No me dejes, Xingqiu
Estúpidos.
Eso eran.
Estúpidos.
Para sus amigos eso era evidente. Uno es un escritor cuya caligrafía haría llorar a un profesor. El otro come helado en la nieve.
Más nadie sospechó a qué extremos llegaría dicha estupidez. Eran lo suficientemente prudentes como para no matarse usando sus armas. Lo suficientemente dignos de tener visiones.
Más no eran lo suficientemente sutiles para esconder su amor de los juiciosos ojos de sus familias.
Y eso, de hecho, fue su caída.
Si bien sus sentimientos no eran erróneos ante los ojos del mundo, a los cegados orbes de sus familiares no lo veían de la misma forma. El padre de Xingqiu deseaba un hijo "perfecto" capaz de darle nietos, como si la perfección no fuera posible al lado de Chongyun, ni formando una familia al adoptar un hijo. Chongyun era visto mal por ambos padres, quienes llevaban mucho buscándole alguna chica que considerasen digno de unirse a su familia, sin notar que el joven exorcista ya tenía su corazón anidado con el de otra persona.
Por dicha cosa ambos jóvenes eligieron ser algo sutiles si estaban juntos en presencia de sus respectivos padres. Puesto a que ellos, a diferencia de sus amigos, a diferencia de Teyvat, no los veían en buenos ojos.
Más los ligeros roces de manos, los besos escondidos y las inocentes palabras de amor no pasaron inadvertidos.
Y cuando aquello se supo, fue como si el mundo de ambos tornara a la oscuridad.
Escondidos en la tenue luz ofrecida por la luna, una noche ambos se encontraron. Xingqiu con una carta en manos, Chongyun con lágrimas en los ojos y un presentimiento de su condición lo haría desfallecer. Su corazón le gritaba que algo malo iba a pasar. Y considerando la reprimenda ya dada por sus padres, lo tenía seguro en su mente.
Un tenso silencio reinó en el ambiente, siendo el primero en romperlo el escritor.
— Mi padre me mandará a Fontaine. —Dijo sin rodeos, no tenía forma de suavizar esta noticia. El de visión cryo sintió su corazón caer como si fuera una roca hasta el fondo de su estómago. No podía ser cierto, ¿verdad? —Dijo que quizás así me "corrija" y deje de hacer tonterías. Que quizás pueda centrarme en los negocios y encontrar a la mujer correcta...
Unas ganas de vomitar invadieron al caballero. Su padre fue severo y firme al hablar, haciendo oídos sordos a las desesperadas súplicas que dio. Su hermano no dijo nada, solo miró. Se sentía enfermo. Traicionado.
Por su parte, el exorcista se vio incapaz de mediar palabra alguna. Estaba perdiendo noción de su entorno, únicamente viendo los dorados ojos que su amante poseía. Se estaba desmayando. Su condición lo estaba sobrecargando.
Sabiendo lo que sucedía, Xingqiu no dudó en sostenerlo entre sus brazos. No lo iba a dejar caer. No si podía aún prevenirlo.
Lo que normalmente sería una actitud impulsiva y repleta de risas y balbuceos, se había vuelvo en sollozos. Chongyun no dejaba de aferrarse a su pareja. Lágrimas formaban cascadas en sus pálidas mejillas, mientras Xingqiu intentaba en vano tranquilizarlo. Siendo realistas, él también quería llorar. Y lo iba a hacer.
—¡No quiero alejarme de ti! -La quebrada voz de Chongyun finalmente formó algo coherente. Más no algo agradable.— ¡No quiero que me casen con una chica de la que no sé nada! ¡Quiero estar contigo!
Xingqiu sintió cómo su hombro se humedecía mientras su amado se escondía en el para llorar. No pudo evitarlo. Empezó a llorar con el exorcista. Ambos se sentían miserables. Estúpidos.
Estúpidos por creer que no serían descubiertos.
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¿Cuánto tiempo había pasado ya?
¿Dos años? ¿Tres quizá?
Este tiempo sin el espadachín se le ha hecho eterno.
No importaba cuántas chicas su familia le presentara, nunca eligió una esposa.
No quería a la chica más hermosa, quería a Xingqiu. Quería al dueño de su corazón.
