#10
El doctor Martín había llegado, ¿Estaba preparada para hablar de todo o intentar hacerlo? Sí, era capaz pero estaba muy nerviosa. Rash y Elliot se quedaron conmigo, me sentía un poco más valiente con ellos a mi lado.
Cuando abrí la puerta, allí estaba el doctor, sonriéndome cómo todos los días.
– Buenas tardes, Diana – exclamó mientras entraba a la sala – Perdón la demora, tuve una cita con otro paciente.
Mi madre salió de la cocina en silencio, ¿Había escuchado todo? Solamente la miré, esperando que lograra entenderme, pero no me dijo nada.
– Siéntese, ¿Desea algo para beber? – le ofreció mi madre.
Negó la cabeza, se acercó y se sentó a los sillones, mi madre estaba al lado del doctor.
Él miró a mis amigos y sonrió.
–Me alegra ver avances.
Sonreí y por primera vez era de verdad, no fingía absolutamente nada.
–Bueno Diana, intentaremos lo mismo de siempre, ¿sí? Recuerda que no debes sentirte presionada para contarlo – el doctor me decía mientras me daba una sonrisa, una sonrisa que me daba a entender que todo iba a estar bien – Me podrías decir que sucedió hace tres meses... – añadió con seguridad.
Asentí y le sonreí nerviosa.
– Tuve un accidente... – y así empecé a decir todo lo que tenía dentro de mí. Era como si esa explosión que sentía, cada vez se iba apagando, miraba que anotaba todo en su cuaderno, no decía nada, solamente escribía algunas palabras y volvía a mirarme con atención.
–Diana, ¿Qué sentiste en el accidente? ¿Qué viste a tu alrededor? – volvió a preguntar, mientras movía el lápiz entre sus dedos.
Tomé aire y miré a mí alrededor, mis ojos se detuvieron al ver los de mi madre, tenía sus ojos vidriosos, pero al mirarme me sonrió y susurro que todo iba a estar bien.
–Recuerdo el golpe, el rostro de Mark, recuerdo que desperté y lo vi con los ojos cerrados – di un suspiro lento – Le grité muchas veces, pero no los abrió. Sentía dolor en una de mis piernas, vi a unos médicos acercarse a mí y decirme que todo iba a estar bien.
Sentía todas las miradas en mí, pero no levanté la mirada.
–...Luego en el hospital, el dolor seguía ahí, el vació y rabia que tenía seguían. Dolor al no estar con él y no haberle dicho que lo amaba, me sentía incompleta sin él o eso era lo que pensaba. Y tenía rabia, porque no confió lo suficiente en mí, me mintió y eso le costó la vida.
– ¿A qué te refieres con que pensabas que sin él, estarías incompleta? – exclamó el doctor.
Aún no me sentía preparada para decirlo en voz alta, pero tenía alguien en mente. Solamente que era muy pronto para atraerlo a todo esto.
– No lo sé, digo que alguien me hizo ver que sin el sigo completa.
–Me gusta ese alguien, esa persona es alguien positivo en tu vida, te saca de esa oscuridad – decía mientras cerraba el libro negro que tenía.
–Sí, una pequeña luz en mi vida – respondí mientras le daba una sonrisa.
Asentí.
–Diana, ¿has hecho lo que te había pedido que intentarás? – preguntó serio mientras que esperaba mi respuesta, le recibió una taza de té que mi madre le traía.
–No le escribo como usted me lo pidió, pero todas las noches... – añadí nerviosa – Todas las noches le hablo a la luna, pensando que es él. Le cuento de mis días, mis problemas, siempre espero que me vaya a responder – le sonreí – Le hablo a la luna esperando que me ayude a mejorar.
Él asintió dándome su mejor sonrisa, podía notar cierto asombro en sus ojos. Mi madre estaba en silencio, se notaba que quería llorar.
Pero todo esto era parte del avance ¿verdad? Las lágrimas siempre eran parte del avance.
–Diana, este es tu primer paso a superación, has hablado de ello y estás dejándote sanar – exclamó – Es increíble Diana, el cambio que has tenido, vamos a ir dejando de lado las sesiones diarias, ¿Te gustaría dos veces a la semana y un poco más de libertad?
Miré a mi madre asombrada, ¿más libertad? No tenía idea de lo que podría hacer, pero aceptaba todo. Si hablar en mis sesiones me daba libertad, lo haría sin ningún problema.
– Sí, me gustaría – respondí nerviosa.
El doctor se levantó despidiéndose de todos, dejándome para el final.
– Diana, eso de hablarle a la luna pensando que es la persona que amas o que perdiste es lo más bello que he oído. Además, la luna siempre estará ahí, puede que a veces no la veamos, pero siempre está ahí, cuidándonos la espalda – me dio una sonrisa – Eso hace él por ti.
Le sonreí de vuelta, una fuerza dentro de mí hizo que le diera un abrazo, me sentía muy agradecida con él. Me había ayudado en poco tiempo, pero dando buenos resultados, me sentía feliz y un poco más sana. Necesitaba hablarlo con Adam, bueno no todo.
Necesitaba ocupar esta nueva libertad en él, lo único malo era que no tenía ninguna forma de comunicarme con él.
Maldita sea.
La noche había llegado nuevamente, mis amigos ya se habían ido. Felipe debía quedarse afuera, con mi madre éramos las únicas en casa. Subí a mi habitación y me senté en la orilla de la cama mirando al cielo, mirando a mi luna. Ya no sentía pena al pensar en él, sentía alivio, sentía aceptación en que el ya no estaba conmigo, pero al mismo tiempo lo tenía muy cerca, ya que todas las noches podía hablarle a la luna.
