capítulo seis.
Heal... your wounds are still bleeding,do not twist the knife,get it out or it will
kill you.
Estaba jodida...
Hizo una mueca de disgusto ante la presencia de la pelinegra con cara de pocos amigos.
—A veces pienso que de verdad estás enamorada de mí—argumentó la rubia, bajando el arma hasta guardarla en su bolsillo trasero—¿Por qué me seguiste?
—Quería saber que tramabas—se cruzó de brazos—. Sabía que tenías a las niñas escondidas en alguna parte. La jueza me dijo que el caso fue descartado por órdenes mayores y que las niñas fueron reubicadas, supuse que usaste las influencias del mediocre que tienes por esposo.
La rubia mostró una risa traviesa en sus labios mientras cortaba la distancia entre ella y la pelinegra hasta el punto en que sus narices se rozaban, ninguna cedió ante la mirada de la otra dando a notar la "rivalidad" entre ambas.
La historia entre Nayeon y Minhee era compleja. Se conocieron oficialmente hacía ya 6 años, justo el día que una mal herida Nayeon llamó a la pelinegra para hacerle entrega de la bebé que se suponía, debía llevar Hally que por lo que supo Minhee tiempo después, esta había fallecido en el lugar donde las tenían secuestradas por órdenes de Minah, la hija de Jiseo.
A pesar de entregarle la bebé y traicionar Chan, Nayeon nunca le perdió pista a Chaewon ni a los movimientos de Minhee con respecto a ella. De primera instancia supo que la bebé había sido recluida en un instituto carísimo que también funcionaba como orfanato, la misma pagaba sumas altísimas para poder tener a la pequeña allí y que tuviese un cuidado excepcional. Todo funcionaba de maravilla hasta que la pelinegra se dio cuenta de las visitas clandestinas de la rubia al lugar haciéndose pasar por amiga cercana de Minhee, incluso hasta llegando a cambiar su apellido para no levantar sospechas.
Desde ahí empezaron los roces entre ambas. Discusiones, peleas y desacuerdos. Minhee había sometido a la justicia la custodia legal de Chaewon y Lexie, la otra chiquilla que había robado su corazón y que ahora, era la mejor amiga de Chaewon. Nayeon, al enterarse de esto no esperó para mover sus influencias y tumbar el caso, digamos que algunos peces gordos le debían ciertos favores a su esposo; logró a su vez la reubicación de ambas niñas a una localidad recóndita, específicamente, una granja que funcionaba como casa hogar a las afuera Seúl, justo donde estaban ahora.
—¿Mediocre? Uh, si no te conociera diría que estas celosa—ambas mujeres se miraban con desafío mientras las puntas de sus narices se rozaban una con la otra y sus respiraciones se mezclaban en un arduo juego de ver quien cedía primero. Minhee agarró con fuerza la cintura de rubia, estrujando su cuerpo con el propio y siguiendo el camino hasta apretar su trasero, cosa que sacó una sonrisilla de Nayeon—. Si quieres hacerlo aquí, solo tienes que decirme—. Mordió su labio inferior a modo de provocación.
La pelinegra sonrió y en una maniobra rápida sacó la pistola de Nayeon del bolsillo trasero y apuntó a la cabeza de la rubia sin borrar la sonrisa, ni marcar distancia—. No seas asquerosa y aléjate de mí.
Nayeon observó el arma y luego soltó una carcajada, alejándose de la chica tal como ordenó—. Baja esa arma antes de que te la haga tragar, Hee.
Minhee, de mala gana, desarmó la pistola en un abrir y cerrar de ojos, esparciendo las piezas al piso en lugares aleatorios.
—Para ser una Kim haces muchas estupideces. ¿De dónde diablo se te ocurrió levantar un caso judicial con respecto a las custodias de las niñas?
—Eso no es asunto tuyo, no tenías por qué interferir.
Nayeon tomó de la cintura a la pelinegra y la estrelló contra la puerta de su auto—. Voy a explicártelo con manzanitas. Chan tiene a medio mundo buscando a su hija, un paso en falso y se da cuenta de que la tienes y que yo sabía dónde estaba y ambas estaremos muertas, mi amor.
