Capitulo doce : Monte Carlo
- Mi amor.
Abro los ojos y parpadeo un par de veces. Estiro los brazos y bostezo, para luego mirarlo. Me está mirando a los ojos, con una sonrisa en su rostro. Le sonrio de igual manera, aunque aún seguía pensando que tenía sueño.
- Buenos días - susurro, y él se inclina para darme un pequeño beso.
- Buenos días - dice con su voz ronca, siempre se pone así al despertar -. Perdona, es que ya tenemos que irnos.
- Ah, cierto - dije, bufando. Teníamos que ir a Monte Carlo para la misión - ¿qué hora es?
- Van a ser las siete - me comunica, fijandose su reloj de muñeca.
- Quisiera quedarme todo el día aquí - admito, ahora apoyando mi cabeza en su pecho desnudo. Siento su mano acariciando mi espalda y me da escalofríos. Cómo si fuera la primera vez. Lo amaba y no quería separarme de el.
- Tambien yo - me dice, y besa mi frente. Me hace sentir tan segura, tan tranquila. El me complementaba. Deckard comienza a besarme con intensidad y yo lo sigo, atrayéndolo más hacia mi poniendo mis manos en su cuello. Deja de besarme y baja a mi cuello haciendo que me excite, y lanzó un suspiro cuando siento que deja un chupón en mi cuello y sonrío.
- Oye, ¿no dijiste que teníamos... que irnos? - digo con dificultad, cuando el aprieta mis manos contra la cama. Lo oigo gruñir y nuestras narices se tocan. Su respiración se mezcla con la mía y me dan más ganas de besarlo, pero luego recuerdo que tenemos algo que hacer.
- Maldito Don Nadie - dice antes de darme un pequeño beso y se sienta en la cama, poniéndose su camiseta. Mientras él se viste, yo hago lo mismo. Pasaron unos diez minutos y ya estamos listos. Salimos de su habitación de la agencia, arrastrando las maletas por los pasillos. Caminamos juntos a la par hasta llegar al pequeño aeropuerto de la agencia, donde Gibson y Owen se nos unen en la caminata.
- Pensé que no llegarían nunca - dice Jake, acomodando su maleta.
- Espero que no hayan estado ocupados - abro los ojos como platos al escuchar lo que dice Owen. Le doy un ceño fruncido y él se ríe de nosotros. No le dije a Deckard que le había contado a Jake, aunque tampoco sé si él le contó a su hermano. Pero no me molestaría que Owen lo supiera, técnicamente somos "familia" ahora. Camino sola a dejar mi maleta en el portaequipaje del jet. Abro la puerta para tirar mi maleta dentro.
- La pasaste bien, ¿no, cuñadita?
Me sonrojo cuando escucho la voz de Owen detrás mío. Me doy vuelta para dedicarle una cara seria y él se ríe de mí.
- Cállate.
- Se estaban tardando mucho, ¿sabes? - lo oigo decir, a la vez que el mete la maleta en el portaequipaje -. Ya me estaba molestando.
- Creo que no es momento de hablar de eso ahora, ¿no crees? - le digo, y él se apoya en el jet con los brazos cruzados.
- Ah sí, la misión - recuerda -. Pero luego de esto, quiero una cena con los dos, ¿oíste?
Me río ante sus ocurrencias. Me hacia feliz que Owen aceptara nuestra relación, me hacia sentir bien. Además, Owen me agrada mucho, a pesar de lo que pasó hace unos años en Londres. El era bueno.
- Lo pensaré - le respondo, caminando hacia las escaleras del jet.
- Está bien, cuñada - grita.
- Ssssshh - lo callo -. No puedes andar diciendo eso como si nada, Owen.
- Lo siento, es que los amo - me río ante lo que dice, y los dos subimos al avión. Voy a sentarme con Gibson. No quiero sentarme con Deckard, no aguantaría ni un minuto sin tocarlo o mirarlo. Veo como Don Nadie entra al jet y nos sonríe, y va a sentarse con el piloto. El jet despega y me agarró del asiento. Aún me daban un poco de miedo los aviones y cualquier idea que sea de volar. Recuerdo cuando me tiré de un avión dentro de un auto. Casi me muero de la ansiedad, solo la voz de Brian me calmó en ese entonces. Maldito Roman y su plan suicida.
- Oye - mi mente deja de divagar en los recuerdos y le presto atención a Jake a mi lado - ¿Todo bien?
- Ajá - digo y le sonrío. El me observa extrañado - ¿Por qué esa cara?
- Nunca te había visto tan feliz desde que te conozco - le alzo una ceja y hago una mueca -. Se ve que algo te pone de buen humor.
Cuando dice esto último, alza las cejas y las baja y las vuelve a subir. Me río de su expresión y el rie conmigo. Era cierto. Algo me pone de buen humor. Algo me hace feliz.
El me hace feliz.
- ¡A bajar, equipo! ¡Llegamos al gran pueblo!
El grito de Don Nadie hace que me levante de mi asiento repentinamente. Creí que había pasado algo grave, pero no era así. Bufo y ruedo los ojos. Bajo con Gibson del jet y el Sol brillante impacta en mi rostro. Saco mis lentes de sol y me los pongo. Camino hacia el portaequipaje y saco mi maleta, arrastrándola hasta donde esta Don Nadie. Le doy una mirada y veo como observa (con fascinación al parecer) el pueblo de Monte Carlo. Siento una presencia a mi lado, y se que es Deckard. Echo un vistazo al lado de Don Nadie y están Jake y Owen observando Monte Carlo. Veo una sonrisa en el rostro de mi jefe y lo imitó, ahora mirando el pueblo.
- Adoro a los terroristas por venir a este lugar - lo que dice Owen hace que Don Nadie ría.
- Van a dar su golpe en uno de los lugares más prestigiosos de Monte Carlo - habla Don Nadie - : el Casino.
- No puede ser - exclama Gibson, sonriendo -. Ese Casino es el mejor.
- Si, y allí atraparemos a estos idiotas - digo sacando una foto de mi bolsillo de cada uno de los maleantes.
- Así se habla, Hobbs - dice Don Nadie, dandome palmadas en la espalda -. Bien, ahora hay que ir a nuestro hospedaje y allí se prepararán.
Asiento ante lo que dice y veo como un auto estaciona a nuestro lado. Le alzo una ceja a Don Nadie y el sonríe.
- Tienes todo preparado, ¿verdad? - digo.
- Siempre hay que estar listo para todo - me dice y sonrío ante eso. Este tipo era un genio.
Los cinco nos subimos al auto grande que nos dirigirá hasta nuestro hospedaje. Aedida que el chófer conduce, le echó un vistazo a las calles de Monte Carlo. Es tan elegante, tan... europeo. Sonrío ante el pintoresco lugar. Siento un tacto en mi mano que hace que me distraiga de mi vista. Miro de reojo a mi lado y Deckard está sentado a mi lado, acariciando mi mano con su pulgar. Suspiro y sonrío, evitando su mirada, porque si lo miraba a los ojos, no dudaría en besarlo. Lo amo, y no quiero perderlo. Por eso la operación de hoy debía salir bien, no debíamos hacer tonterias. No quiero que alguien muera en vano.
Esta noche sería el golpe. Esas ratas no se deben escapar de nosotros. No debemos fallar.
Porque misión dada, es misión cumplida.
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