Capítulo dieciocho : Nueva York

 


       Deckard abre los ojos cuando los rayos del sol pegan en su cara. Parpedea un par de veces y se sienta en la cama, y mira a su lado. Juddy no está. El hombre sale de la cama y se pone los pantalones y una remera ajustada. Sin calzado, Shaw camina desde su habitación hasta el comedor, y ahí la ve a ella. Sentada en una silla frente a la mesa, tomando un café, que al parecer es puro. Deckard se apoya en el marco de la puerta y se queda alli, mirándola, sin saber lo que pasaba por su cabeza. Ella, en cambio, trataba de despejar su mente con aquel café. No quería pensar en nada. No quería recordar.

 

- Buenos días - dice Deckard. Juddy solo le dedica una mirada y luego vuelve a concentrarse en el café. El mayor de los Shaw se acerca a la mesa y se sienta al lado de su novia -. Escucha, no se lo que te sucede, pero quiero que me lo digas.

          Juddy clava su mirada en los ojos de el. Al hacer eso, Deckard no aparta la mirada. Ninguno lo hace.

- Sucede que tú asesinaste a mi amigo. ¿Se te olvidó?

       Deckard lanza un suspiro y cierra los ojos.

- ¿Crees que me olvidé de eso? - lo que dice hace que Juddy apoye el vaso fuertemente en la mesa.

- Claro, ya que no era nadie para ti - dice la chica, mirando al hombre que ama con rencor y odio -. Solo una maldita venganza.

- ¿Y que habrías hecho tú, eh? - lo que dice Deckard hace que Juddy se sobresalte -. Le hicieron daño a mi hermano - ahora Shaw se levanta de la silla -, ustedes lo lastimaron, ¿que creíste que iba a hacer? ¿Que hubieras hecho tú si hubieran lastimado a Luke como lo hicieron con mi hermano? ¿¡Que habrías hecho!?

      Juddy se levanta de la silla mirando con odio a Deckard. Lo odiaba, si, pero porque el hijo de perra tenía razón. Si lastimaran así a su hermano Luke, mataría al que lo haya hecho. Ese era su plan cuando Luke fue lastimado por Deckard en el departamento de la DSS. Los ojos de ella se conectan con los de el, que están apunto de ponerse vidriosos de la impotencia.

- Nunca quise lastimar a nadie, pero lo hice. Y no puedes cambiar el pasado - dice, ahora acercándose a Juddy -, pero si puedes aprender de el.

     Juddy agacha la cabeza y asiente. No sé puede cambiar el pasado, ni tampoco huir de el. Solo se puede aprender. Ella siente como Deckard se apega más a ella, escuchando su respiración. Juddy levanta la mirada y se conecta con la de el.

- Sabes que jamas - habla ella, tratando de que su voz no se quebrara - te perdonaré por eso.

- Tendré que vivir con eso entonces - dice Deckard, para luego suspirar y darle la espalda -. Tendré que vivir con eso.

         Lágrimas comienzan a caerse de los ojos de Deckard, pensando en como la venganza lo había cegado en aquel entonces, sin medir sus acciones, y todo porque Owen no pudo medir las suyas. Tuvo que cargar con los errores de su hermano todos estos años gracias a la serpiente de Cipher. Por todo lo que pasó en su familia. Deckard no lo nota, pero comienza a temblar, pero Juddy si lo nota. Ella, con dudas, se acerca a él y lo abraza por la espalda, apoyado su cabeza en ella y cerrando los ojos. Al sentir el tacto de ella, Deckard deja de temblar y llora en silencio, al igual que ella. Los dos habían sufrido por sus errores, pero de ellos pudieron y pueden aprender. En el fondo, los dos sabían que podían superar esto. Cueste lo que cueste.










          Juddy arrastra la valija cuando salen del avión y, a pesar de que Deckard quería ayudarla, ella se negó. Los dos caminan a la par hasta un taxi que los espera, el que los llevaría a su nuevo hogar. Los dos no habían hablado en todo el viaje hasta que llegaron a su nuevo departamento que Deckard habia conseguido. Los dos entraron en ella y Juddy deja la valija en un costado y se acuesta en el sillón. Deckard solo va hacia la ventana y mira el horizonte cubierto por los edificios de Nueva York. Juddy observa a su novio desde el sillón, y se levanta para ir hasta el y abrazarlo por la espalda.

- ¿Te gusta? - pregunta, refiriéndose al horizonte en la ciudad de Nueva York.

- Claro que sí - dice, y el mira a Juddy - ¿Y a ti?

- Claro que sí, me siento en casa - dice ella, y Juddy se mira con Deckard. Los dos se sonríen -. Superaremos esto.

- Lo se - dice Shaw, para luego unir sus labios con los de ella.




- ¿Quién llamará a esta hora? - pregunta Deckard, ahora mirando hacia el teléfono de la cocina.

- No lo se - dice Juddy, ahora levantándose del sillón. Estaban viendo una de esas películas viejas que le gustan a Hobbs, acompañados de nachos y una cerveza. Se habían establecido bien en Nueva York, era una ciudad linda aunque muy estresante. Disfrutan bien las vacaciones que Don Nadie les brindó. Juddy llega hacia la cocina y atiende el teléfono.

- ¿Hola?

- Hola Jude.

- ¿Que tal, Toretto? - dice Juddy feliz, y capta la atención de Deckard.

- Sabía que ya estabas en Nueva York - dice Dom, riendo.

- Que inteligente, ¿de que querías hablar? - dice Hobbs, riéndose.

- ¿Haces algo este domingo?

      Juddy se queda con la boca abierta unos segundos y sus ojos se dirigen a Deckard, quién sigue mirando la película y comiendo unos nachos. No sabía que responder, pero debía hacerlo, Dom estaba al teléfono.

- No, ¿que tienes en mente?

- Parrillada, ya me conoces.

- Cierto, cierto - dice Juddy, recordando las típicas parrilladas de Dominic -. Si la haces, iré, te lo garantizo.

- Esa es mi amiga - celebra Dom, riendo del otro lado del teléfono -. Ya sabes mi dirección, te veo allí, ¿okey?

- Lo prometo.

         Luego de cortar la llamada, Juddy se dirige hasta el sillón y se sienta al lado de Deckard. Este la mira de reojo, sospechosamente.

- ¿Quién era?

- No te hagas el tonto, ya sabes quién era - dice ella, tomando unos nachos.

- ¿Que cuenta Dom?

- Quiere que vaya a su parrillada el domingo.

     Los dos se quedan mirando por unos momentos, pensando en esa invitación.

- Si no quieres que vaya, comprenderé - lo que dice Shaw hace que Juddy lo mire con una mueca.

- Yo quiero que vayas conmigo - dice ella, ahora mirando la película -. Sé que todos estarán ahí, y ya no me importa lo que piensen. Yo estoy contigo, quieran o no.

     Lo que dice Juddy hace que Deckard le sonría. Ella lo mira y también lo imita.

- ¿Que?

- Sabes que te amo, ¿verdad?



        Juddy se abalanza para darle un beso a Shaw, para luego seguir mirando la película, a la vez que los dos pensaban en lo que les esperaba el domingo.

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