#16

El camino a la escuela fue tranquilo, al momento en que íbamos a entrar, me quedé inmóvil pensando en cómo me iba a sentir si entraba de la mano con Adam. No sabía si era correcto seguir avanzando con él, a pesar de que íbamos a terminar en unos meses.

– ¿Qué sucede? – me preguntó.

Lo miré de frente, decidida a lo que iba hacer. Si iba a seguir con Adam, lo iba aprovechar hasta el último día, no me iba a importar lo que sucedería en el camino. Me acerqué a él y lo besé en la boca, podía sentir que sus manos iban lentamente a mis caderas, fue un beso suave, lleno de fuertes deseos.

Cuando abrí mis ojos, Adam aún los tenía cerrados.

– ¿Por qué me haces esto? – Añadió mientras lo dejaba en esa posición – Me dejas sin aliento, Diana.

Reí mientras entraba a la escuela, Adam venía detrás de mí, tratando de alcanzar mi mano. Cuando entré, comencé a sentir unas cuantas miradas que estaban fijadas en nuestras manos, tomé aire y me decidí a ignorarlos.

Era lo mejor, ¿verdad?

Adam iba muy feliz de la mano conmigo, parecía un niño pequeño. En cierta forma, si era igual a Jake. Mientras íbamos caminando por el pasillo, uno de sus amigos le gritaba entre la gente.

– ¡Hey Adam! ¿Qué es lo que haces? – Se reía de nosotros, Adam parecía no importarle – ¡Acá está Elizabeth esperando!

Todos sus amigos se estaban riendo de la estupidez que había dicho, que patético. Miré Adam que estaba mirando hacia el otro lado.

– Ve con tus amigos – Añadí dándole una sonrisa – Te espero adentro.

No lo deje decir nada, lo besé en la mejilla y entré a la sala. De a poco se comenzó a llenar de estudiantes, esperé hasta el final pero Adam nunca llegó.

– Buenos días chicos, ¿Recuerdan la presentación? – Decía con entusiasmo – Hoy comenzaremos, ¿Algún voluntario?

Ninguno parecía querer mirar al profesor, estaba nerviosa, pero no por la presentación, si no por Adam. No había aparecido, ya habían pasado los diez minutos que te permitían entrar a la clase tarde, luego de eso no te dejaban entrar y te enviaban a dirección.

Quizás estaba allí.

– Elliot Hilton y Kyle White – eligió a otra pareja.

La voz del profesor hizo que dos sillas sonarán, le di ánimos a mi amigo desde mi asiento, era lo único que podía hacer, ellos decidieron mostrar un video de la historia de Kyle, sus padres habían vivido durante la guerra mundial.

Fue interesante al principio, estaba poniendo atención pero mis ojos no aguantaban más, comencé a ver borroso hasta no ver absolutamente nada...

– ¡Fuller! A dirección, ahora – Me gritó el profesor.

Me levanté de un salto, había pasado un tiempo desde que me habían llamado a dirección, eso era parte de mi pasado. Agarré mis cuadernos y salí de la sala, podía sentir la mirada de Elliot cuando atravesé la puerta, caminé hasta el pasillo dónde se doblaba para llegar, pero me detuve cuando escuché una voz familiar.

– No me digas que te gusta la chica rara, eso no es lo que planeamos.

¿Estaban hablando de mí?

Esperé un momento para escuchar la otra voz.

– ¿Cómo me va a gustar? Es rara. Y sé lo que planeamos – exclamó Adam – Cuando sea el momento, te diré.

Me había quedado inmóvil, no podía moverme. Pude oír unos pasos y eran de ellos, la mirada de Adam cambió por completo al darse cuenta que estaba al frente de él, se notaba que estaba arrepentido de lo que había dicho. No podía soportar otra decepción, no podía aguantar esto y menos de Adam.

Ahora estaba segura de querer irme, ¿Cómo pude pensar que yo le iba hacer daño a él? Si el me lo estaba haciendo.

– Diana... – me susurró.

Pasé por al lado de él, ignorándolo. Toqué la puerta de la sala y entré allí, aquí es la sala dónde estaban los castigados, era al lado de dirección. El profesor me indicó que debía sentarme hasta que él lo decidiera. Me senté y lo único que hacía era pensar en lo que había escuchado. ¿Adam estaba haciéndome algo? La puerta se abrió, indicando que venía Adam junto al idiota de su amigo. El profesor les indicó lo mismo, el amigo se sentó en el asiento de atrás, en cambio Adam se sentó al lado mío, tratando de llegar a mí.

– Diana, ¿Podemos hablar? – decía en un tono más bajo.

Estaba mirando al otro lado, no podía ni mirarlo. Me sentí avergonzada de haber confiado otra vez en otro hombre, no podía haber sido tan estúpida de caer en la misma trampa otra vez. Lo miré con muchísimo odio, podía notar que en su mirada estaba arrepentido, pero debía escuchar lo que tenía que decir.

– ¿Qué quieres? No quiero más problemas, Adam.

Asintió mirando al suelo.

– Está bien, no te molestare.

Podía oír la risa del idiota del amigo, fue lo que hizo que me enojara aún más.

– ¡Y tú de que te ríes, idiota! – grité mirándolo hacia atrás.

El profesor se quedó viéndome, era la primera vez que reaccionaba así, ni yo me reconocía.

