Capítulo I.

Niall miraba pasar las figuras de las personas, solo y esperando, hacía más de cinco minutos que su transporte debía haber llegado. Cerró los ojos un momento... y cuando volvió a abrirlos, sintió como si estuviera en otra etapa de su vida.

Al instante cogió sus maletas y caminó apresurado hacia la entrada del vagón, un hombre mayor uniformado de azul marino recibió su boleto y finalmente pudo ingresar al interior para buscar su espacio, le tomó varios minutos pero después de todo logró encontrarlo, entonces cuando estaba a punto de entrar, sintió como si alguien lo empujará y efectivamente así fue, el rubio cayó de rodillas al piso alfombrado y una de sus maletas se abrió.

—Lo siento. —Escuchó a alguien decir, volteó su cara intentando identificar al desconocido pero no vio a nadie.

Se incorporó y comenzó a acomodar sus cosas en la maleta de nuevo. Tomó asiento y su perdida mirada viajó hacia la amplia ventana, solamente presentando el paisaje que recorrían. Niall fingía admirar el panorama, mas la realidad era que se encontraba sumido en sus pensamientos...

Luego de varias largas horas de viaje, al fin habían arribado a su destino, Mullingar; el irlandés bajó con su equipaje y se dirigió hacia alguna tienda para comprar algo de merendar por la tarde. Encontró un buen mini supermercado y decidió entrar, una campanilla sonó para anunciar su presencia adentro, empezó a buscar entre los pasillos algo rico para comer, al final escogió unas galletas y dos envases con yogurt, pagó su compra en la caja y avanzó hacia la salida.

Niall empezó a empujar la superficie de cristal para salir pero algo firme detuvo su avance, el recipiente de papel fino cayó al suelo vaciando el resto de su contenido.

— ¡Demonios! —La chica habló.

— ¡Oh, por Dios! Cuánto lo siento. —El de ojos color zafiro se disculpó mientras intentaba limpiar con sus manos el residuo del capuchino que había quedado impregnado en la ropa.

—No, está bien, déjalo así. —La chica se marchó derrotada y Niall siguió su destino.

El cielo indicaba que pronto iba a anochecer, el de cabello brillante como el sol se dirigió rápido hacia la casa de sus padres. Luego de veinte minutos, se encontraba frente a la vivienda.

Niall se sentía ansioso y con dudas rondando su cabeza avanzó hacia la entrada, tocó el timbre ya que su familia no lo esperaba, no había anunciado su llegada, quería que todo fuera parte de la sorpresa. Luego de unos instantes, su padre abrió la puerta y al ver a su hijo delante de él, se quedó estupefacto, cuando logró salir de su asombro, lo abrazó con cariño y un par de minutos más tarde, ambos pasaron al interior. El ambiente se llenó de júbilo, sus parientes se detuvieron un momento para terminar de procesar lo que había pasado, sin embargo, todos lo saludaron complacidos.

Un momento más tarde, el chico duende subió a dejar sus cosas a su antigua habitación, se encontró a sí mismo perplejo cuando vio que todo estaba exactamente como lo recordaba, la esencia del lugar traía muy buenos recuerdos a su memoria...

Niall empezó a sacudir por ahí, encontrando parte de su literatura favorita y objetos que fueron su diversión durante su infancia, guardó su ropa en los cajones antes vacíos y luego se lanzó a la cama con uno de sus libros favoritos entre sus manos, comenzó a leer y se olvidó del correr del tiempo hasta que su madre lo llamó para que bajará a cenar con la familia.

El irlandés bajó la escalera con emoción y se situó en la mesa, todos los miembros ya estaban reunidos y listos para iniciar con la cena pero en ese instante, el ding dong del timbre interrumpió súbitamente la ocasión. El padre de Niall se levantó para averiguar de quién se trataba y al cabo de un rato apareció de nuevo en compañía de Nickolas, el mejor amigo de Niall; resulta que el padre le extendió una invitación para quedarse a comer y el amigo la aceptó feliz.

La cena fue muy amena y se pasó súper deprisa ya que se la pasaron muy bien, de uno en uno todos los integrantes de la familia se levantaron para ir a la cocina, ahora Niall y Nickolas eran los únicos presentes en la mesa.

— ¡Hombre! Tiempo sin verte —habló el chico de piel más oscura.

