zona era mucho más tranquila. Ambas se bajaron por la aprte de atras, y a pesar de su rostro inexpresivo. Ghost seguía siendo un caballero, el cual ofreció su mano para ayudar a las tejedoras a bajar de la carreta. Hachi la aceptó sonriente, aun Hornet la rechazó con una mirada fria. Cosa que a Ghost no pudo afectarle menos. 

El palacio estaba en silencio, pero el corredor que guiaba hacia la sala del trono estaba repleta de guardias dorados que hacía de custodia. Todos, bajando la cabeza en señal de respeto hacia los invitados. Aunque por supuesto, era más por la presencia de Ghost que de las tejedoras. El fantasma iba al frente, guiando el camino, Hachi y Hornet lo seguían de cerca, manteniendo el protocolo en todo momento. Y finalmente, llegaron al enorme portón que custiodaba la sala del trono, el cual se habrío majestuosamente por la fuerza de dos enormes guardia que custodiaban la entrada. 

La luz del trono Blanco irradiaba por todos lados. El salon era majestuosos, brillante. Muy diferente a la oscuridad natural de Nido Profundo, algo que cautivó de inmediato a ambas princesas. Aun así, ambas se mantuvieron firmes, siguiendo al fantasma hacia el lugar donde debían esperar. 

En ambos lados, nobles e insectos influyentes veían con asombro la profeción y la belleza de las invitadas. Bretta hizo un magistral trabajo con esos vestidos y adornos, los que resaltaban la belleza natural de ambas. Más al centro, estaban hubicados los hermanos de la familia Sun. 

El mayor, Sun Ce, quien estaba más cerca del trono, las veía con desconfianza, temiendo que intentasen hacer algo estúpido durante la seremonia. La menor de los hermanos, Sun Re tambien se mostraba algo temerosa, pero su asombro por el porte de las tejedoras era superior. Sin embargo, la cara del Sun Quang, no mostraba otra cosa de odio y desprecio, y esos ojos cansados lo dejaban bien en claro. Cosa que no pasó desapercibido para nadie. Pero aquellos sabían la verdad no podían culparlo por eso. Pero si debían vigilarlos. 

Finalmente, las dos tejedores permanecieron en el centro del salón, mientras Ghost tomaba su lugar en la cara opuesta de la familia Sun. Todos esperando la intervención de la emperaztriz, la cual como era costumbre, mostraba un hermoso vestido blanco, esta vez, decorado con flores y hornamentos más vistosos. Y cuando llegó el momento, el ministro Dong hizo golpear su bastón contra el suelo, haciendo que todos los presentes inclinaran su cabeza ante su majestad imperial. Hachi y Hornet, hicieron una reverencia leve de respeto, pero no de lealtad. Y entonces, solo hubo silencio. 

En este punto, un monarca de otras tierra alzaría su voz y comenzaría ha hablar de lo ¨maravilloso¨ de tener a la corte de Nido Profundo en su corte. No era la primera vez que Hachi y Hornet se veían en esta situaicón, pues años en el pasado, cuando Nido Profundo y el Imperio tenían relaciones más cordiales, ella se presentaron en el palacio. 

En aquel entonces, el principe Hollow, recien ascendido a Emperador se quedó sentado en su trono mientras los ministros eran los que tomaban las palabras. Toda una farsa. Y al parecer aquí no era muy diferente, pues eso enorme escarabajo con apendices dorados parecía tener las mismas intensiones, y alzar su voz sobre la Emperatriz Blanca. Nada más alejado de la realidad. 

Fue la propia Shuang quien se puso se pie, mientras con delicadeza bajaba los peldaños uno por uno. Las tejedoras, a pesar de su asombro, no movían un músculo, preguntándose que tenía la joven raiz en mente. Y cuando finalmente estuvo a unos pasos de ellas, les dedicó la misma reverencia en respuesta.

Ninguna tejedora esperaba tal reacción de su parte. ¿Quién en su sano juicio se trataría de igual con una tejedora? Después de todos, los rumores que los habitantes de Nido Profundos eran salvajes y despiadados estaban tan arraigados a ellos, que ningún monarca en su sano juicio se acercaría a su propia voluntad. Mucho menos a un Khan, ni a dos. Algo que confirmaba la presión de las manos de los guardias en sus lanzas, pero no en ella. 

—Khan Hachi y Khan Hornet de Nido Profundo. Me complace tenerlas hoy aquí como nuestras invitadas

—El pacer es todo nuestro, su alteza.— Comenzó la tejedora blanca. 

—S-si... Es places es nuestro. — La siguió su hermana. 

—Lamento que nuestra bienvenida halla sido tan apresurada. Realmente no contábamos con vuestra presencia. 

—En todo caso, Emperatriz Blanca, yo soy quien debe disculparse. — Intervino Hornet. —Vine a estas tierras por motivos... inapropiados... y casi hago algo de lo que me hubiese arrepentido toda la vida. Por favor, acepte mis disculpas. 

—Estoy al tanto de la situación, Khan Hornet, hija de Herrah. Y entiendo sus motivos. Lo único que puedo hacer, es expresar mi júbilo sabiendo que todo mal entendido dentro de nuestro reino halla sido aclarado. Sin embargo, hay asuntos de vital importancia que debemos atender. De inmediato. 

