Capítulo 5
Por la mañana el sol entraba por la ventana justo sobre la cama. En Alemania no hay tanta luz a esas horas por lo que no tardé en despertarme. Bill también se había levantado y estaba en la terraza contemplando la piscina del hotel.
- Buenos días- saludé
- Hola- respondió algo ausente
- ¿Estás cotilleando algo?
- Sí, mira
Me cogió del brazo y me acercó a él, mientras con el otro señalaba un punto cercano a la piscina. Tom estaba allí desayunando con una chica.
- ¿Qué pasa con él?-pregunté
- Nada, solo que me hace gracia que ayer en escasas horas cazase a alguna. Y aún más curioso, que desayune con ella.
- Vaya, fijo que le gusta muchísimo- dije sarcástica
- Reconoce que es una novedad
Lo pensé fríamente. Sí, era una novedad. Tom solía desaparecer de la habitación antes de que se despertasen las chicas. Eso sí, las dejaba pagado el desayuno en el hotel, todo un detalle por su parte.
- He pensado un plan para hoy- me dijo a continuación
- ¿El qué?
- Es sorpresa, porque si no, lo más probable es que me digas que no
- ¿Y después de esto pretendes que te diga que sí?
- Venga, no seas aburrida. Voy a ducharme y mientras tanto prepara el bikini, las toallas y demás.
Despareció y me dejó en la terraza con cara de idiota. Suspiré y vi de reojo que Tom me miraba de forma socarrona. Puse los ojos en blanco y entré de nuevo a la suite. Obedecí a Bill y preparé las toallas, la crema protectora, botellas de agua... Él salió a los pocos minutos de la ducha y entré yo. Tuve que vestirme luego a toda prisa, se le veía impaciente. Habíamos alquilado un coche para poder movernos por allí. Él sacó un papel de su pantalón y volvió a guardarlo, supuse que lo había memorizado. Condujo por la carretera como si se la conociese de toda la vida y más tarde nos adentramos en una especie de montaña baja.
- ¿Me vas a decir de una vez adónde vamos? Ya no puedo escapar...
- Paciencia- rió él
Llegamos arriba de la montaña y pude ver el mar. Supuse entonces que era un acantilado. En cuanto paró el coche bajé y me asomé: en efecto, un acantilado. A nuestra espalda había un prado y varios árboles. Era curioso pasar de una especie de bosque a un acantilado en tan pocos metros.
- ¿Te gusta?- preguntó al bajar él del coche
- ¿Vamos a estar solos?
- Eso espero
- Entonces me encanta- dije con sinceridad
- Hay un camino para bajar a una cala...
- ¿Cómo has descubierto todo esto?
- Tengo una serie de contactos...-fardó en broma
- Yo soy tus contactos- pinché- jajajaja. Joder Bill... es precioso, en serio...
- ¿Bajamos a la playa?- me propuso
Asentí con la cabeza y él se apresuró a recoger las cosas del coche. Increíblemente la playa estaba desierta. Costaba creer que en una isla tan típicamente turística hubiese todavía resquicios de paz. Bill sacó la toalla para que me sentase, yo puse los ojos en blanco pero me senté. Me quité la camiseta y los pantalones, cogí las gafas de sol y me tumbé.
- Te vas a quemar- me dijo él- Ponte crema
- Pónmela tú
- No hay problema- dijo sacándola- date la vuelta
Obedecí poniéndome boca abajo. Me apartó el pelo con cuidado y no tardé en sentir la crema fría sobre mi espalda.
- Creo que me he pasado- murmuró
- Genial, pegajosa para todo el día...- reí
- Bueno... quemarte no te quemarás
- Eres un desastre- reí más fuerte aún
- No te pases...- se quejó
Sus manos seguían recorriendo mi espalda, intentando que mi piel absorbiese la crema por completo.
- Déjalo, da igual- le dije
Cogí yo más crema para echarme por los brazos, la cara y el escote.
- ¿Te vas a quitar la ropa algún día?- pregunté
- No me metas presión- bromeó subiéndose la camiseta
Esperé con paciencia y él pareció desvestirse más lento totalmente a propósito.
