Cap. 11 - Imprevistos.

— Mi señora, estamos sufriendo demasiadas bajas. —

La voz de un oficial bajo el mando de Hachi, expresaba con preocupación la cruda realidad. Las defensas Musgosas bajo el mando de Sun Quang y con los arqueros de élite de Sun Ren, estaban masacrando a las tropas de Nido Profundo sin cuartel. La propia Hachi miraba al frente mientras apretaba los dientes, pero aún así, sin dar orden alguna. ¿Qué rayos estaba esperando? Era lo que todos a su alrededor se preguntaban. 

Hornet se encontraba en una situación similar, o tal vez peor. Sus tropas había perdido el impulso, y ahora una colosal línea de guerra se había formado entre tejedoras y musgosos. Y justo en el centro, ella y el imponente guerrero llamado Sun Ce, se batían en duelo singular. 

El guerrero era tan ágil como poderoso, al punto que tal combinación parecía imposible. Aún portando solo su gran espada, era capaz de esquivar la aguja de la tejedora, así como sus dagas ocultas o kunais que lanzaba en ocasiones. La tela que producía para lanzar trampas y su propia aguja no eran suficientes, pues el guerrero se mantenía firme sin importar los desafíos. 

Si esto seguía así, no serían capaces de conseguir la victoria, pero lo único que podía hacer en ese momento, era tratar de derrotar a su oponente al frente, y seguir con el avance. Pero eso parecía ser imposible en esos momentos. Entonces, el momento había llegado. 

— ¡General! ¡Tenemos problemas! —

La voz de un musgoso llamó la atención de Sun Ce, quien aprovechó una leve pausa para saber que estaba pasando. 

— ¿¡Qué ocurre!? — Gritó el guerrero. 

— ¡Es la Senda Carmesí! ¡La situación en la puerta principal es crítica! —

Sun Ce apretó los diente. ¿Cómo era siquiera eso posible? No debería de haber ocurrido tan pronto. Su padre estaba allí y sabía que podía ocuparse del problema. Aún así, no podía evitar sentirse preocupado, mientras miraba hacia el este, hacia las imponentes torres que se veían en el horizonte, pero cuya situación no era capaz de definir. Pero antes de siquiera ser capaz de tomar una decisión, sus instintos lo obligaron a retroceder súbitamente, cuando la aguja de Hornet se precipitó contra el suelo y casi lo perfora mortalmente. 

La tejedora aprovechó el momento de dudas para lanzar una rápida sucesión de ataques, que Sun Ce esquivaba con dificultad, al punto de hacerlo retroceder mucho más de lo que él había recuperado, y ahora, solo pocos pasos los separaban de los border de la muralla, y a espaldas de Hornet, había un enorme agujero en la formación de musgosos, que las tejedoras no desaprovecharon en reclamar. 

La duda había jugado en contra se Sun Ce, y ahora su propia estrategia estaba en peligro. Miraba a la tejedora que lo desafiaba, y no podía evitar fijarse en la sonrisa sobre su rostro. Una sonrisa impulsada por su ansias de batalla y victoria. 

— Parece que no me vas a dejar ir. — Comentó Sun Ce.

— No veo motivos para hacerlo. — Respondió Hornet desafiante. 

— Muy bien... Supongo que deberé tomarte en serio. —

Las palabras de Sun Ce parecían ser simplemente especulación, pero nada más lejos de la realidad. El general blandió sus espada sin sentido, y un sonido seco alertó a la tejedora de repente. Hornet vió con preocupación, como las secciones dentadas de la espada de Sun Ce se dividían, mientras danzaban a su alrededor más como un látigo que como una espada. Su alcance, se había duplicado. Y su mortalidad, se catapultó hasta los cielos. La sonrisa de Hornet se esfumó de su rostro, al saber que su oponente, solo la había estado probando hasta ese momento. Un error a partir de ahora, era algo que no podía ocurrir. 

Del otro lado del frente, Hachi sonrió entusiasmada, cuando los que tanto esperaba por fin habían llegado. Bengalas rojas cayeron desde el techo de las cavernas, anunciando a todos sus aliados de su presencia, y a sus enemigos de que algo terrible estaba a punto de ocurrir. Y no era para menos, pues justo detrás de esas nubosidades escarlatas, miles de tejedoras caían desde las alturas, usando sus propias redes como un improvisado paracaídas. Y justo al frente de todos, posiblemente el mayor Guerrero que las profundidades del abismo hallan engendrado. 