Minhee intentó apartar a la rubia de su espacio personal, pero esta no cedió—. A diferencia de ti, no le tengo miedo a Bang. Solo es un mocoso con poder.
—Ese es tu primer error, cariño. Nunca subestimes los límites de Chan —. Nayeon retrocedió unos pasos, su rostro borrando cualquier rastro de diversión—. Digo, como vas a subestimar algo que no tiene.
Minhee la observó por unos segundos—. Aun así, no le tengo miedo.
Los ojos grises de la rubia analizaron con suspicacia a la pelinegra, algo en la actitud seria de Minhee siempre le había causado curiosidad. La chica era la primera al mando de la organización Kim por ser la mayor. Nunca tuvo una niñez dentro de lo normal, desde pequeña fue obligada a asistir a clases de defensa personal y tiro. A la edad de 12 años ya acompañaba a su padre a reuniones clandestina donde los grandes carteles y "empresarios" se reunían para conversar intereses en común. A los 14 era una excelente tiradora y podía desarmar un arma con los ojos vendados. A los 17 cerró su primer trato con la mafia rusa, hombre que, por cierto, se enamoró de su belleza deslumbrante; lo que hizo más fácil el cierre de los negocios. Desde entonces, la pequeña Minhee fue la encargada de la parte oscura de los negocios de Kim. Y lo soportaba, porque no permitiría que Seungmin pase por lo que le ha tocado, porque sobre todas las cosas, siempre estaría la seguridad de su hermanito.
—¿Se te perdió algo? —reclamó Minhee al sentirse incomoda por la intensa mirada de rubia.
—Ellas quieren verte, sería bueno que las visitaras. Podríamos volver la semana que viene. La casa hogar solo permite visita cada viernes.
—¿Podríamos?
—Si, no pienses que te quitaré los ojos de encima.
—Era por eso que me estabas desnudando con la mirada...—planteó Minhee.
Nayeon volvió a matar la distancia entre ambas. Susurró cerca de sus labios: —Quisiera poder hacerlo con mis manos...—sus manos apretaron con firmeza la estrecha cadera de la pelinegra, causándole vibraciones por toda su espina dorsal ¡En serio su cuerpo estaba reaccionado a un toque tan vulgar! eso sin contar que Nayeon no era su tipo, por no decir que no le gustaban las mujeres.
Minhee apartó de forma brusca a la rubia: —¿¡Por qué actúas como una vulgar ramera!? —le reclamó—. Estas casada, y te revuelcas con lo primero que caiga ante tus obscenidades.
—¿De qué demonios hablas?
—Te he estado vigilando, Nayeon—se cruzó de brazos—. Eres una promiscua. Si no amas a tu esposo, ¿Qué haces casada?
Nayeon pareció flaquear por un momento ante las acusaciones de Minhee que, para su desgracia, no eran de todo falsas.
—Mi vida privada no es asunto tuyo—replicó con un tono de voz lúgubre.
—¿Privada? —Minhee soltó una risita divertida— ¿Cómo puede ser privada si tú eres de dominio público?
Nayeon en un acto de furia estampó una cachetada en el rostro de Minhee para luego tomarla por el pelo y estampar su rostro contra el bonete de su auto, colocando a la chica en una posición incómoda.
—¡Suéltame! —Minhee bien que podía defenderse, pero sus tacones y vestido no le ayudaban para nada— ¡Te vas a arrepentir de esto!
La risa de Nayeon resonó por todo el oscuro lugar— Te repito: mi vida privada no es asunto tuyo...—susurró cerca de su oído, restregando aún más a la chica contra el auto—¿Estas celosa? ¿Te enamoraste de mí?
—¡Suéltame! —se removió fuerte logrando así zafarse del agarre.
Se alejó lo más que puedo de la rubia, luciendo aturdida por un momento—. Para tu información, no me gustan las mujeres y si fuera el caso, dudo en poner mis ojos en una zorra de turno como tú.
—Entonces deja mi maldita vida fuera de tus asuntos Minhee. Ya estoy cansada de que las personas crean que pueden opinar alguna mierda sobre mi—dejó escapar una risa sin gracia mientras observaba con rabia a la pelinegra—. El único maldito asunto que tú y yo tenemos pendiente son esas dos niñas. Nada más fuera de eso.
