Más de una semana había transcurrido desde sus regalos fallidos. Intentó seguir buscando cosas que fuesen del gusto de la menor. Lo logró, como otras veces no.

Pero de todas maneras, obtuvo un gran avance, hasta sus amigas se lo comentaron.

Haerin pasaba los almuerzos con sus amigos, claro, aunque a veces se escapaba uno que otro recreo para estar con las chicas o simplemente con Danielle.

Hablaban, Haerin se burlaba, Danielle se dejaba en vergüenza solita, Haerin se burlaba más y le sonreía con cariño.

Había agarrado esta costumbre de acariciar los rulos de la mayor, susurrándole lo mucho que le fascinaban.

Danielle le robó besos cortos tres veces más, siempre siendo regañada. Pero daba igual, pues la sonrisa de Haerin le aseguraba que quería más.

Iba bien encaminada, con su mala suerte y todo.

Marsh radiaba felicidad. Haerin le hacía sentir así.

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