El frio hacía que sus músculos se contrajese. Su propia debilidad apenas podía mantenerlo consciente. Su cuerpo poco a poco comenzó a recuperar sus sentidos, siendo el congelamiento y la humedad lo primero que sintió. Sus ojos aún no podían ser abiertos, pero sus oídos poco a poco comenzaban a sentir el constante caer de la lluvia sobre la roca. Era una sensación incluso... alentadora.
Finalmente, su visión regresó a su ser. Un tanto borrosa, pero poco a poco se fue volviendo más nítida, incluso cuando las gotas de agua caían sobre sus ojos. No podía moverse, aunque no sabía el por qué. Supuso que por su propia debilidad, pero pronto pudo notar al extraño envolver su cuerpo.
A juzgar por su sentido de la orientation, sabía que no estaba acostado, y eso parecía ser tela da araña. ¿Astada a un muro tal vez? Esa sería la respuesta más lógica, pero prefería no sacar rápidas conclusiones.
Sin embargo, tal pensamiento era perfectamente acertado, cuando alzó la mirada y pudo ver todo a su alrededor con más calma. Aún seguía en el exterior de Sendero Verde, un pasaje muy característico lleno de abundante vegetación. Sin embargo, no podía ignorar a la tejedora que estaba sentada sobre un roca frente, sin apartar la mirada de él.
Ghost y Hornet intercambiaron miradas por unos segundos. Uno, tan inexpresivo como siempre. La otra, con una mezcla amarga de dudas, miedo, y odio. Sin embargo, Ghost no tardó en bajar la cabeza, haciendo pensar a quien estaba en frete que se había rendido de alguna forma, pero grande fue la sorpresa de la tejedora, al ver que incluso con debilidad, este mordió la telaraña sobre su cuerpo y rasgo gran parte de la misma.
— Esa no es una decisión muy sensata. —
La amenaza de Hornet fue acompañada por el filo de su aguja, la cual se alzó peligrosamente, apuntando al rostro del fantasma. Cualquier ser cuerdo se hubiese detenido al instante, pero Ghost simplemente ignoró todo a su alrededor, hasta que con la garra de su dedo desgarró su prisión de seda desde la apertura que abrió con sus dientes hasta sus rodillas. Mas, una vez libre, simplemente se quedó sentado, justo donde estaba, sin aparatar la mirada del rostro de la tejedora, cuya aguja no tapaba el contacto que sus pares de ojos hacían.
— Eres demasiado temerario... O demasiado estúpido. —
— Si me hubieses querido muerto... Ya lo estaría. —
— ¿Y que te hace pensar que he cambiado de opinión? —
La mirada de Ghost no tambaleó, pero su cuerpo hizo un gran esfuerzo para alzar su mano izquierda, mostrando su herida. No necesitaba verla para saber que había sido cocida con hilo de tejedora muy fino, pues conocía su cuerpo lo suficiente para saberlo con solo sentirlo. Era una respuesta clara.
Hornet se mostró reacia por unos segundos, pero pronto su aguja se retrajo y dejó de amenazar el rostro del fantasma, aún así, la mantenía cerca de su mano, apoyando la punta contra el suelo. Lista para ser blandida si su oponente intentase algo estúpido.
Ahora con la amenaza aparentemente apaciguada, Ghost se acomodó adolorido. Sus manos se aventuraron bajo de su capa, pero no fue para nada una sorpresa descubrir que su equipo había desaparecido.
— ¿Buscas esto? —
Ghost alzó la mirada al frente, y vió como la tejedora tenía en su poder todas sus pertenencias. Una gran variedad de armas ocultas y accesorios, todos en disposición sobre una arnés negro que solía llevar por debajo de su capucha.
— ¿Y dime que quieres? ¿Las dagas? ¿Este cuchillo? ¿O tal vez quieres la katana? —
El tono de Hornet era una ácida mezcla de ironía con furia. Como si lo estuviese tentando a hacer una tontería para tener un motivo real para atacarlo. Sin embargo, Ghost solo negó con la cabeza a todo lo que ella dijo.
— El frasco. — Fue lo único que dijo.
