#25

El trayecto fue tranquilo, me gustaba mucho ver los paisajes que había en otros lugares, la casa de Adam quedaba a dos cuadras de la mía, cuando llegamos, Adam me ayudó con mi bolso, no entendía porque lo hacía.

– ¿Por qué haces esto? – Le indiqué mientras agarraba mi bolso.

Adam sonrió al verlo, luego me miró.

– De alguna forma me siento culpable por lo que ocurrió en la escuela.

Adam estaba serio mirando al suelo, suspiré preguntándole otra cosa.

– ¿Dónde está Jake?

Entramos a la habitación dónde iba a pasar la noche, era casi igual a la que tenía Lizzy, sólo que esta tenía un poco más de espacio, la cama tenía muchas almohadas de diferentes colores encima, entré mientras la miraba, me gustaba ver el interior de las casas, Adam dejó mi bolso encima de la cama y se sentó en ella sin dejar de mirarme.

– Está en la escuela, debo ir a buscarlo a las tres, ¿Quieres ir conmigo?

Sonreí y me senté a su lado.

– Claro que sí, pero me gustaría descansar un poco.

El asintió dejándome a solas, me estiré en la cama mirando al techo, comencé a mirar el teléfono que me había prestado mi hermano, tenía solamente dos números agendados, el de mi madre y el de él, le envié un mensaje de texto diciendo que ya había llegado. Dejé el teléfono en la mesa que estaba al costado de la cama, me acomodé y cerré mis ojos unos minutos, no había hecho nada que me cansara, pero trasladarme de un lugar a otro, tener a doctores con sus interrogatorios, me había cansado.

Me había quedado unos minutos descansando de todo, hasta que me comenzó a crujir el estómago. No había comido en horas, me levanté y me dirigí hacia el primer piso dispuesta a encontrar algo de comer, pero no encontrarme a nadie.

– Cariño, ¿Estás bien? – Exclamó la madre dándome una sonrisa.

– Sí, solo me preguntaba si tendría algo para comer – Le respondí tímida.

Ella me indicó que sí, llevándome hacia la cocina, haciendo el menor ruido posible, Adam estaba durmiendo en su habitación y su esposo había salido, ella sabía que tenía problemas para comer, con ella me sentía cómoda hablando de esto. Llegamos a la cocina, dónde comenzó a preparar un sándwich y un vaso de jugo, me indicó que me sentará mientras que ella comenzó hablar otra cosa.

– Si quiere puede sentarse, puedo comer si me está mirando – Le expliqué – Mi problema es cuando tengo a más personas alrededor.

Ella asintió dejando lo que estaba haciendo y se sentó al frente mío.

– ¿Tu problema está definido?

Negué.

– Supongo que mi madre lo sospecha, pero no le he contado por mi cuenta – Suspiré mirándola – Primero debo enfrentar el otro problema que tengo.

– ¿Puedo saberlo? Si no quieres hablarlo, está bien.

Aclaré mi voz, esta era la segunda vez que hablaba de Mark con alguien que no fuera el doctor, nunca me había sentido obligada hablar de él, de hecho cada vez que lo hacía, me sentía con un peso menos.

– Perdí a mi exnovio en un accidente que tuvimos... – Solté aire nerviosa, no entendía porque me ponía así – He tenido unos problemas para dormir y para comer.

Ella asintió.

– No debes sentirte culpable para vez que hables sobre eso – Exclamó mirándome, levanté mi mirada a sus ojos – Lo veo en tus ojos, Diana. Pero déjame decirte que te veo mucho mejor desde la primera vez que te vi.

Reí nerviosa.

– Gracias, he tenido ayuda en estos meses.

Ya me había acabado todo, la madre me sonrió.

– Cuando yo tenía tu edad más o menos, tuve un problema alimenticio – Se aclaró la voz – Dejé de comer por qué no me sentía cómoda con mi cuerpo, cada vez que me miraba al espejo me sentía mal, no me gustaba lo que veía – Suspiró – Con el tiempo supe que la única persona que me iba ayudar era yo misma, cada vez que comía y no lo vomitaba, me sentía bien, eso me indicaba que estaba sanando, de a poco también comencé a sentirme cómoda comiendo en frente de los demás – Me sonrió – Una personita me hizo sentir bien conmigo misma.

