Capítulo 32

Llegué a casa llorando.

Evelyn me acompañó, me limpió las heridas con mucho cuidado y se fue a casa sin hacer ni una sola pregunta acerca de lo que había pasado con Jason.

Y cuando se hubo marchado miré el reloj de pared y marqué el teléfono de mi madre.

—¿Mamá?—pregunté sorbiéndome los mocos—¿Mamá?—volví a peguntar.

—April ¿Que te pasa cariño?—preguntó preocupada.

—Nada, es solo que he tenido un día muy duro.

—Espero que no sea nada grave—contestó con dulcura.

—No, no te preocupes por mí. Estoy bien.—mentí—Esto... quiero volver a casa.

—¿Y eso?—se extrañó—tu padre me dijo que te lo estabas pasando genial, que a penas andabas por casa y que habías hecho una amigas estupendas. ¿Es por ese chico?

—No, no es por nada de eso. Es solo que... echo de menos Painswick y mi... vida—dije.

—Hija, aún te quedan diez días ¿Estás segura de que quieres volver a casa tan pronto?

—Segurísima—afirmé.

Mi madre sabía que estaba mintiendo pero no dijo nada y yo tampoco me eché atrás con mi decisión.

Necesitaba volver a mi vida, dónde no hacía daño a nadie.

Necesitaba recuperar la estabilidad de mi monótona vida.

—Mañana mismo haré las maletas. Te quiero.

—Yo también te quiero, hija—respondió antes de colgar.

A la mañana siguiente, nada más despertarme, me puse a hacer las maletas.

Mi padre compró el billete para volver a casa al día siguiente y lo dejó encima de la mesita de noche.

Cuando me dispuse a cerrar la maleta Evelyn entró por la ventana sin permiso y me sobresalté.

—¿Acaso tienes la música muy alta? Te he llamado—dijo.

—Mi móvil no tiene batería—repliqué desganada.

Evelyn observó la maleta que intentaba tapar con el cuerpo y miró indignada el billete encima de la mesita.

—¿Qué es todo esto?—preguntó incrédula.

—Me marcho.

—No puedes irte, ahora—replicó.

—El avión sale mañana a las once de la mañana.

—Aún no se ha acabado el verano—dijo.

—Sí para mí, Evelyn—respondí con crudeza.

—¿Es por Jason?—qüestionó dolida.

—No, es por mí. Necesito volver a la normalidad.

—¡Yo soy tu normalidad!—gritó.

Me miré los nudillos amoratados y pensé en la anterior noche.

—Perdona...—se disculpó ella—Es solo que... ¿Qué demonios voy a hacer sin ti? Eres mi única amiga.

—Y tú la mía, pero no me siento bien.

Necesito volver y aclarar mis ideas.

Pasar un tiempo sola, con mi madre.

Pasar página...

—¿Eso incluye olvidarte de mí?—preguntó.

Yo esbocé una sonrisa de medio lado.

—Nunca podría olvidarme de tí—respondí—Me has regalado el mejor verano de mi vida.

—Ven aquí—dijo.

Y ambas nos abrazamos.

—Te voy a echar de menos.

—Y yo a ti.

—¿Quieres que te ayude a despegar todas las fotos que tienes colgadas en la pared?—preguntó Evelyn.

—No, tengo copias de todas ellas.
Quiero que se quede aquí—respondí.
—Vale—contestó.

Ambas miramos el mural de fotos.

—¿Qué harás con ese espacio vacío?—preguntó.

—Lo he guardado para el verano siguiente—contesté.

Evelyn sonrió y, en aquel momento pensé que jamás volvería a ver una sonrisa tan bonita como aquella.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top