Cap. 16 - Doble Fe

El viaje siguió su transcurso, a pesar de las confrontaciones pasadas. Hornet, no dejaba de vigilar al fantasma, a pesar que este no mostraba ninguna señal de agresividad de su parte. Aunque, a pesar de estar siempre en un estado de aparente alineación, la tejedora tenía la seguridad que enfrentarlo no sería del todo una buena idea. 

Faltarían tres día para llegar a ciudad Concordia, ahora que la carreta avanzaba más despacio para que el herido Remi, padre de Zara, no tuviese una travesía demasiada agotadora. Sobre todo, porque la rueda del carruaje debía ser reforzada cada cierto tiempo, pues Ghost, aunque le hacía algunos arreglos improvisados, estaba lejos de ser un trabajo plenamente eficiente. Una viaje largo, donde Ghost tuviese que exponerse a situaciones para la cual no estaba preparado. 

En primer lugar, el viejo Ferregal, quien era quien conducía la carreta, no paraba de hablar. Era un locuaz de primera, y siempre tenía algo que comentar, algo que preguntar. Usualmente, solía hablar con Zuru, Yord y Rena, quienes eran los más conversadores del grupo, aunque a veces se le iba una que otra pregunta hacia Ghost, el cual siempre respondía con su característico silencio, o asintiendo o negando con la cabeza, cuando las respuestas se limitaban a un simple ¨si¨ o ¨no.¨

Hornet era otra con la cual era muy difícil de platicar, aunque ella al menos se participaba ocasionalmente en conversaciones, pero nunca revelando mucho información de su pasado o sus metas. Eso si, solía tener una tendencia a defender los asuntos de Nido Profundo, algo que hacía involuntariamente y que pasaba inadvertida en una conversación amena. Pero no para el fantasma, cuya predisposición de la tejedora no fue pasada por alto. 

Sin embargo, no había situación más incómoda para Ghost, que tener que lidiar con la pequeña Zara. La infante parecía haber adquirido algún tipo de fijación con él, y el hecho que lo estuviese vigilando a cada rato le resultaba bastante incómodo. Ghost era un cazador, y sabía cuando estaba siendo observado.

Durante las caminatas, cuando estaban acampando, incluso cuando estaba solo. La pequeña híbrida parecía tener algo en mente, pero Ghost jamás sería capaz de imaginar que un infante podría querer de él. Él no era como esos bichos que se dedicaban a entretener niños, y que siempre iban vestido de brillantes colores y los hacía tanto reír. Él era frio, silente. Su ropaje oscuro no lo hacía destacar en lo absoluto, y su carente habla e inexpresivo rostro no debería ser del agrado de ningún infante. Entonces... ¿Por qué la pequeña no dejaba de seguirlo?

La propia Rena se percató de esto en varias ocasiones, y regaño a su hija para que le diese privacidad al caballero, pero esta solía volver a sus andadas al poco tiempo. 

Sin embargo, en la tarde del segundo día, ya la luz del solo poco a poco se iba esfumando, y la caravana decidió apartarse del camino para montar un campamento para pasar la noche. Zuru y Yord se encargarían de preparlo todo, ahora que ambos se había hecho bastante cercanos a pesar de sus visibles diferencia. Rena le ayudaría con algunas cosas, mientras el viejo Ferregal quitaba la montura a la bestia de carga. Ghsot se había ido a cazar algo, y Hornet se mantenía algo distante, para no estorbar, observando a todos desde la distancia pero... ¿Dónde estaba Zara?

Con tantas cosas por hacer, nadie se percató de su ausencia, y Hornet no tardó en ir en su búsqueda. No debería de haber ido muy lejos, pero debía apurarse en encontrarla. Esta tierras podían ser peligrosas, mucho más para una niña inocente como ella era. Y valla que estaba en lo cierto, pues la pequeña carente de sentido común, consideró que seguir al caballero en su cacería sería una buena idea, pero tan pronto lo perdió de su vista, se vió sola y desorientada. 

La pequeña se arrepintió de inmediato de su decisión, y mientras más el sol se ocultaba, más oscuro y aterrado esa zona de Sendero Verde se tornaba. Todos los sonidos la asustaban, así fuesen las simples hojas al ser sacudidas por del viento, o alguno que otro tiktik que aparecía de la nada, pero que era completamente inofensivo. Sin embargo, estaba perdida, y eso era algo que la aterraba. 

