El camino hacia Senderos Verdes fue lento y tedioso. Ghost iba al frente, acompañando al ciervocamino en su travesía mientras el resto viajaba atrás. El escarabajo herido ahora ocupaba gran parte de la carreta, y permitieron que solo su esposa tejedora y su hija lo acompañaran. Aunque tardó al menos medio día en recuperar la conciencia. El resto, iba a pie tras la carreta.
Segun los cálculos del fantasma, tomarían unos cuatro días en llegar a la ciudad, así que era mejor descansar por las noches y evitar los peligrosos y oscuros pasajes. Así que, a un lado de la carretera, montaron un campamento con una pequeña hoguera justo en el centro, donde los insectos se reunieron para resguardarse del frio de la noche.
— ¿A donde habrán ido? — Preguntó el tejedor.
— El guerrero se fue no hace mucho, no dijo que iba a hacer. Pero la de rojo dijo que iría a cazar algo. — Comentó el viejo escarabajo.
— ¿Aún nos queda comida? —
— Si. Algo de grano y algunas legumbres. —
— Bueno. Algo mejor que nada. Comenzaré a preparar algo. —
El último miembro del grupo era una grilla, la cual no destacaba mucho entre el resto de miembros. Esta se puso de pie y se dirigió hacia la carreta, donde estaba la familia cuidando del escarabajo herido, el cual aún yacía acostado sobre el suelo, mientras su esposa tejedora acariciaba la cabeza de la pequeña infante que yacía dormida sobre su regazo.
— ¿Cómo están? — Preguntó la grillo en voz baja.
— Cansados. Pero estarán bien. —
— Voy a preparar algo de comer, les aviso cuando este listo. —
— Gracias Suru. —
— Es lo menos que puedo hacer, Rena. Remi hizo lo posible por defendernos. —
— Este cabezota. Cuando se despierte no se va a librar de un buen regaño. —
— Jeje. No seas tan ruda con él. Ah mira. Parece que los otros dos ya llegaron. Te aviso en un rato. —
— Esta bien. Gracias. —
Y así, la grilla salió de la carreta con varios alimentos entre sus manos y algunas cacerolas, las cuales colocó cerca del fuego, al mismo tiempo, que Ghost y Hornet regresaban de su cacería.
La tejedora de rojo traía consigo dos tiktik que había cazado, lo cual eran unas presas bastante desentes para el grupo. Aún así, no podía compararse con alguien que vivió siete años para cazar, y conocía esos parajes como la palma de su mano. Ghost no solo traía cinco tiktik entre sus presas, sino que también cargaba con algunas frutas e hiervas que eran comestibles. Conocimiento que Hornet no disponía. Aún así, la tejedora no pudo evitar mirarlo con cierto reproche, cuando su orgullo de cazadora se vió derrotado por ese insecto silente. Cosa que a Ghost no pudo importarle menos.
— Wao... Que buena caza. — Comentó el macho tejedor, aunque ninguno de los dos se inmutó en lo más mínimo.
— Con eso será suficiente para el resto del viaje. Gracias a ambos. — Comentó el viejo escarabajo.
— Es lo menos que puedo hacer por traerme hasta aquí. —
Hornet al menos respondió, cosa que no se podía decir lo mismo de Ghost. El fantasma solo pasó al frente, dejó su caza y recolección cerca de la grilla que estaba preparando la olla para cocinar, y se dirigió hacia donde estaba el ciervocamino, el cual se entusiasmó al verlo acercarse con varias frutas entre sus manos.
Era extraño ver a un guerrero tan despiadado mostrarse tan noble ante una bestia de carga. A pesar de su imponente presencia, Ghost se mostraba amable con el ciervocamino, ofreciéndole los trozos de fruta mientras le rascaba la cabeza, cosa que al ciervocamino parecía gustarle.
— Parece que el viejo Lexter se a encariñado contigo. — Comentó el viejo escarabajo, sin embargo, Ghost solo asintió con la cabeza como respuesta.
— Señor Ferregal. ¿Cómo fue que terminó usted en Nido Profundo? — Preguntó el tejedor.
