#36
Me había convertido en alguien diferente, en las sesiones ahora yo era la que hablaba y eran cosas buenas, con el tiempo que he estado en terapia comencé a tenerle cariño, sé que no debería pero ha sido un gran apoyo en todo el proceso de terapia. Me agradaba Martín, incluso hasta podía llamarlo así. Me ha contado como han sido sus días en Nueva York, sé que lo dice para que no me sienta tan culpable por dejar Ohio, siempre me cuenta alguna pequeña anécdota de allí. Cada vez que me cuenta algo me da un pequeño cosquilleo de nerviosismo, me aterra irme de acá pero me gustaría mucho salir y descubrir un nuevo mundo para mí.
Mi madre iría conmigo a comprar los pasajes, durante todo el camino ha estado en silencio. No le agrada mucho la idea de irme de casa pero sabe que todo esto será bueno para mí, ella va manejando bastante concentrada mientras que yo observo por la ventana, recordando los detalles de aquí.
– Cariño, luego de ir por los pasajes iremos al supermercado para comprar lo que te falta, no quiero que andes por allí comprando cosas en un lugar desconocido.
Le di una mirada y le sonreí, se notaba que estaba nerviosa.
– Mamá no te preocupes – le aclaré – Iré con Lizzy, ella me está esperando.
La relación que tenía con mi hermana estaba extraña, luego del incidente decidió irse de casa y buscar ayuda, estaba orgullosa de haberlo hecho por su cuenta, Lizzy y yo teníamos algo en común, habíamos tenido a la muerte muy cerca y eso nos había dejado mucho que pensar. Perder a Mark fue algo que nunca podré olvidar, pero de alguna forma me enseñó a ser feliz, a pesar de no tenerlo cerca, me enseñó a ser más valiente y confiar en mí, me estaba costando mucho ser valiente pero estaba mejorando en todo lo demás.
Mi problema alimenticio era algo de lo que estaba por solucionar, aún no le había contado a mi madre lo que pasaba por mi mente cuando comía. No quería irme sin decírselo todo.
– Mamá, debo decirte una cosa – ella me miró, justo nos había dado el semáforo rojo – Después del accidente, comencé a tener otro tipo de problema.
Ella soltó aire y me acaricio la mejilla, dándome una sonrisa.
– Lo sé hija – suspiro – He notado ciertos cambios en ti, no quiero obligarte a ir a ningún lugar, pero creo que debemos verlo antes de que te vayas.
Asentí.
– Tienes razón, pero... – me daba vergüenza hablar sobre eso, no quería que me viera de otra manera.
– No importa lo que digas Diana, te voy apoyar siempre – añadió dulcemente.
Llegamos a la oficina donde vendían los pasajes, había una fila bastante larga, no me importaba esperar. De fondo se veían los aviones que estaban a punto de despegar, incluso había uno en el aire, se veía hermoso.
Mi madre se puso detrás de un caballero mientras que yo miraba alrededor, la oficina estaba a dos cuadras del aeropuerto, el trayecto de mi casa aquí era una hora, tan solo pensar en volver aquí me hacía sentir muy nerviosa, incapaz de dejar mi hogar, Ohio se había convertido en algo muy importante, nunca he sido muy buena para conocer a nuevas personas, antes recibía el rechazo en sus miradas, aparte nunca he tenido amigas, siempre han sido Elliot y Rash.
Volver a reencontrarme con Stella y Tyler fue increíble, sentí que nuestra amistad nunca se había terminado, llegue a la ciudad completamente desconocida sin tener a nadie y me iría llena de buenos recuerdos, buenas amistades que volví a tener y claramente una relación que no pretendía obtenerla.
– Aquí están los pasajes.
Me entregó los papeles y salimos de la oficina, mi madre seguía en silencio.
– ¿Qué sucede mamá? – le pregunté.
Ella dio un largo suspiro y me miro de frente, sabía que debíamos tener esa conversación.
– Diana, se me hace muy difícil dejarte ir, eres mi niñita – añadió con una sonrisa triste – Pero sé que con el tiempo que estarás allá, podrás mejorar. Ya luego te tendré en casa.
Y me dio un abrazo, nosotras siempre hemos sido muy cariñosas, pero este abrazo se sintió como una despedida, me apoyé en su hombro y me quedé allí unos segundos recordando su aroma y la paz que me trasmitía.
– No te preocupes mamá, siempre volveré a casa.
Volvimos al auto un poco más tranquilas, tener los pasajes en las manos me hacía sentir con un poco más de presión, no quería tenerlo a la vista de todos, no quería que las despedidas fueran tan pronto.
***
Con Adam cumplíamos un mes saliendo, no tenía idea que darle, estaba mirando mi computador viendo algunas ideas pero nada parecía convencerme. ¿Quizás ropa? No, pésima idea.
