Capítulo diez : Susurro descuidado

      Lo primero que sintió Juddy al despertar fue un gran dolor de cabeza. No sabía dónde estaba, y tampoco recordaba que había pasado. Sus ojos observan el lugar y lo reconoce : es su habitación. Parpadeó un par de veces, llevándose la mano a la cabeza, ¿que le había pasado? La idea era salir al bar con sus compañeros y luego no recuerda como termino aquello. Saca las sábanas de arriba de su cuerpo y se sienta en la cama. A pesar de sus esfuerzos, no podía recordar nada. Pudo alcanzar a tomar sus pantuflas y se las puso para luego levantarse de su cama. Tambaleó un momento y sintió como si un martillo le pegará en la cabeza. Camina hacia la puerta de su habitación, aunque un poco mareada, y la abre. Se sostiene de la pared para seguir caminando hacia el comedor y, cuando lo hace, no sabe si en realidad estaba soñando. Un cierto hombre calvo está sentado, tomando un café en su mesa. ¿Que había ingerido? ¿Drogas? Claro, es normal encontrarte con el hombre que te atrae en el comedor de tu casa.

- ¿Que caraj...?

- Veo que despertaste - Juddy alcanza a escucharlo, pero ahora está mirando al suelo. El le hablaba tan tranquilo, y ella no sabía que estaba pasado. Siente sus pasos acercándose a ella, y siente como sus manos la agarran por los hombros con delicadeza.

- ¿Qué haces? - pregunta Juddy, aún confundida.

- Tienes que sentarte - Deckard la lleva hasta un sillón cerca y hace que se siente. Juddy solo mantiene su mirada fija en Shaw, quién camina hasta la cocina. Los ojos de ella recorren todo su cuerpo y se quedan en su trasero. Y en verdad le gustaba como le quedaban esos jeans. Deckard mira por su hombro y la atrapa mirándolo y, por primera vez, a ella ni le importa. Shaw oculta una sonrisa ante eso.

        Deckard se acerca a ella y le extiende un vaso junto con una pastilla. Juddy duda al principio, pero luego agarra el vaso y la pastilla.

- Es para la resaca - le comenta el, y Juddy toma el agua con la pastilla. Luego de hacer aquello, ella mira a los ojos a su compañero. Dios, estaba muy bueno.

- ¿Que... pasó anoche? - pregunta ella. Deckard le da un sorbo a su café.

- Bebiste de más - dice el. Juddy se lleva la mano a la frente y suspira. Demonios, la había cagado. Con solo pensar que había pasado vergüenza frente al mayor de los Shaw la ponía de nervios. Pero había una pregunta que le carcomía la cabeza.

- Y... tu y yo... - habla Juddy. Ella quería saberlo. Quería saber.

- ¿Quieres saber si tú y yo - comienza Shaw - lo hicimos?

- Si - afirma la chica. Quería saber si lo habían hecho. Si sucedió, no lo recordaba y eso le iba a molestar mucho. Tenía que recordar el haberlo hecho con Deckard Shaw, era algo que no se tenía que olvidar.

- No - niega Shaw, y decía la verdad. El sabía que si no la apartaba esa noche, lo habrían hecho. Pero no quería aprovecharse de ella. La amaba, y no podía negarlo.

         Juddy se sintió decepcionada. Aunque si lo pensaba bien, había sido un caballero.

- Escucha, quiero decirte que lo lamento - cuando Deckard dice aquello, Juddy conecta su mirada con la de el. De repente, un recuerdo le vino a la mente : Shaw besandose con esa rubia. Se bloquea al recordad aquello, pero mantiene su mirada y atención en el hombre frente a ella - si te hice daño. No sabía que...

- ¿Que no sabías? ¿Que me gustas? - si, lo había dicho, ni ella podía creer las palabras que salían de su boca al pararse del sillón - ¿Que me muero por ti? ¿Que estoy enamorada de ti desde que trabajabas con el equipo?

        Deckard se quedó mudo. No sabía que decir, ella le había dado toda la información como si de un tsunami se tratase. El se levanta del sillón y se queda parado frente a Juddy. Ella sentía lo mismo que el. Su amor era correspondido. Pero cuando el la observa ahora, ella está molesta. Está molesta porque él no se había dado cuenta de las muchas señales que le había dado, y el tampoco mostraba ninguna señal que digamos. El se sentía atrapado, por primera vez en su vida no sabía que hacer frente a una mujer.