— Jovencito, cuando eres viejo como yo, te das cuenta que la vida da muchas vueltas. Un dia sales a aventurarte como un comerciante novato, y cuando menos te lo esperas llegas a un lugar, y decides que quieres quedarte. Tenía una pequeña tienda de artesanía en las afueras de ciudad Komonosu, pero bueno... Ya te imaginas el resto. —
— Eso es muy triste. Y que hay de ti, Zuru. Nunca antes había visto a una grilla vivir en Nido Profundo. —
— Los grillos somo nómadas por naturaleza, pero un día llegué a Hallownest, hace unos dies años mas o menos, y todo cambio. Viví en muchos lados, brindando pequeños espectáculos con mi laud en tabernas y plazas. Sin embargo, fueron las tejedoras las que más apreciaban mi música, así que decidí quedarme en Nido Profundo. —
— Nuestro pueblo valora la música. Mucho más de lo que otros creen. — Comentó Hornet algo deprimida.
— Si. Incluso un viejo comerciante como yo que tanto ha visto, se sorprende que guerreros tan fieros sean tan delicados con las melodía. —
— Yo tengo un primo que es guardia en la casa de la Matriarca. — Comentó el tejedor algo entusiasmado. — Dice que las princesas tocan melodías tan bellas, que es imposible no quedarse escuchando. —
— ¿En serio? No esperaba que alguien tan brusco como tu apreciara el arte, Yord. —
— Oye, Zuru. Yo si aprecio la buena música. —
— Eso es una sorpresa. Yo pensaba que eras solo un burdo con patas extras. —
— ¡Eh! —
La reacción del tejedor fue sorpresiva, y tomo a varios por sorpresa, quienes no pudieron contener las risas ante las interacción de la grilla y el tejedor. Todos menos Hornet, quien se mantenía con la cabeza baja, y algo apartada del grupo. Con el pecho dolido desde que Yord mencionó a las princesas. Y el recuerdo de su hermana para ella fallecida, la hubiese hecho llorar de no tener un carácter tan fuerte.
Sin embargo, Ghost, quien estaba junto al ciervocaminos algo alejado, pudo ver todo. Esa tejedora vestida de rojo guardaba dentro de ella una tristeza e impotencia que poco podían notar, pero que él pudo hacerlo. Pudo, porque le recordaba a él mismo en muchos aspectos. La tejedora de rojo al parecer había sufrido mucho, y tal vez por eso estaba huyendo de su pasado. Sin embargo, ver a Rena y a la pequeña Zara salir de la carreta rápidamente llamó la atención de todos.
— Si que están animados aquí afuera. — Comentó la madre.
— Oh. Lo sentimos. ¿Te despertamos, pequeña? —
— Shi... —
— Cuanto lo siento. Pero no te preocupes. La cena pronto estará lista. —
Poco tiempo después, los ánimos se elevaron un poco, cuando cada uno pudo degustar de una buena porción de estofado de tiktik y pan caliente. Todos aceptaron gustosos la comida, incluso Hornet, quien a pesar de todo se quedó junto al resto. Ghost, en cambio, tomó su porción y se sentó junto al ciervocamino. Ese ambiente tan agradable le resultaba tan ajeno a él, que se sentía ansioso de solo pensar en estar rodeado de insectos. Sin embargo, la soledad era reconfortante para su agitada mente. Aún así, los presentes no pudieron evitar mirarlo con tristeza como se alejaba hacia la oscuridad, lejos del fuego.
— El también debe de haber sufrido mucho. — Comentó el viejo Ferregal.
— Me pregunto que le habrá pasado. —
— Joven Yord, a veces hay quienes no pueden superar su pasado. Y alguno... dejan que estos los consuman. —
Las miradas se tornaron hacia Ghost, quien permanecía comiendo en silencio, dándole uno que otro trozo al ciervocamino, que aceptaba todo sin muchos escrúpulos, ignorando, que el fantasma efectivamente si podía escucharlos con su agudo oído.