— ¡Mamá! ¿¡Señorita Zuu!? ¿¡Zuru!? ¿¡Yord!? ¿¡Hay alguien!? —

En el silencio del ocaso, la voz de la pequeña hacía eco en el interior de las cavernas. Sus pasos temeroso hacía crujir las hojas bajo sus pies, mientras trataba de no caer ante las ramas que llenaban todo el suelo. 

Cada paso era tan temeroso como el anterior. Rumbo a quien sabe donde, con la inocente esperanza de encontrar el camino de regreso, ignorando que cada vez más y más se adentraba a lo desconocido. Hallownest no era un lugar seguro, mucho menos para aquellos que no saben los peligros que acechan en los rincones oscuros de estas cavernas. 

Hornet, en cambio, cada vez buscaba con más desesperación. La noche cada vez era más oscura, y la visibilidad se reducía considerablemente. Incluso usando su aguja para desplazarse con gran velocidad de un lugar para el otro parecía no ser suficiente. ¿A dónde diablos la pequeña había ido? Era una pregunta que la empezaba a aterrar. 

Sin embargo, una respuesta pronto llegó a ella en la forma de un aterrador grito. No había duda alguna. Esa era Zara, y definitivamente no podía ser nada bueno. Hornet se lanzó sin pensarlo. Ya había determinado el posible origen, y lo único en que podía pensar era en llegar a tiempo ante que algo malo pasara. No parecía estar tan lejos, pero le aterraba no llegar ante una tragedia.

Entonces, la tejedora los vió. Zara estaba aterrada, arrinconada contra la pared de las cavernas cubiertas de musgo. A juzgar por su respiración, seguro había corrido por un tiempo, aunque el terror que le generaba la escalofriante criatura que la perseguía era notorio. 

Esos ojos rojos. Esa boca llena de afilados dientes, y esos sonidos guturales era digan de las peores pesadillas, sobre todo para la mente de un infante. El insecto salvaje la había acorralado, y ya podía saborear a su presa. Se movía como un cazador, viendo la mejor forma de atacar a la pequeña sin resultar herido, aunque Zara lo único que podía hacer era pegarse más y más a la pared en vano. 

Hornet vio la escena con terror, y no dudó en lazarse de frente lo más rápido que pudo. Sin embargo, no sería capaz de llegar a tiempo. Su aguja no detendría a la bestia antes que alcanzara a la pequeña. Sus kunai no llegarían, sin importar que tan fuerte los lanzara. La única esperanza que pudiese albergar su corazón fuese que un casualidad del destino la ayudase a poder salvarla, pero eso parecía estar demasiado ajeno a sus posibilidades. Zara solo podía llorar aterrada, viendo como la muerte con forma de pesadilla se lanzaba sobre ella con una vorágine incontrolable. Al parecer, la pequeña encontraría su trágico final... Aquí, y ahora. 

Entonces, el suelo se estremeció, y una cortina de tierra y suciedad se alzó del suelo. Hornet no pudo definir que había pasado, pero asumía que esa cosa arremetió con tanta fuerza, que había causado todo este desastre. La tejedora solo podía apretar los dientes ante la impotencia de no haber llegado a tiempo, mientras esperaba con preocupación como la cortina de suciedad poco a poco descendía, y le revelaba la impactante verdad frente a sus ojos. 

Un desgarrador espectáculo de vísceras y sangre estaban desparramados por todos lados. Una visión de pesadillas, que se le fue revelado a la tejedora una vez el ambiente retomó la normalidad, y la poca luz de luna que llegaba a la caverna le revelaba la realidad frente a sus ojos. Hornet tragó en saco ante lo que veía, y su cuerpo reaccionaron involuntariamente al miedo... Al verdadero y profundo miedo. 

Ante su mirada, se alzaba el caballero, el cual había caído desde quien sabe donde sobre la criatura que había creído que Zara sería una presa fácil. La katana del fantasma había caído sobre su cabeza, pero eso no se comparaba en nada con la brutalidad que el guerrero había desatado, cuando sus piernas impactaron sobre el lomo del monstruo con toda su furia. Rompiendo la quitina en pedazos, y desparramando el interior por todos lados. Lo cual complementaba en su aterrador actuar con esa mirada iracunda y carente de compasión. La imagen del apex predator de Hallownest. 