Y ninguna de esas chicas era él.
Era muy capaz de cumplir sus labores de exorcista incluso si solo tenía que estarse sentado en medio de la habitación. Pero pese a realizar perfectamente sus funciones, seguía sintiéndose incompleto. Vacío.
Quizás era la falta de su amor de juventud. El no poder ver al espadachín a diario. No sufrir por sus bromas. No verlo sonreír. No tener esos momentos donde solo se abrazaban acostados en el campo y miraban al cielo estrellado...
¿Soy yo, o desde que Xingqiu se fue, su visión parecía brillar menos?
Antes de poderse sumergir nuevamente en su miseria personal, Xiangling se le acercó.
—Chongyun, -Empezó ella. —Ten, los fideos fríos que pediste. —La chica sonrió, desde que Xingqiu se fue, esta había tratado de animarlo hasta donde pudiera. No había logrado mucho, pero el exorcista apreciaba el intento.
Musitó un pequeño "gracias", tomó los palillos y empezó a comer. Desde ya tiempo atrás la comida no tenía el mismo sabor que alguna vez. Y sabía que no era cosa de Xiangling o de que las cosechas fueran un asco. Era solo cosa de su persona. El ya no sentía el mismo sabor a nada en general. Y sabía por qué. Pero no lo diría en voz alta. Ya era muy obvio para los que lo conocían propiamente.
El tiempo que tardó en terminar de comer, pagar e irse a algún lugar al azar se le hizo en un borrón a su mente. No sabía con total certeza a dónde iba. Sus piernas simplemente lo llevaban por un camino que (quizás) conocía de antes.
En el camino de salir de Liyue, escuchó vagos fragmentos de las charlas de la gente en el entorno. Sobre que no-sé-quién engañó a su pareja y hubo un drama. Un joven pensando en cómo nombrar a su perro. Un par de caballeros hablando de unas telas de seda que se exportarían. Una tercera persona en la conversación previa mencionando que llevaba mucho sin ver a una persona cuyo nombre, desafortunadamente, no logró oír. Algo sobre un vino que sabía igual que como lo recordaba el hablante, pero que dónde estaban los que compartían el recuerdo. Y sobre el próximo concierto de Xinyan.
El murmullo de las conversaciones ajenas finalmente desvaneció en nada una vez alejado de la poblada ciudad. Siguió con su caminada de carente destino. No había ya monstruos por la zona, posiblemente la viajera y Paimon habían pasado por ahí hace poco. Su cuerpo dejó de guiarlo a ciegas una vez en una montaña. La vista era hermosa, sí. Pero consideraba más hermoso el recuerdo que en dicha se guardaba.
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—¿Piensas casarte algún día, 'Yun?
La pregunta lo tomó desprevenido, ¿a qué se debía que Xingqiu le dijera eso?
—Nunca me lo he planteado, sinceramente... —Eso era verdad, jamás puso mucho de su mente en cosas como casarse. —¿y tú, Xingqiu? ¿Piensas casarte algún día? —Su curiosidad le pudo más, ahora quería saber la respuesta de su pareja.
El escritor soltó una ligera risa. Miró a los ojos al exorcista, se notaba en su rostro que no tenía pensado mentirle con su respuesta.
—Si, pero solo si me caso contigo... —Las mejillas de ambos se tornaron de carmín. Nunca se vio venir aquello. No esperaba que Xingqiu tuviera un deseo de pasar el resto de su vida a su lado.
Aunque, honestamente, tampoco podía pensar en un futuro sin él. No había cabida ante eso.
Una promesa fue hecha aquel día, sellada con un pequeño amuleto el cual agregaron a los que previamente tenían en sus visiones. Una promesa que ambos anhelaban cumplir a futuro:
Cuando fueran adultos, anidarían sus vidas. Se casarían, y, al ya no poder ser controlados por sus familias, serían felices hasta el fin de sus vidas.
Solo imaginar aquello generaba un suave calor en sus almas.
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Ante aquel recuerdo, no pudo evitar sonreír. Tomó suavemente su visión, tanto el amuleto de amistad (que, con el tiempo, ambos habían vuelto en la prueba de su amor) como el de su promesa aún estaban intactos ahí. Los cuidaba como si fueran los objetos más valiosos del mundo.