No pretendía seguir esa conversación en medio de la oscuridad. Ignoró lo aturdida que lucía Minhee en ese momento y se dirigió a subirse a su vehículo—. Me estoy quedando en el Incheon, centro de la ciudad. Si estas dispuesta a hablar como una persona decente, búscame, pero no te atrevas a acercarte a ellas ni mucho menos poner a Chaewon en peligro con tus estupideces.
Arrancó su vehículo con toda la velocidad que le era posible, dejando atrás a una pelinegra con el corazón latiéndole fuerte.
1 mes Después.
—¡Chan, detente! ¡Por favor! —gritó Felix con lágrimas saliendo de sus ojos.
—Oblígame—replicó el mayor de forma retadora.
—¡No puedo! —exclamó, ya le dolía el estómago de tanto reír debido a las cosquillas que el mayor ejerció sobre sus caderas.
Felix yacía tirando sobre el pasto del jardín frente al lago de aquella cabaña que en las últimas semanas se había vuelto un refugio para el par de hombres enamorados. Esa tarde ambos decidieron liberar sus agendas para tener un picnic en frente aquel inmenso lago. Sobre una gran cálida manta lila yacían varias botellas de champán, una tabla de exquisitos quesos y frutas, un puro a medio fumar y uno que otro snack para acompañar; lo realmente sorprendente de todo es que Chan fue el encargado de armar tal cita, claro, con un poco de ayuda de su secretaría puesto que el mayor no tenía ni la menor idea de cómo hacer una cita romántica, definitivamente Seulgi se merecía un aumento.
Ese día cumplían un mes de... bueno, ninguno sabía realmente de que, no se habían molestado en siquiera colocar una etiqueta a eso que pasaba entre los dos más que un ''Lo estamos intentando'', pero nada fuera de eso fue definido entre ellos y así funcionaba para ambos. Durante todo ese mes tuvieron citas, no aquella clase de cines o restaurantes, no. Durante todo ese mes estuvieron actuando como adolescentes con citas clandestinas a lugares alejados de la cuidad, besos improvisados cada que tenían la oportunidad, mensajes de textos subidos de tono y muchas confesiones que hacían derretir el corazón de Felix. Pero, no todo fue bueno... también tuvieron algunas discusiones que terminaban con un Chan rogándole que pase lo que pase no se vuelva a alejar de él; eventos públicos en los que tuvo que llamar a todo de si para no quitar de mala manera la mano de Hyunjin de la cintura de Felix, o donde Felix tuvo que fingir no conocer a Chan, o donde también se aguantaba los celos cuando alguna modelo jugueteaba al rededor del codiciado soltero. No podía tapar el sol con un dedo, delante de ojo público, Chan seguía soltero y en espera de la persona indicada según el mismo decía en las entrevistas que le hacían en aquellos eventos; Chan no era de nadie, aunque en la intimidad le juraba a Felix que era suyo en cuerpo y alma.
Felix, al llegar y encontrar todo perfectamente organizado y bien decorado no pudo evitar burlarse un poco de Chan, asegurándole de que no conocía ese lado tan romántico de él o que si quiera supiera hacer un picnic, para luego recompensarlo con incontables besos porque, en el fondo, estaba aguantando la ganas de llorar debido a lo mucho que aquel acto lo derritió.
En un intento por zafarse de Chan, Felix trató de levantarse, pero este se lo impidió abrazándolo fuerte por la cintura para sentarlo sobre su regazo y ocultar su rostro en el cuello del ojiazul; últimamente lo hacía muy seguido, se acorrucaba con el castaño cerca y lo abrazaba tan fuerte, como si tuviese miedo de que al abrir los ojos este ya no estuviera y Felix hacía todo lo posible por disipar esos temores, ya sea con palabras, gestos o besos. Cuidaba mucho de Chan, sabía que se estaba mostrando tal cual es, dejando salir su lado dañado y vulnerable, mostrándoselo a Felix para que de alguna forma este pueda subsanar las heridas y conocer las causas de estas. Lo mismo era por su parte, cada día Chan le pedía de una y mil maneras perdón a su amado, pero a su vez le explicaba que tuvo sus razones y que no se arrepentía por ello; razones que nunca le ha explicado a Felix.
