#18
¿Cómo podía explicárselo? Digo, no es muy difícil, solo que Mark fue una parte de mi vida que pocos la conocen.
Miré a Adam con más tranquilidad, sabía que podía confiar en él, a pesar de lo que había ocurrido.
– Mark era mi primer novio... – susurré, sus ojos se voltearon a verme – Hace meses, tuvimos un accidente automovilístico y él murió.
Por cada palabra que salía de mi boca la culpa se iba desapareciendo, haciendo que me sintiera un poco mejor.
– ¿Cuándo fue eso? – Adam preguntó en voz baja.
Le sonreí.
– Antes de llegar aquí, el doctor comenzó ayudarme con sesiones diferentes, nada me hacía hablar... – tomé aire nerviosa – Hasta que un día, encontré a mi padre besando a otra mujer, lo enfrenté, me trató de mentirosa y de loca... Nadie me iba a creer, no me creía ni a mí misma.
Él agarró mis manos y las acarició sin dejar de mirarme.
– Yo te creo Diana.
Me apoyé en su hombro, pensando en lo que había dicho, unas simples me hicieron sentir muy bien.
– Un día empecé a sentirme mejor, hablaba más con mi hermano y mi madre, no tenía idea como había sucedido – Admití nerviosa – Luego me di cuenta que fuiste tú.
Los ojos de Adam se agrandaron, me dio una pequeña sonrisa sin dejar de verme.
– Tú me hiciste olvidar lo que había perdido, conocerte fue como una bomba de luz, era justo lo que necesitaba – solté una risa nerviosa – No espero nada de ti luego de contarte todo esto.
Sonreí dejando de lado todo lo que había dicho, me sentía mucho mejor hablando sobre Mark, él se había quedado en silencio, no esperaba que aceptara lo que había dicho, sólo quería que supiera lo que me había hecho sentir en tan poco tiempo.
– No sé qué decir, pero... – decía mirándome – Pero me alegra saber que ya estás mejorando, lo siento mucho por haberte hecho sentir mal, no quería hacerlo.
Asentí dándole a entender que estaba todo bien.
– ¿Podemos empezar de nuevo y olvidar todo lo que pasó? – Levanté mi mano para que la estrechara – Me llamo Diana.
Él sonrió dándome la mano, haciendo lo mismo.
– Nunca podría olvidar lo que pasamos, pero haré una excepción – Me sonrió, guiñándome el ojo – Soy Adam.
No podía creer que estábamos haciendo esto, pero era necesario. Podíamos dejar de lado todo lo malo y comenzar otra vez. Adam me acompaño hasta la agencia de correos, su mano iba entrelazada con la mía, no habíamos hablado del problema que tuvimos antes, quería aclararlo.
Entré al lugar entusiasmada por saber de Lizzy, había unas cuantas personas dejando paquetes y cartas. El lugar era bastante grande, había dos personas atendiendo por caja, una fila no muy larga. Lo que más me llamó la atención fue ver a unos oficiales del ejército, nunca supe cómo eran sus jefes, así que lo ignoré.
Me acerqué a la mujer que estaba en la caja, entregándole mi carta.
– Hola, dejo correspondencia para Elizabeth Fuller.
Al momento en que él me iba a recibir a carta, uno de los oficiales me dirigió la palabra.
– ¿Elizabeth Fuller? Ella fue parte de mi ejército – Exclamó uno de ellos.
¿Fue parte? ¿Qué quería decir con eso?
– ¿Usted ha visto a mi hermana? – Le pregunté ansiosa – ¿Podría entregarle esta carta? Si no es mucha molestia.
El señor negó.
– Lo haría, pero Elizabeth fue despachada a casa hace una semana.
¿Lizzy estaba en casa?
Sentir esta nueva sensación, era como si la burbuja se hubiera reventado, le sonreí al señor y salí del lugar, buscando Adam, buscando a quién sea para contarle sobre mi hermana.
– ¡Mi hermana volvió! – Corrí a los brazos de Adam, él se lo tomó por sorpresa.
Lo abracé con mucha fuerza, estaba muy feliz, no sabía que decir. Me separé de Adam, él estaba sonriéndome y confundido al mismo tiempo.
– ¡Eso es genial Diana! – Me miraba con la misma sonrisa – ¿No te dijeron nada más?
Negué mientras asimilaba que todo esto era verdad
– Debemos encontrarla – Le respondí entusiasmada.
Me apoyé en Adam pensando en todas las posibilidades de encontrarme a Lizzy, no sabía por dónde empezar a decirle todo lo que me había pasado desde que se fue de casa, tenía muchísimo que contar.
Caminamos de vuelta a casa, Adam iba en silencio, nuestras manos iban separadas pero de vez en cuando se tocaban mientras caminábamos, no habíamos aclarado lo que pasaría entre nosotros, pero lo íbamos a tomar con calma. Me gustaba pasar tiempo con él, no me apresuraba en hacer nada, ni a decirle nada, Adam era simple.