¿Qué estarás haciendo? Cerré mis ojos y me dejé llevar, necesitaba hablarle. Aún recuerdo lo bien que lo pasamos juntos, lo mucho que me reí con él. Cuando abrí mis ojos, noté que unas nubes estaban alrededor de la luna, mostrando que brillaba de una manera increíble.
Allí, a mil kilómetros de mí, estaba mi primer amor. Mark.
Volví a la realidad cuando oí una voz, provenía de afuera, miré hacia abajo, allí sentado en el suelo estaba otra vez. Sonreí al mirarlo, de alguna manera sentía que estábamos conectados, no supe comunicarme con él, pero Adam vino a mí. Baje lentamente las escaleras, tratando de no hacer ruido, no podía salir a esta hora, a pesar de tener un poco más de libertad, no me iba aprovechar de esto tan pronto.
Al momento en que llegue a la puerta, me quedé un momento para calmarme y borrar la estúpida sonrisa que se me había formado.
Le abrí la puerta, Adam estaba en frente de mí con una sonrisa, le indiqué que entrará, lo hacía lentamente mientras que miraba mi casa.
– Que hermosa es tu casa, Diana – me susurró.
Sonreí agradeciéndole.
Sin pensarlo, agarré su mano y la uní a la mía, subimos las escaleras juntos en silencio y nos dirigimos a mi habitación. Abrí la puerta despacio, para que no sonara. Adam entró primero y se quedó observando cada detalle de mi habitación, podía notar que sonreía mientras miraba mis cosas.
Me senté en la orilla de la cama, mientras que él seguía mirando.
– ¿Primera vez metiendo a un chico a tu habitación? – añadía mientras me daba una sonrisa.
Negué.
– Aquí sí, pero en mí ciudad antigua ya había invitado alguien.
Oh Mark, cuánto te extrañaba.
Se sentó en mi silla y me observaba.
– Hoy te veo más feliz – añadió.
¿Se me notaba la felicidad?
– Me fue bien en terapia.
Asintió, mientras me daba una sonrisa.
– ¿Qué haces aquí? – Añadí curiosa – ¿No tienes problemas en venir tan tarde?
Adam se sentó a mi lado de la cama, dejando un poco de distancia entre nosotros. Podía sentir su respiración muy calmada y tranquila, siempre estaba así. Lo miré a los ojos, mientras que él hacía lo mismo. Me tiré hacia atrás quedando acostada, Adam hizo lo mismo, quedaba un poco más alto que yo, debía alzar mi mirada.
No sé qué sentía, pero me provocaba mucha paz a su lado, era segunda vez que me pasaba.
– Quería verte. No lo sé... me gusta tu presencia – decía este mientras ponía uno de sus brazos detrás de su nuca y el otro en su estómago.
Miré hacia abajo sonrojada, su mano tocó mi mentón haciendo que volviera a mirarlo.
– ¡Eres el primero! No mentira, pero a casi nadie le gusta estar conmigo, soy muy callada.
– Buah, ¡Son unos idiotas! No saben disfrutar el silencio y la buena compañía.
Me levanté y puse el toca discos que tenía en mi habitación, estaba el disco de mi banda favorita Cigarretes After Sex. Vi como sus ojos se cerraban dejándose llevar por la suave melodía de la canción, me estiré a su lado dejándome consumir en la melodía también.
Comencé a escuchar susurros a mi lado, Adam estaba cantando la canción, Apocalypse. Me quedé con los ojos cerrados un buen rato, apreciando el momento, podía sentir que me miraba, suavemente abrí mis ojos cuando decía la última parte de la canción.
– When you're all alone, i will reach for you. When you feeling low, I'll be there too – susurró Adam.
Nos quedamos mirando mientras sonaba otra canción, conversamos sobre bandas que nos gustaban, hasta que sin darme cuenta, me quedé dormida.
***
Mis ojos comenzaron abrirse lentamente, lo primero que noté fue una respiración muy cerca, al momento en que los abrí por completo, me di cuenta que tenía Adam muy cerca de mí, su cabeza estaba apoyada en la almohada, mientras que yo estaba apoyada en su pecho, nuevamente.
Me moví rápidamente al ver aquella escena, ¿Qué sucedía conmigo? Es como si su cuerpo fuera un campo magnético y yo un maldito imán. Se veía tranquilo, tenía el cabello castaño desordenado, sus labios estaban semi abiertos y con un poco de saliva. Me pareció tierna la imagen al verlo ahí, en mi cama. Es la segunda noche que duermo más tranquila y sin pesadillas, supongo que es por los avances que he tenido, ¿no? No habría otra explicación.
Pasé una de mis manos por su mejilla, dándole suaves caricias. Podía notar que se movía ante mis movimientos.
– Adam, debes despertarte – le susurré.
Lo escuché gruñir, lo volví a intentar. Se le formó una sonrisa mientras lo miraba.
– ¿Qué hora es? – exclamó.
– Hmm, son las diez de la mañana – le decía mientras miraba la pantalla de su teléfono, se levantó rápido mientras que arreglaba su cabello.
– ¡Maldita sea! ¡Demonios! – exclamó Adam apresurado, mientras que buscaba sus zapatillas.
Le señalé dónde estaban mientras se movía con desesperación por mi habitación.
– ¿Qué sucede? ¿Estás bien?
– Llegaré tarde al juego de futbol de mi hermano, espero que no se moleste – Adam se acercó a mí y me dio un abrazo rápidamente.
– Adiós Diana, espero que esto de dormir juntos no se haga costumbre – decía con una sonrisa coqueta en sus labios, lo que hizo que mis mejillas se pusieran rojas.
– ¿Ah sí? Pero si tú eres el que viene a mi casa como si fuera la suya – le respondí con la misma sonrisa.
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