— ¿Y que hay de usted, señorita? ¿Podría contarnos algo? —
Tras la pregunta de Yord, Hornet se sintió bastante incómoda al ser el centro de atención. Ponerse de pie y retirarse hubiese sido muy tentador, pero teniendo en cuenta que aún quedaban un par de días de viaje lo mejor sería no comportarse como una antisocial, pues ya con aquel guerrero que permanecía junto al cirvocaminos era más que suficiente. Al menos, algo de plática podría ayudarse a sopesar esos amargos pensamiento que inundaban su mente.
— Yord, no seas mal educado. — Lo regaño la grilla.
— Esta bien, Zuru... Se que he sido algo... distante. Me disculpo por eso. —
— Esta bien, querida. Todos aquí estamos pasando por momento difíciles. —
Las palabras de Rena eran una caricia para su agitada mente. Y tras tomar una buena bocanada de aire, Hornet habló.
— Mi nombre es Zuu... Perdón por la presentación tan tardía. —
— Esta bien, jovencita. Y dinos. ¿Qué te llevó a querer dejar Nido Profundo? Si no es mucha molestia preguntar. —
— Yo... Perdí a alguien... Alguien muy importante para mi. Ahora... necesito... encontrar un nuevo camino. —
Palabras ciertas, aunque igual de confusas. Los presentes supusieron que había perdido a algún amor o algo similar, tal vez un familiar muy cercano, así que la idea de buscar nuevas oportunidades no sonaba muy descabellada. Por supuesto, nadie en su sano juicio imaginaría que estaban viajan con una de las mismísimas Khan de Nido Profundo.
Sin embargo, las palabras de Hornet, no llegaron tan profundo al corazón de los presentes, como al del propio Ghost. Él si sabía lo que era perder a alguien importante. Lo que era perder todo lo que amabas. Una oleada de recuerdo inundó su mente, y se quedó petrificado, con los ojos puestos sobre su tazón de comida, pero aún con la mitad aguardando por el comensal. Y así estuvo, por varios largos minutos.
— ¿Señor guerrero... ya terminó? —
La voz de la pequeña Zara sacó al caballero de sus pensamientos. No se había dado cuenta, pero ya el resto había terminado, y ya estaban lavando los utensilios para guardarlos hasta la siguiente ocasión.
— Mi mama me dijo que le preguntase si ya había terminado. —
Ghost volvió a bajar la mirada en silencio, y el rostro dudoso de la pequeña llamó rápidamente su atención. Ahora que la veía con más calma, y era capaz de notar la combinación de genéticas en su cuerpo. Mitad escarabajo mitad tejedora, con rasgos arácnidos predominantes, pero con solo seis extremidades. Algo curioso sin lugar a dudas.
Entonces, Ghost se dió cuenta que aún no había terminado, y pronto se dio cuenta de la gran cabeza del ciervocaminos mirando fijamente lo que no se había comido. ¿Quien sabe cuanto tiempo estuvo mirando el bol de Ghost, como un perro en toda la regla? Sin embargo, Ghost solo tomó un trozo de carne con sus dedos y se lo comió, dejando que el animal de carga terminase de devorar el resto de su propia mano. Y una vez concluyó, le ofreció el pozuelo de madera la pequeña.
— Gracias... —
Su voz era angelical, y muchos miraron con ternura como la pequeña se daba vuelta y regresaba con su madre, quien tomó el bol y terminó de lavarlo, ya que el siervocamino apenas había dejado restos de comida. Sin embargo, Ghost se había quedado, en blanco.
La imagen de la pequeña lo había transportado a un pasado. A un pasado anterior a la Noche Roja. Una pasado anterior, donde todo era más alegre. Donde los niños jugaban en las calles de Bocamatsu. Un pasado donde él era feliz.
A su mente regresaron recuerdo que él crecía perdidos. Recuerdos de sus amigos, de su infancia. De cómo jugaba con Bretta, Quirrel, y el resto de sus amigos. Las karuta, la daruma-otoshi, el kedama que tanto Quirrel amaba. Recuerdos de las sonrisas de los ciudadanos de Bocamatsu. Recuerdo de las sonrisas de sus amigos. Recuerdos de la sonrisa de su padre Elderbug.
