12

Entró en la residencia Huh y miró por todo el alrededor, como si estuviese en una trampa mortal teniendo que cuidarse de lo que veía y tocaba.

Buscaba los ojos de Haerin. Claro que no iría, los del curso A eran extremistas y si eras amigos de los del B, adiós. Aún así, su corazón palpitaba con temor a encontrársela.

Y por supuesto que quería encontrársela.

Pero en el fondo sabía que una noche libre de esa chica rosita le ayudaría.

—Relájate y bebe esto —Hanni le extendió una botella de vodka, esperando que tomara directo y no lo mezclara con Sprite.

Danielle lloriqueó.

—¡Ese vodka fue el que tomamos en mi casa con Haerin!

Hablaba como si con la menor fuesen ex novias, y eso era lo más gracioso para sus amigas. Danielle siempre fue fogosa con sus intereses románticos.

¿Qué se puede esperar de una lesbiana, sin embargo?

—Solo abre la maldita boca y trágatelo —insistió Pham.

—¡Ewww! ¡Eso sonó muy heterosexual!

Hanni rió, rodando los ojos. La castaña tomó la botella y no perdió tiempo, dando un largo sorbo. Hizo una mueca.

—Acabarás hecha mierda —Hyein llegó hacia ellas con Minji.

—Todo es culpa de esa mujer.

Se dirigieron a su grupo más cercano, perdiéndose en conversaciones y alcohol.

Danielle hablaba en serio cuando dijo que se emborracharía como vagabundo.

—Dani... yo que tú me suicido.

Había pasado media hora.

Ahora Danielle miraba a Hanni con confusión.

Hyein y Minji carcajearon con ganas, asintiendo.

—Oigan, ¿qué les pasa? No me digan esas cosas que me tientan —musitó Marsh con una mueca.

—No, realmente estás en problemas. Mira hacia la puerta.

—¡No! ¡No me digas que está aquí!

Se negó a voltear.

—¡Tú solo mira!

Fantástico.

Gracias universo. Gracias por arruinarme la noche.

La bella Kang Haerin entraba por la puerta con otra chica que no conocía, sonriendo y saludando a Yunjin.

Sus amigas rieron más fuerte mientras la pobre australiana ponía cara de tragedia. Volteó agresivamente hacia ellas, quitándole el tequila al chico frente suyo.

—Lo necesitaré —le dijo.

—Toda tuya —rió él.

—Sean un poco más discretas, por Dios —reprochó Danielle hacia las chicas.

—¿Vamos a saludarla? —Hyein la ignoró.

—O mejor la traigo para acá —Hanni apoyó, burlándose.

—¡¿Saben qué?! —Danielle se levantó del sofá, algo dramática—. Me voy, adiós.

—Yo tengo el auto, Dani —rió Minji.

—¡Bien, me voy lejos de ustedes entonces!

Salió al patio, donde varios chicos se divertían.

—Apuesto mi vida a que solita se acercará a Haerin.

Ellas estuvieron de acuerdo.

Danielle, luego de otras bebidas, pareció olvidar a Haerin, pues el nuevo grupo que la había incluido era bastante divertido. Jake, un apuesto muchacho, ahora estaba retándola a que se lanzara a la piscina con ropa puesta.

—¡Lo hago si tú lo haces! —respondió ella.

—Bien —asintió Jake, sacándose los zapatos.

—Espera, ¿hablas en serio? —Dani le observó con impresión.

—Claro. ¡La vida es una, Dani!

—A la mierda, tienes razón.

El resto comenzó a animarlos, llamando la atención de las personas dentro de la casa, quienes rápido salieron a ver. Yunjin chiflaba con sus dedos, subiéndole el volumen a la música.

—¡Uno! —gritó él.

—¡Dos! —gritó Marsh.

—¡Y tres! —exclamaron a la vez.

Saltaron al agua, sus cabezas desapareciendo unos segundos. Volvieron a la superficie entre risas, Danielle sacudiendo su cabellera hacia los lados para liberarse del agua. Ahora se le formarían los rulos con los que luchó antes de ir a la fiesta, pero valió la pena. O no.

Haerin estaba mirándola con una sonrisa entretenida en el borde, saludándola con una mano.

¡Por supuesto que si llegaba público a mirarlos, Haerin iría también!

Ignoró su saludo, recibiendo la toalla que le ofreció Yunjin cuando salió de la piscina.

—Gracias.