Lo único que pasaba por mi mente era lo que quería sentir, quería sentirme libre y sin problemas alrededor, quería olvidarme de todo lo que viví, quería ser una chica normal disfrutando de su adolescencia.
En la vida, siempre vamos a tener problemas que de alguna forma se podrían resolver, personas que nos van a defraudar, pero lo único que debemos hacer es dejarlo ir y olvidar para poder convertirnos en la mejor versión de uno mismo.
Y eso era exactamente lo que quería.
***
Al momento en que entré a la escuela, comencé a sentir miedo. La escuela era mi nueva pesadilla, los rumores corrían por todos los pasillos, todas las miradas estaban encima de mí. Solo era un maldito rumor, ni siquiera era cierto.
Adam estaba en una esquina escuchando y viendo todo lo que estaba pasando, sus ojos se encontraron con los míos, una mirada que me decía mucho más que unas simples palabras, pasé al lado de él sin decir nada, pude oír que susurró mi nombre, la sala estaba casi llena, me senté en la primera fila, podía sentir las miradas y los susurros de todos, que claramente hablaban de mí.
– ¿Escuchaste que Adam apostó con esa chica? – decía una chica que estaba detrás de mí, luego se escuchó una risa de su compañera.
Abrí mi cuaderno y comencé a dibujar, era lo único que parecía calmarme, pero el grito de alguien hizo que el silencio se volviera más incómodo.
– ¡Oigan, voy a decirlo una sola vez! – Gritó fuerte – No quiero oír más de que hablen más de Diana, tampoco quiero ver esas patéticas miradas que tienen – Exclamó enojado – No sean cobardes y aburridos, búsquense algo más interesante que un rumor, ¿Quieren algo de qué hablar?
¿Qué les parece que el capitán de futbol sea adoptado? Es bastante triste ser esa persona, ¿No lo creen?
Fue lo último que dijo. Ahora los rumores habían cambiado, Adam los miró a todos bastante enojado, su mirada pasó en mí, se sentó sin decir nada más y en un segundo ya había entrado el profesor.
– Buenos días chicos – Añadió mientras dejaba sus cosas en el escritorio – Hoy continuaremos con las presentaciones.
Mierda.
Me levanté del asiento dispuesta a explicarle la excusa más inventada, pero Adam ya le había entregado un pendrive al profesor, indicándole que era un vídeo, él parecía estar muy tranquilo comparado conmigo. Me quedé a su lado, viendo el video, mostraba videos e imágenes de la realeza, información importante sobre guerras, admiraba cada detalle que había allí, no tenía idea en que momento lo habría hecho.
El vídeo llegó a su fin, haciendo que el profesor nos mirara bastante serio.
– ¿Por qué escogieron la realeza? – Comenzó a escribir en el cuaderno.
– Diana y yo coincidimos en ese tema y aparte es un tema bastante importante – Le respondió Adam con bastante seguridad.
El profesor me miró.
– ¿Y usted que piensa Srta. Fuller? – Aclaré mi garganta y lo miré.
– A mi mamá le gusta mucho hablar sobre esto... – Le respondí con nerviosismo – Obtuve mi nombre por la princesa Diana.
Volvimos a nuestros puestos sin decirnos nada, el resto de la clase siguió con las presentaciones, la mayoría mostraba videos y explicaba de qué trataban. Algunos escogieron hacer un informe, la clase estuvo normal, no podía dejar de pensar en lo que Adam había hecho, en ningún momento logramos hablar de trabajo. Lo miraba de vez en cuando, mientras escribía la información sobre las presentaciones.
El timbre sonó y todos salieron de la sala, dejándome a solas, la mayoría del tiempo me distraía y no me fijaba en la hora, alguien se aclaró la garganta mientras se acercaba a mí.
– ¿No vas a salir? – Decía Adam – La clase se acabó, Diana.
Miré Adam y le sonreí, comencé a guardar mis cosas en mi bolso y salimos de la sala. Adam iba a ir en la dirección opuesta, pero le toqué el brazo.
– Hey, quería hablar contigo.
Él se volteó a verme y asintió curioso.
– ¿Qué sucede?
Me aclaré la garganta y comencé hablar;
– Quería agradecerte por el proyecto... No aporté nada, ¿Cómo puedo devolverte el favor?
Lo miré mientras que él analizaba lo que acababa de decir.
– ¿Favor? No fue ningún favor – Me respondió – Lo hice porque fue una nota en conjunto.
Había malinterpretado todas sus señales, decidí dejar de lado todo lo nuevo que había sentido por él.
– Gracias Adam – Le respondí de la forma menor agradable, me di media vuelta y salí de allí caminando al lado contrario de donde estaba él.
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