Suspiré frustrada mirando a mi habitación, no sabía que darle. El teléfono que me había prestado mi hermano aún seguía conmigo, de alguna forma logré conectarme con ese aparato. Apreté unas teclas y le envié un mensaje a Stella, esperando poder juntarme con ella, al cabo de unos minutos ella me respondió de vuelta.
Llego en diez minutos.
Arreglé un poco mi habitación, con todo esto de las terapias online y pasar menos tiempo en casa la tenía un poco más ordenada. Miré por la ventana cuando escuché la bocina sonar, eso indicaba que Stella había llegado.
Mi madre la invitó a entrar, esperé a que entrara a mi habitación impaciente, ella tocó suavemente la puerta dándome una gran sonrisa.
– ¡Me alegra tanto verte! ¿Cómo estás? – decía mientras me daba un abrazo.
Stella siempre ha sido una chica muy alegre, aunque no recuerdo haberla visto triste.
– También me alegro verte, pero necesito tu ayuda... y es algo urgente.
– ¿Qué sucede? – preguntó curiosa.
– Hoy cumplo un mes con Adam – admití con una sonrisa – Y no tengo nada que darle, nos vamos a juntar más tarde.
Stella comenzó aplaudir muy entusiasmada.
– ¡Eso es muy tierno! Recuerdo lo que era llevar un mes con mi novio, fue mágico, ¿sabes? – Aclaró bastante enamorada – Pero bueno, volvamos a ti, ¿Qué le gusta?
Si me ponía a pensar, Adam nunca me ha demostrado que le gustara algo, es un chico bastante simple, levanté mis hombros en seña de rendición.
– Nunca me ha dicho que le guste algo.
Stella me explico que quizás Adam no querría nada, en cierta manera era bueno, me alegre al momento en que cambió el tema de conversación, comenzó hablarme de su novio, lo conoció en la empresa de su padre, de hecho es el asistente de él, pero de alguna forma por la forma en que habla, no logro ver el brillo en sus ojos.
– ¿Hace cuánto están saliendo? – le pregunté.
Ella soltó un suspiro.
– Nos conocemos hace una semana, estoy viendo si seguir con el la verdad – admitió nerviosa – Es que... me gusta otro chico, desde hace un tiempo.
Ahí estaba el brillo que todos hablaban, ella me explicaba que había vuelvo a reencontrarse con el luego de muchos años, me contó que cuando lo volvió a ver sintió un cosquilleo en el estómago, de vez en cuando me daba una sonrisa de adolescente enamorada.
– ¿Es Tyler?
Al momento en que dije su nombre, ella se sonrojó, bajó su mirada y me asintió despacio.
– ¿Es tan obvio? Es que... cuando éramos chicos, siempre andamos los cuatro juntos, Tyler, Mark tú y yo, ustedes ya andaban coqueteando por ahí, mientras que nosotros nos convertimos en buenos amigos.
Stella me dio una sonrisa un poco triste.
– Pero Tyler tiene novia, así que nunca pasaría algo entre nosotros – aclaró.
El destino siempre andaba rondando alrededor de nosotros, siempre teniendo algo nuevo que ofrecernos, quizás nos iba a unir a la persona con la que estaríamos por el resto de nuestra vida, quizás nos pondría alguien para pasar el momento, pero nunca se sabe si te vas a reencontrar con tu alma gemela.
Lo único que quería era volver a reencontrarme con Adam cuando volviera de Nueva York.
– Así que... ¿Te vas a Nueva York? – preguntó, haciéndome que volviera a la realidad.
Asentí con una sonrisa.
– Si, pero no con un buen propósito – añadí con confianza – Debo ir a terminar mi terapia allí, me iré por un año.
Ella puso sus manos en las mías, acariciándome.
– No estarás sola Diana, puedes llamarme cuando quieras – aclaró.
Se sentía bien tener amigas, tener una unión con alguien más que no fuéramos chicos ni mi familia. Estuvimos un buen rato hablando de puras tonterías, hace rato no me reía de cosas estúpidas, me contaba lo que hacía en la empresa de su padre, debía revisar archivos y ponerlos en un computador, algo simple decía, hablamos de las cosas que queríamos hacer más adelante, me contó que quería estudiar leyes, igual que su padre, quería convertirse en una gran abogada.
– Y tú, ¿Qué piensas hacer más adelante? – decía ella mientras jugueteaba con el cordón de su abrigo.
¿Qué era lo que quería?
Tenía tanto que me gustaría hacer, poder terminar la carrera de traducción, sentirme orgullosa de lo que había hecho, poder obtener mi propio lugar y vivir en paz, sin tener ningún pensamiento negativo de lo que me había pasado, hace rato no pasaba por mi mente la palabra choque o simplemente recordarlo a él.
Me gustaría estar con Adam; pensé.
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