HTCN : YOONMIN

Hit The Christmas Night

Para muchos las calles repletas de luces y color significan la llegada de la familiaridad, la calidez y los regalos, pero para mí, Park Jimin, solo significan la muestra de un mundo que vive centrado en la parte buena de las cosas. A nadie le gusta pensar en los malos momentos en tiempos como este y de repente la mayor queja de una persona es el tener que compartir mesa con sus familiares para comer marisco y dulces, al menos aquí, lejos de mi hogar. En Corea no todo es tan superficial y complicado como aquí, allí la Navidad se limita a un día especial para las parejas, nada escandaloso o tan sumamente difícil de llevar a cabo. Echo de menos mi casa, sin importar los defectos que como cada sociedad tiene.

No me gusta vivir rodeado de sentimientos falsos, de gente que finge ser feliz cuando no lo es o personas que desean más y más sin poner su caridad en los que tienen muy poco. Cuando lo pienso sé que es injusto culparlos, culpar a esos que se quejan de lo que tienen sin pensar en lo que otros nunca podremos llegar a tener. Quejarse de una familia unida cuando en el mundo hay millones de familias rotas, quejarse de que su nuevo ordenador no sea de la marca que quería cuando otros no tienen tan siquiera para comer. La gente no se para a pensar en los problemas reales porque prefiere seguir viviendo alrededor de los superficiales y falsos. Nos venden un concepto navideño que habla de felicidad, compasión y filantropía natural, una época en la que todos pueden lograr sonreír incluso si el mundo no les da motivos para ello. Y hay personas que todavía se encierran en esa cápsula de felicidad ficticia que sirve para curar sus almas. Una vez más, no podría culparlos.

Los que ven la Navidad como lo que es, una fiesta consumista y enfermiza, no son precisamente pocos. E incluso estos se preocupan tan sólo por su propio culo. Sí, estoy hablando de mí en esta ocasión y de mi preciosa lata de conserva de mejillones en escabeche acompañada con pan recalentado. O de mi gato como única compañía y la amenaza de corte de luz sobre la mesa de la cocina.

—Realmente vives bien Fuzzy, mírate ahí, con tu lata de paté de pavo y tu pienso sabor carne.

Cualquiera que entrase en mi casa podría confundirme con un adicto a la festividad navideña, era esclavo del brillo y por eso me gustaban las luces. Sin embargo el hecho de estar completamente solo o no tener ni un solo dolar en mi cartera complicaba las cosas. No podía entregar regalos, tampoco recibirlos y qué decir del detalle de que mi nevera siguiese completamente vacía.

—Jimin - la voz de mi vecino se coló a través de las paredes.

Por favor no, que el timbre no se haya vuelto a estropear. En mi casa cada vez que un electrodoméstico u objeto fallaba, lo seguían otros cuatro. Era una cadena maldita que se repetía cada mísero año.

Obsolescencia programada. Por muy bien que trates algo o lo mucho que pagues para que dure más, este sistema capitalista inserta chips y mierda informática en tus dispositivos para que fallen después de un tiempo. Podría sonar como un delito, sino fuera porque es algo que todos sabemos y contra lo que nadie todavía ha hecho nada. ¿Habéis oído hablar de la primera bombilla? Podía brillar de forma infinita pero hasta eso tuvieron que estropearlo, por no hablar del invento más importante de Tesla. Él quería darle a todo el mundo electricidad inalámbrica gratuita, pero sus progresos acabaron cuando le retiraron las ayudas del estado, incluso se aseguraron de derrumbar su torre de trabajo. Querían asegurarse de que nadie en este mundo obtuviese nada gratis. Ahora sin falta cada cinco o seis meses tengo que cambiar la bombilla de mi viejo y pequeño baño. Luego le sigue la de la cocina, la de la habitación, la de la sala de estar e incluso la del portal.

—Estoy teniendo una maravillosa cena con Fuzzy, Hoseok - grite sin levantarme del sillón.

En la televisión reproducía mi vieja cinta de La Princesa Mononoke, que gran momento del año para la crítica social hacia el ser humano.

Fuzzy bufó moviendo su cola y me miró como si estuviese a punto de decir: “No me incluyas en tus planes de mierda”. La gata se paseó durante unos segundos indecisa antes de caminar hasta la puerta y rascar con sus patas la pintura blanca, estaba obligándome a levantar mi culo del maldito sofá para abrirle la puerta a Jung Hoseok. Vecino, mejor amigo y el único ser humano que se aventuraria conmigo a dejar Corea para conocer el mundo, realmente molesto pero tierno. Sus sueños eran los mismos que los míos con la diferencia de que yo tendía a ser más realista.