—No hay de qué, Dani. En mi pieza puedes buscar ropa de cambio.

Genial, que agradable era esa chica.

—Y tú... —miró a Jake, quien tiritaba de frío—, lo lamento, pero solo tengo ropa de chicas.

—¡No me jodas, Huh!

Ella rió, acompañada de varios de allí.

—Es broma, te traeré algo de mi padre. ¡Pero volverá mañana por la tarde, y si nota que le falta ropa, tú lidiarás con él! —advirtió.

Jake asintió, tocando el hombro de Danielle cuando esta dio indicios de entrar a la casa.

—Dani, pásame tu Instagram.

Un gran bullicio se escuchó, y él se sonrojó mientras Marsh le guiñaba un ojo. Deseó ver la reacción de Haerin, pero a quién engañaba. A la rosita no podría importarle menos.

Pasó por un lado de Kang, ignorándola directamente.

Estaba comportándose como una niña, lo sabía, ¡pero el corazón le seguía doliendo!

Intentó secarse lo más posible y entró, subiendo por las escaleras para averiguar qué pieza era la de Yunjin.

***

Estaba estrujando su cabello cuando tocaron la puerta.

—¡Voy!

—Soy Haerin —habló la voz tras la madera.

No. No podía hacerle esto.

—¿Necesitas algo?

—¿Estás vestida?

—Sí...

Haerin abrió la puerta, como si fuese la dueña de la casa y la mayor frunció el ceño.

—¿Yunjin te dio permiso para subir? —preguntó, fingiendo descaro.

Haerin rió.

—¿Permiso? Danielle, Yunjin es como mi hermana. Fuimos juntas al colegio en Estados Unidos y nos reencontramos aquí.

Oh. Eso explicaba por qué una del A podía estar en una fiesta de los del B.

—Mmh —asintió—. Salgo, entonces —tomó sus prendas mojadas, intentado pasar.

Haerin cerró la puerta y ella casi tropieza.

—¿Qué pasa, Marsh?

—¿D-de qué hablas? No me pasa nada —nervios, malditos nervios.

—Dani, ayer estabas besándome y ahora me ignoras. Y no quiero parecer intensa, no creas que quiero molestarte, pero es que me pareciste agradable y pensé que creías lo mismo.

Haerin se había acercado, y pudo sentir el olor a alcohol de ambas mezclándose. Y fue extraño, pero olía rico.

Marsh retrocedió. Ebria y con Haerin enfrente, sería débil y ya se imaginaba llorándole a sus pies.

—H-Haerin... necesito salir, por favor.

—Responde antes.

—No es nada, no sé de qué hablas, ¿si?

—¿Y por qué estás tartamudeando? —comentó con gracia, esa actitud coqueta volviendo a aparecer.

No era de besuquearse con la misma persona por segunda vez, pero Danielle le gustaba. No en el sentido como Dani gustaba de ella, pero había algo al menos.

Ya casi no había distancia entre ambas, y Danielle estaba a nada de seder a esos labios de los Dioses. Pero acabaría peor, era caer más profundo después de todo.

—Haerin, basta —se alejó un poco.

La sonrisa de Haerin cayó y la mayor quiso decirle que era mentira, que tenía tantas ganas de besarla que casi no pudo dormir anoche.

—¿Es por Jake? —cuestionó, ahora también tomando distancia—. Oh, lo siento, no pensé que fuese de tu interés —frunció el ceño—. Lo lamento —giró hacia la puerta, algo incómoda.

La rechazaron, básicamente.

Pero no. Danielle era boba y no pudo dejar que Haerin pensara aquello.

—No me gustan los hombres —habló bajo—. Y Jake no me pidió mi Instagram por mí. Quería que yo se lo pasara a Heeseung, un amigo, porque bueno, a Jake no le gustan las mujeres...

Hae volteó hacia ella.

—¿Entonces? ¿Por qué... por qué no?

—Haerin, juro que si no sales ahora mismo diré la cosa más estúpida y a ti te dará una vergüenza ajena del tamaño de un iceberg.

—Dani, me gritaste sexo la primera vez que nos conocimos. ¿Qué puede ser peor? —soltó una dulce risita que vibró en el pecho de la rulienta.

—Te lo pido... estoy ebria y soy una lesbiana demente, o eso dice Hanni —hablaba más o menos mal, pero Kang andaba por las mismas—. Así que, solo sal antes que arruine aún más la imagen que tienes de mí.

