#21

No podía respirar...

Respira... 

Uno, dos, tres.

Por un leve momento pensé que lo estaba soñando, pero la volvía a mirar y allí estaba, con una gran sonrisa, le sonreí de vuelta, al parecer estaba contando una de sus historias.

¿De verdad estaba aquí?

– Tuvimos entrenamiento en la madrugada, estuve en varios sectores la primera semana... – soltó una risa – Pero no quisiera arruinar el cumpleaños de Diana con mis aburridas historias, ¿A caso me perdí los regalos?

Lizzy estaba en uno de los sillones hablándole a todos, mi madre parecía que estuviera viendo a un tesoro, sus ojos brillaban como nunca, Felipe solamente reía y le respondía lo que preguntaba, yo estaba en silencio admirando cada detalle de ella.

– Si cariño – dijo mi madre – Tiene regalos hermosos, pero al parecer el que más le gusto fue esa cadena que lleva puesta, se la regaló su amigo.

La mirada de Lizzy fue directa Adam, él estaba en silencio, tomando el líquido que había en su vaso.

– ¿Una luna? – le preguntó mirándolo.

Él se aclaró la garganta y le respondió.

– Sí, es especial para ella – añadió con confianza – Le gusta mirarla de vez en cuando.

El resto de la tarde estuvo normal, todos estaban disfrutando del pastel de mi madre, comiendo lo que había y bebiendo de sus vasos. Mientras que yo estaba en una esquina viendo como todos reían, como disfrutaban estar juntos, mi madre estaba conversando con Lizzy de algo bastante serios, no quise darle mucha importancia, de pronto alguien se acercó a mí.

– Así que... ¿Te gustó? – Acaricié la pequeña luna, dándole una sonrisa – No sabía mucho que escoger, Jake me ayudó bastante.

– Sí, es hermosa... – Lo volví a mirar y le sonreí mientras que él hacía lo mismo – Mañana le agradeceré.

Él dio un trago a su vaso, pero su mirada aún estaba fija en la mía, sonreí nerviosa, estaba casi segura de que me había puesto roja, Adam estaba haciendo que todos estos sentimientos volvieran a salir, en el fondo de mi corazón quería acercarme a él, pero no quería alejarme cuando llegara el momento.

– Me tengo que ir – Decía mirando su teléfono – Pero la pasé increíble. Nos vemos mañana en la escuela.

Adam se acercó despacio y me besó en la mejilla, al momento en que sentí sus labios en mi piel, una corriente de electricidad pasó por todo mi cuerpo, al momento en que lo miré a los ojos, sentía una agradable sensación.

– Muchas gracias por todo, estaba delicioso – Decía mirando a mi madre – Y claro... Bienvenida a casa – Le decía a Lizzy con una sincera sonrisa.

Ella asintió agradeciéndole, Adam salió junto con mis amigos, nos despedimos de ellos y esperamos a que desaparecieran de las calles, cuando volvimos adentro, me quedé contemplando lo completa que estaba mi familia.

– ¿Alguien va a decir algo? ¡No puedo aguantarlo! – Decía Lizzy mirándome – ¡Ese chico te ha besado!

– No has visto nada, ese chico pasó la noch... – Antes de que pudiera terminar la frase, le di un codazo, nadie notó lo que ocurrió.

Mi madre me observó con una sonrisa, luego miró a mis hermanos.

– No digas tonterías, Felipe – Le respondí con una mirada de odio – Lizzy, necesito que me lo cuentes todo, ¿Cómo llegaste aquí?

Lizzy comenzó contándonos sus primeros días, los largos entrenamientos que tuvo que hacer, las cosas que tuvo que hacer, podía ver que en la forma en que lo contaba, que nada era cierto, nada de lo bonito que había contado había sido cierto, asentí mientras escuchaba cada relato, Felipe se reía de los chistes que contaba, mientras que mi madre le acariciaba las manos.

– Bueno, creo que ya es tiempo de que Lizzy descanse – Decía mi madre mirándonos.

Lizzy fue la primera en levantarse, se dirigió al segundo piso sin decir nada, la entendía perfectamente. ¿Quién podría contar algo bueno de un lugar tan horrible?

La quise seguir, podía ver que tocaba la pared, cada puerta que pasaba, aclaré mi voz para hablarle, pero al momento en que lo hizo, dio un pequeño salto haciendo que se asustara un poco, en su mano había formado un puño.

– ¡Dios! Diana, me asustaste – Dijo Lizzy mientras se ponía la mano en su pecho.

– Lo siento, no quería asustarte, solo quería decirte que no es necesario mentir si no quieres hablar de lo que pasaste.

Lizzy se quedó en silencio, se acercó y me dio un abrazo que duró unos cuantos segundos, pero sentí que fueron una eternidad, luego de eso me besó en la frente.

– Extrañaba lo dulce que eres.

Me quedé allí con ella unos segundos, la ayudé a entrar a la habitación que le había ofrecido mi madre, era una habitación de invitados, tenía una cama bastante grande, un mueble pequeño y uno grande donde estaban las frazadas.

– Si necesitas algo, mi habitación es la de al lado... – Le susurré.

Salí de la habitación y entré a la mía, me senté en la orilla de la cama, tocando suavemente mi cadena, mi luna. Este había sido el mejor cumpleaños que había pasado, cada día sentía que mejoraba mis días, dejando de lado todo lo que pasé.

Me quedé allí unos segundos más disfrutando de la noche, se había oscurecido temprano, miré hacia abajo por mi ventana, las casas de enfrente estaban con sus luces encendidas, podía ver a través de sus ventanas como se reían, pasando un buen momento. Me levanté de la cama y fui a encender música, poniendo el volumen bajo, para que solamente yo la pudiera oír, me movía al ritmo de la melodía, dejando de lado todas mis preocupaciones, haciendo que solo existiera este momento.

