Capítulo 3: Incluso lo malo brilla
{Actualidad}
Los cuatro entraron al salón como si se pasearan por su casa, Nickolas vestía un pantalón negro, zapatillas del mismo color, un abrigo azul fuerte que resaltaba el azul de sus ojos y su cabello rubio peinado elegantemente hacia atrás.
Evelyn por su parte vestía una falda larga hasta los tobillos, abierta al lado izquierdo dejando ver de forma sexy su muslo, la falda era en estilo leopardo, vestía unas botas de tacón y un tope negro. Su cabello rosa corto en un estilo despreocupado, un fino colgante de oro y un reloj blanco de diamantes que costaba más que todo el lugar en el que estaban.
Kateline había vestido más sencillo, con una mini falda negra suelta en la parte inferior, un abrigo negro y botas del mismo color, su cabello rubio suelto cayendo frente a sus hombros.
La morena vestía una pantaloneta negra y una camisa corta blanca con algunas tiras que se amarraban y entrelazaban por su abdomen dándole un toque sexy, un colgante con un gran dije adornaba su cuello y en su mano izquierda llevaba un bonito y delicado anillo. Su cabello negro recogido en un chongo.
Cuando los demás notaron su presencia se pusieron de pie rápido mirándoles con sorpresa y pánico a la vez.
—Buenas noches, señores ¿Nos concederían unos minutos con los anfitriones? —Evelyn les miró sonriendo de lado.
Por un momento se quedaron solo observando sin saber que hacer, pero cuando Nick hizo el ademán de coger su arma todos abandonaron rápidamente el lugar sin mirar atrás.
Los cuatro tomaron asiento en la larga mesa de conferencias, en el medio se sentaron la rubia y la morena, a la izquierda, justo al lado de la rubia se sentó Nick y a la derecha justo al lado de Crystal se sentó Evelyn.
—Dashi Alden... —Evelyn miró de arriba a abajo al chico frente a ella.
Su cabello negro estaba perfectamente peinado, vestía un elegante y caro traje negro, su mandíbula afilada y apretada, el cuerpo bien trabajado que se notaba por debajo del traje, los ojos negros, feroces, cada facción de su rostro bien marcada detallando madurez.
—Cuánto tiempo sin vernos —la pelirosa mordió su labio mientras sonreía divertida.
—Evelyn Black —gruñó de mala gana—. Hoy claramente no es mi día de suerte si el diablo decidió visitarme —pero la contraria solo estalló en risas negando.
—Sigues siendo tan divertido Dashi ¿Quién es ella?
Señaló a la chica a su lado, se notaba mucho más joven que todos allí, su cabello negro caía ondulado por encima de sus hombros, sus ojos negros mostraban irá y odio, sus labios gruesos apretados en una mueca de disgusto. A contrario de Dashi que vestía formal, la pelinegra vestía unos jeans negros ajustados, unas zapatillas blancas y un abrigo gris. También daba la impresión contraria al chico: inmadurez.
—Soy Tracy Alden, su hermana y por ende una de las herederas de la mafia Xiao —sonó como amenaza, pero los contrarios solo rieron bajito.
—Wow cuanto creció la cachorrita —pero la chica le gruñó disgustada.
—Perdiste el derecho de llamarme así hace años y encima lo pusiste peor hace un mes, asesina.
—Venga, tampoco exageres cachorrita. No fue tan grave —se encogió de hombros, pero la contraria se levantó hecha una furia y golpeó enojada la mesa.
—¡¿Me estás jodiendo?! —pero su hermano la hizo sentarse de nuevo.
—Tracy comportate. Evelyn ve al punto ¿A qué vinieron? —la pelirosa rio acomodando en su lugar, despreocupada entonces Crystal habló
—Nos hicieron perder una gran cantidad de mercancía, de la buena, mataron a nuestros transportadores de la Frontera rusa, mataron a varios de nuestros guardias y arruinaron bastantes de nuestros materiales.
—Me alegra que les haya causado tal daño —el pelinegro sonrió y alzó sus cejas, divertido.
