Capítulo 3: Cosas de amor.

De pie enfrente de un micrófono, con el sonido triste de una instrumental de piano, golpeando suavemente su pierna siguiendo el ritmo con leves movimientos con su cabeza.

—Estoy muerto en vida, viendo como solo pasan los días. –Cantó con la voz algo ahogada en sentimientos. —Día tras día, perdiendo el significado de la palabra alegría, perdido en un laberinto de tristeza desesperado, buscando la salida.

Hola de nuevo, soy yo otra vez, no ha pasado mucho desde la última vez que te escribí, han pasado únicamente dos semanas.

Ya terminaron las vacaciones y sí, hice todo lo que te dije, me gusto un poco el final del anime me puso triste porque si te toca los sentimientos, el autor envolvió bien la trama para que doliera, al final te prepara muy bien emocionalmente me gusto, me encantaría lograr eso con mi libro ya tengo unos capítulos de ese libro y te los voy a enviar para que lo leas y me des tu opinión, realmente me importaría mucho tu crítica.

Hablando de otra cosa aparte, he estado escribiendo canciones, no son muy buenas, pero me fascina hacerlas, me distrae un poco y despeja mi mente en muchas ocasiones.

—Me mantengo prisionero al sufrimiento, con una sonrisa con la cual te miento. –Cantaba con más fuerza en su voz moviendo las manos al hacerlo. —Mis lágrimas se las lleva el viento, busco una razón para mi existencia que aún no encuentro, lo siento. –Tomaba un poco de aire para continuar cantando. —Quiero alejar todo el dolor y no puedo, con alas en esta prisión de sentimiento me quedo. –Su voz se entrecortaba de a poco mientras cerraba los ojos al cantar. —Arropado y vigilado por el miedo, me engañó haciéndome sentir que avanzo y en realidad solo retrocedo. –Perdiendo el ritmo por la base paraba de cantar. —Ha salido bien. –Soltó una corta sonrisa, poniéndole pausa a la instrumental. —Ahora la segunda estrofa. –Tomaba un cuaderno moviendo sus ojos a leer lo que había escrito.

Soltando un suspiro veía a su computadora donde tenía compuesta la instrumental.

—Le falta sentimiento debería. –Hacia una breve pausa moviendo su dedo índice.

Se acercaba a su armario abriéndolo, dejando las puertas de lado a lado.

De su armario sacó un estuche de violín, sacando del un muy empolvado violín, lo soplaba un poco levantando aquel polvo haciendo que él estornuda y parpadea un poco.

—Espero aún recordar cómo tocar esto. –Dijo algo emocionado sonriendo, con el violín en sus manos.

Emocionado se acercaba al micrófono listo para grabar una nueva melodía, acomodando el violín sobre su hombro, cerraba los ojos.

La melodía era triste, pero era un hermoso sonido, mientras Nicolás tocaba aquella melodía, llegaban algunos recuerdos a su mente.

Nicolás veía a su padre tocar el violín, era la misma melodía que él estaba tocando, un joven Nicolás de siete años saltaba y le aplaudía emocionado, con una sonrisa su padre lo veía tocando la melodía que sonaba alegre si la tocaba rápido, al final su padre terminaba de tocar y le ofrecía su violín a su hijo que lo observaba perplejo, pero emocionado, una muy pequeña sonrisa se dibujaba en la cara de aquel niño feliz.

—Ven te enseño algo nuevo Nicolay. –Dijo su padre con seriedad arrodillándose.

En su cuarto completamente solo Nicolás abría sus ojos y algunas lágrimas brotaban y comenzaban a deslizarse por sus mejillas, pero continuaba tocando aquella melodía melancólica y triste, en su violín se podía ver que su padre le había escrito algo, ''Para aprender hacer algo bien, tiene que hacerlo un millón de veces mal'' se lograba leer en aquel violín.

Soltando un suspiro y bajando aquel violín, terminaba de grabar, pasando sus manos por sus ojos, secaba sus lágrimas y terminaba de componer aquella instrumental.

Las horas pasaban en lo que componía y al final le terminaba de agradar la melodía que había creado, un poco cansado se acercaba al micrófono tomando algo de aire para comenzar a cantar.