– ¡Fuller! Silencio, una vez más que los escucho, los anotaré a los tres.

Adam hizo una seña de rendición, me centré en mi cuaderno que había traído, no me podía concentrar, sentía la mirada de Adam, me levanté de allí y fui donde estaba el profesor.

– Disculpe profesor, pero tuve una mala noche, ¿Podría ir al baño?

El profesor dudó unos segundos, hasta que asintió y me entregó un papel para poder salir del castigo, abrí la puerta y me dirigí al baño, en unos segundos la puerta se volvió abrir, Adam venía detrás.

– Hey, espérame – Decía Adam mientras trataba de alcanzarme.

Me giré para quedar frente a él, pero lo tomé por sorpresa, haciendo que quedáramos muy cerca, haciendo que estuviéramos a punto de besarnos, lo quedé mirando enojada.

– Te escuché Adam, ¿Por qué sigues hablándome? Si soy tan rara.

El chico se quedó sin palabras, al parecer todo era verdad. En ningún momento me decía lo contrario, quizás era parte de una apuesta o algo, pero no iba a permitir que esto avanzara más.

– No es lo que piensas, déjame explicarte.

Negué rotundamente, no podía dar más oportunidades a hombres, lo único que hacían era decepcionarme.

– No Adam, lo arruinaste todo – le respondí en un tono más alto – Eras la primera persona en quien confiaba después de toda la mierda que pasé.

Él se quedó viéndome uno segundos antes de hablar.

– ¿La primera? No pensé... – Adam comenzó a tartamudear, pero lo interrumpí.

– No, no pensaste – Exclamé – Entraste a mi vida de golpe y me rompiste mi corazón, ¿A caso, no lo entiendes?

Vi que sus ojos se agrandaron, quizás él no había sentido lo que yo estaba sintiendo, no podía quedarme allí, entré al baño desesperada por escapar de él, pero sentía sus pasos pegados a los míos.

– ¡Déjame explicarte! Por favor.

Me apoyé en la puerta del baño y lo miré, esperando que fuera una especie de broma o algo parecido.

– Te escucho.

Él se pasó las manos por el cabello desesperado, suspiró unas cuantas veces y comenzó hablar.

– Al principio, con los del equipo hicimos una apuesta...

¿Una apuesta? No lo iba a escuchar más.

Me salí del baño decidida a irme de aquí, escuché a Adam gruñir de desesperación mientras me seguía.

– ¡Me dijiste que te podía explicar! Diana, espérame por favor.

Iba caminando más rápido por los pasillos, no me iba a quedar allí. No podía verlo todos los días, salí de la escuela desesperada, necesitaba aire y olvidar que lo que había pasado era cierto, cuando me di vuelta Adam estaba en frente, esperándome.

– ¿Apostaste? Dios... Adam. ¿Qué demonios te pasa? ¿Crees que todo esto fue un juego para ti? – mi corazón estaba a mil.

Él trató de agarrar mis manos, pero las moví al momento en que sentí las suyas.

– Nunca fuiste un juego, déjame explicarte por favor.

Seguí caminando, dejándolo atrás. No me había dado cuenta que mis mejillas estaban húmedas, nunca supe en que momento había comenzado a llorar. Sentía un dolor horrible en mi pecho, era otra decepción que había llegado a mi vida.

Paré en seco, cuando sentí que ya no podía más, de a poco mis piernas comenzaron a debilitarse y caía lentamente, pero unos brazos me alcanzaron a tiempo de que tocara el suelo.

– Déjame, no quiero verte – traté de alejarme de él, pero Adam estaba aferrado a mí. Me levanté del suelo y lo empujé, Adam se había quedado allí, sin decirme nada, hasta que dijo algo que me sorprendió.

– ¡Me gustas! – paré en secó – Me gustas muchísimo, olvidé por completo esa estúpida apuesta, me seguí acercando a ti, porque comenzaste a gustarme.

Cuando me giré, él seguía allí de pie mirando al suelo, cuando notó que me iba acercando, levanto su mirada.

– ¿Qué?

Él se acercó a mí.

– Cuando hablabas con Jake, olvidaba toda esa mierda que hice, pude notar que eras inocente, no podía hacerte nada – se pasó las manos por el cabello – No podía hacerlo, me había involucrado mucho haciendo que tuviera sentimientos hacia ti.

Me había quedado inmóvil, mis labios estaban un poco abiertos, no podía entender lo que estaba pasando.

Si sentía lo mismo que yo.

– Dime algo por favor – Añadió desesperado.

Me acerqué a él tratando de ver si mentía de alguna manera. Mi madre me dijo una vez que si miras fijamente a los ojos del hombre y veías movimiento era porque estaban mintiendo, pero lo único que veía en los ojos de Adam eran lágrimas, que estaban a punto de salir.

– Necesito tiempo, Adam.

Él asintió esperanzado, pasé una de mis manos por su pecho dando un suave toque, al momento en que lo hice, sus ojos se cerraron.

Seguí caminando hasta mi casa, pensando en todo lo que me había dicho. ¿Era verdad? Quizás era para que lo olvidará y siguiera con su juego, pero, ¿Cómo me iba a mentir metiendo a su hermano? El pequeñín solo tenía ocho años. No estaba segura de cómo iba a pensar en todo esto. Lo único que necesitaba y quería era tiempo y mucho.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top