#29

La mayoría de los invitados ya se había ido, aún seguía sentada en la silla pensando en todo, quizás ya era momento de avanzar, pero algo me lo impedía, aun no sabía que era. Janet estaba conversando con alguien en la entrada, no le di mucha importancia, hasta que oí su voz.

¿Era Adam?

Me giré y allí estaba, tenía sus manos en los bolsillos mientras me miraba, me levanté y comencé a caminar hacia él, me acerqué a sus brazos, era lo único que necesitaba, quería sentirlo cerca.

– Hey, ¿Cómo estuvo todo?

Caminamos hacia dónde estaban las sillas, Adam se sentó a mi lado, mientras que yo me acomodaba en sus brazos.

– Estuvo bien, pero te extrañé.

Podía sentir que sonrió, lo miré de frente. Sus ojos estaban analizándome, en su frente se le había formado una pequeña arruga, sabía que tenía algo en mente,

– Yo también te extrañé – dio un suspiro – Mi madre te manda saludos – Y sonrió de la forma más hermosa.

– Sabía que estaría bien, te lo dije.

Nos quedamos en silencio, Adam me acariciaba las manos, de pronto Janet apareció a nuestro lado.

– Disculpa que los interrumpa, pero la escuela va a cerrar dentro de unos minutos – nos levantamos de allí – Muchas gracias por venir, Diana.

Asentí y le di un gran abrazo, mientras lo hacía, me sentía débil, pero de la forma en que recordaba todo lo que viví con Mark, de alguna manera ella me entregó un poco de él a través del abrazo. Adam unió su mano con la mía y salimos de la escuela.

– Nos vemos Janet.

– Nos vemos cariño, que lleguen bien a casa.

Miré Adam que estaba aferrado a su ropa, cuando nos íbamos alejando del lugar, oí la voz de Janet que trataba de alcanzarnos.

– ¡Diana! Espera, esto es para ti.

Cuando llegó al frente de nosotros, me entregó una carta, estaba escrito mi nombre con la letra de Mark. Cuando la toqué, sentí un peso menos que estaba a punto de irse, nos volvimos a despedir, iba mirando a la carta, Adam iba en silencio a mi lado.

– ¿No vas a leerla?

Asentí, mi labio me temblaba. Sentía un nudo en mi garganta, si me ponía a pensar no había llorado por su muerte, todo ese dolor seguía estancado esperando poder escapar, nos sentamos en una plaza que había, Adam se quedó en frente de mí.

– Si quieres, puedo dejarte a solas.

Cerré mis ojos un momento.

– No, está bien que te quedes – suspiré mientras que la abría – Quiero tenerte a mi lado.

Dentro del sobre, había una carta y una fotografía. Detrás de la fotografía, había algo escrito.

Diana y Mark.

2010 – Sometimes in the future we can be together.

Cuando giré la fotografía, formé una pequeña sonrisa que finalmente terminó con unas lágrimas. Fue en mi cumpleaños, cuando cumplí los diez años, nunca supe la existencia de esta foto. Con tan solo verla, me hizo sentir de todo, unas pequeñas lágrimas caían por mi mejilla, Adam estaba mirándola junto a mí, sonreía mientras la veía, toda mi familia estaba en la parte de atrás, pero parecía que la cámara solamente nos enfocaba a nosotros.

– No recordaba esta foto... – Añadí a punto de llorar.

Adam me limpió las lágrimas que iban cayendo, sonreí por cada vez que lo hacía, tragué saliva con dificultad dispuesta abrir la carta y leer lo que hubiera allí dentro.

– ¿No quieres que te la lea yo?

Miré Adam que me estaba observando, negué.

– No, debo hacerlo yo – a penas salía mi voz – La leeré en voz alta, ¿está bien?

Adam asintió, abrí lentamente la carta despacio, por cada doblez que tenía, mis manos me temblaban, pero al momento en que la abrí, comencé a llorar. No podía leerla, no podía respirar ni nada, sentía que el dolor crecía nuevamente, había sanado físicamente pero el dolor que tenía aún no se había ido por completo. Me apoyé en Adam mientras lloraba desconsoladamente, él me acariciaba el cabello.