Hornet miró por un momento, y encontró a lo que se refería. Un pequeño frasco hecho de la piel de algún animal, el cual estaba ceyado y recubierto por un material bastante duro. Como si fuese una crisálida. La tejedora tomó el contenedor, dejando el resto del equipo del fantasma a un lado. Abrió el recipiente, y en su interior hacía un tipo de líquido rojo como la sangre. Perturbador, mucho más visto bajo la penumbra de la noche.
— ¿Qué es esto? ¿Algún tipo de veneno? —
— Medicina. —
Hornet alzó la mirada, dudosa de su respuesta. Realmente parecía muchas cosas más perturbadoras que medicina. La tejedora acercó su rostro al recipiente, tratando de comprobar si lo que decía era cierto. Un fatal error.
El olor que desprendía esa cosa era espantoso. Una mezcla de podredumbre con quien sabe que. La tejedora inhaló demasiado cerca los gases, y su expresión se transformó en un visible asco, con intentos constantes de querer vomitar en vano.
— ¿¡Qué demonios es esta cosa!? —
— Medicina. —
La tejedora lo miró con muchas dudas, sin embargo, el rostro inexpresivo de Ghost no le daba muchas oportunidades de descubrir si lo que decía era era cierto o falso. Al final, solo le lanzó el frasco, el cual Ghost capturó con sus manos en un rápido y adolorido reflejo.
— Bueno... Si te mueres, igual me quitas el esfuerzo de tener que hacerlo yo personalmente. —
Ghost no hizo caso a sus palabras, y sin dudarlo ni un segundo, destapó el frasco y comenzó a beber su contenido sin respirar. La imagen para Hornet era asqueroso, tan solo imaginándose cómo sería sentir ese líquido de pesadillas sobre sus papilas gustativas. Sin embargo, Ghost parecía no inmutarse, y no se detuvo hasta haber vaciado el contenido sobre su estómago.
— ¿Cómo demonios eres siquiera capaz de no hacer una mueca bebiendo esa cosa? —
— Hace años dejé de sentir el sabor de las cosas. —
— Bueno... Eso explica como pudiste morder la telaraña sin problemas. Ni siquiera las tejedoras aguantamos su sabor. —
Una vez Ghost concluyó, se dejó reposar sobre la superficie y dejó escapar un largo suspiro. La herida le dolía como el infierno, pero nada que no sería capaz de soportar. Su cuerpo estaba acostumbrado a las lesiones, y esta no era una muy diferente a las que ya había sufrido. Muchas, de las cuales aún quedaban cicatrices, las cuales Hornet vió mientras lo desarmaba.
Por otro lado, la tejedora se encontraba en un constante estado de negativa. En su mente, las últimas palabras de Ghost se repetían una y otra vez. Estaba desesperada por preguntarle si era verdad lo que dijo, si no la estaba engañando. Pero de ser el caso... ¿Por qué no la mató cuando tuvo la oportunidad? Quería preguntar, pero tenía miedo a escuchar una mentira que la alentaría en vano.
Sin embargo, Hornet no estuvo mucho tiempo en su estado pensativo, pues un largo suspiro de Ghost, acompañado de un gruñido de dolor mientras se levantaba, sacó a la tejedora de sus pensamientos. Con un esfuerzo sacado netamente de su fuerza de voluntad y su carencia de sentido de autopreservación, Ghost logró ponerse de pie, aun cuando las fuerzas casi lo abandonan en el intento.
— No llegarás muy lejos en ese estado. —
— No podemos perder el tiempo. —
— ¿Perder el tiempo? ¿Qué quieres decir? —
— Tu hermana te espera... vamos... —
Ghost no esperó una respuesta, y sin demorar se dió la vuelta dándole la espalda a la tejedora. Sus pasos eran pesados, y tenía que apoyarse de las paredes de la caverna para mantener el equilibrio. Sentía que se desplomaría en cualquier momento dado su debilidad. Con lo que no contaba, era con la bestia furiosa que había dejado a sus espaldas.