Una máquina de matar. Un asesino sin piedad. Uno que tenía su puesto como el tercer Khan, no porque tuviese una línea de sangre, sino por sus méritos propios. Nacido en la mugre, y forjado por la desesperación. Y su nombre, pronto conocido por todo Hallownest. Nosk, el Verdugo. 

Cuando Nosk cayó sobre la muralla, el propio suelo y la sólida roca se estremecieron. Su tamaño era muy superior a cualquier cosa que halla pisado ese sector del campo de batalla, y los musgoso vieron con terror como con solo su peso propio, ya había acabado con la vida de doce de sus semejante. Uno de los pocos de su reino que tenía solamente seis extremosidades, pero que nadie estarían tan loco como para retar su poder. 

Nosk no dió tiempo a ninguno soldado a reaccionar, y no mostró ningún tipo de compasión. Era como un centauro, cabalgando con sus cuatro patas traseras, mientras sus dos frontales blandía sin piedad una enorme guadaña negra, cuyo filo segaba las almas de sus oponentes, y destrozaba sus cuerpos con una fuerza abrumadora. Era un monstruo. Uno que despejó por su cuenta, un punto de las murallas, donde el resto de las tejedoras cayeron desde sus paracaídas. EL sector central de la muralla, efectivamente, estaba comprometido. 

— ¡No os dejéis doblegar! ¡Los superamos en número! ¡Presionad! —

La voz del capitán Yamato se escuchó en las cercanías, y los miles de musgoso que lo acompañaban rugieron a la par. Su moral los impulsó sobre la colosal criatura y esas malditas tejedoras que profanaban su sagrada muralla, y deberían pagar con sus vidas. Pero la realidad sería muy distinta. 

El propio Nosk cargó, solo, contra los centenares que venían en columnas sobre su posición. Su guadaña se deleitó con la sangre de decenas. Y su fuerza lanzó los pedazos triturados en todas direcciones. Un sangriento espectáculo que detuvo el avance al instante, pues esa cosa era la encarnación misma de la muerte, y el terror que sembraba en sus oponente era absoluto. 

El propio capitán Yamato se vió cara a cara contra la bestia, la cual había deducido que, como oficial al mando, su cabeza sería un muy buen trofeo para su macabra colección. Nosk blandió su guadaña sin dudarlo, y el aguijón de Yamato recibió el impacto, lanzando al musgoso a una distancia absurda sobre sus propios soldados. Yamato estaba vivo a duras penas, pero su aguijón de metal había sido partido a la mitad por el impacto. Ganarle a esa cosa era imposible, y avanzar hacia él destruyó su coraje, como el de las decenas de soldados que también lo veían. Ninguno de ellos, tendría la más mínima oportunidad. 

Sin embargo, los ojos de Nosk se giraron hacia un costado, y su guadaña cambió rápidamente a una pose defensiva, cuando un enorme aguijón dorado se lanzó sobre su figura. Incluso alguien tan colosal como Nosk, tuvo que retroceder ante la fuerza del impacto, que el poderoso insecto dorado cargaba sobre su cuerpo. Uno que miraba al intruso de Nido Profundo con particular desprecio. 

— ¡General Sun Jian! — Gritó Yamato esperanzado al verlo. 

— Capitán. Tome a tres mil soldados y valla al muro este. —

— Pero mi señor, no puedo abandonarlo. —

— Ve... Tengo el presentimiento que Quang y Ren necesitan apoyo de inmediato. —

— Pero... Mi señor... —

— Ve, viejo amigo. Nos volveremos a encontrar cuando termine esta batalla. —

El capitán quería negarse, pero ver la sonrisa de su viejo amigo y su dorada armadura no le permitían hacerlo. Confiaba en él, tanto como estratega como guerrero, probar la fortaleza de esa monstruosidad con guadaña lo hizo dudar mucho al respecto. Sin embargo, órdenes son órdenes, y el capitán las acataría tras reunir la cantidad de insectos necesarias. Si Sun Jian sentía que algo no estaba bien, lo más sensato sería no ignorarlo. 

— Muy bien, bestia horrenda... Parece que seremos solo tu y yo. —

Sun Jian retó a Nosk alzando su aguijón y apuntándolo a su cabeza. Sin embargo, este no recibió una respuesta de palabras, sino un rugido colérico, y el ataque desenfrenado de esa criatura. Esta no sería una batalla para nada fácil. 

Sin embargo, Yamato tuvo que dejar a su general atrás, mientras veía con preocupación cómo las supersticiones de su amigo no eran infundada. El sector este de la muralla era el que más había sufrido de todos, y desde la distancia, el fuego que se extendía dentro del muro era clara señal de eso. 