Pues, lo eran. Eran lo más importante de su propio mundo.
Aún así, un sentimiento amargo invadió su corazón un poco después. "Si tan solo hubiéramos podido cumplir esa promesa..." una vez más, se sentía vacío.
¿Estaba acaso siendo molesto al centrarse solo en su miseria? Puede que sí. ¿Le importaba? Joder, no.
Dramático o no, pesado o no, era incapaz de controlar esos sentimientos. Tampoco estaba seguro de querer hacerlo. No se sentía con las energías para siquiera intentar.
Se quedó un poco más mirando las estrellas. Los astros brillaban de manera delicada, casi como si intentaran reconfortar a su destrozado corazón. Aquellas esferas de luz que habían visto tanto, incluido el inicio y desenlace de su relación con el espadachín, seguían ahí, brillando hermosas. Haciéndole recordatorio que ese tiempo con su amado no fue un sueño. Si lo tuvo en sus brazos. Si compartieron una misma sintonía.
No sabía si ese recordatorio estaba hecho para alegrarlo o seguirlo enfrascando en su soledad actual.
Ya no quería pensar en eso. No quería pensar en nada.
Y con ese deseo de desconectar el cerebro, decidió volver al puerto.
El camino de vuelta se sintió más corto que el de ida. Posiblemente porque bajar montañas es más rápido que subirlas. Aunque bien podría ser que ya estaba harto de ser un tipo deprimido solo en una montaña y prefería ser un tipo deprimido en la ciudad. Ahí al menos el sonido de la gente nublaba un poco su mente.
Los sonidos del lugar se habían apaciguado un poco a esa hora. Pero seguían siendo embriagantes a su cerebro desesperado por ser sedado.
Las risas delicadas de la gente, los murmullos y gritos de los vendedores no eran tantos como normalmente. Hasta cierto nivel, eso le ayudaba a centrarse en sonidos específicos. Escuchó algo que solo pudo registrar en su mente como un jadeo sorprendido, el sonido de unos zapatos moviéndose, y un vago murmuro que se asemejó a su propio nombre. Creyendo que le estaban hablando, miró para atrás. No había nadie. Solo un perro que apresuradamente salía de un callejón. Las asociaciones que su mente hacía ante ciertos sonidos le parecían extrañas a veces.
Mejor ya se iba a su casa a dormir. Así de paso pasaba menos tiempo pensando cosas que solo lo ponían más triste.
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Aún no se lo podía creer.
Su corazón iba a mil por hora. Su rostro ardía. Le sudaban las manos.
Xingqiu aún no se lo podía creer. Tenía que ser un sueño.
Había visto a Chongyun. Después de tanto solo pudiendo aferrarse al dulce recuerdo que este le dejó en su corazón, haciéndolo enfrascarse en su escritura y sus estudios para apaciguar su pena, había visto a Chongyun.
Y como un cobarde, llamó débilmente a su nombre y luego se escondió. Se había asustado.
Se quería tirar de un risco por hacer tal idiotez.
—"Tendrá que ir a Liyue para la exportación de las telas" me dijo me asistente, "acabando eso puede volver a Fontaine si gusta, no le va a pasar nada malo" me dijo mi asistente, ñiñiñiñi. —Estaba siento jodidamente infantil. Pero no es como que eso importe. Nadie a parte de si mismo (y el Yaksha que saltaba entre los techos buscando a Lumine para comer juntos) le iba a escuchar.
Pues algo malo si le había pasado. Había vuelto a ver al dueño de sus suspiros.
Todos estos años tratando de engañarse a el y al mundo sobre que estaba todo bien tirados a la basura.
Sentía los mismos nervios que ese día en que accidentalmente reveló sus sentimientos al exorcista con ese escrito que hizo (el cual, por cierto, se había vuelto de culto en la ciudad de la libertad). Al mismo tiempo sentía ese dolor que lo sobrellenó cuando su padre le dijo que lo sacaría de Liyue por su amorío con Chongyun.
¿Qué iba a hacer?
Definitivamente quería reconectar con su ex (¿siquiera llegaron a terminar su relación?), en el momento en que lo vio, incluso si fue por un breve instante, volvió a sentirse como un adolescente locamente enamorado. Debía decirlo: Chongyun se había vuelto un hombre guapo ante su perspectiva. Y ante la de cualquiera con buen gusto. Ese corte de pelo que se había hecho que soñaba con tener desde joven se le veía increíble.