A pesar de todo el desastre que había causado, Ghost se alzó por encima del cadáver, y con un veloz movimiento, esparció toda la sangre que había quedado sobre su katana por el suelo, ante de guardarla en su funda. El fantasma giró su cabeza hacia la pequeña, quien aún era incapaz de moverse, mientras sus ojos cristalino y su boca tartamudo hacía lo imposible para no estallar en llanto, aun cuando los propios restos de la criatura muerta cubría tanto sus ropajes como rostros. 

Ghost salió del hoyo que él mismo había creado, y se acercó lentamente hacia Zara, deteniéndose a pocos pasos de ella. la infante aún estaba sentada, apoyada sobre la pared de roca y musgo, aterrada e incapaz de hacer que sus piernas actuaran a su voluntad. Ghost se agachó frente a ella, y la miró con su incambiable mirada pétrea, preguntándose en que diablos estaba pensando esa mocosa para haber venido a esta parte de las cavernas. Entonces, Zara no fue capaz de sostener sus emociones, y un profundo llanto emanó de su interior. 

Ghost aún tenía muchos problemas al mostrar empatía, y el llanto de un infante no era algo que lo hiciera mostrarse compasivo, a pesar de su pasado. Sin embargo, tenía la sensación de que debía hacer algo, pues no podía simplemente dejarla hasta que se cansara de llorar. 

Ghost buscó entre sus cosas, y pronto encontró un pedazo de tela, el cual estaba algo manchado de la sangre de la criatura. Al encontrarse en el epicentro del desastre, él era el que más embarrado de vísceras y sangre estaba, pero al menos ese trapo estaba más limpio que el rostro de Zara, el cual trató de limpiar lo mejor que pudo. 

— Toma. Usa este. —

Ghost miró a un lado, y pronto vió un pedazo de ceda blanca y fina, la cual le ofrecía la mano de Hornet. Ahora que había sido capaz de reaccionar después de tal sangriento espectáculo, y que el llanto de la pequeña la regresase a la realidad. 

Ghost tomó el trozo de tela perfectamente blanca y comenzó a limpiar a la pequeña. Al menos lo más superficial, pues debería darse un baño después de todo. Y sobre todo lavar sus ropajes, aunque estaba seguro que esas manchas probablemente jamás sería capaz de removerla. Una pena, porque esa túnica morada realmente era su favorita. 

— ¿Se puedes saber en que estabas pensando? — Preguntó Hornet claramente molesta.

— Lo siento... No pensé que... Yo... Lo siento. —

La pequeña intentó responder, pero su propio sollozo le impedía hablar con normalidad, aunque la mano de Ghost sobre su cabeza pronto comenzó a tener algún tipo de efecto calmante en ella. Algo que le resultaba extraño al fantasma, pues no pensaba que lo mismo que calmase a Lexter funcionaría tan bien con ella.  

— Lo estabas siguiendo a él. ¿No es así? — Zara asintió con la cabeza apenada. — Mira, pequeña... Estos pasajes no son seguros para alguien de tu edad. No son seguros para nadie experimentado, de hecho. Si no llega a ser por él tu... —

Hornet estuvo a punto de terminar la frase, pero su sentido común prevaleció sobre su enojo, y supo que decir algo así era innecesario y bastante cruel. La pequeña ya se había asustado demasiado, y sus ojos caídos y manos dentro de su vestimenta lo demostraba bastante bien. Definitivamente esta sería una lección que no olvidaría. 

— ¿Me estabas siguiendo? ¿Pa qué? —

Esta vez, fue la voz de Ghost quien sacó a la pequeña de su lamento, pues no lo escuchaba hablar desde que lo conocieron al salvarlos de los bandidos. Zara alzó la mirada, pero a diferencia de la tejedora roja, el caballero mostraba completo desconcierto tras sus cansados ojos. Ella dudó en responderle, pero al final terminó armándose de valor, y sacó entre sus manos una pequeña corona de flores. 

— ¿Qué es eso? — Preguntó Ghost dudoso. 