Las tropas de Sun Quang no fueron capaces de detener el asalto de tejedoras voladoras, y aquellas que cayeron dentro de los muros, habían causado estragos y destruida muchas de las piezas de asedio de los musgosos. Varios sectores sobre las murallas estaban comprometidos, pues cuando las tejedoras tomaron la sima, crearon un punto perfecto para que sus semejantes pudiesen escalar sin temor a ser bañadas con aceite hirviendo. La vista era aterradora. 

Yamato guió a sus hombro desde el centro hacia donde estaban las tejedoras, y su avance logró recuperar muchas de las posiciones perdidas. Con un aguijón nuevo, el propio capitán iba al frente, y decenas de tejedoras cayeron antes la abrumadora fuerza. Sin embargo, tal impulso no fue eterno, y fueron detenidos a escasas posiciones de la puerta secundaria de la muralla. Aquella que las tejedoras tanto se esforzaban por capturar.

El propio capitán, miró al campo de batalla, y vió a aquella tejedora de capa negra que gritaba órdenes a sus seguidores. No había duda alguna. Ella era la que estaba al mando de todo este sector, y estaba a los pies de las puertas, esperando junto a sus guerreros de élite que sus seguidores se hicieran con el control de los mecanismos.

Entonces, los corazones de los musgoso se estremecieron, cuando el retumbar de los mecanismos de metal se accionaron, y las colosales puertas poco a poco comenzaron a abrirse. Yamato estaba justo allí, pero sus hombres no eran capaces de avanzar lo suficientemente rápido para detener a las tejedoras que estaban abriendo el prontó. Sun Ren estaba del otro lado de la muralla, pero sus flechas no alcanzaban a los objetivos. Sun Quang estaba dirigiendo la lucha en el interior, pero se volteó con terror al sentir los mecanismos. 

No había posibilidad alguna. Con las puertas abiertas, el ejército de tejedoras ingresarían al reino y arrasarían con todo. El propio Sun Quang cargó de frente junto a sus unidades de élite, pero no serían capaces de llegar a tiempo, puesto que varias tejedoras se interponían en su camino. No había esperanza. 

Del otro lado, Hachi esperaba junto a sus hombre, mientras las puertas se abrían lentamente. Ya podía ver hacia el interior del reino, y la sonrisa por su victoria era claramente visible, como la que tenían cada uno de los soldados a su alrededor. Solo un poco más, y serían capaces de capturar la posición definitivamente, y establecer un punto de control para capturar el resto de la muralla con ataques por la retaguardia. Y finalmente... las puesta se abrieron.

Hachi estuvo a punto de dar la orden, cuando los trozos destrozados y sangre de varias tejedoras se precipitaron hacia el exterior. Los cuerpos sin vidas pasaron a su lado, mientras la imagen de una figura se abría paso desde el interior, masacrando sin piedad a las tejedoras que estaban en su paso. Un guerrero de negro envuelto en una capucha, y en cuyas manos se blandía una katana ónice teñida de carmesí. Ese guerrero era... Ghost. 

Sun Quang no supo que había pasado, pero este repentino deceso de las tropas tejedoras era la oportunidad que estaba esperando, y no tardó en dar la orden para que sus tropas avanzaran. Las puertas ya estaban comprometidas, así que deberían montar una barricada en el exterior mientras recuperaban los muros. 

Sun Ren también se percató de estos giraos de acontecimientos, aunque no era capaz de ver que estaba pasando. Sus flechas volvieron a llover sobre sus enemigos, mientras priorizaban el avance hacia la puerta desde los muros, algo que el propio capitán Yamato hizo desde el lado opuesto. 

Hachi vió con impotencia como sus planes se hicieron pedazos ante la aparición de este misterioso guerrero, y ahora estaba envuelta en una lucha sin control a las afueras del portón. Tejedoras y musgosos luchando sin formación alguna, donde los ataque proveían tanto desde el frente como atrás. 

La propia Hachi blandía su aguja e hilo, y apartaba de su camino a tantos musgoso como fuesen posible. Sus capitanes y estrategas permanecía a su lado, protegiendo a su señora de posibles ataques por puntos ciegos, pero un gran estruendo pronto llamó su atención.

Hachi y sus oficiales miraron a un lado, cuando vieron a ese peculiar guerrero de negro acabar con la vida de una tejedora a pocos paso de ellos. Ghost giró su cabeza a un lado, y no tardó en ver a ese notorio grupo, con la tejedora del medio visiblemente diferente. No había dudas, se trataba de alguien importante. La cabeza de una serpiente que hará morir el cuerpo si es cortada. Su próximo objetivo. 