—Pese a todo sonrió, con dudas de confesar, sin saber si tus palabras me van a lastimar. –Cantaba con más sentimiento y tristeza. —Todo te lo pude dar y te veo zarpar, el barco contigo y mi sentimiento a bordo, y odio ver cómo te vas. –Cantaba con un poco de odio y frustración. —Me destruiste y ahora te veo llorar. –Cantaba más lento y suave. —Quisiera vengarme y dejarte sufrir, no puedo verte así y por débil te voy a consolar, aunque sepa que nunca me vas a cambiar. –Su canto era triste y melancólico, tomando un poco de aire continuaba. —Lamento si mis sentimientos no los controlo. –Cantaba más lento con sus ojos perdidos mientras la instrumental se detenía de a poco. —Busco la otra parte de mi corazón para dejar de sentirme solo. –Cantó lento, casi susurrando mientras soltaba una sonrisa. —Ha salido bien, me gusta. –Dijo algo emocionado viendo su computadora.

Ya listo para editar y mejorar el audio y demás cosas, las horas pasaban con él muy enfocado en lo que estaba haciendo.

Me gusta cantar para mí, siento que no es algo que mucho vayan a escuchar y la verdad solamente hago mis canciones para mí, no soy de crear cosas para que el mundo las conozca, aunque haré una excepción, realmente si quiero que mi obra lo lean varios, pero si únicamente tú la lees me conformo estaría bien, mientras te llegan los capítulos te daré como un resumen de aquella obra, sin darte tantos adelantos, quiero que te impresiones o bueno que te guste, sobre todo.

Observando su casa de lado a lado notaba que estaba solo en casa, asomado por un borde de la pared, observaba la sala y la cocina, la mano que estaba sobre la pared se le notaba un moretón, soltando una sonrisa y sin escuchar ningún ruido en la casa, sabía que estaba solo.

Subía las escaleras con emoción y cerraba la puerta de su cuarto sentándose frente su computadora, mientras esta se encendía él se estiraba y tronaba sus dedos.

—Inspiración ven a mí. –Dijo emocionado moviendo sus manos viendo la computadora.

Luego de algunos minutos, concentrado bajo el sonido del teclado que sonaba repetitivamente, estaba inspirado y escribir se le hacía mucho más fácil, entre la música que sonaba en sus auriculares y el sonido del teclado, aquel joven escritor se perdía en su propia obra.

Zafa, un rey sin una reina, tenía en su poder un gran reino próspero y fuerte, lo único que le hacía falta era aquella mitad de su corazón que no estaba.

Muchos de sus sirvientes pensaban que aquel rey ni estaba tan cuerdo, solía hablar de una mujer hermosa, carismática, cariñosa y muy amable, pero nadie nunca la había visto o conocido, solamente aquel rey sabía quién era, ni su súbdito más fiel y cercano la conocía.

Entre su inmensa soledad arriba de su castillo, vía su reino cubierto por las estrellas de la noche, con su mirada concentrada en la nada escucha como alguien subía aquel lugar, su armadura lo delataba al subir, era aquel súbdito fiel, su mano derecha, él se le arrodillaba.

—¿La encontraron? –Preguntó emocionado viéndolo.

—No, señor, aún no la encontramos. –Le respondió con respeto levantando su mirada. —Pero seguiremos buscándola.

Tomando aire, el rey dejaba de verlo, posando sus manos sobre la estructura de piedra de su castillo.

—Quizás la encuentre cuando la dejé de buscar. –Le respondió con seriedad, en tonalidad de su voz se sentía algo de tristeza. —Solo quiero recuperar la mitad de la vida que he perdido con la soledad.

Su fiel súbdito lo miraba y escuchaba con atención mientras se levantaba.

—Anoche soñé con ella, soñé que la besaba, que la abrazaba. –Giraba su mirada, así su súbdito. —Cuando desperté noté que era ella lo que me faltaba. –Cerrando sus ojos suspirando. —Ella es una persona que jamás podré ver a los ojos, solamente la podré soñar.

—Señor. –Se pronunció con respeto y firmeza. —Seguiremos buscando en cada rincón del mundo.

—Puedes retirarte a descansar. –Le ordenó con firmeza desviando su mirada.

Se escuchaba como aquel hombre se retiraba, ya que su armadura sonaba al bajar por la escalera.