— Yo... Quería dártelo... Pero tenía miedo. Quería agradecerte por salvarme de esos bichos malos... Pero tu no hablas... y... pensé que no te gustaba estar con nosotros. Yo pensé que... Lo siento. —

¿Así que de eso se trataba todo? Pensó Hornet para su interior, aunque Ghost no se mostraba muy convencido de esto. No entendía el propósito de este regalo, mucho menos su utilidad. ¿De qué le serviría una corona de flores? ¿Para qué ella se la regalaba? No tenía que agradecerle por hacer lo correcto. Sin embargo, pero le triste rostro de Zara y su mano extendida con el regalo, por algún motivo, lo obligó a aceptarlo.

— Y.... ¿Qué debo hacer con esto? —

— ¿Pero serás insensible? — Le regaño Hornet. 

— Mi mama dice que las flores ayuda a calmar la mente. Tenerlas cerca es bueno para descansar y dormir bien. Pero... creo que no te va a servir... Perdón por hacerla tan pequeña. —

Inocente, sin lugar a dudas, pero lista. Al final, tanto misterio solo para darle un regalo. Seguro al ver los ojos cansados de Ghost, Zara supuso que tal regalo lo ayudaría a dormir mejor. Pobre niña, que desconocía que el agotamiento del fantasma estaba más arraigado a sus propios pesares y no a su descanso. 

Sin embargo, verla triste no era muy agradable, ahora que se había percatado que efectivamente, la cabeza de Ghost era demasiado grande para la pequeña corona que ella le hizo. Ghost miró el obsequio en sus manos, buscando una forma de encontrarle alguna utilidad. Aunque al final, simplemente se la puso en uno de sus cuerno como mera decoración. Algo que sacó en la pequeña una sincera sonrisa, y sus ojos cristalino volvieron a adquirir esa ilusión que tanto demostraba. 

— Esto... ¿Cómo me veo? —

— Gracioso... — Hornet respondió de inmediato. 

— Le queda muy bien, señor caballero. —

— Ya veo... Bueno. Regresemos al campamento. Tu madre debe estar preocupada. —

Y así, los tres insectos emprendieron su pequeña caminata de vuelta a la caravana. Zara aún se mostraba temerosa ante la oscuridad, aún cuando caminaba en el medio de Hornet y Ghost. Para ninguno de los dos esto pasó inadvertido, pero irónicamente, mientras Hornet se mantenía serena, Ghost le ofreció una mano, la cual la pequeña aceptó con felicidad. 

Sin embargo, a pesar de haber caminado por un tiempo, ahora Zara miraba a Hornet con curiosidad, la cual tampoco se sentía muy cómoda con los ojos de la pequeña puesto sobre ella y su mano. Hornet miró a un lado, y era difícil resistirse a la mirada asutadisa de Zara, aunque Ghost no apartaba la vista del frente. Y tras un largo resoplido, terminó ofreciéndole su mano a la pequeña, quien la aceptó ahora envuelta en una risa más notoria. Menuda escena más encantadora sin lugar a dudas. 

— ¡ZARA! —

La voz de Rena se alzó cuando estaban llegando al campamento, y divisaron como ella y Zulu se acercaban con prisa. Zara se soltó de sus acompañantes y corrió hasta su madre, quien la recibió de brazos abiertos mientras se lanzaba encima. 

— Por Wyrm Zara... ¿Dónde estabas? ¿¡Es eso sangre!? ¿¡Zara, estas bien!? —

— Si, lo esto mama. Lo siento. —

— Estas en graves aprietos jovencita. 

— Si... mama. —

Usualmente, la enérgica niña hubiese replicado ante un posible castigo, pero verla bajar la cabeza y sus antenas le dió entender a Rena que algo grave había pasado. Pero a ver que estaba bien, simplemente decidió hacer los problemas a un lado y abrazar a su hija con afecto. 

— Nos tenías muy preocupados. —

— Lo siento. —

— Ahora si que te metiste en un buen lío, pequeña. —

— ¡Papa! —

Todo miraron al insecto herido que se acercaba usando un bastón, y ayudado a caminar por el viejo Ferregal. El escarabajo se había levantado de su letargo a pesar de su herida, y su hija estuvo a punto de lanzársele encima. Menos mal que se acordó del estado de su padre en el último momento, y simplemente lo abrazó con delicadeza. 