Deje a un lado mi lata de mejillones y pause la película en la parte en la que el dios de la naturaleza revive.

—¿Qué quieres?

La mirada de Hoseok era la de un chico que se ha estado preparando para suplicar, y yo ya sabía que como cada Navidad, desde que vivimos en Estados Unidos, probablemente mi amigo había planeado algo en lo que me incluiría quisiese o no.

—He dado nuestros nombres para la asociación de la esquina, iremos a servirle la cena a personas con poca fluidez económica. Ya sabes, es Navidad.

Tenía ganas de cerrarle la puerta en la cara y si no fuera porque Fuzzy se mantenía en el medio y medio de la trayectoria lo hubiese hecho. La gata estiraba su cola y le daba cabezazos a los pies de Hoseok desesperada por un poco de atención de parte de mi amigo.

—No voy a ir. - dije girandome para volver a mi sillón.

El simple sonido de Fuzzy ronroneando escandalosamente me hizo comprender que probablemente Hoseok había empezado a prestarle la atención que mi gato tanto pedía.

—¿Estás seguro de que prefieres quedarte solo aquí con Fuzzy? No tienes ningún plan importante.

—Tengo una preciosa cita con La Princesa Mononoke este año Hoseok.

Pero el hecho de que Hoseok hubiese entrado en casa ya era suficiente advertencia de que acabaría aceptando. Y así fue, su insistencia me hizo levantarme de mi preciado sillón. Siendo sincero mi paciencia es bastante buena generalmente, sin embargo mi amigo conoce los puntos débiles de mi personalidad y amenazar con quedarse en mi casa hasta que me decidiese a acompañarlo… Bueno, en el caso de Hoseok más que una amenaza es una realidad. A mi amigo simplemente no le importaría pasar mitad de la noche molestandome a mí y a todo el vecindario si con eso lograse salirse con la suya.

Es quizás por eso que ahora me encuentro caminando por las frías calles de Nueva York mientras intento que Fuzzy deje de removerse en su transportin, la pequeña bruja que tengo por gata a aprendido a sacar la pata entre los barrotes de la puerta y cada vez que lo hace amenaza con las uñas. No le gusta quedarse sola en casa pero tampoco lleva bien lo de notar el viento invernal. Pero entre ser rabuñado o encontrarme una casa destrozada prefiero la primera, sinceramente, a veces creo que Fuzzy es una gata con mente de perro.

Hoseok parece totalmente feliz caminando a mi lado con una gran sonrisa y esa gigante bufanda estrafalaria que no duda en sacar del armario en cada invierno. De hecho mi amigo puede comenzar a llevar tal castigo para su cuello en septiembre, es uno de esos personajes que adoran el invierno y se empeñan en adelantarlo incluso cuando la temperatura no corresponde sus ansias.

—¿Está muy lejos el lugar? - pregunto tratando de esquivar otro zarpazo de parte de Fuzzy.

—Sólo tenemos que cruzar y estaremos allí. ¿Estás seguro de que es necesario llevar a la gata con nosotros? No parece muy a gusto en ese transportin.

Suspiro y me fijo en Fuzzy, si hablase probablemente estuviera maldiciendo en este instante. Ni siquiera las luces navideñas que tanto le gusta cazar en casa parecen entretenerla, da igual si las calles están repletas de decoraciones que en otras circunstancias atraerian por completo su atención. Lo único que le interesa ahora es el frío.

—Estará bien en cuanto lleguemos a un lugar cálido.

Hoseok asiente y seguimos andado por un par de minutos antes de llegar al edificio en el cual tendrá lugar la cena solidaria. Mi problema no es ser voluntario, eso de hecho ni siquiera me importa. Mi problema es tener que dejar película por la mitad y mi lata de mejillones en escabeche a medio comer. ¿Quién dijo que no disfruto de mi vida deprimente? A veces las cosas sencillas están bien y en ocasiones sentirse solo es un sentimiento que comienza a ser normal.

Cada día del año pienso en lo feliz que podría llegar a ser durmiendo abrazado a alguien, en Navidad lo hago un poco más pero al final de cuentas puedo convertirlo en un día rutinario y normal aislandome. Si solo Hoseok no tuviera esa manía de sacarme de mi refugio en este tipo de días…

—Yoongi - mi amigo grita un nombre coreano y de repente mi atención se enciende. No sabia que conociese a alguien más que Fuzzy y yo en esta gran manzana que se supone que es Nueva York. Miro a mi gata, ella también parece curiosa.

—Oh, Hoseok. Me alegra que hayas venido. ¿Has traído refuerzos?

—Este es Jimin, el chico del que te he estado hablando. Espero que no haya problema con su gata, se negaba a dejarla sola en casa.