—Dímelo, quiero saber —Haerin quedó frente suyo, sujetándole el brazo derecho y acercando sus rostros—. No sé por qué, pero también me haces sentir un poco demente —rió, pero su tono era ligero, con mucha menos seriedad como con la que hablaba la extranjera.

Ella se quedó en silencio, cerrando los ojos.

Y de pronto, Haerin la besó. Correspondió el tacto, sabiendo que la sobria Danielle tendría que lidiar con el problema. Haerin aumentó la intensidad, yendo directo a su abdomen que le fascinaba con su atractiva línea marcada.

—Dime —susurró, rodeándole los hombros.

—No hables, Kang.

La agarró de la cintura, aferrándose a su piel desnuda. Apretó, sacándole un jadeo. Y eso solo la entusiasmó más.

Si iba a confesarle aquella idiotez, antes debía aprovechar sus labios perfectos, porque luego Haerin la miraría como bicho raro y hasta allí quedaría.

La guió a la cama, sentándose ella primero. Luego, tomó los finos muslos de la menor y la colocó en su regazo, paseándose por sus piernas. Su lengua hurgó en su boca, chocando con la ajena. Haerin le revolvió su mojado cabello, gimiendo cuando Marsh mordió su belfo inferior. Danielle quería tocar más.

Y Haerin también, pues la acostó en la cama, sacándose la sudadera para aliviar con el calor corporal.

La otra miró maravillada los pechos de la pelinegra, que sobresalían de su top. Quiso lamerlos.

Le rodeó la cintura, pegándola lo más que pudo, sus caderas chocando contra las de Haerin, quien le tomó del mentón, obligándola a abrir la boca para saborear su lengua.

—¿Hae, estás aquí? ¿Has visto a Dani? —resonó la voz de Yunjin.

Gracias, guapa pelinaranja. Era muy agradable, pero joder.

Haerin salió de su regazo, sin rastros de vergüenza.

—Oh, así que tú estabas con Danielle —se burló la dueña de casa, con la manilla de la puerta en mano.

Haerin rió. Danielle no.

—Disculpa, Jinnie.

—Mientras no tengan sexo en mis sábanas, todo bien.

Volvieron a reír con ganas. Danielle guardaba silencio. No estaba incómoda, estaba con el corazón vuelto loco y si hablaba, creía que se le saldría por la boca.

—¿Bajan o se quedan?

—Bajamos. ¿Vamos, Dani?

Haerin no esperó realmente una respuesta, tomó su mano y se la llevó de allí.

¿Iban a seguir besándose? Casi.

—¿Kang Haerin? —un chico apareció frente a ambas, sonriendo en grande—. ¿Eres tú o estoy soñando?

—¡Soyun! —gritó igual de emocionada, corriendo a los brazos de él, alejándose de Danielle.

Se abrazaron con fuerza y Marsh quiso golpearse la cabeza. Grandioso, ahora Haerin se olvidaría de ella. ¿Por qué tenía que ser tan sociable?, se preguntó, yéndose de allí.

Pero Haerin no se olvidó de ella, y cuando se separó de su amigo, formó un puchero al no encontrarla.

***

—¡No! ¡Dámela, Hyein!

—¡Danielle, compórtate! —reprochó ella, quitándole la botella de las manos—. ¡Estás toda ebria!

—¡¿Y qué?! ¡Soy mayor de edad, no como tú!

—¡Pues no lo aparentas, tarada!

—¡Oye! —se ofendió.

—¡Unnies, ayúdenme con esta niñita! —pidió Hyein.

Minji y Hanni, al ser unas obsesionadas con el gimnasio, tenía más fuerza que ella, así que, entre ambas, agarraron a Danielle y se la llevaron a una habitación del primer piso.

Estaba demasiado, pero es que demasiado borracha.

—¡Sujétale las manos, Hyein! ¡Se está intentando escapar! —advirtió Hanni, y la más alta hizo caso.

—¡Quédate quieta, animal! —reprochó.

—¡Nooooooooo! ¡La noche es joven, chicas!

—Dios, no debimos haberla sacado de fiesta.

—Sí, que estúpidas. Sabíamos que se haría mierda —rió Kim, era gracioso el espectáculo de Danielle.

Y estaba bien, todas tuvieron algún momento donde se les pasó la mano con el alcohol y alguna tuvo que sujetarle el cabello para que devolvieran el alcohol sin mancharse.

