Capítulo 31
Las cosas fueron extrañas aquellos días. Los hermanos hablaban normalmente salvo cuando a alguno de los dos se le cruzaba el cable y empezaban a lanzarse pullitas. Yo procuraba evadirme trabajando con el ordenador en la habitación. Aunque hay cosas de las que una no puede escapar.
Una noche, después de cenar, a Tom le dieron unas ganas extremas de ir a dar un paseo. No era algo habitual en él pero supuse que quería despejar la mente.
- No tardaré pero es que necesito que me dé el aire un poco.
- Vale, yo te espero aquí-dije levantando la vista del portátil.
Tom se inclinó sobre la cama y me dio un beso antes de irse. Entendía que necesitase airearse, la tensión en casa era palpable. A los pocos segundos de que se hubiese ido escuché a Bill caminar hacia la habitación. Llamó a la puerta antes de entrar.
- Pasa.
Entró y caminó hasta sentarse en el borde de la cama, a mi lado.
- ¿Quieres algo Bill?- pregunté.
- No estar solo, como Tom se ha ido pues... ¿puedes hacerme un hueco en tu apretada agenda?- preguntó haciendo ojitos.
- Hmmm supongo que sí
Cerré la tapa del portátil y lo dejé a un lado. En menos de un parpadeo Bill me había cogido una mano y se había acercado más a mí.
- Shannon ¿estás enfadada conmigo?
- ¿Enfadada? No Bill, no lo estoy.
- Te noto muy distante.
- Creo que últimamente estoy distante con todo el mundo. Será el estrés.
Se hizo un silencio bastante incómodo.
- Shannon no puedo estar así contigo.
- ¿Así, cómo?
- Pensando que ya no me quieres, pensando que no puedo tocarte, besarte...
- Bill yo si te quiero- dije haciendo caso omiso de lo demás.
- No del modo que yo a ti.
No contesté porque si dijese que "no" mentiría y diciendo que "sí" le creaba falsas esperanzas.
- ¿O quizá sí?- preguntó al ver que no le contestaba.
Le sentí acercarse más a mí y se inclinó un poco para besarme. Fue un beso suave, ligero pero aún así duradero. Él se alejó un poco y me miró fijamente.
- ¿Vas a responderme?- preguntó.
- No- dije con sinceridad.
- Vale- sonrió.
Sus labios volvieron a encontrar a los míos. Sentí una de sus manos en mi cintura y a continuación sus labios descendieron por mi cuello.
- Bill...-murmuré.
- ¿Algún problema?- preguntó contra mi cuello poniéndome la piel de gallina.
- Unos cuantos...- reconocí.
- No pienses en Tom, haz como si no existiese.
- Bill, por favor...- supliqué.
Sus labios seguían recorriendo mi cuello pero entonces ascendieron hasta mis labios, acallando mi réplica. Sus manos comenzaron a desabrochar mi blusa y cuando liberó el último botón sus labios fueron descendiendo hasta mi pecho. Aquello era una traición horrible.
- ¡Bill por dios, basta!- exclamé cuando encontré la lucidez suficiente en mi interior.
No sé si fue mi tono desesperado o que él mismo entró en razón pero se apartó de mí.
- Da gracias a que no estoy para muchos trotes- dijo levantándose de la cama- si no te habría echado un buen polvo.
Caminó hasta la puerta y se fue de la habitación dejándome helada. No me esperaba que hubiese pasado aquello. Y mucho menos aún que Bill se expresase de aquel modo, era algo mucho más propio de Tom.
Tom volvió un rato después, cuando yo aún seguía en shock.
- ¿Sigues trabajando?- preguntó mirando el portátil que seguía cerrado a mi lado.
- No, realmente no- dije distraída.
Lo abrí para apagarlo mientras Tom se desvestía para acostarse. Se metió bajo las sábanas y me miró durante unos segundos.
- ¿Qué te ocurre?- preguntó entonces
- ¿A mí? Nada, solo estoy cansada
Me levanté y fui al baño a ponerme el camisón. No quería contarle la verdad a Tom para no meter en líos a Bill. Bastante teníamos ya. Me acosté a su lado y de inmediato me rodeó la cintura con las manos.
- ¡Ostras!- exclamó
- ¿Qué?- pregunté intrigada
La poca luz que entraba por la ventana me permitió verle sonreír.
- Tienes bastante tripilla...- dijo pasando su mano por mi abdomen
- ¿Qué? ¡No!- negué riéndome.
Era perfectamente consciente de que él llevaba razón, llevaba semanas intentando disimularlo con la ropa.
- Claro que sí- insistió él- ya podías habérmelo contado...
- No lo consideré algo de vital importancia-puse los ojos en blanco-. A partir de ahora te informaré de todas mis variaciones de peso y volumen.
- Perfecto- dijo besándome.
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