—Sí. —Niall resolvió apenado—. Había estado muy ocupado con todas las actividades de la universidad y ¿tú?

—Yo estoy bien, lo importante es que tengo salud, ¿no?

—Claro. Disculpa mi curiosidad y no creas que te estoy echando pero, ¿qué haces aquí?

—Por esta tarde en el pueblo rondaban los rumores de que el chico rubio había regresado, hasta donde sé, tú eres el único chico rubio de este pueblo, así que me pregunté: ¿será verdad? ¿Será que Niall regresó? Me decidí a investigar y aquí estoy.

—Gracias por la visita. —Niall rió incómodo—. Lamento no haberte avisado de mi regreso y no haber ido a verte antes, pero sin mentir, juro que planeaba hacerlo mañana.

—No te preocupes, amigo; no vine aquí para hacerte sentir culpable, en realidad vine para invitarte a un lugar.

— ¿De qué lugar hablas?

—Hace unos días inauguraron un nuevo pub en el centro, no había ido al lugar porque no había encontrado con quien ir pero ya que estás aquí, sería fenomenal ir.

—No lo sé, estoy muy cansado por el viaje. —Niall se excusó.

— ¡Vamos, amigo! No seas un aguafiestas, ya te hace falta un poco de diversión, siento que ya no te reconozco, el viejo tú estaría encantado de ir. ¡Vamos! No seas un aburrido.

—No lo sé... —El rubio lo pensó mejor—. Está bien ya me hace falta algo de libertinaje. —Rió—. Espera un minuto, voy a cambiarme.

— ¡¿Qué?! Pero si así estás bien.

— ¿Tú crees?

—Por supuesto, estas son cosas que no me gusta admitir en público pero hasta luces mejor que yo —dijo Nickolas tratando de convencer a su mejor amigo para que abandonarán más rápido la casa—; mejor vámonos ya, que la noche no es eterna.

—Está bien.

Los chicos partieron y se dirigieron al lugar, después de casi veinte minutos caminando llegaron. El pequeño edificio emanaba una imagen muy fluorescente y fiestera, un enorme señor con bigote de Hitler cuidaba la entrada, Nickolas logró penetrar al interior sin problemas, pero cuando fue el turno de Niall, el hombre del bigote blanco estilo Hitler lo detuvo y lo miró con severidad.

— ¿Dónde está tu identificación, hijo? —preguntó el hombre mayor del peculiar mostacho.

—Aquí la tengo. —El rubio anunció con una avergonzada mueca formándose con ayuda de sus labios, buscó en sus bolsillos pero no encontraba nada—. Por aquí debe de estar, estoy seguro de que la tengo, la traigo siempre conmigo —dijo para sí mismo pero por más que la buscaba por todos lados, simplemente no la hallaba y tampoco lo haría puesto que la había dejado olvidada sobre la pequeña mesita de noche al lado de su cama, su vital documento yacía entre algún par de hojas del último libro que había leído.

—De acuerdo, ¿dónde está tu identificación? —interrogó el vigilante ahora con cierto fastidio.

Minutos más tarde Nickolas se dio cuenta del inconveniente ya que no percibió que la figura de Niall lo siguiera, regresó sobre sus pasos y una mueca de alarma se presentó en su cara.

— ¿Qué sucede, amigo? —cuestionó dirigiéndose a su compañero de aventura.

—Pasa que necesito de un documento para verificar que sea mayor de edad. —El imponente hombre mayor se dio la vuelta y encaró a Nickolas.

—Yo le aseguro que es mayor de edad, incluso le cuento que está más viejo que yo, ¿acaso no lo nota?

—No, lo siento; pero de todas maneras no puedo dejarlo ingresar sin antes haber visto una identificación que compruebe su edad.

— ¡Vamos, viejo! —Nickolas alzó la voz pero al instante se arrepintió, también poseía un color más pálido que hacía juego con la mueca que traía como cara—. Quiero decir señor. —Una nerviosa sonrisa brotó en sus morenas facciones—. Ya verás que no daremos problemas, sólo somos dos inocentes chicos que tienen ganas de divertirse, además que para que estés más tranquilo, te diré que yo me haré cargo del chico.

—No lo creo —contradijo con rigor el señor dándose la vuelta.

