13
Si Gunnie sentía algo agradable por su marido, desapareció rápidamente a la mañana siguiente, cuando Off salió del club antes del mediodía en dirección al local de madame Godji. Una vez terminados los preparativos del funeral de Leo Atthaphan, que se celebraría al día siguiente, Off había concentrado su atención en las cuestiones profesionales relativas al club. El Atthaphan's estaría cerrado quince días, durante los cuales un batallón de carpinteros, albañiles y pintores se ocuparían de reformar el edificio. Ya había empezado a hacer cambios importantes en los procedimientos del club, incluido el ascenso de Plustor al puesto de factótum. En vista del linaje mixto del joven, era seguro que la decisión sería polémica. Todo el mundo creía que los gitanos eran unas personas engañosas y de manos largas. Que Plustor fuera el responsable de cobrar y pagar grandes sumas de dinero, y de arbitrar sobre la legalidad de una jugada, sería considerado como pedirle a un gato que vigilara un nido de polluelos. El poder del cargo era tal que nadie, ni siquiera Off, podría cuestionar sus fallos sobre el juego. Sin embargo, Plustor era una figura conocida y querida, y Off estaba dispuesto a apostar que su popularidad induciría a los miembros del club a aceptarlo en su nueva posición. Además, ninguno de los otros treinta empleados estaba remotamente cualificado para dirigir la sala de juegos. Ahora que las prostitutas de la casa se habían ido, era imprescindible hacer algo para que, cuando el club volviera a abrir, los miembros tuvieran acceso a compañía femenina. Para disgusto de Gunnie, Plustor había coincidido con Off en que un acuerdo con madame Godji sería una solución excelente. Naturalmente, Off sería el encargado de hacer una oferta a la famosa madame. Conociendo el infame apetito sexual de su marido, Gunnie temía que su visita a madame Godji incluiría mucho más que una mera negociación empresarial.
Off no había yacido con nadie desde su breve estancia en Gretna Green. Sin duda, estaría ansioso de satisfacer sus deseos con una mujer servicial. Gunnie se dijo repetidas veces que le daba igual. Off podía yacer con diez mujeres, con cien, con mil, y le daría igual. En caso contrario, sería un idiota. Off era tan fiel como un gato callejero que vaga por ahí y se aparea con todas las gatas que se le cruzan. Furioso pero bajo una apariencia estoica, se cepilló y recogió el pelo. Al dejar el cepillo, su alianza de oro destelló y la leyenda grabada en gaélico pareció burlarse de él.
—Mi amor es tuyo —susurró con amargura, y se quitó el anillo. No tenía sentido llevar alianza en esa farsa de matrimonio. Iba a dejarlo en el tocador pero se lo pensó mejor y se lo metió en el bolsillo, decidida a pedirle a Plustor que lo guardara en la caja fuerte del club. Cuando iba a salir de la habitación, alguien llamó a la puerta. No podía tratarse de Off, porque éste nunca se tomaba la molestia de llamar. Al abrir la puerta, se encontró con los rasgos fuertes de Joss Way-ar. Aunque no podía decirse que Way-ar cayera mal entre los demás empleados, no gozaba ni mucho menos de la popularidad de Plustor. Era una lástima para Way-ar, ya que, como él y Plustor Pronpiphat tenían edades parecidas, solían compararlos. Y era injusto comparar a la mayoría de hombres con el atractivo Plustor, cuyo encanto pícaro y humor mordaz le valían el favor de los empleados y los clientes del club. Para empeorar las cosas, Way-ar era un hombre arisco, insatisfecho con su vida y envidioso de todos los que tenían más que él. Como le costaba ser cortés incluso con él, Gunnie lo trataba con una mezcla de educación y cautela.
Los ojos duros e inexpresivos de Way-ar se clavaron en los suyos.
—Una visita pregunta por usted en la entrada de atrás, milord.
—¿Una visita? —Gunnie frunció el ceño y se le hizo un nudo en el estómago. ¿Sus tíos habrían averiguado por fin su paradero? La noticia de la muerte de Atthaphan, el cierre temporal del club v su presencia ahí debían de haber corrido deprisa por Londres—. ¿Quién? ¿Qué nombre le dio?
—Señor Itthipat, milord. Bas. Oír el nombre de su querido amigo hizo que el corazón se le acelerara de alivio e ilusión, aunque apenas daba crédito a que Bas se hubiese atrevido a ir a un club de juego.
—Muy bien —dijo—. Por favor, llévelo a la sala de visitas de mi padre.
