Capítulo 26

Jason acarició mi mejilla con el pulgar y acercó sus labios a los míos.

Lo había echado mucho de menos y aquel beso para mí significó más que una simple despedida, significó la promesa de que siempre volvería a mí.

Confiaba en él pero, a pesar de que él me aseguraba ser la única en su vida yo tenía miedo pues daba igual la ropa que usara o el maquillaje que me pusiera, en el fondo, tras esas capas de seguridad fingida, sabía que no estaba a la altura y tenía miedo de que pronto buscara a otra para remplazarme cuando yo me fuera a casa.

-No te vayas-susurré apoyando mi nariz contra la suya.

Ambos reímos.

—Vamos, te acompaño a la puerta.—dijo él.

Bufé y bajé del coche tras él.

Introduje las llaves dentro de la cerradura y abrí la puerta.

—Buenas noches—me deseó.

Yo esbocé una mueca de descontento y me quedé parada en la puerta alargando el momento de la despedida.

—¿Te pasa algo, April?—preguntó Jason preocupado.

—No, es solo que...—sacudí la cabeza y dejé que me abrazara.

—Sea lo que sea puedes contármelo—dijo.

Pero yo no tenía ya nada que contarle, él ya lo sabía todo de mí.

—¿Y tú?

—¿Qué?—se extrañó.

Me separé de él y mis labios temblaron.

—Quédate esta noche conmigo.—conseguí finalmente decir.

—No sé si...

—Por favor—supliqué.

—Está bien.

Ambos entramos en mi casa y subimos silenciosamente hasta el piso superior.

Me quité los tacones y masajeé las plantas de mis pies profiriendo un suspiro de alivio. Jason se sentó a mi lado y se quedó mirándome.

—¿Qué?—pregunté.

Pero él no contestó. Tomó un disco de algodón humedecido y lo pasó con suavidad por mis ojos llevándose casi todo el maquillaje de una pasada.

—¿Qué estás haciendo?—dije alarmada deteniendo su mano.

—Echo de menos a la antigua April—respondió apretando la mandíbula.

Mis labios se separaron ligeramente y mis dedos dejaron que su mano volviera a mi rostro.

Jason continuó con el otro ojo y, cuando hubo acabado de desmaquillarme por completo sonrió.

—Así está mucho mejor.—aseguró, pero yo no me lo creía. Me levanté de la cama y andé a paso rápido hasta el baño.

El espejo me devolvía una imagen que a mi me resultaba extraña. Era la cara con la que despertaba, la cara que ocultaba al exterior porque no me gustaba, la cara de aquella chica que amaba los libros y no tenía amigos.

La cara de una fracasada.

Jason se situó a mi lado y yo me cubrí el rostro con mis manos.

—No me mires, por favor.—supliqué—No quiero que veas lo fea que soy.

—Nunca has estado más guapa para mí, April.

—Eso lo dices para no hacerme daño pero en realidad tu preferirías estar con otra chica más guapa que yo.

—No, eso no es cierto, April.—apartó mis manos de la cara y posó sus verdes ojos sobre los míos—No sé por qué te sientes así, ni se quién o quienes han hecho que te sientas así. Tal vez allí en Painswick fueras invisible y nadie te viera pero yo me fijé en ti desde el día en que te vi bajar de ese coche,y a pesar de que aquel día tu pelo no brillaba como lo hace hoy o tu ropa no resaltara lo mejor de ti yo pensé que eras bella y sigo pensándolo. Con maquillaje o sin él eres hermosa—sus ojos titilaron y mi corazón comenzó a latir a mil por hora—y sonará a topicazo pero...para mí tú eres la más hermosa.

Y entonces pasó.

Todas mis inseguridades se esfumaron y entre lágrimas y besos las capas de ropa que nos separaban iban desapareciendo poco a poco.

Cuando hablaba con Madison sobre esto pensé que me moriría de vergüenza pero en aquel momento, a su lado, me sentí segura.

Madison y yo habíamos hecho planes, habíamos comprado lencería para la ocasión y reservado un hotel para asegurarnos de que todo fuera perfecto pero, me olvidé de todos aquellos planes y me dejé llevar porque, en aquel momento, eso era lo que yo quería.

—Te quiero—le dije—aquí y ahora.

Jason juntó sus labios con los míos y nuestras respiraciones comenzaron a agitarse, me tumbó sobre la cama con delicadeza y ambos entrelazamos nuestros dedos.

Todo fue perfecto, incluso mejor de lo que esperaba.

El dolor que describió Madison se me hizo soportable, pues no había mejor sensación que saber que yo era la causante de todo el placer que Jason estaba experimentando, y todas las inseguridades que pudiera tener sobre mi cuerpo desaparecieron.

Cuando acabamos yo me quedé acurrucada a su lado, con una mano sobre su pecho desnudo y escuchando el latir su corazón, él acarició mi pelo y antes de dormirse me dijo que me quería.

Al día siguiente, cuando desperté, esbocé una sonrisa y disfruté unos instantes más de su contacto antes de que despertara.

Ninguno de los dos nos dimos cuenta de que ese mismo día era jueves.






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