Agarré mi teléfono al momento en que la canción se terminó, dispuesta hacer algo de lo que no podría estar muy segura, pero quería intentarlo.

– ¿Diga? ¿Quién es? – La madre de Adam me respondió.

Tomé aire nerviosa.

– Soy Diana, me preguntaba si estaba Adam...

La madre me dejó allí durante unos segundos esperando, por cada segundo que pasaba me ponía aún más ansiosa, dudé varias veces en que debía cortar la llamada, pero me quedé allí esperándolo.

– ¿Sí?

Su voz.

Con tan solo oírla, hacía que todo estuviera bien.

– Adam, quería agradecerte... – Añadí nerviosa – El regalo es muy hermoso.

Podía oír su sonrisa al otro lado de la línea, lo escuché dar un largo suspiro.

– Ya me agradeciste, Diana – Me respondió, si cerraba mis ojos podía imaginármelo sonreír – Me alegra saber que te gustó.

Me quedé allí, contemplando este momento.

– Quería saber... si querías – Aclaré mi voz una y otra vez – Si querías salir conmigo – Nunca me había sentido tan nerviosa, sentí que iba a morir por tanto silencio que había en la otra línea – ¿Adam? ¿Sigues ahí?

Podía escuchar que aún seguía allí, pero nada salía de su boca.

– Sabes... mejor olvida lo que dije.

Y le colgué.

Me pasé las manos por el cabello avergonzada, el teléfono volvió a sonar pero lo desconecté, no quería pasar vergüenza otra vez. Volví a poner la música y me quedé allí escuchando las palabras que decía el cantante, unos golpes en mi puerta hicieron que volviera a la realidad.

– ¿Estás bien? – mi hermana estaba allí.

La invité a entrar, ella lo hizo pero dando pasos lentos, mientras que sus ojos pasaban por cada detalle de mi habitación.

– Sí, ¿Por qué lo dices?

– Las paredes son delgadas.

Me senté en la cama sin decir nada, no sabía si mis sentimientos eran correctos, no quería arruinar nada con Adam, bueno, creo que ya lo había hecho.

– ¿Es sobre el chico que vino? Lo vi muy pegado a ti – Añadió Lizzy dándome una sonrisa.

Asentí.

– Creo que arruiné lo que teníamos – Exclamé en tono triste – De hecho no sabría decirte si tuvimos algo.

Ella suspiró y me dio una mirada bastante seria.

– Yo no estaría muy segura de eso, vi la forma en que te miraba.

Tragué saliva con dificultad.

– ¿De qué hablas? Solamente somos amigos – Respondí mirando a otro lado.

– Si fueran solamente amigos no te pondrías tan nerviosa... Aparte, se nota que el chico siente algo por ti, la pregunta aquí es, ¿Sientes algo por él?

¿Sentía algo por él?

No sabía si estaba preparada para entregarme completamente.

– Me tomaré ese silencio como un sí.

Luego de eso se fue a su habitación, dejándome a solas, mis sentimientos estaban a punto de salir, quizás en la mañana todo iría mejor, volví a conectar el teléfono. La luz verde indicaba que tenía dos mensajes, me imaginé de inmediato que serían de él, pero no fue así.

– Buenas noches, disculpen la hora – Exclamó dando un suspiro – Les informo que ya tengo un puesto oficial en Nueva York, lo único que necesito es su respuesta en estos días, que pasen buena semana.

Una respuesta que podría cambiarlo todo...

***

No podía dormir, pensando en cualquiera de las dos posibilidades, quedarme o irme. Otro de mis problemas era que no podía dormir bien, me levanté de la cama, miré el reloj, solamente había pasado una hora, abrí la puerta de mi habitación y bajé las escaleras en silencio, siempre me daba hambre a la misma hora, pero sabía que no sería una buena señal.

Entré a la cocina y comencé a comer con desesperación, todo lo que encontraba me servía, todo lo metía a mi boca sin parar, de un segundo a otro, necesitaría ir al baño. Cuando iba a subir, me di cuenta que había una sombra pegada a mi puerta, la abrí despacio y la persona se comenzó a levantar.

– Adam, ¿Qué haces acá? Es tarde.

Él me miró dándome una sonrisa.

– Quería hablar contigo.

No lo iba a dejar afuera, así que agarré su mano y entramos a la casa en silencio, subimos la escalera como la primera vez, estaba dispuesta hacer todo lo posible para que nadie nos encontrara, por cada paso que daba, sentía que mi corazón iba a explotar, logramos entrar a mi habitación.

– ¿De qué quieres hablar? – Le susurré.

Él me miró confundido.

– ¿Por qué hablamos despacio? – Respondió en el mismo tono.

– Mi hermana nos puede escuchar.

Adam se sentó a mi lado, su mirada estaba fija en mis ojos, podía sentir que su respiración se agitaba al estar cerca de mí, me estaba pasando exactamente lo mismo, lo miré a los ojos para tratar de entender lo que me iba a decir, pero lo único que veía era un brillo en sus ojos.

– Te escuché en el teléfono... – Me respondió con una tierna sonrisa – Y sí, me encantaría salir contigo.

Sonreí junto a él, una de sus manos me acarició la mejilla suavemente, me apoyé un poco en ella cerrando mis ojos, luego de eso nos apoyamos en la cama, como lo habíamos hecho antes, Adam se apoyó primero dándome espacio para ponerme encima de su pecho, puse una de sus manos encima y me quedé allí.

Adam se acercó más y me besó en mi cabello, todos esos detalles hacían que sintiera más por él, mis ojos estaban cada vez más pesados, con la respiración de Adam me sentía más tranquila y cómoda, cerré mis ojos y me dejé llevar por el momento. 

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