—¿Volvemos a casa, mejor?

—Olvídate —respondió Pham—. La subimos al auto y vomita.

Estuvieron de acuerdo. Lo mejor sería esperar un rato hasta que Danielle se recuperara.

—¡Sigo aquí, idiotas! —Danielle reclamó—. ¡Voy a salir y no les estoy preguntando!

A Hanni se le ocurrió una idea.

—Bueno, sal, como quieras. Aunque te aviso que afuera está Haerin besuqueándose con un chico.

—¡Es mentira! —se negó Marsh, aunque flaqueó—. ¿Es mentira? —y ahora parecía que lloraría.

—No. Está con Jiung tragándose la lengua. Pero adelante, te dejaremos ir.

Danielle, que se había levantado de la cama, volvió a tirarse en el colchón, lloriqueando.

—Ahhhhh —se tocó la frente, le dolía—. ¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué me tiene que gustar tanto?

—Ya, ya, Dani. Todo estará bien —Hyein le sacó los zapatos y la acomodó de lado. No pareciera que fuese a vomitar -no si no estaba dentro de un auto-, pero fue por si acaso—. Tú quédate aquí, duerme, y te prometo que cuando despiertes, ya no estarás en la misma casa que Haerin.

—¿Cómo lo harás?

—Te meteremos al auto cuando estés estable, ni siquiera te darás cuenta.

—Está bien —sorbió su nariz—. Gracias, chicas—. Ahora denme un beso de buenas noches —pidió como un bebé.

Hyein y Minji rieron, besándole la frente.

—¡Tú también, Pham!

Ella rodó los ojos, aunque también le dio su besito de buenas noches.

Dani realmente les sacaba muchas risas.

—Adiós, bebé grande —se despidieron, cerrando la puerta.

Cuando ya estuvieron fuera, Minji habló.

—En media hora se recupera, así que ahí regresamos.

Mientras, Danielle cerraba los ojos, escuchando la fuerte música de la fiesta.

Inquieta, comenzó a cambiarse de posición. Acabó con los pies hacia el respaldo y la cabeza hacia la puerta, echada de estómago.

—Música de mierda —gruñó.

Pero la música se mezcló con el ruido de la madera.

—¡No saldré, chicas! Se los prometo —murmuró contra la almohada.

—¿Chicas?

Danielle levantó la cabeza de golpe y no fue lo mejor, porque por un segundo el mundo le dio vueltas.

—¡Haerin! —gritó emocionada, pero luego recordó a Jisung—. Digo... Haerin.

Ella se acercó a Danielle, preocupada, agachándose a la altura de la cama.

—¿Estás bien? ¿Te traigo agua? —ya no estaba ebria, pero claramente Marsh sí.

—¡No, chica rosita! —bramó—. Ándate, ándate con ese feo.

—¿Qué feo? —rió, acariciándole los rulos—. Me gusta tu cabello.

—Jisung —escupió—. ¡Y no halagues mi cabello! —le quitó la mano.

—¿Por qué?

—Porque estás infectada —la miró con enojo.

—¿Infectada?

—Infectada por ese feo, ¡lo besaste luego de besarme a mí, maldita chica rosita!

—¿Quién te dijo eso? —sonrió, volviendo a acariciarle los rulos.

Esta cerró los ojos, disfrutando el tacto.

—Basta, no —volvió a la seriedad—. Sé que es verdad, las chicas me lo dijeron.

—Jisung ni siquiera está acá, bobita —rió.

—¿No?

—Nop.

—¿Y ese otro feo que abrazaste?

—¿Soyun? Es gay. Hay muchos gays en este lugar, si lo piensas.

—De todas formas, no te quiero acá. Solo me rompes mi pobre corazón —actuó infantil, y Haerin sonrió.

—¿Te rompo el corazón? ¿A qué te refieres con eso, rulitos?

Rulitos. Que maldita niña. Solo la ilusionaba más.

—¿Quieres que te lo diga? —preguntó, otra vez en tono duro, reincorporándose en la cama—. ¿Quieres que te diga la estupidez que te iba a decir arriba?

Hae asintió.

—¡Bueno, es que me atraes mucho, Kang Haerin! ¡Y tú te las das de "ay, no, yo soy de besos sin compromiso y ñe, ñe, ñe!

Haerin carcajeó, sentándose a su lado.

—Espera un segundo... ¿Revisaste mis redes sociales?

Danielle calló de golpe, sonrojada.