— ¿¡QUÉ DEMONIOS PRETENDES CON TODO ESTO!? — La voz de Hornet no hacía menor intento por esconder su ira. — ¿¡POR QUÉ QUIERES ENGAÑARME DE ESA MANERA!? ¿¡ACASO NO TE ES SUFICIENTE!? ¡DEJA DE MENTIR! ¡DEJA DE DECIR QUE MI HERMANA ME ESTÁ ESPERANDO! ¡DEJA DE FINJIR TAL COSA! ¡SE QUE TÚ LA MATASTE! ¡SE QUE FUISTE TÚ, Y POR ESO VINE, PARA VENGARME DE ELLA! ¿¡POR QUÉ ME TRATAS COMO SI TE IMPORTARA!? ¿¡POR QUÉ ACTÚAS COMO NO FUERA TU ENEMIGA!? ¿¡QUÉ GANAS CON JUGAR CON MI MENTE DE ESA FORMA!? —
Las palabras de Hornet desataban todo el dolor que se acumulaba en su pecho. Ghost detuvo su andar cuando la cólera de la tejedora dejó de escurrir de su boca, y lentamente se dió la vuelta para encararla. Su rostro, más adolorido que iracundo, no era capaz de esconder su dolor. Sus ojos, enrojecidos por la presión, no eran capaz de contener sus lágrimas. Ella estaba consumida por el dolor, más que por la ira y las ansias de venganza. Una imagen... que Ghost recordaba muy bien de si mismo.
— Yo... No te mintiendo... Lo que digo no... no es mentida. —
— Ya por favor... — Esta vez, la voz de Hornet no se sentía colérica, sino rota. — Deja de darme falsas esperanzas... Dejo de juga conmigo... ¿Qué ganas con todo esto? —
— Yo... No gana nada... —
La tejedora alzó la mirada, aún más confusa que antes. Deseaba desesperadamente poder detectar algo en el rostro de Ghost, algo que le confirmase sus palabras, o que la devolviesen a la cruda realidad. Pero el rostro de Ghost era una montaña inamovible, inexpresiva. Sus ojos cansado. Su boca inexpresiva, la marca del agotamiento bajo sus ojos. Esa mirada triste constante. No había forma que una mirada así le diese esperanza a la tejedora. Pero tampoco mostraba rastro alguno de malicia.
Ghost no supo que hacer en ese momento. ¿Cómo sería capaz de ayudarla? ¿Cómo sería capaz de convencerla que sus palabras no eran mentira? ¿Cómo podría... hacer que otros fuesen capaz de entenderlo? Eso era algo que no ha sido capaz de responderse por más de siete años. Y esta parecía no ser la excepción.
Sin más que pudiese hacer, Ghost simplemente se dió la vuelta y regresó a su camino. Hornet se quedó perpleja ante su reacción. Ella realmente esperaba un palabra, un gesto. Algo que le dijese qué debería hacer. Porque debería de creerle. Sin embargo, el solo le dió la espalda.
Ghost hacía lo posible por entender la situación. Si no podía creer en sus palabras, lo único que podía hacer era guiarla hacia la verdad. Sin embargo, no podía obligarla a seguirlo. y tampoco tenía las fuerzas para hacerlo.
Él tenía el conocimiento suficiente para saber que habían pasado dos o tres horas pasada la medianoche. El amanecer no esperaría por ellos, y debía regresar lo antes posible. Sin embargo, eso no sería una tarea sencilla en lo absoluto, sobre todo teniendo que apoyarse para dar cada paso, los cuales, se hacían más difíciles con el tiempo, hasta que su apoyo poco a poco se fue esfumando, hasta dar a la planicie que lo conduciría a la puerta este de la ciudad. Una pequeño último paso, y sus pies no fueron capaces de sostenerlo.
Ghost cayó, presa de la fatiga y el dolor. A pesar de su determinación, la herida que portaba sobre su abdomen lo debilitaba demasiado, teniendo que poner gran parte de su empeño en soportar el dolor. El corte no era profundo, pero la pérdida de sangre demoraría al menos un par de horas para restaurarse, incluso con esa medicina extraña hecha a base de remolacha y otras cosas. Muchas, desagradables a los paladares carnívoros, como Hornet lo era. Sin embargo, su caída fue interrumpida por un apoyo imprevisto.
