Capítulo III.

Los días transcurrieron y el fin de semana había llegado, para ser más específico, hoy era domingo y Niall había prometido llevar a Sasha al parque, así que el rubio estaba sentado en el tercer escalón de la entrada viendo circular las nubes por todo el infinito mientras esperaba a su hermana.

Niall y la chica de ojos oscuros se habían visto un par de veces durante la semana en el pueblo, no habían pasado de cruzar unas cuantas palabras y dar señales de saludo a lo lejos; sin embargo, el rubio la había mirado más veces de las que se imaginaba y podía contar, puesto que la de mechones ondulados transitaba enfrente de su casa todas las mañanas cuando iba camino al pueblo para cumplir con la lista de encargos de su pariente y aunque ella no se diera cuenta, el irlandés siempre la observaba desde su ventana.

El tiempo de espera terminó y Niall se dio cuenta de eso ya que oyó la dulce risita de su hermana, la menor caminó despacio hacia su hermano y lo abrazó por detrás, con algo de dificultad logró enrollar sus bracitos sobre el cuello del rubio y luego le plantó un beso en el cachete, a lo que el irlandés se sonrojó sólo un poco.

Ambos juntaron sus palmas y comenzaron a andar con rumbo al parque, Niall miraba todo a su alrededor y de vez en cuando, echaba un vistazo para saber que hacía su hermana, en el camino la niña se encontró algunas pequeñas piedras y las pateaba lejos para lanzarlas fuera del camino.

Cuando llegaron al espacio repleto de árboles y hierba fresca, iniciaron su caminata por los alrededores, después de dar varias vueltas al perímetro experimentaron un leve cansancio, pero cuando Niall menos se lo esperaba, de repente su hermana salió corriendo sin ninguna dirección aparente y él la siguió para tratar de alcanzarla, pasaron varios minutos recorriendo todo el lugar, volando sobre la alta hierba, pero cuando fue momento de hacer una maniobra y cruzar, el pequeño cuerpo fue atrapado entre las firmes extremidades superiores del rubio, afianzó su agarre con seguridad y la infantil figura fue elevada ligeramente en el aire, escandalosas risas llenas de plena alegría escaparon de los rosados labios de los hermanos, permanecieron en ese estado de felicidad por varios minutos más hasta que al irlandés le empezó a doler un poco la espalda baja de tanta carcajada.

Niall dejó en libertad el cuerpo de la pequeña y luego ambos se miraron un segundo, se inclinaron intentando recuperar el aliento mientras aspiraban y expulsaban con pesadez. Al cabo de un rato, habían recobrado el sentimiento de vitalidad y decidieron que era momento de otro juego, Sasha sugirió jugar a las escondidas y a Niall le pareció una excelente idea, para saber quién sería el que iría a esconderse y quién se quedaría a contar, ambos acordaron en jugar piedra, papel o tijera antes, el ganador escogería el destino del otro, tres intentos habían pasado ya y en todos ellos el rubio había salido perdedor, el irlandés había sido muy dulce ya que su derrota había sido algo casi a propósito, su próxima tarea sería contar en lo que su hermana iba a ocultarse.

Una eternidad más tarde, que más bien habían sido unos minutos en los cuales el rubio alcanzó a nombrar hasta el número cien, dejó en libertad sus ojos ya que éstos fueron aprisionados por el dorso de sus manos, se incorporó en pie ya que los instantes previos estaba descansando sobre la hierba danzante, inspeccionó hacia todos lados pero no logró enfocar rastro de la sombra de su hermana, así que decidió emprender la búsqueda.

Niall se ubicó sobre el sendero e inició con la caminata de nuevo, sus pasos recorrían el camino de tierra con libertad mientras su mirada exploraba cada detalle del paisaje tratando de descubrir algo fuera de la armonía; se podría decir que las cosas iban bien, el irlandés no había logrado identificar a su hermana en el campo pero el rubio se estaba divirtiendo mucho sólo admirando todo a su alrededor.