Con gesto de su mano, una pequeña mesa de te entró al salón del trono en manos de dos sirvientes, mientras otros cargaban consigo cojines para las invitadas. Un pequeño acto, la hora del te. Algo que haría entender a las tejedoras que el asunto a tratar no sería una simple charla. Y aquella raíz blanca al frente, mostraba una seguridad firme en su rostro. No era esa joven ilusionado que Ghost conoció por primera vez. 

—Khanes de Nido Profundo, Sendero Verde no es ajeno a la situación actual de su reino, pero hay demasiados detalles que desconocemos. Pero primero que nada, me gustaría aclarar el asunto de la muerte de su hermano menor. 

Ambas tejedoras apretaron los puños con solo el recuerdo. A la emperatriz Shuang no te temblaba la voz a la hora de ser directa y precisa, pero el momento no requería de sutilezas. Todo lo contrario. Si había que ser transparente, este debía ser ese momento. Y fue la propia voz de Hornet quien tomó la iniciativa. 

—Mi hermana, la Khan Hachi me contó lo sucedido. Lo que el general Ghost descubrió en las inmediaciones de Nido Profundo. Yo... No... Nuestro reino no puede disculparse lo suficiente por lo que hicimos. 

—Y no debe hacerlo, Khan Hornet. Estuve... muchos días tratando de entender todo. Y por más que me halla costado, entiendo sus motivos. Cuando el pueblo sufre, los líderes tratan de hacer lo mejor por su gente. O eso quiero creer. Su hermano tenía una visión fructífera entre nuestros pueblos, pero aquellos que mueven los hilos de sangre bajo el telón causaron todo esto. Toda esta violencia. Y por lo que se, son tanto enemigos de Nido Profundo como de Sendero Verde. 

—Nido Profundo jamás olvidará lo que el Imperio le hizo a nuestra gente. Ninguna de nosotras podrá hacerlo. Pero estamos dispuesta a corregir nuestro error de algún modo. Independiente de quién halla sido el culpable, fue nuestro pueblo quien dañó nuestras tierras. 

La voz de Hachi no temblaba. Muy diferente a es joven nerviosa que Ghost conocía, la tejedora de blanco mostraba su carácter férreo. Su temple de acero. Era la pose de una líder. Una que no temblaba al enfrentarse a un duelo de palabras con una de sus semejantes. Sus ojos, no se apartaba de los de la emperatriz raíz. 

—En tal caso...

Esta vez, el gesto de Shuang hizo que el ministro Dong diese un paso al frente. El escarabajo con implantes dorados era enorme, y sus pisada hacían eco en el lugar tan silente. Todos miraban... y esperaban. El ministro se sentó cerca de la emperatriz, y no demoró en abrir un pergamino para leer su contenido. Y su voz, grave y segura, leyó el posible futuro de ambos reino. 

Por decreto de su majestad imperial, Emperatriz Shuang Blanca, las tierras de Sendero Verde abren las posibilidades de diálogo y cese a hostilidades con Nido Profundo. Con este llamado, se reconoce como a cualquier presente que represente el matriarcado de la ciudad Komonosu, como alguien con el peso político para tomar y/o portar la voz de su reino. Por tales motivos, hoy, Sendero Verde ofrece a Nido Profundo un pacto de no agresión, y un acuerdo comercial bilateral y de beneficio mutuo. Y de esta forma, comenzar una nueva era entre ambas naciones. Juntas. 

Las palabras del ministro cesaron, y un silencio abrumador se apoderó del salón. Los anfitriones, esperando la reacción de sus invitades, cuyos ojos abiertos como platos no eran capaces de esconder su asombro. 

Esto era por mucho, mucho mejor de lo que cualquier tejedora presente podría imaginar. No solo habían perdonado su ofensa sin ningún tipo de tributo exigido, sino que también abría la posibilidad de comercio, lo que definitivamente salvaría a su reino de la hambruna. Era demasiado... ilusorio. 

Hornet no pudo responder. Su mano tapó su boca, mientras trataba de calmarse para no mostrar debilidad, pero mantenerse firme le resultaba casi imposible. Hachi pudo suspirar con un alivio abrumador, solo para mirar a la expectante raíz, quien las miraba algo temerosa de su reacción. 

—Yo... Khan Hachi... como portadora de la voz de nuestro reino... acepto el tratado sin contradicciones. 

Un sirviente corrió con todas sus fuerzas, portando en su mano un tarro de tinta y un pequeño plato de porcelana, el cual colocó con delicadeza sobre la mesa, mientras e ministro Dong extendía el pergamino para que las tejedoras pudiesen revisarlo. Y al comprobar que todo estaba correcto, la tejedora de blanco dejó su firma sobre el papiro, sellando el trato y haciendo que los presentes alzaran sus voces en vítores y celebraciones. Todos por igual... Todos menos uno. 

Sun Quang no perdió un segundo más. Tan pronto el trato fue selladlo y la multitud comenzó a clamar los buenos tiempos, se puso de pie y se retiró de la sala, no sin antes dedicarle una mirada fulminante a ambas princesa de Nido Profundo. Hachi no pudo notarlo, pero Hornet pudo sentir esa mirada fría apuntadnos hacia ella. Solo ella pudo ver como el hijo del medio Sun irse con rabia. Ella... Y Ghost. Quien no apartó la mirada de Sun Quang hasta que este desapareció entre los pasillos del palacio. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top