Ghost miró a un lado, y una mano lo sujetaba por el hombro opuesto a su herida, era Hornet, cuya expresión demostraba su debate entre confiar en él o no. Sin embargo, su conciencia parecía haber elegido involuntariamente la primera opción.
— Si me estas mintiendo... Juro que te arrepentirás de haber nacido... —
Una amenaza fuerte, pero no inesperada. Ghost asintió con la cabeza, la única respuesta que ella se esperaba para este punto. Y con gran pesar, dolor , y sobreesfuerzo, ambos se dirigieron hacia la puerta este de la ciudad, donde afortunadamente la guardia de musgosos se apresuraron al ver a su general herido.
Una hora más tarde, Bretta se encontraba durmiendo en su habitación, cuando la repentida llegada de Bo a su habitación la despertó de un sobresalto.
— ¡Bretta! ¡Bretta! —
— ¡Por la Madre Natura! ¿¡Qué ocurre!? —
— ¡Ven! ¡A pasado algo horrible! —
La joven escarabajo no esperó explicaciones. Tan pronto vió el estado de su compañera y sintió el temor de sus palabras, se cubrió con la primero que encontró y corrió detrás de ella. Al lluvia aún caía con fuerza, los relámpagos se escuchaban en la distancia. El retumbar de las pisadas dentro de la vivienda hacían eco en la oscuridad de la noche, mientras los farolillos dejaban estelas de luz por donde los portadores lo llevaban.
Bretta llegó a la entrada de la villa, donde vió con terror cómo dos musgosos cargaban a Ghost al interior de la casa. Su corazón se detuvo por un momento, pero su aliento volvió a ella cuando lo escuchó quejarse por el dolor.
— ¡Rápido! ¡ponedlo aquí! —
Mei, la otra sirvienta de la casa, no demoró y estiró un colchón sobre el piso, sobre el cual los musgosos dejaron al herido Ghost antes de darle espacio. Bretta no demoró ni un segundo en reaccionar, y se acercó para revisar al herido. Y a los pocos segundos, llegó Kaede, quien la ayudó de inmediato a revisar el estado de su hermano adoptivo.
— Estoy bien. Estoy bien. Solo... Necesito descansar un poco. —
— Por la Madre Natura Ghost. ¿Cómo te hiciste una herida tan grande? —
— Larga historia, Kaede. —
— Eres un desastre. ¿Te tomaste la medicina? —
— Si. Me estoy recuperando. Solo necesito descansar un poco. —
— ¿¡QUE RAYOS PASÓ AQUÍ!? —
Todas las miradas se giraron al que recién llegaba al lugar. Sun Ce, acompañado por la familia de la casa, vieron con preocupación a Ghost sobre el suelo e inmediatamente se preocuparon. Este no demoró en acercarse y ver su estado, y la herida sobre su costado lo preocupó bastante. Ante el repentino suceso, el estado de Ghost, la carencia de información, y tanta confusión, el general Sun Ce no demoró en sacar rápidas conclusiones, las cuales no estaban erradas del todo. Sobre todo ahora, que veía a esa tejedora vestida de rojo, despojada del maquillaje que antes confundía su rostro.
— Tu... — El dedo índice de Sun Ce señalaba acusante a Hornet, ya no había nada que esconder. — ¿Qué demonios haces aquí? ¡Guardias! ¡Captúrela! —
Los musgosos presentes no sabían que estaba pasando. Esa tejedora había ayudado a Ghost a llegar a ellos, y los había acompañado todo el viaje hasta la casa del capitán. Sin embargo, órdenes son órdenes, y no dudaron en desenfundar sus aguijones y comenzar a rodear a Hornet.
La tejedora no tardó en sentir el peligro, y comenzó a maldecir en su interior. Haber venido fue una pésima idea. Haber hecho caso al fantasma fue un error. Ahora tendría que luchar para salir de allí.