Más adelante se topó con una presencia familiar y con otra no tanto, la figura femenina de mediana estatura caminaba despacio hacia él y cuando estuvieron lo suficiente cerca, se detuvieron y se miraron con simpatía, alegres de volver a verse.

El momento recién creado de ambos fue interrumpido por una rebelde brisa que levantó ligeramente la falda del vestido, los volados bailaron al compás de la intensidad del viento, teniendo cada uno su momento protagónico; cuando la conexión de sus miradas se rompió y la chica se dio cuenta del inconveniente, con sus manos hizo todo lo posible para que el vergonzoso espectáculo se detuviera. Al cabo de un rato, el viento dejó de soplar y todo volvió a la normalidad.

—Hola. —Niall saludó y una sonrisa de costado se asomó en su cara.

—Hola. —La de mediana estatura replicó de vuelta con un semblante de felicidad.

La recién iniciada conversación fue interrumpida ya que una corta altura trotaba hacia ellos, la hermana de Niall se paró delante de la chica y observó con curiosidad en dirección a sus pies.

— ¿Qué es eso? —interrogó Sasha con intriga mientras se llevaba el dedo índice al mentón, parecía fascinada por el pequeño ser.

— ¡Oh! Mmm... —La de ojos oscuros se hizo a un lado y dejó al descubierto a la diminuta criatura—. Ella es la señorita Petunia, es la mini cerdita de mi tía abuela, era hora de su paseo y alguien tenía que sacarla, así que aquí estoy —explicó con ambiente de juego.

— ¡Wow! Es muy bonita y su vestido está muy lindo —mencionó maravillada la menor mientras se acercaba a la cerdita miniatura para tomarla entre sus brazos como a una bebé, luego Sasha adelantó un poco su cara para acariciar la nariz de Petunia con la suya—. ¿Me la prestas? —pidió la hermana de Niall con una expresión súper emocional en sus celestes ojos—; quiero llevarla a pasear.

—No creo que eso sea muy conveniente —contestó la de mechones ondulados al fin.

— ¡Por favor! —suplicó la niña alargando las palabras.

La chica evaluó mejor la petición y después de un par de minutos de meditarlo con seriedad, la hermana de Niall obtuvo la respuesta que deseaba.

—Está bien, pero debes de prometer que cuidarás muy bien de Petunia.

—Lo prometo —afirmó Sasha con satisfacción de haber obtenido lo que quería.

—Más te vale —insinuó la de ojos oscuros divertida mientras la niña y el pequeño animal a su cuidado se alejaban entre la hierba—; mi tía abuela adora a esa cerdita, si algo malo le pasa, de seguro me mata, a veces creo que mi tía abuela quiere más a Petunia que a mí —confesó con un tono humorístico en su voz para hacer más liviano el momento.

Al principio pareció como si Niall no captara el chiste, pero luego de unos instantes en que la incontenible risa de la de mechones ondulados había invadido el ambiente, de un momento a otro, el irlandés se unió con su profunda carcajada también, de nuevo lucían como lunáticos a punto de morir de risa, la intensidad de la situación era tan alta que incluso un par de lágrimas escaparon de sus ojos debido a la sensación de placer. De algún modo, la chica logró liberarse del estado de payaso que construyeron.

— ¿Y ahora qué hacemos? —cuestionó la de mediana estatura mientras se limpiaba los rastros de humedad que habían quedado en su rostro.

—Bueno... —El rubio comenzó con el sentimiento de estar un poco fuera de lugar con su idea pero aun así continuó—. Después de sacar a Sasha de su escondite, planeaba proponerle la idea de ir a los columpios, así que pienso que ese debería de ser nuestro próximo destino.

—De acuerdo.