— Cariño. ¿Qué haces de pie? Deberías estar descansando. —

— ¿Crees que... Me podía quedar acostado mientras escucha... como todos buscaban a mi pequeña? —

— Lo entendemos, señor Remi. — Comentó Zulu. — Pero debe regresar a la carreta y seguir descansando. —

— Ya voy, ya voy. Solo déjenme estirar un poco las piernas. ¿Y tu, pequeña sabandija, que travesuras hiciste ahora? —

— Un bicho grande y malo me persiguió... pero el caballero me salvó... Estoy bien. —

— Bueno... Eso me hace respirar tranquila. Al ver esa sangre sobre tu ropa pensé lo peor. Y usted... — Remi alzó la mirada, y su vista se cruzó con la de Ghost. El escarabajo hizo un esfuerzo titánico para acercarse, y a pesar de que no pudo arrodillarse frente a él, igualmente mostró su respeto. — No tengo palabras suficientes para expresar mi gratitud por salvar no una, sino dos veces a mi familia. Se lo agradezco... de todo corazón. — 

Como era de esperarse, Ghost no dió palabras alguna, pero asintió con la cabeza en consecuencia. Remi tomó esto como un acierto, pero pronto el dolor de su herida se hizo presente, y tuvo que regresar a la carreta acompañado del resto. Dejando a Ghost y Hornet solo. 

La tejedora no había dicho nada, pero realmente estaba aliviada de que él fuese capaz de llegar a tiempo. De no haberlo hecho, de seguro no tendría la fortaleza mental para decirle a Rena de la tragedia. Sin embargo, antes de siquiera poder decir una palabra, Ghost se dió media vuelta y se alejó en silencio en medio de la noche, como el espectro que siempre solía ser. 

A pesar de su carácter fuerte, Hornet realmente necesitaba hablar con alguien en ese momento. Estaba algo abatida, pero sabía que no era bueno compartir sus inquietudes con el resto, pues ellos ahora necesitaban un momento de calma. Necesitaba hablar con alguien que entendiese su situación, y el caballero parecía ser su única opción, a pesar de lo sucedido hace apenas un par de días. 

Hornet se dió la vuelta, y siguió el camino que Ghost había tomado. Debía estar alerta, pues seguro estaría escondido en alguna grieta en la cual sería imposible de detectar. Caminó por un tiempo, sin embargo, el rastro del fantasma parecía terminar en un pequeño estanque de agua. 

La tejedora pronto giró su cabeza, al ves el tenue brillo que la parte dorada de la katana de Ghost había hecho insider sobre su rostro. Y pronto se dio cuenta, que también estaba su equipo, sus armas ocultas, y su capucha. Sin embargo, un chapoteo rápidamente captó su atención. 

El rostro de Hornet se puso más rojo que su capa, cuando vió a Ghost desnudo limpiando su cuerpo de la sangre de la criatura. Este, por supuesto, ni se inmutó de la presencia de la fémina, pero Hornet si se dió la vuelta de inmediato y se fue tan pronto como había llegado. Ghost se quedó mirando a la oscuridad, preguntándose el por qué de una reacción tan exagerada por parte de la tejedora, pero él no era el mejor ejemplo para hablar del sentido común. Y tras darle nula importancia a lo sucedido, simplemente se siguió bañando como si nada hubiese sucedido. Algo que no se podía decir de Hornet, quien no fue capaz de verlo al rostro ni estar cerca de él por el resto de la noche. A pesar que él intentó buscarla en par de ocasiones, pero esta siempre terminaba alejándose. ¨Qué fémina más rara¨ Se decía en su interior el fantasma. 

Y si la reacción de la tejedora antes fue extraña, mucho más lo sería a la maña siguiente, cuando Ghost finalmente pudo devolverle el pañuelo que había usado para limpiar a Zara, aunque ahora estaba limpio y perfectamente blanco. La cara de poker de Hornet era algo que el caballero no sabría interpretar, así que solo se dió la vuelta y siguió guiando la caravana. Claro, no sería tan incómodo, si esa grilla chismosa Zulu y la pequeña Zara no estuviesen con la cabeza fuera viendo que pasaba. 

— Ni una palabra... — Dijo Hornet bastante irritada. 