Decepcionado y algo impaciente, aquel rey se sentaba sobre el balcón, debajo de sus pies una gran caída del otro lado, la seguridad del suelo de su castillo viendo hacia el cielo estrellado soltaba una pregunta.

—¿Dónde estás, mi reina?

Saliendo de su inspiración, Nicolás escuchaba la puerta de su casa abrirse, quitándose uno de su audífono miraba hacia la puerta de su cuarto.

—Creo que es ella. –Susurró poniéndose de pie.

Saliendo de su cuarto se asomaba por la escalera y veía a su madre quitarse los tacones.

—Buenas tardes, madre. –Dijo con respeto y cariño viéndola.

—¿Qué tienen de buenos, Nicolás? –Le preguntó molesta, viéndolo de la misma forma.

—Yo nada más decía. –Susurró algo apenado perdiendo su mirada.

—¿Ya terminaste tus deberes? –Le preguntó con seriedad acercándose a él.

—Sí señora. –Respondió a secas.

Ella no le respondía nada, le pasaba por el lado subiendo las escaleras.

—Voy a salir un rato. –Dijo con algo de miedo levantando su mirada hacía ella.

—Ajam. –Le respondió sin mucho interés, retirándose rumbo a su cuarto.

Subiendo a su cuarto tomaba un saco y salía de su casa, caminando por varias calles llegaba a un parque amplio y hermoso con canchas y lugares para poder hacer ejercicio, con la capucha puesta se sentaba en una banqueta junto al mismo hombre que lo acompañó el día de su graduación.

En un largo silencio entre ambos veía a las personas pasar muchas en familia haciendo ejercicio, niños jugando y corriendo sin control y jóvenes jugando fútbol, Nicolás se bajaba la capucha y sonreía.

—Recuerdo que cuando venía acá a jugar fútbol, me decías que sería un gran jugador y le vendía esa idea a mis padres. –Fijaba su mirada en aquel hombre. —Y la verdad era que no era ni siquiera bueno. –Soltaba una sonrisa.

Aquel hombre no decía nada y solo lo observaba, Nicolás le sonreía girando su mirada hacia el parque donde veía parejas caminar de la mano comiendo helado y riendo, la sonrisa de su rostro se borraba perdiendo levemente su mirada a un costado.

—Sabes, me preguntó qué se sentiría tener una pareja. –En su voz se notaba tristeza a lo largo de la oración. —Esa sensación que comparte la mitad de tu vida con alguien por la cual siente miles de cosas, debe ser agradable, supongo.

No es un secreto, el amor es una necesidad humana muy normal, somos seres que interactúan con otros y bueno te soy sincero, a mí no se me da nada bien, la soledad es una expresión de la ausencia de alguien y bueno realmente le tengo miedo.

El hecho de imaginar que llegas a casa y no encuentres a nadie, o el saber que a volver a casa nadie estará ahí es muy aterrador, pero quizás es como lo más seguro para muchas personas, la soledad estará en algún momento de nuestras vidas, pero es ¿Realmente bueno acostumbrarse a ella?, no ha sido lindo llegar de la escuela y no tener a nadie solo un cuarto vacío, mato el tiempo libre haciendo música o escribiendo, pero en el fondo sé que solo estoy evadiendo mi soledad, ya que eso es mi día, término los deberes tengo tiempo libre me distraigo y duermo para mañana volver hacer lo mismo, es deprimente y repetitivo.

Quisiera una pareja o un amigo, me conformaría con un amigo, simplemente con tener a alguien en mi día, sería agradable, pero deteniéndome a pensar, no sé cómo ser un novio o un amigo, no tengo experiencia sobre eso, nada más soy un alma inocente que lo quiere intentar.

Somos amigos ¿Verdad? Pero estás muy lejos, igual gracia si lo llegas a ser.

Quería preguntarte, ¿Has llegado realmente a sentirte solo? Y ¿Qué has hecho al respecto?

Acostado sobre la alfombra de su cuarto, miraba el techo con sus manos a los lados formando con su cuerpo una equis, las lágrimas bajaban por sus mejillas, se sentía el silencio de su casa mientras escuchaba música por sus audífonos.

Crees que a la soledad estás acostumbrado, pero te mientes, sabes que realmente te hace falta alguien a tu lado. 

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