Los dos juntos iniciaron el rumbo hacia el patio de juegos que quedaba medio kilómetro hacia el Norte desde su actual ubicación, probablemente les tomaría de cinco a diez minutos llegar ahí, después del tiempo requerido para el transcurso, las formas humanas se dirigieron hacia los asientos colgantes y ocuparon un lugar, la chica se ubicaba a la derecha y Niall en el centro. Al cabo de un rato, ambos observaron las siluetas andantes de Sasha y la señorita Petunia a lo lejos.

Los ojos color zafiro se desviaron hacia la rodilla derecha, observando con curiosidad todos los detalles de la marrón marca que se había formado.

— ¿Qué te pasó ahí? —interrogó el rubio con visible alarma mientras el dedo índice de su mano derecha señalaba el área.

La de mediana estatura dejó escapar una sonrisa de costado para suavizar la situación, luego una contagiosa risa empezó a hacerse presente mientras el recuerdo cobraba vida en su memoria.

— ¿Recuerdas el día en que te convertiste en mi compañero de borrachera? Pues... cuando ya estaba muy cerca de la casa, me tropecé con una piedra que no vi en el camino y me caí, al principio no sentía nada más que un poco de molestia por el dolor y no le tomé demasiada importancia, estaba muy cansada y el sueño quería tomar el control de mi cuerpo, así que me fui a dormir pero cuando desperté a la mañana siguiente, me encontré con la sorpresa de un gran agujero en el lado derecho de mis pantalones, y para terminar de empeorar las cosas, parte de la tela de mis pantalones y de mi edredón se había pegada a mi piel con ayuda de la sangre seca, dolió como el infierno desprender las fibras de la tela de mi herida.

—Parece que alguien es muy despistada. —El irlandés insinuó con aire amistoso pero acusador.

—Sí, un poco. —La de ojos oscuros se rascó incómoda la parte trasera del cuello, una mueca nerviosa simulando una sonrisa nació y sus ojos se achinaron a juego con sus facciones.

—No te preocupes, de seguro a todo el mundo le pasa —dijo Niall con empatía para hacer sentir mejor a su amiga.

—No sé, tal vez. La cuestión es que yo en serio creo que soy muy distraída, todo el tiempo ando en las nubes, en realidad es un lugar muy bonito para visitar.

— ¿Qué dices? —cuestionó el rubio con aire divertido pero asombrado al mismo tiempo.

—Me gustan mucho las nubes, parecen algodón de azúcar celestial, de seguro deben de contar con un sabor exquisito que sólo los mismísimos dioses pueden disgustar, es una verdadera lástima que sólo los dioses puedan disfrutarlo.

—Ésa es una forma muy curiosa de pensar —mencionó el irlandés absorto en sus propias meditaciones mientras su vista se dirigía hacia el horizonte que tenía por delante.

—Lo sé, muchos pensarían que estoy loca y es cierto, tal vez no esté completamente demente pero si lo suficiente como para que sea algo considerado fuera de lo normal, yo creo que todos tenemos un poco de locura dentro de nosotros, ése es el ingrediente especial de la personalidad. —La de mechones ondulados volteó a ver a Niall y una sonrisa de costado medio psicópata se dibujó en su rostro.

Niall observó con atención el gesto de su amiga y sintió al temor recorrer su cuerpo, esa apariencia le producía algo de miedo ya que no estaba acostumbrado a esa clase de personalidad tan exótica. Minutos después, la chica pareció reconocer las emociones del irlandés e interpretó una nueva expresión para suavizar la situación, de nuevo sonreía con amplitud y sus ojos se escondieron bajo la sonrisa.

—No te asustes, sólo estaba jugando contigo.

—Creo que eres un poco extraña —confesó el rubio en voz baja para sí mismo, se sentía apenado al pensar de esa manera ya que no quería hacer sentir mal a su amiga.

—Gracias —mencionó la de mediana estatura, sonrió y sus oscuros ojos quedaron ocultos bajo la expresión de nuevo.