—Pidió que usted bajara a la puerta de atrás, milord.
—Oh. Qué extraño. Un chico con la educación entre algodones de Bas no podía querer reunirse con él en la parte trasera del club. Preocupado, se dirigió deprisa al encuentro de Bas. Con Way-ar pisándole los talones, bajó los dos largos tramos de escalera a toda velocidad sujetando la barandilla a intervalos.
Cuando llegó abajo, el corazón le palpitaba debido a la agitación. Abrió la pesada puerta... y retrocedió sobresaltado cuando, en lugar de la figura esbelta de Bas Itthipat, se encontró con el corpachón de tío Ice. Gunnie quedó en blanco.
Le dirigió una mirada asombrada que duró una fracción de segundo y dio un paso atrás, preso del terror. Ice había estado siempre más que dispuesto a usar los puños para hacerlo obedecer. No importaba que ahora fuera Lord St. Jumpol y, por tanto, estuviera legalmente fuera de su alcance. Su tío se vengaría de todas formas, empezando por darle una paliza. Gunnie se volvió para huir, pero, para su asombro, Way-ar se movió para impedirle el paso.
—Me paga un soberano —se justificó—. Es lo que gano en un mes.
—¡No! —Exclamó Gun, a la vez que lo empujaba—. Le pagaré lo que quiera, pero no deje que me atrape.
—Atthaphan quiso que viviera con sus tíos —soltó con desdén el taimado joven—. No lo quería aquí. Nadie lo quiere.
Gun protestó a gritos, pero Way-ar lo empujó hacia su tío que sonreía triunfalmente.
—Ya está. Tal como me pidieron —dijo con brusquedad Way-ar al hombre que estaba detrás de Ice y que Gun reconoció como su tío Víctor—. Y ahora, páguenme lo acordado. Algo incómodo y avergonzado por la vil transacción, Victor le entregó el soberano. Ice sujetó a Gunnie con tanta fuerza que lo dejó indefenso como un conejo cogido por el pescuezo. Su rostro rubicundo traslucía una enorme rabia.
—¡No vales nada, so estúpido! —Le espetó a la vez que la zarandeaba—. Si no fuera porque todavía nos sirves de algo, me desharía de ti como la basura que eres. ¿Cuánto tiempo creías que podrías esconderte de nosotros? Te costará muy cara tu rebeldía, te lo prometo.
—Way-ar, deténgalo, por favor —gimió Gun, que forcejeaba y se retorcía mientras Ice lo arrastraba hacia un carruaje que esperaba en la calzada—. ¡No! Pero Way-ar no movió un dedo. Se limitó a observarlo todo desde el umbral con mirada resentida.
Gun no entendía qué había hecho para que lo despreciara tanto. ¿Por qué no había nadie que lo ayudara? ¿Por qué no acudía nadie a sus gritos? Defendía su vida a arañazos y codazos. Estaba perdido.
—¡Ríndete, maldito demonio! —exclamó Ice, furioso por su resistencia. Con el rabillo del ojo, Gun vio llegar a un chico de las cuadras y detenerse vacilante.
—¡Ve a buscar a Plustor! —le gritó Gun. Ice le cubrió la boca y la nariz con la mano pero él se la mordió con tanta fuerza que la retiró con un alarido enfurecido—. ¡Plustor! —chilló de nuevo, antes de que lo silenciaran con un violento bofetón en la oreja.
Ice lo empujó hacia Victor, cuya cara delgada daba vueltas ante sus ojos.
—Mételo en el carruaje —ordenó Ice mientras se envolvía la mano ensangrentada con un pañuelo.
Gun se revolvía contra Victor, que lo empujaba sin miramientos hacia el vehículo. Logró darle un golpe de refilón en la nuez de Adán, haciendo que se tambaleara y lo soltara. Ice lo sujetó rápidamente y lo lanzó contra el costado del carruaje. Gun se golpeó la cabeza contra los paneles lacados y vio un estallido de estrellitas y un dolor punzante le atravesó el cráneo. Aturdido, apenas pudo forcejear débilmente mientras lo metían en el vehículo. Para su asombro, su primo Pak estaba esperando dentro, como un cachalote al que hubieran depositado en el asiento. Lo retuvo contra su grasiento cuerpo y le rodeó el cuello con un rollizo y fuerte antebrazo.
—Ya te tengo, maldito imbécil —jadeó—. Rompiste tu promesa de casarte conmigo. Pero mis padres me dijeron que voy a tener tu fortuna, y van a conseguirlo, no lo dudes.