— ¡Proteged a la Khan! —

— ¡No! ¡Esperen... ! —

Hachi intentó detener a dos de sus oficiales que se lanzaron sobre Ghost, pero fue en vano. Las tejedoras pensaban que trabajando juntos serían capaces de superarlo, pero nada más lejos de la realidad. Ghost pasó entre ellos como la sombre que era, y sus agujas ni siquiera rosaron su cuerpo. Mas, el aguijón de Ghost no mostró piedad alguna, y los dos cadáveres cayeron a sus espaldas de inmediato. 

— Tu... No se quien demonios seas... Pero juro por mi sangre que te haré pagar por eso. —

Hachi alzó su aguja y desafió a Ghost, a lo cual este respondió adoptando una pose de combate. No había que ser un experto para saber que la tejedora era una gran guerrera, y subestimarla no era una opción. Aunque, Ghost en particular no subestimaría ni a un loco con aguijón de madera. 

La capa de Hachi se sacudió con fuerza, y el aguijón de Ghost intervino entre los kunais y su cuerpo. Tan pronto la tejedora lanzó sus armas ocultas como distracción, se lanzó sobre el guerrero con furia, y su aguja apuntó mortalmente a su rostro. 

Ghost bloqueó y retrocedió, experimentando la fuerza de impacto de la tejedora. Era una guerrera formidable, y no podría darle cuartel. Así que de inmediato, él también se lanzó al ataque. 

La aguja de Hachi y de Ghost retumbaban en la batalla. La brutalidad del combate era tan colosal, que aquellos que más cerca estaban incluso dejaron de luchar para verlos batallar. Hachi se movía con gracias, y sus estocadas eran precisas y rápidas. Ghost era más corpulento, combinando fuerza y destreza en la potencia de sus golpes. Hachi debía desviar sus ataques, pues sabía que un ataque directo sobre su aguja podría dañarla permanentemente. 

La tejedora intentó usa su tela de araña, pero no fue tan eficiente como ella creía. Era la primera vez que Ghost veía un ataque en forma de látigo con tela de tejedora, y a pesar de haberlo esquivado, un fragmento de su capa quedó adherido a la telaraña de su oponente. 

Hachi no desaprovechó esta oportunidad, y comenzó a tirar de él con el propósito de someterlos, pero Ghost era mucho más fuerte de lo esperado. Mas, el fantasma sabía que de seguir así, un paso en falso y caería peligrosamente sobre el suelo. Mantener su capa ya no era una opción. Y fue el propio filo de su aguijón el que cortó el broche, liberándose del agarre de su oponente, mostrando una verdad preocupante para su oponente. 

Hachi vió con asombro, lo que Ghost escondía bajo su capa. Un cuerpo atlético, forjado por los brutales entrenamientos diarios que su maestro le imponía. Sobre su pecho, se mostraba un trozo de cuero, el cual tenía acoplado diferentes armas como dagas y cuchillos arojadizos. Sin embargo, nada más preocupante que sus propios brazos intermedios abrazando su abdomen. 

La tejedora entonces lo entendió. Ella estaba usando todas sus extremidades, y apenas era capaz de mantener el ritmo. Pensaba que su oponente solo disponía de dos brazos, pero verlo moverlos y agarrar sus dos dagas negras le hizo entender lo mucho que ignoraba. Ella lo estaba dando todo en ese combate, y Ghost se estuvo conteniendo desde el inicio. Y ahora, el guerrero mostraba su total potencial. 

Esta vez, fue la Khan quien tuvo que quedarse a la defensiva, cuando la veloz katana y las dagas se lanzaron sobre su cuerpo. Hachi tenía más piernas, pero la velocidad de su oponente era ridículamente superior. Su hermana Hornet podría batirse en un duelo más justo, pero ella estaba muy por debajo de su habilidad, y poco a poco, se fue notando como Ghost dominaba el combate. Y todo terminó, cuando en una milésima de segundo, la feroz katana de Ghost encontró una apertura, y cortó el hombro de Hachi, incapacitándole el lado izquierdo. 

— ¡SU SEÑORA! —

La tejedora cayó abatida sobre el suelo, mientras sus oficiales de confianza blandían sus armas contra el guerrero que la había derrotado, en un intento desesperado por proteger la pocas fuerzas que le quedaban, pero Ghost no encontró un desafío alguno, y todos cayeron antes su fuerza superior. Un golpe devastador para la Senda Carmesí en ese sector. 