Por primera vez en mucho tiempo, una gota cristalina corrió por la mejilla del fantasma. Él mismo llevó su mano a su rostro, y se quedó asombrado del líquido que escurría de sus ojos. Una lágrima. Ya había olvidado lo que era sentir una. Y la cabeza del ciervocamino que estaba empujando contra él, se convirtió en un buen remanso de calma para calmar sue cuerpo mientras la rascaba.
Nadie se dió cuenta de su momento de debilidad. Nadie, excepto la propia Hornet.
— Tomaré la primera guardia. —
Esta era, literalmente, la quinta vez que escuchar hablar al joven Guerrero. Su fuerte voz rápidamente llamó la atención de todos, quienes lo vieron marcharse sin darse vuelta. Incluso el ciervocamino, quien no apartaba la mirada al ver como se alejaba.
— Es un tipo raro. —
— No eres el mejor para decir eso, Yord. —
— ¿Podrías dejar de molestarme por cinco minutos, Zuru? —
— Ah... Ustedes los jóvenes tienes demasiada energía para mi edad. Me voy a dormir. —
— ¿De qué están hablando, mami? —
— De nada, mi cielo. Ven. Vamos a ver si tu padre puede comer algo. —
Menudo grupo, fue lo que Hornet pensó, antes de verlos separarse. Cada cual prepararía un lecho donde dormir, y ella no sería la excepción, aunque en su caso personal, prefería descansar recostada a un tayo de un árbol, pues así podría estar alerta si de repente algo pasaba. Igual estaba segura que con ese caballero vigilando no tendría que preocuparse tanto, pero su instinto de guerrera no se lo permitiría. Y así, todos cayeron poco a poco en un profundo sueño, mientras las llamas de la hoguera poco a poco se iban apagando.
La noche era tranquila y silente, y aquellos que dormían podían descansar confiados de que nada los molestaría. Sin embargo, unas horas antes del amanecer, Hornet se despertó por su cuenta. Ella siempre fue de sueño ligero, y en ese momento tenía que relevar al caballero en su vigilia. La tejedora se puso de pie, estiró sue cuerpo, tomo su aguja y se fue en su búsqueda.
Al Khan avanzaba suavemente sobre el lecho de hojas bajo sus pies. Estaba oscuro, y la poca luz de luna que ingresaba a esos parajes no iluminaba del todo el lugar. Un terreno mayormente plano, con con abundantes arbusto y enredaderas sobre las paredes rocosas. Hornet se preguntaba donde estaba el caballero, pues dudaba mucho se que se hubiese ido sin más, pero no lo veía por ningún lado. ¿En dónde estaba?
Sin embargo, sus sentidos de cazadora se activaron, cuando algo llamó su atención desde la oscuridad de la maleza que cubría las paredes rocosas. De abajo de su capa salió disparado un kunai, el cual fue lanzado por su propia mano hacia una sección oscura entre las rocas. Pero cuando sus ojos se adaptaron a la oscuridad, pudo ver con asombro quien era su objetivo.
Ghost yacía sentado sobre uno de los salientes de la roca, oculto de todo, y con la cabeza inclinada a un lado. De haberse mantenido estático, el kunai de Hornet hubiese atravesado su cráneo con la misma fuerza que se incrustó a la pared en la cual estaba recostado. Sin embargo, este no se inmutaba en lo más mínimo, a pesar de haber estado a milímetros de una muerte segura.
— Rayos... Eres un espectro... ¿No podía haber avisado o algo? —
— Ya no hace falta. —
El fantasma tomó el kunai y lo desincrustó de la roca con una facilidad innata. Luego, se dejó caer sobre el suelo con gracia, y se acercó a la tejedora mientras admiraba la belleza del arma arrojadiza.
— Un arma poco usual, para una trotamundos. — Ver al caballero hablando por propia voluntad era una novedad para ella, pero por algún motivo, Hornet no era capaz de sentirse tranquila a su lado. Algo en él la ponía alerta involuntariamente.