—Ya estoy casado —resolló Gun, asfixiado en la montaña de carne humana que parecía envolverlo como si un exótico animal marino lo estuviera engullendo.
—Eso no importa. Tu matrimonio se anulará. Así que, ya ves, tu plan para fastidiarme no ha funcionado —aseguró Pak con tono de niño caprichoso—. No tendrías que haberme fastidiado de esta manera, ¿sabes? Mi padre dijo que podré hacer lo que quiera contigo después de casados. ¿Qué te parecería una semana encerrado en un armario?
Gun no pudo reunir aire suficiente para contestar. Pak lo oprimía con sus pesados brazos contra su pecho y su fofa barriga. Mientras se debatía, los ojos se le llenaron de lágrimas de dolor y desesperación. El zumbido que le anegaba los oídos le impidió escuchar los gritos y maldiciones procedentes del exterior. De repente, la puerta del carruaje se abrió y alguien se asomó dentro. Gun se retorció para ver quién era. El poco aire que le quedaba le abandonó el cuerpo en un tenue sollozo al percibir el conocido brillo de una cabellera dorada.
Era Off, pero esta vez nada indiferente ni sereno, sino hecho una furia. Fijó unos ojos coléricos en Pak, a quien la respiración empezó a traquetearle bajo la papada.
—Suéltalo —ordenó Off con voz ronca de rabia—. Ahora mismo, rata de alcantarilla, si no quieres que te rebane el cuello. Pak pareció advertir que Off se moría de ganas de cumplir la amenaza y soltó a Gun, que se arrastró hacia su marido mientras tomaba aliento desesperadamente.
—O... Off —balbuceó—. A... ayúdame, no pe... permitas que m... me lleven.
—No lo haré —le aseguró mientras lo rodeaba con un brazo y le acercaba brevemente los labios al cabello— Tranquilo, cariño. Ya estás a salvo. —A pesar del tono suave, Gun sintió los temblores de rabia que le recorrían el cuerpo.
Off dirigió una mirada asesina a Pak, que intentaba desplazar su cuerpo de cetáceo hacia el otro extremo del asiento.
—La próxima vez que te vea —le advirtió con una serenidad escalofriante— sean cuales sean las circunstancias, te mataré. No habrá ley, ni arma, ni el mismo Dios, que pueda impedirlo. Así que si valoras tu vida, no vuelvas a cruzarte en mi camino. Mientras Pak se estremecía de miedo, Off sacó a Gun del vehículo. El muchacho, que seguía esforzándose por respirar, se aferró a él y echó un vistazo alrededor. Al parecer, Plustor había sido advertido del altercado, pues mantenía a sus dos tíos a raya. Victor estaba en el suelo, mientras Ice se tambaleaba hacia atrás con una expresión de sorpresa.
Gun, tambaleante una vez en el suelo, ocultó la cara en el hombro de su marido. Off estaba que echaba humo literalmente, ya que el aire frío se convertía en vapor al tocar su piel acalorada.
Lo sometió a una inspección breve pero minuciosa pasándole las manos con suavidad por los brazos y escrutándole la cara.
—¿Estás bien, Gunnie? Mírame, cariño. ¿Te han lastimado?
—No. —Lo miró aturdido—. Mi tío I... Ice es muy fuerte —susurró.
—Yo me encargaré de él —le aseguró y acto seguido, llamó a Plustor—. ¡Pronpiphat! Ven y ocúpate de mi esposo. El joven se acercó a Gunnie con pasos largos y rápidos. Gunnie dirigió una mirada inquieta a Off.
—No pasa nada —lo tranquilizó su marido sin mirarlo, ya que tenía los ojos puestos en el corpachón de Ice—. Ve con Pronpiphat. Gunnie se mordió el labio, tomó el brazo del joven y permitió que éste se lo llevara a un lado.
—Muy amable de su parte que nos visite, tío —ironizó Off—. Supongo que ha venido a felicitarnos, ¿verdad?
—He venido a buscar a mi sobrino —gruñó Ice—. Es el prometido de mi hijo. ¡Su matrimonio ilícito es papel mojado!
—Es mi esposo —espetó Off.
—Haré que anulen el matrimonio —replicó Ice.
—Eso sólo sería posible si el matrimonio no se hubiera consumado. Y le aseguro que...