Ella miraba su anillo de una forma increíble, sus ojos brillaban.

– ¿Su esposo?

– En parte sí, pero la llegada de Adam a nuestras vidas fue algo tan inesperado... – Me daba una sonrisa orgullosa – No sé si te contó, pero lo adoptamos, debo admitir que al principio no estaba muy convencida de hacerlo, había tenido muchos intentos de quedar embarazada, pensé que sería inútil intentarlo de otra manera.

Podía ver en su mirada que era igual a la de Adam, los gestos que hacía.

– Adam me cambió, me hizo quererme y olvidar todo lo que había vivido, el problema alimenticio y los miles intentos de quedar embarazada... – Sonrió mirando una fotografía que había a la pared, era de Adam – Él me trajo la luz y me devolvió a la vida.

Podía ver que le caían unas lágrimas, me acerqué y le di un suave abrazo, estaba un poco sorprendida.

– Quizás no lo sepa, pero es mi pequeña luz, mi milagro.

Sonreí con ella.

– Claro que lo sabe.

Le di un último abrazo y salí de la cocina, era cierto lo que había dicho, si quería mejorar la única persona que podía ayudarme era yo. Cuando iba a subir la escalera, me encontré Adam que estaba sentado en los escalones, mirando el suelo, ¿estaba llorando?

– ¿Estás bien?

Cuando notó que estaba al frente, se limpió las lágrimas de inmediato, dándome una gran sonrisa, aun así podía ver que no lo estaba.

– Fui a verte a la habitación, no estabas allí... – Se levantó de los escalones – Las escuché hablar, pensé en entrar y acompañarlas, pero no pude hacerlo, escuchar a mi madre decir eso me dejó sin palabras.

Me acerqué a darle un abrazo, me apoyé perfectamente en su pecho, estaba hecho para mí, podía sentir que su corazón palpitaba cada vez más lento, una de sus manos estaban en mi cintura mientras que la otra me acariciaba el cabello, disfrutaba estar así con Adam, era todo lo contrario a cómo era antes, ahora era una persona más calmada, disfrutaba el presente, no me apresuraba en tomar decisiones en las que más adelante iba arrepentirme, con Adam no era así.

– Adam, cariño, ¿Podrías ir por tu hermano? Debo ir al médico.

Su madre caminó hacia donde estábamos, me quedé en la posición que estaba para que la madre no notará que Adam estaba llorando, cuando nos vio me sonrió.

– Claro, iremos juntos – Exclamó Adam mirándola – ¿Qué debes ir hacer al médico?

La madre salió junto con nosotros, ella agarró las llaves del auto.

– No es nada grave – Sonrió – Volveré en unas horas, recuerda que Jake se acuesta a las ocho, nada de televisión ni dulces – Las voces de Adam y su madre se unieron diciendo lo mismo.

– Lo sé mamá, nos vemos a la noche.

La madre se dirigió al auto poniendo las llaves, pero al momento en que se iba a subir, Adam se separó de mí y se acercó a ella dándole un abrazo que la dejó sin palabras, mirándolo y sonriéndole.

– ¿Y eso? – Preguntó curiosa, mientras que Adam la miraba con su cabeza ladeada.

– Tenía ganas de hacerlo.

Le sonrió y se subió al auto, esperamos a que desapareciera y comenzamos a caminar, Adam iba en silencio con nuestras manos entrelazadas, de vez en cuando me daba una mirada, él estaba perdido en su pensamientos, podía notar que algo le inquietaba, se le formaba una pequeña arruga en su mente.

– ¿Qué sucede?

Volvió a mirarme.

– Quería preguntarte una cosa, pero no es necesario responderla – Añadió – ¿Por qué no me contaste que tenías problemas para comer? Lo único que he hecho desde que te conozco es invitarte a comer.

Reí junto a él.

– No me gusta mucho hablar sobre eso.

Miré Adam y le sonreí a medias.