—Todo lo evaluamos con un valor total de 10 mil millones de dólares.
—Y nuestra perdida se evalúa en o espera que padre hay uno solo y ustedes nos lo quitaron sinónimo de: están muertos hijos de putas.
—Me cae bien ¿Es necesario matarlo? —la morena los miró buscando su respuesta.
—A mí también me cae bien el capullo —Nickolas alzó la mano y Kateline bufó rodando sus ojos.
—Y a mí me sabe riquísimo, ojalá no hubiera que hacerlo —Evelyn rio relamiendo sus labios.
—Dashi Alden de la mafia Xiao, tu mensaje de guerra nos llegó y lo aceptamos —ante lo que dijo la morena los seis se pusieron de pie.
—Nada me agrada más que eso —confesó el pelinegro mientras los otros cuatro solo le daban la espalda y abandonaban el lugar.
🔪💋
{Kateline Rivas}
Al llegar a casa apagué el motor del auto, tomé mi bolso y salí del auto poniéndole el seguro y suspirando al sentir el frío de la noche azotar mi delgado cuerpo.
Avancé hacia la entrada y me sorprendí al ver una figura encogida frente a mi puerta, el chico de cabellos castaños abrazaba sus piernas mientras temblaba de frío.
Sonreí al verle y me acerqué a él, al sentir el sonido de mis botas contra el suelo elevó su mirada, ansioso y sonrió tierno mientras yo dejaba mi abrigo sobre él para resguardarlo del frío.
Jhon es de esas personas que llegan inesperadamente a tu vida y pueden alegrarla con solo su presencia, tenía ojos pequeños y redondos de color negro, una sonrisa radiante que transmite felicidad pura y ternura, su piel ligeramente bronceada, su cabello castaño suele estar perfectamente arreglado hacia atrás, pero en ocasiones informales como estas lo trae despeinado cayendo frente a sus ojos. Sus labios carnosos formaban un corazón y al sonreír se le hacían dos pequeños hoyuelos volviendo su sonrisa aún más especial.
Se levantó sacudiendo su ropa y me miró de arriba a abajo buscando que todo estuviera bien.
—Es muy tarde, al ver que no estabas en casa me preocupé por ti, recé mucho para que el señor te cuidara.
Y si, Jhon es altamente religioso, ama a Dios más que a sí mismo.
Razón por la que siempre será un amor tan imposible para mí.
Y razón por la que nunca le he contado sobre quién soy en realidad.
—Todo está bien, fui a visitar a unos amigos. Entremos, te aré un té para que entres en calor —él asintió sonriendo.
Abrí la puerta y ambos entramos a mi hogar, dejé el bolso sobre el sillón mientras me dirigía a la cocina para preparar el té.
Al volver a la sala con las dos tazas de té caliente Jhon estaba sentado en el sillón viendo las noticias. Le entregué su taza y me senté a su lado dándole un sorbo a mi té.
En las noticias pasaban imágenes de un reciente asesinato, se había encontrado varios cuerpos de una banda de traficantes, sin manos, con los ojos sacados, la lengua cortada y degollados.
Ups, esa fui yo.
Los idiotas nos robaban y encima trabajaban con una banda de los Xiao, así que me encargué de dejar un mensaje.
Nos eres leal, vives.
Nos traicionas y te mandamos a saludar al diablo.
—Los criminales cada vez están más fuera de control —comentó.
—Así es —sonreí nerviosa y seguí bebiendo de mi té.
Un 9/10 de los crímenes de los que Jhon se quejaba los había cometido yo o había estado implicada.
—Gracias por el té Kateline. Debería irme ya, es tarde —dejó su taza ya vacía sobre la mesita frente a nosotros y se levantó. Yo copié su acción y asentí sonriendo.
Fuimos hacia la puerta, la abrí y Jhon salió despidiéndose con una enorme sonrisa y agitando su mano animadamente.
Cuando le vi partir cerré la puerta y apoyé mi espalda contra esta cerrando mis ojos soltando un gran suspiro.
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