—Contamos con un médico que certificará que sigue siendo virgen. —
—Ja —exclamó Off con peligrosa afabilidad—. ¿Sabe qué imagen daría eso de mí? Me he esforzado por cultivar mi fama de seductor. Que me aspen si permito que una falsa declaración de impotencia la eche a perder. —Se quitó la chaqueta y la lanzó a Plustor, que la atrapó al vuelo. La mirada mortífera de Off no se desvió en ningún momento de los rasgos lívidos de Ice—. ¿Se le ha ocurrido que ahora mismo su sobrino podría estar encinta?
—Eso tendría fácil remedio. Sin comprender del todo a qué se refería su tío, Gunnie se acurrucó más entre los brazos protectores de Plustor y sintió cómo éstos se tensaban.
—No te preocupes —le susurró el joven mientras miraba ceñudo a Ice. Off se soliviantó aún más al oír las palabras de Ice, pero se contuvo.
—Qué bonito —dijo, y sus ojos parecían cristal fragmentado—. Lo mataría antes de dejarlo ir con ustedes. Ice pareció perder todo vestigio de autocontrol y arremetió contra él con un rugido.
—¡Acabaré contigo si es necesario, hijo de puta jactancioso!
Gunnie inspiró hondo cuando en el último instante Off se apartó ágilmente y su tío pasó como un toro enfurecido.
—Estúpido —murmuró Plustor—. Tenía que haberle puesto la zancadilla. A continuación Off logró a duras penas bloquear el puño inmenso de Ice y lanzarle un violento derechazo a la mandíbula. A pesar de lo fuerte que fue el golpe, no pareció afectar demasiado al corpulento hombre. Horrorizado, Gun presenció cómo ambos intercambiaban una serie de puñetazos y golpes rápidos. Aunque Off era mucho más ágil, Ice logró asestarle unos golpes fortísimos que lo hicieron tambalear hacia atrás. Los empleados del club empezaron a salir y a alentar a Off, mientras los transeúntes corrían hacia el inusitado espectáculo. Alrededor de los contendientes se formó un círculo de gente que animaba y jaleaba. Gun apretó el brazo de Pronpiphat.
—Plustor, haz algo —suplicó.
—No puedo.
—Sabes pelear. Mi padre siempre dijo que...
—No —repuso Plustor con gravedad—. Esta pelea es suya. Si interviniese ahora, parecería que tu marido no es capaz de tumbar a tu tío.
—¡Es que no lo es! —Gunnie se estremeció al ver cómo Off se tambaleaba tras encajar otra combinación brutal de Ice.
—Lo subestimas —aseguró Plustor mientras Off se recuperaba—. Así, eso es. Excelente gancho de derecha. Y buen juego de pies, también. Los hombres de su tamaño no suelen moverse tan rápido. Debería intentar... —De repente Off tumbó a Ice con un súbito izquierdazo directo a la mandíbula—. ¡Bravo! —Exclamó Plustor—. Tiene potencia y precisión, sólo le falta un poco de instrucción. Reducido a una figura que gemía en el suelo, Ice ya no tuvo fuerzas para levantarse. Los empleados del club comprendieron que la pelea había terminado y se acercaron a Off para felicitarlo y palmearle la espalda, sorprendidos de la enjundia de su nuevo patrón. Off recibió los dudosos elogios con una expresión irónica mientras supervisaba cómo cargaban a su oponente en el carruaje.
Plustor hizo que Gunnie se volviera hacia él.
—Dime cómo empezó todo —le pidió con premura—. Ahora, antes de que venga tu marido. Gunnie le explicó rápidamente cómo Way-ar lo había engañado y entregado a sus tíos a cambio de un soberano. Lo contó todo mezclado, tartamudeando, pero Plustor lo entendió. —Muy bien —murmuró inexpresivamente—. Yo me ocuparé de Way-ar. Tú cuida de St. Jumpol. Te necesitará. Los hombres quedan de lo más tontos después de una buena pelea. Gunnie, confundido, sacudió la cabeza.
—¿Tonto? ¿Cómo? No entiendo. —Ya lo entenderás —aseguró el gitano con un brillo divertido en los ojos. En ese momento Off llegó a su lado, nada contento de ver a Gunnie en brazos de Plustor.
—Quiero saber qué diablos pasó —soltó furioso a la vez que recuperaba a su esposo con manos posesivas—. Me voy dos horas una tranquila mañana de domingo y cuando vuelvo, me encuentro el maldito club patas arriba...
—Él se lo explicará —dijo Plustor, ya que alguien había captado su atención en el patio de la cuadra—. Excusadme, he de atender un asunto. Y sin más, se alejó con presteza.
🔥 𝕭𝖑-𝖋𝖎𝖈𝖘
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