#20
Diana.
Hoy es mi cumpleaños y por primera vez estaba emocionada, había oído por toda la casa como Felipe y mi madre corrían buscando cosas, llevaba despierta desde las cinco de la mañana, se estaba volviendo una costumbre despertar a esta hora. Me levanté de la cama pensando en comer algo, no era algo que pensara todos los días.
Cuando abrí la puerta de mi habitación, me los encontré en frente con una gran sonrisa.
– ¡Feliz cumpleaños! – Gritaron al mismo tiempo, mi madre tenía un pastel en su mano y Felipe llevaba unos grandes globos en sus manos.
Les sonreí, me gustaba celebrarlo y pasar el tiempo con ellos, abracé a mi hermano, en ese abrazo le agradecí todo lo que había hecho por mí, luego me acerqué a mi madre dándole un abrazo, se sentía bien estar con ella, había estado siempre a mi lado, me había apoyado en todo mi proceso, la admiraba muchísimo.
– ¡Qué hermoso! Gracias... – Les respondí mientras admiraba los globos y el hermoso pastel.
Bajamos las escaleras, mi madre iba detrás de mí, dejó el pastel encima de la mesa y Felipe se sentó a mi lado, no sabía lo que me iba a esperar el día de hoy, lo único que quería era disfrutarlo al máximo.
– ¿Qué hacemos hoy? – Les pregunté.
Mi madre nos dejó un plato a cada uno con un trozo de pastel, Felipe comenzó a comerlo de inmediato.
– Es una sorpresa cariño, tú solamente debes preocuparte de ir a la escuela y luego volver aquí.
– ¿Aún debo ir? – Reclamé – Pero si es mi cumpleaños, debería quedarme aquí y disfrutar que el día está nublado.
Mi madre soltó una risa, mientras que negaba. Comencé a comer un poco de pastel, debía admitir que estaba muy rico, subí a mi habitación a cambiarme, me puse unos pantalones oscuros, una polera rosada y un poleron que me regalaron en Navidad.
Mientras salía de mi casa pensaba en cómo iba a ser el día, sólo por un leve momento me olvidé de mi vida pasada, pensando que esta era la única que tenía, tenía a mis amigos de siempre y a mi pequeña familia. Cuando llegué a la escuela, Elliot y Rash estaban esperándome en la entrada de la escuela, en sus manos tenían unos pequeños paquetes, los abracé como nunca. Mi vida sería muy diferente si no estuvieran a mi lado, eran como mi segunda familia.
– ¡Feliz cumpleaños Didi! – Rash me dio un abrazo dándome un beso en la mejilla – Te tengo este regalo.
Me entregó un paquete forrado con papel azul, ellos sabían los pequeños detalles que me gustaban. No me agradaba mucho recibir cosas materiales, pero ellos aun así lo hacían.
– ¡Esto es para ti! Y no te preocupes, no gasté absolutamente nada – Elliot me entregó otro paquete forrado con el mismo papel con una cinta dorada.
Entramos a la escuela, dónde todos estaban metidos en sus propios problemas, guardé mis cosas en el casillero y entré a mi clase, hoy nos tocaba lenguaje, era bastante aburrido, lo único que hacíamos era leer un texto y responder unas preguntas, el primero que terminaba podía estar libre el resto del día, era lo único bueno que tenía la clase.
Fui una de las primeras en salir, me gustaba tener tiempo para mí, fui directo al patio central dónde habían varios estudiantes de otras clases, me quedé allí disfrutando del aire fresco.
– Hola.
Adam se sentó en la banca que estaba a mi lado.
– Hola, ¿Cómo estuvo tu clase? – Le respondí.
Él soltó una risa, miró al frente y luego me miró.
– Aburrida, nos tocó con el profesor de matemáticas, pero lo bueno es que empecé a mejorar – Dijo con orgullo.
Hablamos un buen rato, disfrutaba hablar con él, Adam me enseñaba unos videos de Jake mientras jugaba con sus nuevas figuras, en todos los vídeos me nombraba. Sentía una buena conexión con Jake.
– ¿Tienes planes para hoy? – Me miró bastante serio.
– De hecho sí – Le respondí – Y no puedo cancelarlos.
Podía notar la mirada de decepción en sus ojos.
– ¿Por qué no puedes? Es solo un día.
Le sonreí.
– No puedo cancelarlo porque es mi cumpleaños.