Niall volteó a verla y se encontró con su característica apariencia, el irlandés estaba maravillado con la forma de pensar y de actuar de su amiga, jamás había conocido a alguien así pero la experiencia resultaba interesante, su esencia era tan familiar pero al mismo tiempo era tan extravagante que resultaba misteriosa.

—De acuerdo... ya que estábamos hablando de las nubes, bueno, en realidad yo empecé hablando de ellas pero no importa, ¿qué forma crees que tenga ésa? —interrogó la de mechones ondulados señalando a la densa masa compuesta de vapor de agua en el cielo.

—Creo que tiene forma de nube —replicó el rubio apenado mientras la cubierta de sus cachetes tomaba un llamativo color, una sonrisa infantil acompañó a su actual aspecto.

— ¡Vamos! Ponle un poco de imaginación al asunto.

—No creo ser muy bueno para esto —confesó el irlandés mientras se rascaba incómodo la parte trasera del cuello con la mano derecha.

— ¡Vamos! Yo sé que tú puedes, yo creo en ti. Voy a darte un ejemplo y luego tú puedes explicar el tuyo, ¿ves la nube que está cerca del sol?, esa que parece que está a punto de cubrirlo. —La de ojos oscuros volteó a ver a Niall y verificó que ambos estuvieran en la misma sintonía, lo confirmó cuando el rubio le dio una respuesta afirmativa con la cabeza—. Bueno, pues esa nube tiene forma de cocodrilo abriendo su enorme boca, pero si a la imagen la acompaña la nube de abajo, parece una mamá mantarraya con su bebé, mira ahora, la nube luce como la parte delantera de un camión de carga, en realidad el significado de la figura evoluciona constantemente. Inténtalo tú ahora, mira que tienes para escoger lo que quieras.

—De acuerdo —dijo el irlandés no muy convencido.

Los ojos color zafiro se dirigieron hacia el azul infinito, inspeccionó toda la amplitud tratando de encontrar algo coherente para compartir pero parecía no lograrlo, sus cejas se fruncieron a causa de la desesperación que eso le producía e interpretó un puchero con ayuda de sus rosados labios ya que estaba un poco molesto consigo mismo, no podía hacerlo y se sentía como un inútil, para él era algo bastante estúpido no poder realizar algo tan simple como eso.

—No te alteres, hazlo con calma, tomate tu tiempo.

Niall volvió a fijar su vista en el firmamento, examinó la extensión de nuevo, intentado darle forma a las masas de vapor pero la realidad era que no le iba muy bien con la tarea, hizo los ojos pequeños y un semblante determinado se estacionó en su cara, visualizó a las nubes adentro de su cabeza y comenzó a moldearlas hasta encontrarles una figura, luego algo pareció iluminar su comprensión.

—Esa que está enfrente parece un óvalo.

—Podemos decir que es un huevo, podemos imaginar que es Humpty Dumpty, el huevo que se cayó del muro. —Sus caras se encontraron frente a frente y una par de carcajadas inundaron la atmósfera.

—Tú si eres creativa; yo no sirvo para esto.

— ¡Vamos! Yo sé que puedes, sólo inténtalo una vez más. —La de mediana estatura animó al rubio mientras lo sacudía un poco en el columpio.

—De acuerdo... Creo que la que está más lejos parece un triángulo con tres círculos sobre él formando alguna especie de pirámide.

—Creo que vas mejorando, aunque si le agregáramos un poco más de imaginación a la receta, probablemente obtendríamos un cono con helado, ¿te imaginas los sabores?, la bolita superior seria de chocolate con trozos de chocolate negro, una bolita de chicle y la otra de crema de café. Aunque si miramos la forma de la nube al revés, tal vez podría ser la nariz y los ojos de un payaso que está usando un sombrero. Ya di mi veredicto, así que prueba otra vez.

—No, creo que yo ya dije demasiado, así que me parece que esta vez es su turno, señorita; me encantaría saber que más hay adentro de esa cabecita —concluyó el irlandés mientras su dedo índice tocaba dos veces la frente de la chica con dulzura.