– Está bien – Me sonrió de vuelta – ¿Cómo supiste que te iba a preguntar algo?

Solté una risa y lo miré de frente.

– Se te forma una arruga en la frente – Sonreí mirándolo a los ojos, Adam me besó en mi frente, cerré mis ojos por un momento.

Cuando llegamos a la escuela, la mayoría de los que estaban afuera eran padres esperando a sus hijos, el timbre sonó y las puertas se abrieron, una mujer mayor estaba allí entregando a los niños.

– ¿Apoderado de Jackson Miller? – Adam se acercó, detrás de la mujer, estaba el pequeño con la mirada baja.

– Soy su hermano.

La mujer le sonrió y le entregó al pequeño, Jake iba en silencio, al parecer no se había fijado en que yo estaba allí.

– ¿Qué sucede amigo? – Adam se agachó para estar a la altura de él, pero el pequeño no pudo explicarle, lo único que hizo fue llorar y abrazar a su hermano.

No lograba entender que sucedía, Adam acariciaba la espalda de su hermano, me miraba confundido, podía ver que estaba preocupado.

– Jake, ¿Qué sucede? – Le hablé al pequeño, cuando se fijó quien le hablo, me dio una pequeña sonrisa.

Lo tomé en brazos, nunca me había sentido en confianza de tomar algún niño, Adam me ayudó acomodarlo, podía sentir que me miraba y sonreía. Jake iba apoyado en mis hombros mientras me contaba lo que había pasado.

– Harry se burló de mí y me puso triste – Exclamó en un tono más tranquilo.

– ¿Qué fue lo que te dijo?

Jake se limpió las lágrimas y me indicó que quería bajarse, nos detuvimos dónde había un pequeño parque con unos cuantos juegos, ningún niño se iba a negar a una tarde de juegos.

– Se burló porque mis padres no vinieron por mí.

Me agaché para estar a la altura del pequeño.

– Cariño, no deberías sentirte mal – Le expliqué – Tienes algo que él no tiene.

El pequeño parecía confundido al igual que Adam, me pareció muy gracioso verlos, tenían los mismos gestos.

– ¿Qué cosa Didi?

– Tienes un súper hermano, eso es algo increíble – Añadí con entusiasmo – ¿Harry no tiene hermanos, verdad?

Negó.

– ¡Por eso! Te tiene envidia, él quiere tener un hermano como el tuyo – Miré Adam que estaba confundido mirándome – Ahora, ¿Quién quiere jugar?

Jake corrió a los juegos olvidándose por completo que había estado llorando, me levanté del suelo y me fui a sentar a unas bancas que había, Adam me siguió.

– ¿Qué fue eso? Lo alegraste en segundos.

Me apoyé en él.

– Cuando era pequeña, se reían de mí y Felipe siempre me defendía – Sonreí un poco avergonzada – Siempre supe que iba a tener un súper héroe a mi lado, quise darle eso a Jake.

Me besó en la frente.

– Eres tan dulce.

Jake se subía infinitas veces a un juego, el tiempo estaba agradable, corría un poco de viento, Adam se levantó para ayudar a su hermano a subirse a un juego un poco más alto, podía ver que entre las risas que hacían, se parecían muchísimo, Jake reía de la misma manera, mostrando todos sus dientes, siendo completamente feliz junto a su hermano.

Adam volvió a sentarse a mi lado, con una gran sonrisa mientras me miraba, una de sus manos agarró la mía, pero me miraba de una forma diferente.

– Diana, estoy nervioso.

Solté una risa nerviosa y lo miré.

– ¿De qué hablas?

Tomó aire y me miró.

– Déjame hablar primero – Me miró de frente, podía ver muchos nervios en él – Te conozco hace poco, pero siento que te conociera de toda la vida, eres increíble con mi hermano y eso me hace muy feliz, conozco tu pasado y eso hizo que quisiera saber más de ti, quiero conocerte y ser parte de ti – Se pasó las manos por el cabello – Me enamoré de cada parte de ti, cada parte que tienes, incluso de malo. Quiero tenerlo todo, pero contigo. 

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