Pero las dudas empezaron a invadir su cabeza. ¿Querría acaso el exorcista verlo de nuevo? ¿Seguiría soltero? ¿Y si al final si que estaba solo confundido y en realidad nunca le gustaron los hombres? ¿Lo odiaba por dejarlo?
La toma de decisiones es sumamente complicada cuando la ansiedad te pone trabas de manera insistente. Vaya pesadilla.
Consideró por un momento que ya había pasado un buen rato ahí teniendo un momento reflexivo. Por ello, decidió volver a la pequeña posada donde se estaba alojando. Estando ahí de seguro podría pensar un poco mejor en qué hacer con su vida y su corazón.
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No sabía qué hacer.
Llevaba ya como media hora mirando al techo con la mente en blanco.
No era la primera vez que esto le pasaba. Se había vuelto un evento ocurrente desde que fue obligado a abandonar Liyue. Pero en esta ocasión, aquello le enojaba.
Estaba tratando de pensar en una forma de volver a hablar con el único sujeto del que se ha podido enamorar y su cerebro no le coopera. Suspiró. Esto era molesto.
Tomó su visión, dicha estaba en la mesita a su lado. Acarició suavemente las decoraciones atadas en dicho objeto. Las dulces promesas e inocentes recuerdos anidadas en los delicados hilos y cuentas resurgiendo.
Oh por Rex Lapis. Vaya que extrañaba estar al lado de Chongyun.
Sintió pequeñas lágrimas acumularse en sus ojos. No sabía si era el dolor de recordar o algún efecto hydro del que hasta ahora se enteraba. Muy en el fondo, sabía que era lo primero.
Si bien Fontaine era hermoso, nunca lo sintió como un hogar. Si bien el trabajo le era gratificante y el dinero no le faltaría nunca llegados a este punto, seguía sintiendo ese vacío enorme en su ser.
Sus lectores que lo seguían desde su primer best seller (le tomó por sorpresa saber que su libro, tan rechazado en Liyue, era tan famoso en Inazuma y Fontaine) notaron como su escritura parecía más melancólica. Las pocas historias que ahora hacía donde tocaba el romance no parecían tener finales felices. Y en general su forma de describir el mundo se había vuelto más lúgubre.
Múltiples veces pensó escribirle una carta a Chongyun para decirle que aún lo amaba. Pero, en primer lugar, su letra es un horror que solo una persona entiende, persona que, por órdenes de su padre, no hubiera podido ayudarle a seguir su amorío a distancia. En segundo lugar, el pasar de los años le daba la certeza de que en algún momento el de ojos azules se habría mudado de casa de sus padres. Esto era cierto. Aunque no lo supiera, Chongyun efectivamente se mudó solo a una casa en las cercanías del puerto, en una zona fresca donde no daba el sol casi nunca. Por ello, no sabría a qué dirección enviar la carta.
Y, en tercer lugar, es un cobarde.
Temía al rechazo. A enterarse de que 'Yun ya no lo amaba. A ser descubierto de nuevo y que eso le costara caro a su amorcito de juventud.
Vaya caballero de pacotilla. Tenía miedo de su propio corazón.
Cuando se dio cuenta, ya había caído dormido. La visión aún seguía en su pecho.
Quizás al despertar se le ocurriera algo con lo que recuperar el tiempo perdido.
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El día era un asco. Ya había llovido un par de veces. La gente con la que se tuvo que reunir para el negocio de las telas le reprogramó a último minuto. Y encima ahora un gato mojado se le acababa de restregar encima, asustándolo y haciendo que se le cayera al suelo su té.
Linda bienvenida de vuelta a casa.
Tenía unas enormes ganas en ese momento de ir y darse cabezazos contra la pared. Pero la parte prudente de su cerebro le rogó no hacerla puré a golpes.
En su lugar, tomó la decisión menos autodestructiva de irse de paseo por ahí.