—Está bien. ¿Ves la nube que está cerca de esa montaña? —cuestionó la de ojos oscuros en dirección al rubio mientras señalaba el área con su dedo índice—; pues, creo que parece un caballo con alas galopando sobre la colina; mira, ahora luce como un pez gigante; un segundo después las cosas parecen haber cambiado y ahora se ve como un canguro que se dirige al Oeste. Muchas cosas pueden cambiar en menos de un segundo.

—Tienes mucha razón; me impresionas, eres muy creativa.

—Gracias, supongo.

La carencia de sonidos se hacía palpable entre los dos, pero esta vez no era incómodo, en realidad resultaba algo muy agradable, sólo ellos dos admirando el paisaje y disfrutando del momento que compartían como amigos. El tiempo corría más lento y la atmósfera parecía hacerse más densa, todo era paz y quietud, de pronto Niall rompió el silencio con una espontánea declaración.

— ¿No te parece curioso como la cosas no cambian en este viejo pueblo?

— ¿Y quién dijo que era necesario que cambiarán para estar bien? —replicó la de mechones ondulados con aire a juguetona provocación.

— ¿Sabías que es de mala educación responder una pregunta con otra pregunta? —acusó el irlandés divertido mientras le seguía el juego, a veces ambos se comportaban como unos niños muy infantiles.

— ¡Ay, no! —La de mediana estatura formó un puchero con ayuda de sus labios—. Tú siempre tan serio —se quejó con entretenimiento.

—No... Bueno, yo me refiero a que es sorprendente que las cosas no cambien por aquí, ya sabes, con todo lo que pasa en el mundo, cada minuto vamos avanzando y las cosas cambian, a nadie le afecta algo como eso, pero es un poco triste cuando ya nunca más vuelven a su estado natural.

—A mí me parece algo genial, es excelente que las cosas no sean como en la ciudad, aquí todo es tan pacífico y alegre, aquí las cosas están muy bien, no son perfectas pero eso es lo que las hace hermosas, todo está como debe de ser y no es fundamental que cambie.

—Estoy de acuerdo contigo, a veces las cosas más simples son las que resultan mejor ya que las nuevas pueden llegar a ser algo complicadas.

A mitad del momento de reflexión que se había creado, se escuchó un sonido, la chica observó el reloj que llevaba puesto en la muñeca derecha y sus oscuros ojos se ampliaron demostrando pura sorpresa, de pronto se incorporó en sus pies.

— ¡Oh, por dios! Mira la hora, creo que ya es tiempo de que me vaya, de seguro mi tía abuela debe de estar muy preocupada por su querida Petunia.

La chica extendió su brazo derecho, lo movió de izquierda a derecha en el aire para llamar la atención de la hermana de Niall, la pequeña captó la señal y comenzó a encaminarse hacia ellos, un par de minutos después, la de corta altura estaba enfrente del par de amigos.

—Bueno, ya es tiempo de que me entregues a la señorita Petunia, de seguro hace más de quince minutos que debió de haber terminado su paseo y de seguro mi tía abuela debe de estar muy preocupada por su pequeña bebé también —explicó la de mechones ondulados mientras la menor le entregaba la correa.

—Deberías de sacar a pasear más seguido a Petunia —sugirió Sasha.

—Lo tomaré en cuenta —mencionó la chica mientras guiñaba un ojo en dirección a Sasha y le dedicaba una amplia sonrisa a Niall en complicidad—; así que ya debo de irme, fue un gusto verlos a ambos, pude notar que están muy bien, y tambien fue un gusto hablar contigo, Niall; adiós.

La de ojos oscuros se dio la vuelta y se marchó por el mismo sendero en el cual apareció, el par de hermanos vio a la figura femenina desaparecer a los lejos y cuando ya no divisaron ninguna señal de vida, continuaron con su apretada agenda de juegos en el parque...

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