— ¿Qué están esperando? ¡Cap...! —
— No. —
Las palabras de Ghost, y el intento desesperado por agarrar la pierna de Sun Ce detuvieron su comando de inmediato. El mayor de los Sun bajó la mirada, y vió como Ghost se la devolvía con determinación. Como si le rogase que se detuviese. Los musgoso, confundidos y sin saber que hacer, intercambiaban su mirada entre la fugitiva y la discusión de sus generales. Todo era demasiado confuso.
Hornet vió la oportunidad, y ya comenzó a buscar la ruta de escape más cercana. Ellos no serían capaces de detenerla, y podría abandonar la ciudad antes de que la voz de alarma se esparciera. Solo tenía que correr con todas sus fuerzas hasta el muro sur y...
— ¡Hornet! —
La repentina intervención de una nueva voz detuvo el tiempo. La tejedora de rojo sintió como la lluvia se detenía, cómo la humedad se estacionaba sobre su rostro, como el viento dejó de soplar al instante. Una explosión de sentimientos encontrados se generó en su mente y su corazón, mientras olvidaba todo intento de fuga y regresaba su rostro al frente. Sus ojos no podían creer lo que veían, y su cuerpo se quedó estático ante la realidad.
Allá, detrás de los presentes. Detrás de la discusión entre Sun Ce y Ghost, una individua hacía acto de presencia gritando su nombre. Una tejedora como ella. Un reflejo de si misma, pero con dos pares más de ojos sobre su rostro. Era ella... Era su hermana que hasta hacía apenas unas horas había creído muerta, y que la esperanza apenas pudo darle algo de ánimo. Después de todo, nunca creyó del todo las palabras del fantasma.
Las piernas de Hornet se sintieron débiles, su aguja cayó de su mano, retumbando en repetidas ocasiones sobre el suelo de madera. No era capaz de moverse, no era capaz de hacer nada. Solo ver como Hachi pasaba entre la multitud y corría hacia ella. ¿Acaso era una ilusión? ¿Acaso era un juego sucio de su imaginación? Pensamientos pasaron por su mente en cuestión de segundos. Y todos... fueron erradicados cuando los brazos de su hermana la rodearon en un cálido y afectivo abrazo. No... Esto no era un sueño, ni nada similar.
— Hornet... te extrañé tanto... Cuanto lo siento. —
La voz de Hachi se escuchaba quebradiza. Su corazón quedó petrificado al ver a su hermana, y su voluntad fuerte se quebró cuando la vió allí, del otro lado de la multitud. Sus piernas corrieron por su propia voluntad, sus brazos se alzaron y la envolvió a su alrededor. Era más un impulso que un acto involuntario. Y sus ojos no aguantaron la presión de sus lágrimas al sentir el calor de su hermana, incluso sobre la capucha roja llena de fria lluvia.
Hornet tardó unos segundos en aceptar la realidad. El mundo que creía se había derrumbado poco a poco se fue reconstruyendo dentro de su corazón. Sus brazos, que no fueron capaces de moverse hasta ese momento, devolvieron el abrazo mientras hundía su rostro contra el pecho de Hachi. Quería sentirla. Quería estar segura de que este momento era real. Lo necesitaba. Y en el pecho de su hermana, encontró un cálido lugar donde dejar escapar su frustración. No lloraba, pues su voluntad ferrea no se lo permitía. Pero si se escuchaban algunos sollozos incontrolables, así como el sonido de sus dientes siendo apretados con fuerza.
El resto, era todo silencio. Muchos no sabían que hacer. Otros estaban con dudas de que hacer. Yamato miraba a Sun Ce, quien se mostraba muy tenso en esa situación. Sobre todo porque Ghost era un freno para su autoridad. Por otro lado, el fantasma solo miraba al par de hermana, como si contemplase una escena majestuosa. Lástima que su rostro inexpresivo solo mostraba cansancio y tristeza.
— No podemos dejar las cosas así. Avisen al palacio. La emperatriz debe de saber esto. — A pesar de todo, Sun Ce no pudo ignorar su deber como general.