Liyue había cambiado, más la vibra general de todo era idéntica. No le fue complicado al escritor ubicarse apropiadamente en el lugar. Lo que más le interesó fue que ahora había más flores que en el pasado. Escuchó en su momento que se estaba considerando poner dichas plantas por el lugar para darle un poco más de vida. La decisión final de ponerlas le parecía, francamente, la mejor. Posiblemente el lugar se mire aún mejor durante la noche, a la luz de las linternas.
Continuó con su recorrido por el lugar, llegando a las afueras, notó una cantidad interesante de perros. No había tantos antes. Pero todos se miraban limpios y sanos. Eso lo alegraba. Al menos tenía un poco de calma, pues eso indicaba que estaban siendo cuidados.
Al igual que el, Liyue era distinto, pero a su vez igual que antes.
Pues si bien el había crecido, su corazón seguía enfrascado en su amor del pasado. En todo este rato que caminó, se la pasó pensando en aquel exorcista. En aquella imagen de cuando lo logró ver por un breve instante.
En cuánto lo extrañaba.
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Xingqiu pudo decir con plena seguridad y certeza que, efectivamente, la ciudad se veía más hermosa de noche.
Las luces, las flores, las estrellas... todo creaba un ambiente romántico impresionante. Pudo sentir la inspiración invadir a su cuerpo. Acabaría escribiendo de esto tarde o temprano.
Lástima que no pudiera pasar tan hermoso momento con su querido Cho-
—¿Xingqiu?
Se quería morir.
No quería voltear, sabía quién estaba atrás. Pero a la vez, ¿si quería darse la vuelta?
Ya le estaban empezando a sudar las manos de nuevo. Rezaba mentalmente por no acabar vomitando y haciendo el ridículo. Cerró los ojos, contó mentalmente hasta tres, y se volteó.
Estaba ahí, mirándolo incrédulamente.
Chongyun.
Estaba ahí.
Y estaba aún más bello de lo que logró ver en ese breve vistazo.
Por su lado, el exorcista sintió que todo en su mundo temblaba. Su visión pareció brillar un poco por un breve instante. Sus ojos se iluminaron en esperanza. Más las dudas lo invadían con nerviosismo.
La vestimenta de Xingqiu era distinta, posiblemente mezclando su cultura con la de Fontaine. Su cabello era más largo y, en lo personal, al de ojos azules se le hacía más atractivo así. Sin contar que había crecido considerablemente, era un poco más alto que su propia persona.
Algo dudoso, dio un par de pasos hacia el escritor. Este, igual de nervioso, le hizo una seña para de lo acompañase en el barandal donde previamente se estaba recargando. Tratando de no tropezar con la nada, el joven trotó hasta su crush de la adolescencia. Quiso mantener un poco de distancia más no alejarse mucho, pues no sabía si apegarse como tanto anhelaba sería pasarse de confianza o si Xing' creería que estaba intentando alejarse si se mantenía en una distancia mayor.
Ambos se quedaron en silencio un rato. El ambiente era algo incómodo. Es cierto, llevaban años desando verse de nuevo, habían anhelado este encuentro con sus corazones. Soñaron con reencontrarse y que lo primero que sucediera fuese un dramático beso que les robase el aliento.
Pero ahora, no sabían qué hacer. Trasladar sueños a la realidad puede ser algo difícil. Se acababan de dar cuenta de eso.
Finalmente, Xingqiu carraspeó ligeramente. Chongyun centró su atención en el contrario.
—Ha pasado mucho tiempo, ¿no? —Oh por los siete, la voz del caballero le era hipnotizante. Sentía que le tembló el alma al escucharlo. —¿Cómo has estado, mi querido Chongyun?
"Aún me sigues llamando así..." Pensó. Una calidez invadió su pecho. La sonrisita que se le escapó no pasó desapercibida por los ojos contrarios.
Aunque, a ambos les hubiera gustado más que ese "mi querido Chongyun" fuera un "mi amor".
—He estado... tranquilo... —Aún con su voz hecha un suave murmullo, el espadachín pudo sentir mariposas en su estómago revolotear. —Las cosas han cambiado mucho, ha habido muchas sorpresas. Y aún así... creo que tu vuelta ha sido la más grata sorpresa. —No tuvo el valor de decir que aún así, lo seguía amando. 'Yun se quería tirar del muelle por no decirlo.