– Todo estará bien, no te preocupes...

Me sequé las lágrimas y la abrí.

Diana, perdóname.

Nunca supe en lo que me había metido hasta el día en que comencé a sentir miedo, no quería decírtelo, no quería preocuparte, eres muy pura para estar en un mundo tan oscuro como en el que me metí.

Quiero que sepas algo, te he querido desde el día que me seguiste, en realidad no seguía a los helados. Sabía que me estabas siguiendo, siempre lo supe. Recuerdo la primera vez que te hice reír, fue el día más feliz de mi vida, fuiste la primera chica de la cual me enamoré.

Mi dulce Diana, no creo que salga algo bueno en esto que me metí, pero quiero que sepas que puedes seguir adelante, no te quedes estancada. Cumple tus sueños, arriesga el momento y enamórate otra vez. Te lo mereces, mereces que alguien te haga reír, por favor hazlo por mí. Te tendré siempre en mi mente, recuerda que siempre estaré a tu lado.

Con cariño, Mark.

Miré Adam que estaba en silencio, había leído la carta en voz alta, por cada palabra que leí sentí que estaba a mi lado, sentí el amor que me dio, me sequé las lágrimas que me habían caído mientras la leí. Todo esto era lo que necesitaba para cerrar el ciclo de Mark, puse la carta en mi pecho, recordando las palabras como si me las hubiera susurrado.

– ¿Cómo te sientes ahora? – Adam me preguntó mientras me acariciaba las manos.

Lo miré unos segundos y lo besé en la boca.

– Me siento mejor.

Ya no sentía esa presión constante en mi pecho, recordando el dolor, todo se había aliviado. Guardé la carta en el sobre junto a la fotografía y luego la puse en mi bolsillo. Me quedé sentada allí unos segundos más, mientras que el viendo pasaba por mi mejilla, Adam me sonreía, podía sentir que cada acaricia que me había me curaba de alguna manera.

Nos levantamos de allí, estaba dispuesta a dejarlo todo atrás. Había sido parte de mi vida, lo iba a guardar como mi mayor tesoro, Mark ha sido y siempre será parte de mí.

– Así que... ¿aquí vivías? – Adam se aferraba a su ropa – Es un poco helado.

Me reí junto a él, me gustaba.

Me gusta Adam.

– Sí, pero con el tiempo uno se acostumbra – le sonreí – Vámonos, antes que se acaben los pasajes.

Íbamos caminando por las calles, Adam me iba contando sobre su madre. Estaban aceptando que tenía cáncer, pero no se iban a rendir en ningún momento, trataron de explicarle a Jake lo que iba a ocurrir con su madre, para que no estuviera asustado. Jake se lo tomó de la mejor manera, prometiendo que iba ayudarla en todo.

– ¿Quieres que los llevemos? – La voz de Tyler nos interrumpió.

Nos giramos, le sonreí a Tyler mientras que Adam estaba en silencio mirándolo, iba sentado de piloto, Stella iba a su lado sonriéndonos.

– Sí claro, gracias chicos – Exclamé entusiasmada.

Nos subimos al auto, Adam seguía en silencio, de vez en cuando Tyler le hacía unas preguntas para conocerlo mejor, él solamente le respondía educadamente, miraba a Stella pero al parecer ella lo entendió todo.

– Parece que tú chico está celoso de Tyler – me susurró.

Me reí con ella, me sentía como la chica de las películas que van de fiestas con sus amigos, olvidándose de los miles de problemas que hay por detrás, me gustaba esta sensación.

Tener estos amigos podría resultar.

– ¿Ustedes de dónde se conocen? Nunca había oído hablar de ti.

Adam se acomodó más a mi lado, poniendo su brazo alrededor de mí, nunca lo había visto así, le di una mirada de reojo y sonreí sin que lo notara.

Adam estaba celoso.