Nickolas se encaminó hasta situarse delante del imponente hombre... después de casi media hora de súplicas y lloriqueos por parte de los adultos jóvenes, el señor se sorprendió de la terca insistencia de ambos y sólo los dejó pasar para que dejarán de molestarlo.

Los chicos se dirigieron con prisa a la barra y Nickolas empezó a coquetear con la bartender, sin embargo, la chica de los cabellos de fuego que preparaba los tragos no le prestó atención a la labia del moreno, cuando Nickolas perdió las esperanzas, comenzó a seducir a otras chicas hasta que al fin consiguió que una cayera en sus bonitas palabras y ambos se marcharon hacia la pequeña pista de baile...

El pobre de Niall se había quedado solo en la barra, pidió su segundo Martini y lo bebió de a poco, el aburrimiento se reflejaba en cada sorbo que le daba al cristalino trago y su mirada se había quedado fija en algún punto de la pared.

Al cabo de un rato, una presencia difusa llegó a tomar asiento a su lado derecho, el rubio en realidad no le tomó importancia, estaba demasiado absorto en su desinterés.

—Parece que ahora te encuentro en todos lados. —Alguien rió.

Niall volteó hacia el lado de dónde provenía esa aguda voz y se asombró a sí mismo cuando logró identificar ese oscuro iris, por un momento se sintió apenado y eso se evidenció en la pálida cubierta de sus cachetes.

—Cre-creo que sí.

—Por cierto, lo siento por haberte empujado hoy en el tren, no tenía ni idea de que se tratará de ti hasta que observé tu boina color cemento; pero igual ya estamos a mano, tú te la cobraste tirándome el café en la ropa esta tarde, ¿sin rencores? —preguntó, sus ojos se achinaron debido a una enorme e infantil sonrisa, la chica ofreció su mano y Niall aceptó el gesto.

—Lo siento... —El irlandés finalmente logró articular, en aquel momento pareció como si se detuviera el tiempo y sólo existieran ellos dos en el universo.

—No te preocupes. —La chica rió descuidada, sólo disfrutando del momento que compartían—. Y, ¿qué te trajo aquí, a un lugar tan bonito como éste?

—Primero que nada lo que me trajo aquí fue el tren. —Niall explicó divertido—. No es cierto, bueno sí un poco, estoy bromeando. La verdad es que vine a pasar tiempo con mi familia y a relajarme durante las vacaciones; y ¿tú cómo viniste a parar a un lugar como éste?

—Creo que por las mismas razones, salvo que yo vengo a visitar a mi tía abuela.

—Eso es genial —dijo el rubio alegre—; supongo que nos estaremos viendo en el pueblo.

—Apuesta que sí. No lo tomes a mal pero pareces un niño —dijo la chica con cautela—; eres adorable y ese tenue rubor sobre tus mejillas sólo te hace ver más tierno, eres lindo; ¿cómo es que te dejó pasar ese gigante de la entrada? —interrogó señalando hacia donde se encontraba el alto personaje.

—De hecho, no quería dejarme pasar...

—A mí tampoco. —La chica interrumpió—. Tuve que mostrarle mi identificación para entrar, el gigante no creía que tengo veintiún años, soy una chica grande; ya me dio curiosidad, ¿cuántos años tienes?

—Yo tengo diecinueve.

— ¡Oh! Ya ves que si eres un niño comparado conmigo... Lo siento, estabas contándome algo y yo te corté las palabras, adelante, puedes continuar.

—Decía que por suerte mi mejor amigo Nickolas estaba para ayudarme y después de casi veinte minutos de excelentes argumentos, logramos convencerlo y aquí estamos.

—Así que vienes acompañado, ¿dónde está tu amigo? —La chica inspeccionó todos lados tratando de encontrar a alguien con la misma edad de Niall.

—En algún punto de la pista con su nueva conquista. —La chica dejó escapar una risa ante el ocurrente comentario de Niall.

— ¿Tú también vienes a buscar a una chica para pasar el rato?

—No; en realidad vine a acompañar a mi amigo pero el muy desgraciado me dejó aquí abandonado.

—Qué mal por ti, pero míralo por el lado amable, si tu amigo no te hubiera abandonado, tal vez no nos hubiéramos conocido, así que después de todo tu noche no fue tan mala.

—Muy cierto. —Una gran sonrisa nació en la cara del irlándes.