Por su parte, Xingqiu se intentó esconder en su propio cabello para no delatar su sonrojo.
—Heh... me alegro de oír eso... —Suspiró. —Fontaine es un lugar fascinante, pero no reemplaza la belleza de Liyue... ni el placer de estar a tu lado... —Todo ese valor que le faltó por tanto tiempo pareció llegar a el de golpe. Se sintió bien decir aquello que pensaba. Tanto para él, como para el hombre que escuchaba a su lado.
Las ganas de besarse no habían desvanecido aún de la mente de ninguno de los dos.
Nervioso, Chongyun decidió ser el que hiciera la siguiente pregunta, aún un poco nervioso e inseguro de si estaría siendo muy directo.
—Tu... ¿encontraste a alguien más...? —Ya no había vuelta atrás, había hecho la pregunta. El color subió a su rostro cuando las palabras abandonaron sus labios. Xingqiu abrió ligeramente más los ojos ante aquello.
¿Cómo debería decirle esto? "No, nunca encontré a nadie más porque plagas mis pensamientos a diario, desde que me fui siento que el mundo ya no tiene más color pues ya no estás a mi lado." Realmente sonaba demasiado directo. Habría que improvisar un poco.
—No realmente. —Suspiró, tomando su visión (aún con las decoraciones) y jugando con ella nerviosamente. —Eres una persona difícil de olvidar, ¿lo sabías, Chongyun? —El rostro del nombrado se iluminó con ilusión ante aquello. Esperanzado, el hablante decidió probar suerte. —No pude realmente superarte, eres alguien que dejó una gran marca en mi vida... ¿qué hay de ti, 'Yun? ¿Has... encontrado a otra persona?
—No... no importaba a quién me presentara mi familia, nadie llenó el hueco que dejaste... —Sus ojos se cristalizaron un poco al pensar en todo este tiempo que pasó sin su otra mitad. Inconscientemente, dirigió la mano a su visión, acariciando el amuleto de su promesa de forma tenue. Xingqiu notó aquello, sintiendo una ola de emoción al ver que ambos amuletos seguían ahí.
Rápidamente quitó su visión de donde previamente la puso, manteniéndola en su mano.
—Aún tienes los amuletos... —Su voz salió con sorpresa. Le enseñó su propia visión. El de ojos azules jadeó. Los corazones de ambos iban a mil por hora.
Si las palabras compartidas previamente no dejaron en claro que sus sentimientos aún no morían, esto lo hizo.
Tanto tiempo alejado el uno del otro, y nunca pudieron olvidarse...
Tanto tiempo en agonía, anhelando volver a verse... desando mantener su promesa de unir sus vidas por siempre al crecer...
Ambos sentían que iban a llorar.
—Xingqiu... —La voz de Chongyun salió con un sollozo ahogado, todas esas lágrimas que luchó por años para evitar que surgieran, finalmente se iban a liberar.
Ninguno de los dos tenía claro quién empezó el beso, pero ninguno de los dos deseaba acabarlo. Llevaban tanto sin poder hacer esto...
Uno, dos, tres... incontables besos fueron compartidos en tan poco tiempo. Unos necesitados, otros castos, algunos más largos, varios que les hizo perder la respiración, y todos llenos de amor. Lágrimas caían a mares, ambos agradecían que no hubiera nadie cerca, irrumpiendo su momento. Pequeñas risas salieron con temblorosas voces, estaban alegres de verse. Pero el peso de su soledad no desvanecía del todo. Se amaban. Se tenían el uno al otro de nuevo.
El mundo parecía tener color de nuevo.
—Y-Yun... ¡Chongyun! ¡Te extrañé! ¡Te extrañé tanto...! —No podía dejar de acariciar el claro cabello de su amante. Extrañó con fervor pasar los dedos por las hebras contrarias. Extrañó demasiado su compañía. —¡Me sentía tan mal! ¡Sentí que me iba a morir sin ti! ¡Todos los días! ¡T-Todos!
—No me- no me dejes de nuevo... —Estaba nervioso, casi como si su condición fuera a desmayarlo. Se sentía como aquella noche donde empezaron su relación, la emoción en corazón no tenía cabida. —No creo poder vivir sin- sin ti una vez más, y-yo... ¡Xingqiu! ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo mucho, no me dejes! —La evidente desesperación de ambos era dolorosa incluso de ver. Incluso Morax se habría conmovido si viera esa escena.