— Los caminos son peligrosos. Uno debe saber protegerse solo. —
— Eso es correcto, pero no a este nivel... Estuviste presente en la batalla entre Sendero Verde y Nido Profundo hace una semana. ¿Me equivoco? —
Hornet se puso en alerta de inmediato. El cómo él lo sabía o intuía era un misterios, pero de existir la más mínima oportunidad de que supiera quien era ella realmente, no tendría más remedio que acabar con su vida. Y una de sus manos se comenzaba a acercar lentamente a su aguja, mientras una de sus piernas disimuladamente tomaba una posición de espera.
— ¿Y qué si lo estuve? —
— Nada. Solo quería confirmar mis sospechas. Yo también participé, aunque fue por un tiempo bastante corto. —
Hornet ahora si no podía dudar. Ese individuo frente a ella sabía demasiado, y además, había luchando en el bando de los musgosos. Si revelase algo a los guardias de ciudad Concordia, no sería capaz de infiltrarse, o hacerlo sería sumamente difícil. Tenía que decidirse. Matarlo allí mismo y en ese momento, y ya buscar una justificación para darle al resto del grupo que los acompañaba. Su mano estaba a punto de agarrar su aguja, cuando su mirada se petrificó, al ver como el guerrero le ofreció su kunai de vuelta. Algo que la descolocó completamente.
— Pero bueno... Eso ya pasó... Y si estas dispuesta a abandonar todo por buscar una vida nueva, he de suponer que ya no eres mi enemiga. —
Los ojos de Hornet mostraban clara confusión. Aún así, tomó su arma con cuidado y la guardó bajo su ropaje. Lo único que quería saber en ese momento, era que rayos pasaba por la mente de tan enigmático insecto.
— Entonces... ¿Eso es todo? ¿Vas a confiar en mi solo porque renuncié a todo y decidí seguir adelante? —
— No... No lo hago... Pero yo no confío en nadie. —
Hornet intentó ver a traves de esos cansados ojos. Intentó descubrir que había más halla de esa fachada de gran guerrero solitario, de actitud sombría y reservado. Pero para su triste sorpresa, no encontró nada más.
El guerrero frente a ella era simplemente eso, y bastó con una mirada para saberlo. No intentaba ocultar nada, no mostraba ningún ápice de doble intencionalidad. Esa fachada demacrada era todo lo que el guerrero era... Nada más, ni nada menos.
— Bueno... tal vez tuvimos un mal comienzo. Empecemos de nuevo, mi nombre es Zuu. ¿Y el tuyo es? —
Hornet trató de ser más amigable, pero eso de nada sirvió con el caballero. Él simplemente se quedaba quieto, como si estuviese leyendo su alma. En este punto, ya la propia Khan comenzaba a sentirse incómoda con la situación.
— ¿No me vas a decir tu nombre? —
— No lo haré. — Hornet abrió los ojos ante su respuesta. — No voy a revelar mi nombre a alguien que oculta el suyo. —
La tejedora lo había olvidado por unos segundos. Puede que al verlo como realmente era, pensaba que ser más cordial podría aliviar un poco la situación. Pero olvidó, que estaba tratando con alguien mucho más peligroso que lo que ella misma era. Y clara muerta de ello, fueron sus manos bajo su capas, las cuales se apoyaron involuntariamente sobre sus kunais, lista para atacar ante el peligro. Un acto instintivo. Y al poco tiempo, el caballero simplemente se dió la vuelta y comenzó a caminar hacia el resto de la caravana.
— No se quien seas... Y no conozco tus motivos para ocultar tu identidad... Pero yo no soy quien para juzgarte, soy solo un guía. —
Hornet se quedó petrificada ante lo ocurrido, incluso cuando el caballero sombrío ya se había alejado lo suficiente. Ella era consciente que no sería capaz de engañarlo del todo. Y lo supo desde el instante en que lucharon juntos contra los bandidos. Sin embargo, jamás pensó que vería con tanta claridad a través de su fachada.
Ese guerrero era muy peligroso. Y si bien dijo que luchó junto a los musgosos, bien podría ser un mercenario. Alguien que solo va de batalla en batalla buscando algo de dinero, pero sin lealtad alguna. Y este en particular no mostraba una lealtad muy confiable, teniendo en cuenta que estaba guiandon a tres tejedoras hacia Sendero Verde. Pero de lo que si estaba segura, era que no podía quitarle el ojo de encima.
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