– Oh perdón si te di una mala imagen, pero Diana es mi amiga desde que éramos pequeños – sonrió – No te preocupes.

Adam asintió mientras lo miraba por el retrovisor, miré hacia la ventana y me apoyé en él, su brazo lentamente bajo llegar a mis manos, la acariciaba lentamente. Durante el trayecto, Tyler nos iba contando más sobre su vida, aparecían chistes de vez en cuando y todos nos reíamos, me gustó la manera en que me volví a conectar con ellos, Adam también comenzó a bromear junto a Tyler, intercambiamos teléfonos, esperando poder algún día llegar a usarlos, llegamos a la estación dónde vivíamos, todos nos bajamos del auto.

– Fue un gusto en conocerte, Adam – se estrecharon las manos – Espero que volvamos a encontrarnos, tienen nuestros números.

– ¡Sí! Podríamos salir todos, en citas dobles... Claro, Tyler con su novia y yo con el mío.

Abracé a mis amigos, estaba segura de que podía llamarlos así, aparte Stella era la única amiga que tenía, se sentía bien hablar de cosas de chicas, me despedí con un beso en la mejilla de ella y Tyler.

– Nos vemos chicos, que lleguen bien – Adam les respondió.

Esperamos a que el auto desapareciera de las calles, Adam se quedó viéndome y me sonrió. Nuestros teléfonos sonaron al mismo tiempo, dándonos a entender que Stella había hecho un grupo, nos escribió un mensaje de inmediato para que nos volviéramos a juntar.

Me había gustado la conexión que hicimos con ellos.

– ¿Diana? ¿Eres tú?

Adam terminó de cerrar la puerta mientras que yo entraba a la cocina en busca de mi hermano, lo abracé sin necesidad de explicarle nada, él sabía lo que estaba sintiendo, sabía que estaba en proceso de cerrar mi etapa con Mark, se sorprendió al momento en que lo abracé, de a poco me abrazó y me besó en la frente.

– Me alegro que hayas ido, ¿Cómo estuvo todo?

Terminé de contarle todo lo que habíamos hecho, Adam estaba sentado en el sillón mientras que yo ayudaba a mi hermano a cocinar, mientras que le estaba contando la puerta se abrió, mi madre venía del trabajo y detrás de ella, venía Jake.

– Me alegra verlos chicos, ¿Cómo está todo? – añadió mientras nos saludaba a todos.

Jake corrió a los brazos de su hermano, Felipe ladeó la cabeza confundido mirando al pequeño.

– ¿No me digas que Adam tiene un hijo? Eso sí que sería algo extraño.

Me reí con él, Adam se acercó a nosotros junto a su hermano. Jake parecía estar un poco tímido al ver a mi hermano.

– Felipe, te presento a Jake.

Mi hermano se agachó para estar a su altura, el pequeño le sonrió.

– Soy hermano de Adam, ¿Tú qué eres de Didi? – respondió el pequeño.

– Soy su hermano mayor, bueno, técnicamente soy el hermano del medio. Tenemos una hermana mayor, Lizzy.

Jake miró a todos lados buscando alguien.

– ¿Lizzy? No la veo por ningún lado, ¿Dónde está?

A todos nos tomó por sorpresa su pregunta, pero mi madre fue rápida y a la vez su respuesta nos dolió a todos.

– Lizzy está en el ejército cariño, está peleando con la gente mala.

Miré a mi hermano en busca de respuestas, mi madre se dirigió a la cocina, dejándonos con las palabras en la boca.

– ¡Qué genial! Ella es cómo Steve Rogers, ¿Lo conoces Felipe?

Al parecer Jake ya había dejado la timidez de lado, agarró la mano de Felipe y caminaron hacia el sillón.

– ¿Steve Rogers? No tengo idea quién es.

– ¡Capitán América! Te puedo enseñar mis juguetes si quieres. 

Felipe parecía muy entusiasmado por conocer más, se acercó al pequeño mientras que él le enseñaba sus cosas. 

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