El agarre mutuo que tenía su abrazo no parecía querer aflojarse. Se quedaron pegados el uno al otro hasta que ya no quedaron más lágrimas por derramar, ni más sollozos que liberar. No tenían ni idea de cuánto tiempo pasaron ahí, pero ya era muy tarde. Por ello, preocupado por su novio (Por los siete, cuánto le emocionada poderse volver a referir al exorcista de esa forma), le pidió que se quedase con el por esa noche en donde se hospedaba. Es verdad que ambos eran muy capaces de protegerse de los monstruos. Aún así, en la oscuridad era algo difícil ver de dónde vienen los ataques. Por ello, ambos consideraron que dormir en la posada era lo más prudente.
El camino hacia el lugar les fue refrescante. Fueron tomados de la mano, tratando de recuperar todo el tiempo perdido en charlas y pequeños besos ante la luz de la luna. Definitivamente se sentían revitalizados.
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Xingqiu aún no podía dormir.
Estaba acurrucado con su amado, pegados tan juntos que casi se podrían fusionar. Sus rostros estaban cerca, y podía ver la calma en la cara de Chongyun mientras este dormía.
Tenía mil pensamientos en la mente. Estaba emocionado. La idea de volver a ver a su pareja a diario le hacía emocionarse por el futuro. Llevaba mucho sin emocionarse tanto por despertarse.
Aquellos amuletos de la promesa...
Hablaron de ellos de camino a la posada. La idea de casarse era algo que no se tomaba a la ligera. Aún así, toda su conversación solo los convenció de que, en un futuro no demasiado lejano, podrían casarse.
Se sintió como si se estuvieran volviendo a enamorar el uno del otro.
Mañana tendría que escribir su carta anunciando que decidió quedarse en Liyue, así podrían preparar todo para que este siguiera trabajando ahí. Ya con el tiempo su caligrafía se hizo bastante entendible, seguía siendo fea, pero ya no parecían garabatos antiguos.
Miró el rostro de 'Yun con detenimiento. Sus facciones eran hermosas, el escritor se seguía afortunado.
Finalmente había vuelto con aquella persona que era su hogar.
¡Hey! ¡Soy bloom!
Esta historia es, de hecho, una continuación a otra historia que he escrito llamada "Apruebo de las estrellas".
Aún así, siento que la historia de sostiene bien como un relato a parte.
Siendo totalmente honestos, no se me da demasiado bien escribir angst. Así que realmente no tengo la certeza total de si esto está bien hecho o no.
A nivel personal, me puse un poco emocional haciendo esto. Suelo ponerme en la piel de los personajes a momento de escribir, por ello, si que me llegué a deprimir un poco mientras escribía.
Por ello siento curiosidad, ¿logré ponerlos aunque sea un poco tristes?
¿Que les ha parecido?
Suelo desaparecer por meses, dejar una historia o dos, y volver a irme, por ello suelo tratar de cuidar mucho no cagarla en al historia. Aún así, puede que tenga algún error que haya pasado por alto, si lo ven, díganme. Recientemente vi un error del que no me di cuenta hasta ya dos meses de publicada la historia y me siento sumamente avergonzado ;;
Es posible que escriba más cosas de este estilo a futuro, pero si lo hago será dentro de un siglo-
Ah, ahora que estoy en modo inspirado:
Las descripciones que di de Xingqiu y Chongyun me acabaron dando ganas de dibujar algún sketch de cómo los imaginaba en mi cabeza
Como Wattpad tiene una "chistosa" maña de bajarle la calidad a mis imágenes (sin contar que no se puede descargar la imagen sin tomar captura o pasarlo por Pinterest, cosa que no me gusta ya que ahí roban demasiado arte tbh), les recomendaría que si desean guardarla o mirarla mejor, vayan a mi DeviantArt (bloomfenix), ya que ahí la calidad se guarda mucho mejor y es más sencillo darle zoom en algunos dispositivos
Ya con eso, supongo que son libres de ir a las notas de autor o cerrar el libro aquí(?
Adiós en caso de que hagan la segunda opción !
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