— Ge.. General... Es muy tarde... ¿No es mejor esperar hasta mañana? —
— No creo que sea prudente, capitán. Dada la situación y la severidad del asunto. No podemos ignorarlo. —
— Déjalo para mañana, Sun Ce-dono —
— General Ghost, le recuerdo que tenemos un deber que cumplir. No podemos simplemente ignorarlo. —
— No dije que lo ignores. Digo que esperes. Nadie va a irse en estas condiciones. Mañana... iremos al palacio.. temprano. —
— Muy bien. Conduzcan a las Khanes a la habitación de la invitada. Y asegúrense de que no escapen. Mañana al amanecer iremos al palacio, sin excepciones. —
Esta vez, el mayor de la familia Sun no aceptaría un no como respuesta, y así se procedió. Hachi guió a Hornet a donde se había quedado todos estos días, mientras la tejedora de carmesí y el general intercambiaban miradas un tanto desafiantes. Estaba claro que uno no confiaba en el otro, pero dada la situación de los reino era mejor no intentar nada extraño.
Por otro lado, lo residentes de la casa volvieron a sus habitaciones, aun conmocionados por todo lo sucedido, y lo mismo pasó con las sirvientas. Al final, solamente quedaron Bretta, Kaede y Ghost en el salón para recibir las visitas.
— Vamos, Bretta. Ayúdame a cargar a este soquete a una habitación. —
— Si, señorita Kaede. —
— No- Déjenme aquí. —
— Pero Ghost. Están en el medio de la entrada. —
— No importa. Solo necesito descansar hasta el amanecer. Yamato lo entenderá. —
— Eres un desastre. Bueno... Vamos Bretta. El cabezota no quiere cooperar. —
— Oye Ghost... ¿Seguro que estarás bien? ¿Quieres una almohada...? ¿Una colcha? —
— No gracias.... Solo necesito... dormir un... poco. —
La poca fuerza que le quedaba fue consumida, cuando la adrenalina del momento escapó de su cuerpo, ahora que todo volvía a una apacigüe calma, y podía darse el luje de relajarse. Sin embargo, la fatiga no perdonaba, y sus palabras fueron calladas por su desfallecimiento. AL punto, de quedar dormido incluso aún cuando Bretta estaba presente.
La escarabajo ser rió de esto, al punto de verlo tierno, ahora que su preocupación por su salud había sido calmada. Un poco de reposo sería suficiente, y la recuperación del cuerpo de Ghost era ridículamente alta, así que con un poco de descanso sería suficiente. Más con la medicina que había tomado. Si bien no podría combatir al amanecer, al menos sería capaz de caminar por su cuenta.
Bretta se acercó un poco, tomó las sábanas y la acomodó alrededor del cuello de Ghost. La noche era fría, más con toda esta lluvia, y si bien Ghost sería capaz de resistirlo, no había necesidad de tal cosa en ese momento. Esponjó un poco su almohada y se levantó sin hacer el menor ruido. Aún así, un muy controlado gritillo de susto escapó de su boca, cuando se dió la vuelta y se percató que Kaede no había regresado a su cuarto. Al meno no todavía.
La hija del cazador tenía una risa burlona de oreja a oreja, aunque nada ofensiva. Más bien como si se estuviese controlando para no reir de la situación. Sobre todo con los ojos de Bretta abiertas como platos al darse cuenta que ella aún seguía allí.
Presa de su vergüenza, la escarabajo pasó de largo sin mirar atrás, y se escabulló entre los pasillo hasta llegar a su habitación. El corazón quería salírsele del pecho, y la situación había sido muy incómoda. Después de todo Kaede era como una hermana mayor, según palabras del propio Ghost. Por la Madre Natura. Su mente la estaba torturando en ese momento.
Sin embargo, la reacción no fue igual para Kaede. Una vez Bretta se marchó del lugar, su sonrisa se transformó en una expresión de tristeza, mientras veía a su ¨hermano¨ dormir. Pobre chica.... Si supiera que Ghost probablemente nunca encontraría la felicidad en este mundo. A su lado... Posiblemente ella tampoco la encontraría. Lo único que podía hacer, era orar por ella, y que se diera cuenta ente que fuese demasiado tarde.
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