—Quedémonos aquí por esta noche—pidió mientras su aliento chocaba con la piel del cuello del ojiazul.
—Chan... por más que lo deseo, sabes que no puedo...—y era cierto, no solo porque Hyunjin regresaba ese día de viaje, sino que al día siguiente tenían una junta muy importante con el ministro de obras públicas.
Pudo escuchar el gruñido de Chan, cosa que le causó ternura.
—¿Es por Hyunjin? —preguntó, alejándose del cuello de Felix para mirarlo a los ojos.
—En parte—respondió limitado.
—¿Cuánto tiempo más? —los orbes verdes brillaban por los destellos del sol contra el rostro del pelinegro mientras que con algo de tristeza preguntaba aquello. Otra vez.
Por más que se lo cuestionaba, Felix nunca podía responder aquella pregunta. Deseaba con toda su alma estar con Chan, buscar a su hija y formar la familia que siempre quiso con el hombre que siempre amó, pero su consciencia siempre le daba la misma respuesta ''Años de dolor no se olvidan en un mes, lo amas, pero aún no confías lo suficiente para lanzarte al vacío por él. Otra vez.'' y con toda su voluntad se aferraba a esa idea, para no cometer una locura y mandar todo al diablo solo por él, solo por Chan.
Entre sus manos aguardó las mejillas de Chan, pintó sus labios con los suyos en una suave pincelada, asegurándose de dejarle saber que no debía preocuparse por el tiempo porque, él fue, es y siempre le pertenecerá a Bang Chan, incluso si al abrir los ojos en su cama estaba otro, incluso si ante la ley pertenecía a otro hombre, siempre, siempre sería de Chan.
—No me hagas esto...—susurró sobre sus labios—. Te necesito Felix.
Sus brazos rodearon el cuello de pelinegro mientras se acomodaba a ahorcajadas sobre su regazo.
—Chan...
Las manos de Chan se adhirieron a la delgada cintura de Felix.
—Ahora mismo...—su respiración fue agitándose a medida de sentía las caderas de Felix moverse con sutileza justo en el eje de su miembro—. Estoy luchando contras las ganas de llevarte a la cama, amarrarte a ella y follarte hasta que desfallezcas. Hasta que lo último que tu cuerpo recuerde sea mi polla entrando en ti sin piedad.
Las manos del mayor se introdujeron en su playera, acariciando con las yemas de sus dedos la espalda del ojiazul, cosa que sacó un suspiro excitado del mismo.
—Ya no tolero pensar que él pone sus manos sobre ti, me carcome la idea de sus labios sobre tu cuerpo.
Felix no sabía que estaba amando más, si la posesividad de Chan o su pene erecto chocando contra su trasero.
—El n-no me ha tocado. No desde que iniciamos esto...—confesó con su voz entrecortada—. No lo he permitido, no puedo—abrió sus ojos para enfrentar aquellos verdosos con la más honestas de sus palabras—Chan, amor dame tiempo, solo un poco más.
—Felix...—rogó.
—Solo un poco más... No es tan fácil para mí. Solo dos semanas... —planteó—. Necesito arreglar algunas cosas, y después de eso te juro que me vas a follar hasta cansarte...
—No solo te quiero para follarte...—acarició el rostro de Felix—. Quiero ver un maldito anillo en tu dedo, pero con mi apellido grabado en él.
Felix sonrió de manera pícara, restregando un poco más su trasero de la elección latente en los pantalones de Chan: — y yo quiero llevar tu maldito anillo en mi dedo.
Chan sujetó con fuerza la cadera de Felix deteniendo sus movimientos: —Detente con eso o no podré controlarme por más tiempo.
Una risita escapó de los labios de Felix, quien se apiado del pelinegro bajándose de su regazo y notando el bulto entre sus piernas.
—Debo irme, mi amor...—dijo el castaño, poniendo se pie—se hace tarde y tengo muchos compromisos mañana.
Chan asintió imitando a Felix poniendo de pie: —si quieres te sigo hasta tu casa.
Felix negó—no es necesario—tomó las manos del pelinegro—Chan... solo dame dos semanas para aclarar todo...