Pude notar que de un segundo su cara de decepción cambió a una gran sonrisa. Se levantó de la banca y me dio un gran abrazo provocándome una sonrisa, luego me dio un suave beso en la mejilla.
– Mierda... Digo, ¡Feliz cumpleaños! – Decía mientras me sonreía – ¿Por qué no me lo contaste?
Traté de calmarlo antes que los demás nos comenzaran a mirar.
– Antes no me gustaba celebrarlo, pero con el tiempo cambié de opinión.
Él asintió, se acomodó mejor y comenzó hacerme preguntas sobre mi cumpleaños.
– ¿Cuál es tu color favorito?
Tenía sus ojos entre cerrados, estaba muy concentrado mientras escribía algunas cosas en su teléfono.
– Azul.
Se aclaró la garganta, guardó su teléfono y me volvió a mirar preguntándome más cosas.
– ¿Cómo sería tú día perfecto?
Me tomé unos segundos para responder, nunca me lo había pensado.
– Mi día favorito sería estar con mi familia y amigos en la playa, disfrutando de la playa sin tener ninguna preocupación, leer un buen libro y tener una buena compañía a mi lado.
Me sonrojé por la forma en que me estaba mirando, por un leve momento creí que sabía de qué hablaba, la primera noche que pasamos juntos disfrutando de la melodía en mi habitación sentí una conexión positiva, una buena compañía, sólo esperaba que él también lo haya sentido.
Nos reímos la mayor parte del tiempo, Adam parecía ser otra persona, era como si hubiera cambiado de la noche a la mañana, nos levantamos de la banca cuando oímos el timbre, debíamos volver a otra clase, lo bueno del día que teníamos solamente dos clases y ahora tenía inglés.
Él se sentó a mi lado, de vez en cuando podía sentir que me daba una mirada, sonreí sin que lo supiera. La profesora comenzó a decir unas palabras y nosotros debíamos repetirlas, así estuvimos hasta que la clase se acabó, anoté unas cuantas cosas, en dos semanas debíamos dar una prueba, siempre me ha gustado aprender otro idioma.
– Pueden retirarse chicos – Decía la profesora dándonos una sonrisa.
Todos se iban de la clase a diferentes lados, miré Adam que estaba guardando sus cosas, él se giró para verme dejando de lado lo que estaba haciendo.
– ¿Adam?
Se puso la mochila en un hombro y se quedó viéndome.
– ¿Si?
– Te veo en una hora en mi casa.
Vi cómo se le formaba una gran sonrisa, salí de la sala y me dirigí a mi casillero en busca de mis regalos, guardé mis cuadernos y salí de la escuela dónde mis amigos me estaban esperando para irnos juntos.
– Bienvenidos chicos, pasen.
Mi madre estaba parada arriba de un piso arreglando la decoración, le gustaba muchísimo hacer este tipo de cosas. Cuando entramos a la casa, sentí un olor increíble, mi postre favorito, mi madre había preparado brownie de chocolate. La mesa estaba llena de diferentes comidas, cosas saladas y dulces y en medio estaba el pastel de la mañana.
Fui a mi habitación a cambiarme de ropa, mi madre había insistido en que lo hiciera, ya que era una ocasión especial. Felipe la estaba ayudando en la cocina, pero lo único que se me pasaba por la cabeza era que se estaba comiendo las cosas. Mientras me arreglaba, escuché que alguien volvía a tocar la puerta, me asomé por la ventana y vi que Adam estaba abajo, su mirada estaba fija en la ventana.
Cuando estuve a punto de salir, me quedé unos segundos pensando en todo lo que había cambiado en tres meses, la vida me había dado otra oportunidad, debía aprovecharla poniéndome nuevos desafíos y claramente a mis amigos nuevamente. Abrí la puerta y comencé a bajar las escaleras, Adam estaba en el umbral de la puerta conversando con mi madre, al momento en que notó que iba bajando, su mirada cambió a donde yo estaba, sonreí junto a él.
– Hola Adam – Me puse de puntillas para besarlo en la mejilla – ¿Estás bien?
Él parecía estar sin palabras, se aclaró la voz y me miró nuevamente.
– Si... Estoy bien – Decía mientras me miraba y luego le sonreía a mi madre – Te ves hermosa.