El resto de la noche el dúo se la pasó bebiendo y conversando de singulares temas, habían instantes en que ambos se quedaban en blanco pero para no hacer incómodo el momento, los dos estallaban en carcajadas al punto de que parecían lunáticos que morían de risa, se la pasaron muy bien, como un buen par de amigos.

— ¡Oigan, niños! —La bartender interrumpió el espectáculo privado—. No deberían de irse ya para sus casas, por si no lo han notado, ya son las dos de la mañana.

Se podría decir que estaban demasiado embriagados, mas no lo suficiente para no comprender la gravedad de la situación, al instante los ojos de los dos se expandieron de asombro y ambos movieron sus caras hasta estar frente a frente. Minutos después, Niall se levantó con torpeza de su asiento y con la mirada inspeccionó buscando la silueta de Nickolas, pero no lograba enfocar alguna pista de su mejor amigo.

— ¿Estás buscando a tu amigo, el molesto? —el rubio indicó una respuesta positiva con su cabeza—. Ni te preocupes, el chico se marchó con su compañera de baile como a las diez.

Niall se sorprendió de nuevo pero después de unos instantes negó con su cabeza divertido.

—Creo que es buena idea que nos vayamos. —La chica de al lado habló.

—Estoy de acuerdo. Adiós, cuídate. —El irlandés se dirigió a la bartender del cabello en llamas y ésta como respuesta le dedicó una sonrisa de costado.

El dúo se encaminó a la entrada porque resulta que también era la salida y abandonaron el lugar.

— ¿Hacia dónde queda tu casa? —Niall le preguntó a su compañera de bebida cuando ya pisaban la empedrada calle.

—Por aquí. —La chica señaló la vía de la izquierda.

— ¡Qué coincidencia! Mi casa también queda por ese camino. —el rubio concluyó y comenzaron a andar con rumbo a sus moradas.

Habían avanzado una considerable distancia, llevaban como diez minutos sobre aquel camino, eran una pareja muy peculiar en la noche, ambos se apoyaban en el otro con el único objetivo de sostenerse para no caer, la silueta que formaban tambaleaba de un lado a otro, sin embargo, nunca se detuvieron. Si te los hubieras encontrado, habían muchas probabilidades de que los observarás con recelo; eran un dueto muy cómico, no importaba si era de madrugada y todas las personas estaban dormidas, ellos no paraban de reírse, lo más seguro es que ya habían perdido parte de su consciencia.

Por un momento pareció como si Niall fuera a perder el control ya que se enredó con sus propios pies, pero gracias a Dios la chica estaba ahí para tomar su mano, sin embargo, esto no fue suficiente y ambos cuerpos cayeron al suelo con violencia, la chica quedó sobre el irlandés, ambos se miraron un segundo y luego detonaron en unas estúpidas risas producto de su falta de realidad.

—Lo siento. —La chica musitó y acto seguido se incorporó en sus pies. El rubio se sentó en el frío suelo.

—Yo lo siento más, soy muy torpe. — Niall admitió y una sonrisa de niño apenado se asomó en su ruborizada cara.

La chica ofreció su mano y su compañero de bebida aceptó el amistoso gesto. Los dos continuaron avanzando hacia sus respectivos destinos.

Después de otros diez minutos de caminata, al fin Niall estaba frente a su casa y detuvieron el paso.

—Ésta es mi casa, ¿dónde está la tuya? Pensé que yo iría a dejarte a tu casa y no que fuera al revés. —Los dos rieron.

—La casa de mi tía abuela está al final de la calle, ya no está muy lejos, probablemente me tarde cinco minutos más en llegar.

—De acuerdo. Fue agradable conocerte, adiós y cuídate mucho.

—Lo mismo digo. —La chica se despidió con un ademán de mano y siguió su ruta.

Niall observó como la figura femenina se perdía a lo lejos y luego entró a casa, a tientas pasó por la sala, subió la escalera y transitó por el pasillo hasta llegar a su habitación, aventó por ahí las botas que llevaba puestas y cayó rendido boca abajo en la cama, ni siquiera estaba bien posicionado ya que sus pies envueltos en lana de colores sobresalían del colchón, un par de minutos más tarde se escuchaban unos plácidos ronquidos, la señal que indicaba que al fin Niall había sido cautivado por sus sueños.

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