Capitulo cinco : Mientras sea contigo


Capítulo corto pero especial😳





Juddy


- ¿Quienes son estos, Don Nadie?

       Junto mis manos en mi estómago cuando me siento frente a mi jefe. Se hizo de noche cuando Deckard y yo llegamos a Los Ángeles, y lo primero que hicimos al llegar fue venir aquí, a la sede de la Agencia. Tal vez Deckard sabía quienes eran esos sujetos, pero yo quería que Don Nadie me lo dijera, ya que el es el que se encarga de todo este rollo.

- Los que te perseguían, Hobbs, eran gente que estaban relacionados con el sujeto que atraparon hace unos dias - cuando Don Nadie dice eso, en la pantalla frente a nosotros aparece el rostro de Lennox Ivey -. El y otro magnate trabajaban juntos y, ahora que el otro está en la carcel y ustedes mataron a sus hombres, quiere venganza.

- Parece de película - dice Gibson. El y Deckard están sentados a mi lado, cada uno a mis lados, observando lo mismo que yo. Miro al muchacho alzando una ceja.

- ¿Tu donde estabas? - pregunto, curiosa.

- Aaah... - Gibson me iba a responder, pero Don Nadie siguió hablando.

- En unos minutos nos reuniremos en la sala, tendremos a un equipo esperándonos para comenzar la operación, ¿está claro?

- Si, señor - decimos los tres a coro.

    
      Soy la primera en levantarse del asiento. Salgo de la oficina de Don Nadie, caminando por los largos pasillos de la sede para llegar a mi habitación, la que Don Nadie me dio cuando comencé a trabajar para el. Abro la puerta y dejo mi mochila en la cama, camino al largo espejo a un lado de mi ventana, que me deja ver la brillante ciudad que es Los Ángeles. Me miró al espejo a la vez que me saco mi campera de jean y la tiro en la cama. Miro mi reflejo pensando en lo que había pasado hace unas horas : ese beso. El beso que había despertado más cosas en mi de las que ya sentía por Shaw. El me hacia sentir extraña, como si me trasladarán a otra dimensión. El ponía mi mundo de cabeza, y trataba de ocultarlo. Siempre me preguntó que pasaría si le confieso a Deckard mis sentimientos : puede ser que me rechace y no quiera hablarme, y hay otra pequeña posibilidad de que el sienta lo mismo por mi. Pero siempre pienso más en las posibilidades negativas. Siempre termino en la negación.

         Luego de darme una ducha de agua fría, me pongo unos jeans azules con botas militares y una musculosa negra. Voy nuevamente al espejo y ato mi cabello en una coleta. Debíamos reunirnos con un equipo de no sé qué, seguro es vital para la misión, si Don Nadie lo dice.

        Tres toques en la puerta es lo que escucho y es lo que me saca de mis pensamientos. Dejo de mirarme al espejo para caminar hacia la puerta y, cuando la abro, Deckard se encuentra frente a mi. Trato de no ponerme nerviosa ante su presencia repentina, y respiro por la nariz.

- Hola - digo, aún con mi mirada sobre sus ojos.

- Hola - me dice -. Yo... quiero hablar contigo.

      Asiento y abro más la puerta y me aparto.

- Pasa.

      El cruza el marco de la puerta y entra a mi habitación, y dudo en cerrar toda la puerta, pero al fin y al cabo lo termino haciendo. Me doy la vuelta y lo veo al lado de la ventana.

- ¿De qué... querías hablar conmigo? - pregunto - ¿Es algo de la misión?

- No, no es sobre la misión - me dice, y yo me confundo, ¿de qué querria hablar conmigo si no era de la misión?

- ¿Entonces?

- Entonces - dice, y comienza a dar pasos hacia donde yo estoy -, me preguntaba si no te molestaba que te invitara a salir.

      A lo primero no entiendo nada de lo que me dice, es como si estuviese bloqueada. Luego, entiendo lo que quiere decir. Mis ojos no se apartan de los suyos que, aunque me ponen de los nervios, trato de no apartar la mirada.

- ¿Que... cosa? - es lo último que puedo decir ante su proposición. Trataba de pensar más de tres veces lo que acababa de preguntar, y no sabía si era otro de mis sueños.

- Lo que oíste - ahora está frente a mi, y solo algunos centímetros nos separan -. Hace mucho quería preguntartelo, pero fui un idiota.

   

  Siento como una sonrisa se asoma en mi rostro al escuchar como se llamó a si mismo. No sabía que decir, aunque por dentro había una fiesta y yo gritaba "¡Si! ¡Si! ¡Si!".

- Di algo, por favor - su voz hace que lo mire de nuevo -. Sabes que me das nervios...

      Si, eso lo sabía. Cómo ese día en el ascensor en París.

- ¿Por qué no puedes dejar de ponerme tan nervioso? - me había dicho ese día.

- ¿De verdad te pongo nervioso? - pregunté.

- Si, y demonios que si.
     
    

     Sonrío al recordar ese momento.

- Escucha, podemos ir a donde quieras, al cine, a cenar, al parque, lo que quieras - parece desesperado cuando me dice aquellas cosas - mientras sea contigo.

      No podía creer las cosas lindas que me estaba diciendo. En verdad quería salir conmigo, en verdad lo hacia.

- No podría decirte que no aunque quisiera, Deckard.

          La sonrisa que me muestra hace que me derrita por dentro, pero trato de mantenerme calmada por fuera. Parecía estar tranquilo ahora, como si se hubiese sacado un peso de encima.

- Pero - cuando digo esa palabra su sonrisa se va desvaneciendo, como si fuera a rechazar su invitación. Me acerco más a el y apoyo mis manos en su pecho - saldremos después de completar la misión, ¿okey?

- Okey - su susurro hace que mi piel se ponga de gallina, ya que siento su respiración cerca de mi. Quería besarlo, quería hacerlo todas las veces que pudiera, pero no quería hacerlo apresurado. No quería confundir mucho las cosas. Me alejo un momento de él y hablo.

- Hay que irnos.

- Si - me dice, y los dos salimos de mi habitación. Caminamos a la par por los pasillos sin decir palabra. Quería decirle tantas cosas, pero tenía miedo a cualquier forma de rechazo. Pero, sin pensarlo, hablo.

- Si tú no me hubieras invitado, lo habría hecho yo.

      El me mira de inmediato y alza las cejas.

- ¿De verdad?

      Mis ojos se conectan con los suyos.

- De verdad.

     Veo como una sonrisa se asoma a su rostro.

- Me alegra oír eso.

   
     Sonrio ante lo que dice y pongo mis manos en mis bolsillos mientras caminamos uno al lado del otro. Sigo sonriendo al pensar lo siguiente :


         Tal vez trabajar con Shaw no sería una pesadilla después de todo.


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