Del otro campo de batalla Hornet escuchó con terror las trompetas, y su peculiar retumbar enviaban un mensaje muy claro. Un mensaje que la tejedora no pensó escuchar jamás. Un Khan había caído. 

La tejedora entró en cólera, pero sus oficiales hicieron lo imposible por calmarla. Seguir luchando solo causaría bajas innecesarias, y con medio ejército sin cabeza, no podrían seguir luchando. Y una reorganización masiva no sería posible. Y con un dolor inmesurado en su corazón Hornet tuvo que ordenar la retirada, aún cuando su batalla contra Sun Ce parecía estar ganada. Pues a pesar de su técnicas, Hornet dominaba mucho mejor las técnicas de arma que asemejaban a látigo. Sun Ce salió vivo de esta a duras penas, solo con una herida sobre su brazo derecho que debía ser tratada. Algo que no pasó igual en todos lados. 

Justo en el medio, ubicados sobre el portón central, Nosk hacía una mueca de disgusto al escuchar las trompetas. Esa debilucha de Hachi había caído, y por su culpa, todo esto había sido en vano. El monstruo despreciaba la idea de retirarse, pero no había mucho que pudiese hacer al respecto. Por lo menos, en sus manos cargaba la cabeza amputada del general Sun Jian. Un trofeo decente para su colección. Así como la satisfacción, de haber masacrado a casi todos los musgosos de la zona. 

Ahora, Ghost podía escuchar a los musgoso a su alrededor gritar eufóricos, mientras veían a las tejedoras alejarse por la misma gruta por la que habían venido, ignorantes de la masacre que ocurrió en el centro. Sin embargo, la atención del fantasma estaba enfocada en otro evento. 

A sus pies, Hachi desfallecía, y la herida de sobre su hombro poco a poco le arrebataba la vida. Ghost no dejaría ninguna alma sufrir, sin importar lo que halla hecho, y se disponía a acabar con su sufrimiento en ese instante. Sin embargo, una mano sobre su hombro detuvo sus intensiones. 

— Eso no es buena idea. Como rehén nos es mucho más valiosa. —

Ghost se dió la vuelta, y vió al insecto de blanca armadura a su espalda. Era Sun Quang, seguido por Sun Ren y varios de sus soldados de élite. 

— Ningún alma merece sufrir de esta manera. Acabaré con su miseria. —

— Me temo que no puedo permitirlo. —

Con un gesto, varios de los soldados de élite del general rodearon a Ghost, y le apuntaron con sus aguijones para detenerlo. No permitiría que una prisionera tan valiosa sería perdida de esa forma, pero por un segundo dudó de su decisión. 

La forma en la que Ghost lo miraba era aterradora. Incluso alguien como él, no pudo evita sentirse nervioso ante esos ojos muertos e iracundo. Como si estuviese mirando a una peligrosa monstruosidad, y no a un guerrero de su misma altura. 

— Nosotros la atenderemos... Y... Salvaremos su vida... No sufrirá. Lo prometo. —

Algo más sensata, fue Sun Ren quien trató de aliviar la tensión, al sentir el aura asesina que Ghost emanaba. Ella estaba segura que ese guerrero sería capaz de cortarle la cabeza a todos si se lo propusiera, y al ser la única que lo vió batallar contra Hachi, y acabar con sus oficiales de esa forma tan rápida, supo que era mejor no tenerlo como enemigo. 

— Más les vale. —

Ghost alzó el filo se su katana, y con gracia la guardó dentro de su funda, al mismo tiempo que guardaba sus dagas sobre su arnés. Dio uno pasos al hacia un lado, y tomó su capa negra, la cual colocó sobre su cuerpo tras retirar la telaraña. Y sin decir nada más, pasó entre las formaciones de Musgosos al interior del reino, ignorando el hecho que esos dos insectos eran miembros de una de las familias más influyentes de ciudad Concordia. 

Sun Quang, miraba al guerrero alejarse, molesto por tal osadía y falta de respeto. Sun Ren se apresuró a llamar a un médico, pues tenía la sensación que fallar en su promesa, tal vez no sea muy buena idea. Por lo menos, ahora Sendero Verde podría disfrutar de esta victoria. 

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Hey.... Espero que les halla gustado. Más batallas como esta habrá más adelante... Muchas más... Pero ahora es turno de Oro... Así yo me tomo un receso. Si se demora mucho... cúlpenlo a él. XD

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