—No...

—Oh, por Dios. ¡Sí lo hiciste!

—¡Nada que ver! —Haerin arqueó una ceja—. ¡Bueno, puede ser! ¡Pero solo un poquito!

—Que linda, rulitos.

—¡No, silencio! No solo me atraes, ¡me gustas, ¿okay?! ¡Así que no me hagas esto!

Haerin quedó en blanco.

—Pero... nos conocemos hace un día, Dani.

—Soy lesbiana, te recuerdo —rió, ebria, pero luego recordó su enojo—. ¡Oye, no me critiques, yo te dije que era una estupidez! —suspiró—. Y quizá tú me conoces desde ayer, pero desde que pisaste Ador intenté acercarme —confesó y tapó su rostro.

Ya estaba hecho. Ya daba igual.

—¿O sea que te gusto realmente?

—Ya te lo dije, no me hagas repetirlo.

Haerin destapó su rostro.

—Te seré sincera, a mí no me gustas, porque se me hace imposible enamorarme en un día.

—Auch, Haerin, auch —bufó.

—Pero me agradas.

—¡Auch, auch y triple!

—Déjame terminar —rodó los ojos—. Me agradas, y me gustaría mucho conocerte. Y vamos, no sería difícil que me atrajeras con el tiempo, eres bonita, boba, dulce, pero gritona cuando estás borracha y enojada. Y eso me gusta —sonrió.

—¿O sea que tengo posibilidad? —abrió la boca, su estado de ánimo cambiando drásticamente—. ¡¿Si lo intento, podrías gustar de mí?!

—Claro. ¿Por qué no? Eres mi tipo.

Danielle saltó del colchón, ella ahora a los pies de Haerin.

—¡Oh, chica rosita, ya se me pasó el enojo! ¡Juro que te conquistaré, y estoy ebria y me dará muchísima vergüenza mañana por la mañana! ¡Pero te conquistaré!

Haerin rió, aceptando tomar las manos de Danielle.

—¿Segura? Porque si el lunes me ignoras, yo seré la enojada —arqueó la ceja.

—¡No, no! ¡Sí lo haré! ¡Te llevaré flores, te cantaré, te...! Okay, me estoy excediendo. Pero sí, claro que lo intentaré. ¡Es más, ya no estoy ebria!

Otra vez, ahí estaba la risa de Haerin.

—Vamos, eso no te lo crees ni tú misma.

—De todas formas, te robaré el corazón —asintió, sonriendo.

Y esa sonrisa preciosa afectó a Haerin. Se acercó a los labios de Dani para darle un pequeño pico, como si ya le hubiese robado el corazón.

—Te esperaré, entonces.

Danielle hizo como si se desmayara, acostándose en el piso.

Haerin carcajeó.

—Ridícula —rodó los ojos.

—Así soy yo —se justificó, levantándose—. Ahora, ¿puedo besarte? —puso ojitos de cachorro.

—Nop.

—¡¿Por qué?!

—Porque estás ebria y no besaré a una ebria, yo estando consiente. Eso no está bien, rulitos.

—Mmh, bueno, chica rosita. Te doy la razón esta vez.

—¡Dani! —dijo Minji—. ¡¿Sigues viva?! ¡Ya debemos irnos! —habló fuerte por la música y el griterío exterior.

—¡Estoy de maravilla, más viva que nunca! —rió, alegre—. ¡Salgo en dos minutos! —volvió a Haerin—. Bueno, si no me dejarás besarte, ¿al menos puedo darte otro piquito? ¡De despedida!

Haerin sonrió, divertida.

—Está bien, uno pequeño.

Juntaron sus labios en ese piquito dulce, sin toqueteos como los anteriores. Y Danielle le encantó, en el fondo, eso valía más que la calentura.

—Jiji, me alegro que no te haya asustado mi demencia. Las chicas insisten en que te irás corriendo.

—Me gustan las locas de amor, Dani.

Ella sonrió, muy, pero muy alegre.

—Me encantas, chica rosita. El lunes serás mía —afirmó, y le robó un beso antes de pararse con rapidez.

—¡Desubicada, Marsh!

—¡Y espérate a cuando estemos a solas otra vez! —respondió, saliendo de la habitación.

Haerin mordió su labio. Esa chica hiperactiva ya había logrado mover algo en ella.

—Es una tonta —negó, volviendo a la fiesta.

Y no besó a nadie más ese sábado.

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