- No sabes cuantas veces te miraba, y te deseaba tanto - decía la chica, y se le cae una lágrima. Se sentía avergonzada, y lo peor era que no estaba ebria. Quería estarlo ahora, así no recordaria la vergüenza que pasaba frente a Deckard -. Y ahora estoy frente a ti, mirándote y deseándote aún.

        Deckard no emitía palabra, solo la miraba. Juddy se sentía frustrada al ver que el no decía nada.

- Se que estás enojado - continua ella -, se que no vas a aceptar que me gustas y mucho, pero es lo que siento. Y tú estás en mi, es como si estuviera infectada de Deckard Shaw - cuando dice esto último ella ríe, sabiendo que Deckard no le iba a dirigir la palabra nunca más. Ella sigue conectada a la mirada de el, y este solo la observa maravillado -. Entiendo si... no quieres hablarme nunca o si quieres irte. Eso... eso es lo mejor, vete.

       Es en la última frase en la que ella desconecta su mirada con la de el, dirigiendo su mirada a sus pies. Estaba muy avergonzada y nerviosa y triste. El no volvería a hablarle, la evitaría todo el tiempo que pudiera, eso pensaba ella. Juddy deja de prestarle atencion a sus pensamientos cuando siente una mano en su mejilla. Ella levanta la mirada y se encuentra con Deckard observándola, acariciando su mejilla delicadamente. No lo notaba, pero sus ojos brillan al mirar a Shaw. Y los de el igual.

- No iré a ningún lado - le susurra Deckard, y ella siente piel de gallina al escuchar su voz, al sentir su aliento chocando contra el suyo.





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          Deckard pone su mano detrás del cuello de Juddy y la atrae hacia el, uniendo sus labios en un beso profundo. Era un beso lleno de desesperación, con deseo por parte de los dos. Juddy lo abraza por el cuello, apegandose más a el. Se sentia mágico. Ella abraza la cintura de Shaw con las piernas, haciendo que este la sostenga por su espalda, bajando hasta su trasero. El camina hasta la cama de ella y la deja allí con delicadeza, como si de una joya se tratase. Juddy lo agarró de la camisa y lo atrajo arriba de ella. Deckard no podía creer que esto estaba pasando. Lo había soñado, varias veces, pero no creía que en realidad sucedía. Iba a hacerlo con la mujer más hermosa del mundo. Para el eso era ella.
             Juddy comienza a desabotonar su camisa y cuando termina, Deckard tira su camisa al suelo. La chica pasó sus manos por el pecho de Shaw hasta llegar a su cinturón. El no pudo evitarlo más y se abalanzó a besarla, y Juddy al sentir su lengua de sentía bien. El era todo un dulce, no iba a negarlo. Deckard comenzó a dejar besos en el cuello de la mujer, y ella lo disfrutaba. Las manos de ella acariciaban la cabeza de el mientras recorría su cuerpo hasta llegar a sus pechos. Ella se quita el brasier para que él pueda hacer su trabajo. El comienza a chupar sus pezones y eso la hace estremecer. Luego de eso, el vuelve a unir sus labios con los de ella, para luego lanzar un suspiro.

- Si quieres que me detenga, dímelo - le susurra Deckard al oído, y eso hace que la chica sienta escalofríos, a la vez que el entrelaza sus manos con las de ella contra el colchón.

- N-no... - ella no podía hablar, el la excitaba y eso hacia que tardamudeara al hablar.

- "No", ¿que? - pregunta seductoramente, ahora acercando sus labios a los de ella.

- No te detengas - Juddy susurra, desesperada por sentirlo.

     Al escuchar aquello, Deckard no dudó. Se quitó el cinturón y por consecuente su pantalón. Se besan desesperadamente, a la vez que el se saca los boxers y ella sus pantalones y las bragas. Los besos de Shaw se dirigieron al cuello de Jude, pero con más fuerza. La mujer suelta un gemido cuando lo siente dentro de ella; fue sorpresivo, pero a ella le encantaba. A los dos le encantaba. Las embestidas aumentaron, acompañadas de los gemidos de placer de Jude y Shaw combinados. Las acciones de el siguieron y siguieron, con las manos de ella arañando su espalda por la excitación que causaban en el otro, pero a él no le importaba. Lo disfrutaron hasta que llegaron al clímax. Shaw salió de ella para luego los dos acostarse en la cama, exaustos, pero satisfechos. Los dos se dan una mirada y se sonríen. El se acerca a ella y le da un tierno beso, a la vez que ella acaricia su mejilla. Ahora se sentían uno solo. Eran ellos dos. Nada les importaría ahora. Se habían dado cuenta tarde, pero había pasado : se amaban y eso no iba a cambiar.
         


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