- Venga, túmbate
Se tumbó boca arriba en una toalla a mi lado.
- Date la vuelta- le dije igual que él a mí
- Mejor dame por aquí primero
- Como quieras- sonreí sentándome a horcajadas sobre él
Me eché crema en las manos y se la extendí por el pecho, los hombros y los brazos.
- ¿Ves? Yo no soy una manazas como tú- pinché
- Claro que no. Tú eres perfecta- dijo incorporándose y apoyándose en los codos
Se me escapó un bufido.
- Sí, claro. Ahora si tienes que darte la vuelta- le dije
- Si estoy así todo el día no me puedo quemar la espalda-dijo mirándome de arriba a abajo
- ¿y vas a estar así todo el día?- pregunté enarcando una ceja
Sus manos alcanzaron mi cintura y descendieron por mis muslos.
- No me importaría demasiado
Me quité las gafas y me incliné sobre él con deliberada lentitud.
- No tengas morro- susurré- y date la vuelta
- No me das ni un ápice de esperanza ¿eh?
- Obedece, pórtate bien y quizá te lleves una sorpresa- bromeé
Sin decir nada levantó la cadera cargando con mi peso y noté un bulto entre mis piernas.
- Si me dejas me daré la vuelta- murmuró mirándome fijamente
Sonreí fulminándole con la mirada y me mantuve en vilo unos segundos hasta que cambió de posición que volví a sentarme. Seguí dándole crema y él no decía nada. Cuando terminé me quité de encima y me tumbé a su lado.
- ¿Por qué paras?- protestó
- Porque ya había acabado
- Me estaba gustando el masaje- rió
- Que morro tienes- negué con la cabeza
Se acercó a mí y me quitó las gafas.
- Creo que soy un poco masoquista- susurró
- ¿Por qué?
- Porque no paras de darme por saco pero yo sigo intentando hacerte sonreír
Sonreí aposta.
- ¿Así?- pregunté
- Menos falsa- rió
- Eres idiota- le di un beso antes de que respondiese- me voy al agua
Me levanté y él me siguió. El agua estaba un poco fresca, pero muy agradable. Apenas había olas y estaba todo muy calmado. Bill se acercó a mí y me cogió por la cintura, le rodeé el cuerpo con las piernas y eché mis brazos sobre sus hombros; sus manos pasaron a sujetar mis muslos.
- ¿Podemos venir aquí todos los días?- pregunté
- Si tú quieres...
- No se trata de eso- negué- tenemos que querer los dos
- Por mí perfecto, aunque les prometí a Georg y a Gustav ir un día a hacer senderismo por la zona...
- Bueno, ese día aprovechare para ir de compras- resolví
Me acercó a él y me besó.
Se nos pasó el tiempo sin darnos cuenta. La hora de la comida sin comer, la tarde de nuevo en el agua, cuando quisimos darnos cuenta estaba anocheciendo.
- Es muy tarde-murmuré contra su pecho
Estábamos tumbados en una toalla, tapados en parte por otra, pues había empezado a refrescar.
- ¿Quieres que volvamos?
- No, pero deberíamos
- Podemos quedarnos más rato si te parece
Me incorporé un poco y le miré. Parecía estar muy a gusto y relajado. No era para menos: habíamos estado todo el día solos a nuestra bola, sin gente, sin cámaras, sin compromisos... No era algo a lo que estuviésemos acostumbrados.
- Debemos volver- determiné
Yo era poco impulsiva, era más bien fría y un tanto calculadora. Siempre cumplía con el deber. Él torció un poco el morro pero después sonrió.
- Tienes razón, venga vamos
Me levanté y le ayudé a hacerlo. Empezó a quitarse la arena de encima como si estuviese poseído mientras yo recogía las cosas. Subimos al acantilado por la pequeña vereda por la que habíamos bajado.
- Los chicos preguntarán por donde hemos estado- me dijo Bill ya en el coche- No les digas nada. Mañana estamos en la playa un rato y cuando podamos nos escapamos de nuevo aquí.
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