Sonreí mirando al suelo, me había sonrojado. Mi madre volvió a donde estaban los demás. Elliot y Rash estaban disfrutando del pastel, Felipe estaba hablando con mi madre y yo, estaba a solas con Adam.
– Te traje esto, de hecho Jake me ayudó a escogerlo.
Me entregó una bolsa muy llamativa, se la recibí y la puse donde estaban los demás regalos. Habíamos pasado una tarde agradable, dónde mi hermano se la pasó contando historias de cuando éramos pequeños, todos parecían disfrutarlas.
– ¡Es hora de los regalos! – Mi madre estaba muy alegre, todos nos unimos en la parte dónde estaban los regalos.
Me entregó la primera bolsa, era un paquete color rojo con unas cintas de colores, dentro de ella había un vestido. Miré a mi madre con una sonrisa, amaba los vestidos, ella parecía muy feliz. Mi hermano me entregó una caja blanca mediana, al parecer era de él, lo abrí con mucha delicadeza y saqué lo que había dentro. Era un cuadro precioso que tenía una fotografía de nosotros de cuando éramos pequeños, era en el cumpleaños de mi hermano, se podía ver a través de la fotografía lo feliz que éramos con tan poco.
– ¡Esto es increíble! ¿Cómo la conseguiste?
Esta foto la habíamos tomado en la casa antigua, con tanta mudanza habíamos perdido muchas cosas, esta foto representaba lo cercana que siempre fui con él. Teníamos ocho años y estábamos abrazados, detrás se veía mucha comida, al igual que ahora. Los regalos de Elliot y Rash eran los mismos, me habían regalados unos chocolates, a pesar de tener mi problema para comer, aún tenía mi debilidad por ciertas cosas.
Adam me entregó su regalo, la miré por todos lados tratando de entender lo que había, era muy llamativa la bolsa, dentro de ella había una pequeña caja color azul, me quedé viéndola unos segundos, luego lo miré a él esperando alguna respuesta, pero lo único que hizo fue sonreírme. Cuando la abrí me quedé sin palabras, por un leve momento pensé que sería otra cosa, al momento en que la abrí, solté una sonrisa. La saqué de la forma más delicada posible, era una cadena que tenía un colgante de forma de luna.
Se la entregué Adam para que me ayudara a ponérmela, sacó mi pelo y la enganchó. Me giré para mirarlo, no sabía cómo darle las gracias, esto significaba mucho.
– Adam... Esto es hermoso – Le respondí en un susurro.
Todos estaban en silencio, sabían lo que esto significaba, me acerqué Adam y le di un gran abrazo, él nunca dejó de sonreírme, cuando me alejé lo miré a los ojos, ¿Cómo podía respirar?
– Lo único que quería era verte sonreír – Añadió – Y lo logré.
Me quedé allí congelada, sintiendo la cadena tocar mi piel, de alguna forma iba a tener a Mark en mi corazón, la toqué y la acaricié, dándole una mirada de agradecimiento, el timbre de la casa interrumpió nuestro momento mágico. Mi madre y yo fuimos abrir la puerta, pero lo que nos encontramos nos dejó sin aliento.
No podía respirar.
No podía moverme.
Oía las voces de los demás preguntando quién estaba en la puerta, pero no podía formar ninguna palabra, la voz de mi hermano se hizo presente;
– Diana, ¿Quién está en la puert... – Añadió este dejando la frase sin terminar.
– Espero que no haya llegado tarde.
Lizzy estaba aquí.
Comencé a sonreír, este sin duda se había convertido en mi mejor cumpleaños. Corrí abrazarla, ella de inmediato abrió sus brazos, no había explicación para lo que sentía ahora, podía sentirla, sentir su olor, su risa, sus acaricias. Todo lo que pensé que había perdido, había vuelto a mí...
Felipe y mi madre se habían quedado en silencio.
– Mamá, ¿No vas abrazarme? – Lizzy la miró con una sonrisa triste.
Ella tenía una lágrima que iba cayendo por su mejilla, tenía la misma expresión mía.
– Oh Lizzy, te extrañamos tanto – susurró mi madre – Perdóname por lo que hice, perdóname...
Lizzy no decía nada, nos quedamos allí abrazando a mi hermana. No podía hablar, tenía a mi hermana de vuelta, no había nada que podía quitar mi sonrisa, miré a mis invitados que estaban sonriéndonos, Adam me dio una sonrisa, con unas pequeñas lágrimas en sus ojos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top