El mayor arropó las delgadas manos de Felix entre las suyas—. Toma el tiempo que necesites, amor. No quiero que te sientas presionado... es solo que no quiero... no quiero que te arrepientas de esto.
Los ojos azules escanearon los verdes antes de responder: —Sé que no iniciamos de buena forma y que cometimos errores incorregibles, pero... nunca me... a pesar de todo nunca me he arrepentido de amarte.
Los orbes verdes lucieron brillosas por un momento en el que Felix no puedo resistir las ganas de besarlo y lo hizo.
Luego de eso ambos organizaron todo lo sobrante en la nevera y limpiaron un poco antes de marcharse en sus respectivos vehículos con la promesa de volverse a ver lo más pronto posible pues ambos tendrían que partir a New York la semana próxima para un evento político en el Castillo Oheka donde los mayores empresarios al rededor del mundo asistirían. Felix iba todo el camino pensando en aquel evento mientras conducía y lo que sucedería después, no era un secreto que su matrimonio se había vuelto insostenible para él, que Hyunjin no estaba lo suficiente en casa, que su comunicación se había deteriorado a tal punto que solo hablaban lo necesario. Felix incluso llegó a pensar en que tenía un amante, pero no podía tener el descaro de reclamarle nada.
La incertidumbre de no saber si estaba en lo correcto con respecto a las decisiones que había tomado era algo que lo carcomía día tras día, el hecho de que echaría tantos años de matrimonio por la borda solo para correr a los brazos de quien un día fue su verdugo lo martirizaba en una agonía constante; sin embargo, no podía seguir tapando el sol con un dedo mientras vivía en un castillo edificado con mentiras; para él estaba más que claro que sus sentimientos por Hyunjin seguían ahí pero, no era nada comparado a lo que sentía cuando está en los brazos del pelipelinegro.
Por Hyunjin albergaba un gran cariño, estima, le quiso al punto de pensar que aquella pantalla había borrado toda señal de amor que alguna vez sintió por Chan, y Felix no hizo más que aprovechar esa mentira que el mismo creó para años luego darse cuenta de que solo fue eso... una mentira.
Se estaba metiendo en la boca del lobo, estaba poniéndole el puñal en bandeja de plata, pero ya no le importaba, amaba a ese hombre con toda su alma, al igual que amaba al fruto de aquel amor. Así el mundo cayese a sus pies y todo se derrumbara a su alrededor estaba dispuesto a todo con tal tener a su familia consigo, como debió ser en un principio si ambos no hubiesen cometido tantos errores. Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro mientras conducida en la carretera devuelta al lugar donde vivía puesto que ese ya no era su hogar.
Chan cerró con seguro la puerta de la casa para dirigirse a su auto y marcharse, se había quedado unos minutos luego de que Felix se fuera para poder organizar algunas cosas que sobraron del picnic improvisado. Posterior a varios besos y ruegos por parte de Chan, dejo ir al castaño guardando en su interior la promesa que se habían hecho de estar juntos, pase lo que pase.
Con una sonrisa y un brillante ánimo, abrió la puerta de su vehículo y justo cuando iba a arrancar, el sonido insistente de su teléfono le detuvo, un numero desconocido se mostraba en pantalla.
—Bang—contestó.
— 32 Millones de libras en armamento. Una buena cantidad de dinero para un traficante novato, no para un Bang—una voz femenina relució del otro lado—. Pero bueno, seguro Park JiHoo me doblará la oferta, el hombre está desesperado por armamentos de semejante calidad.
—¿Quién eres? —Chan mantuvo un tono ecuánime.
—A partir de ahora, Satán para ti.
La risa ronca y divertida de Chan se hizo escuchar—. O sea que eres mi perra.
—Ya veremos más adelante quien es la perra de quien, cariño. Por ahora te puedo adelantar que tus cargamentos a Argentina, España y Tailandia ahora son míos.
—Bien. ¿Terminaste con tus novatas?
—Ouu, aun no. Me falta el golpe final para poder pasar al master—río— Y te aseguró que desearas estar muerto.
Colgó, dejando a Chan con un mal sabor... tenía que hablar con Choi inmediatamente.
1 Week befour desaster ...
¡gracias por leer!
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