— Yo no he dicho nada. —

— ¿Qué está pasando? Señortita Zulu. —

— Ah, pequeña... Cuando seas mayor te explico. —

Y finalmente, el último día de viaje. Ahora que Remi se había recuperado un poco y ya era capaz de viajar sentado, pudieron apurar un poco el paso, logrando llegar al muro fronterizo en la tarde de ese mismo día. 

Para aquellos que no habían estado antes en el corazón de Sendero Verde, fue imposible contener la sorpresa ante la vista de tal estructura defensiva, la cual se extendía hasta donde la vista era capaz de rebelarles. Sin embargo, ahora era que llegaría el momento más tenso de todos, pues ninguno de los presentes estaba seguro si el reino los aceptaría. Lo que menos deseaban que haber hecho tan peligroso viaje por nada. Sin embargo, cuando apenas estaban a varios metros de llegar, la voz de Ghost captó la atención de todos. 

— Esperen aquí. Iré a hablar con ellos. —

— No creo que sea buena idea. — Replicó Hornet. 

— ¿Por qué no? —

— No creo que sea buena idea que un mercenario hable por nosotros. —

Ghost arqueó la cabeza a un lado ante las palabras de la tejedora, quien se quedó tan confusa como el resto al ver la reacción del caballero. 

— Yo no soy un mercenario. —

— ¡GHOST-SAMA! —

Todos vieron con asombro como una escuadra de unos once musgosos salían del interior de las murallas y se dirigían hacia ellos. El nerviosismo los atacó de repente, pero la sorpresa que se llevaron cuando vieron a los musgosos arrodillarse frente a Ghost los dejó sin habla alguna. ¿Quien rayos era este sujeto en realidad?

— Teniente Ming, estos insectos a mis espalda han viajado conmigo todo este tiempo. Denles comida y agua, y un lugar para permanecer hasta que hable con su majestad. —

— Pero, Ghost-sama... Son tejedoras... No podemos hacer tal cosa. —

— Es una orden, teniente. Eso será algo que decidirá su majestad la Emperatriz Shuang en persona. ¿He sido claro? — Su voz causó algo de pánico en el teniente.

— Si... Si señor. De inmediato. —

— Bien. Los dejo en sus manos. Debe ir al palacio de inmediato. —

— Si, Ghost-sama. Puede contar con nosotros. —

Y así, el caballero dejó al resto de la caravana a espaldas, mientras su silueta salía de la vista de todos una vez cruzó el enorme portón de la muralla. Aquellos que viajaron con él estaban atónitos ante lo ocurrido, pues lo que menos se esperaban era que su guía fuese alguien de tanta importancia en ciudad Concordia. Tanto para ordenarle a un teniente a no ponerles un dedo encima. 

— Muy bien. Ya habéis escuchado al general. Les daremos entrada al reino y le daremos de comer, pero tendrán una escolta en todo momento. Recuerden que no serán bienvenidos hasta que recibamos las noticias del palacio. Les recomiendo no hacer ninguna tontería. — Anunció el teniente. 

— Si, señor... Estamos profundamente agradecidos. —

— ¿Usted responde por el resto? —

— Si señor, mi nombre es Ferregal. Para servirle. —

— Muy bien. Que la carreta entre y se estaciona a un lado del camino. Preparemos condiciones para ustedes. —

Y así, la caravana ingresó fructíferamente al Sendero Verde, custodiados por esos mismo dies musgosos centinelas que había salido de la muralla. Todos estaban conmocionados, sorprendidos que aquel con quien habían viajado todo este tiempo era nada más y nada menos que alguien con el cargo de general. ¿Quien en su sano juicio haría eso? La emoción en el grupo era colectiva. 

Sin embargo, una de las viajera en particular, hacía lo imposible por contener su furia en ese momento. Desde que escuchó su nombre de boca del teniente, su corazón comenzó a latir con fuerza, mientras su mente se llenaba de emociones negativas y deseos de venganza. Ghost. Ese era el nombre del bastardo por el cual ella había venido. Ese fue el maldito que le arrebató a su hermana. No lo perdonaría. Jamás lo perdonaría... Y ahora que conocía su rostro, no dejaba de pensar en otra cosa que arrancarle la cabeza y reclamar su tan añorada venganza. De momento, debía esperar a que los aceptasen en el reino... Y crear un plan para cazarlo. 

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