Yoongi era un chico serio o quizás profesional, lo supe porque a pesar de su sonrisa todavía mantenía un ojo atento en todo lo que sucedía a nuestro alrededor asegurándose de que nada fallase.

—No creo que haya problema. Mis padres han empezado a servir la comida, ve con ellos. Encontraré un lugar para Jimin y su gato.

—Gata - corregí sin poder evitarlo - Se llama Fuzzy.

Yoongi me miró con curiosidad.

—Eso. Encontré un lugar para ti y Fuzzy, sígueme.

Mire a Hoseok unos segundos antes de ser prácticamente obligado y empujado hacia Yoongi, quien ya había comenzado a caminar. Lo seguí con la mirada gacha, no me agradaban las personas nuevas y por lo general tener que socializar me estresaba por completo.

—¿Te gustan los gatos en general o solo Fuzzy? - era una pregunta extraña de su parte pero asentí - ¿Sí, a cuál de las preguntas?

—Me gustan todos los gatos, los animales en general.

—Mis padres suelen alimentar a los gatos de la calle con la comida que sobra, puedo darte esa tarea si quieres.

Sonreí y asentí al instante. Cuando se trataba de poder estar rodeado de bonitos gatitos no me importaba ayudar. Yoongi me devolvió la sonrisa y en ese momento me sentí levemente tímido.

Esa noche me mantuve durante horas ayudándole a ordenar los platos con sobras de comida en cajas para evitar que su coche se manchase demasiado. El ambiente del local que sus padres era de ese estilo navideño que te hace querer salir corriendo pero lo cierto es que estaba tan entretenido que incluso los villancicos parecían sonar bien en mi cabeza. Antes de lo planeado ya estaba cantando con otra de las voluntarias del lugar mientras el chico nos miraba sin decir nada.

—¿Cuándo le llevaremos la comida a los gatos? - pregunte siguiendo a Yoongi. Se podría decir que estaba convirtiéndome en su segunda sombra. Dos personas era mi límite en un día, no quería conocer a más gente esa noche. Así que mi misión principal era evitar la socialización a toda costa.

—No te gusta demasiado esto, ¿verdad? Demasiada gente entrando y saliendo.

Asenti. Realmente no me gustaban los lugares en los que se reunían muchedumbres pero había tratado de mantenerme positivo y ayudar, por lo que no llegaba a comprender cómo era posible que Yoongi hubiese descubierto lo mal que me encontraba cada vez que entrábamos en el salón de la cena solidaria. Prefería la cocina.

—Hoseok dijo esta mañana que a su amigo no le gustaba estar rodeado de personas y que quizás por eso no vendría. Imagine que ese amigo eres tú.

—Lo soy - respondí ayudándole a posar los platos sobre la bandeja - No tengo nada en contra de la gente pero suelo sentirme inseguro. Siento que puedo hacer el ridiculo o decir algo inadecuado cuando hay a mi alrededor personas que no conozco de nada.

—Te entiendo, estoy aquí porque mis padres donan la comida del restaurante familiar todas las navidades, es algo a lo que me he tenido que acostumbrar y lo sigo haciendo por todas las personas que en estas fechas necesitan ayuda… Pero también noto esa sensación de que si digo algo fuera de lugar o hago ciertas bromas, voy a hacer el ridículo. Supongo que es algo a lo que casi todos nos enfrentamos.

Sonreí sin poder evitarlo. Me gustaba la personalidad de Yoongi y lo fácil que era hablar con él.

—Sobretodo en esta época. Suelo ponerme de mal humor con solo encender la televisión, ver familias felices y amigos compartiendo cuando yo no puedo tan siquiera asistir a eventos por vergüenza… Eso me entristece. Aunque creo que estar lejos de casa es la razón principal, en Corea la celebración no es realmente grande pero aún así, todo me hace querer regresar a Busan en Navidad.

—Deberías hacerlo entonces. ¿Es por el dinero? Viajar no es precisamente barato y menos aún en estas épocas.

—Es por muchas cosas, pero sí. La principal es el dinero. La secundaria es que no se cómo hacerle entender a mis padres que su hijo no es hetero.

Yoongi me miró, la sorpresa asomándose a sus ojos.

—¿Eso te causa molestia?

—Para nada Jimin, de hecho es una buena noticia - lo mire confundido - Vamos a alimentar a esos gatos, pareces impaciente por ello.

Con una sonrisa volví a asentir dejando atrás el tema de mi sexualidad, no sabía que pensaba Yoongi pero al menos no me había juzgado en voz alta. Tras ordenar los últimos platos, tomé el transportin para subir al coche de Yoongi.

El ambiente navideño sonaba en cada una de las esquinas de ciudad, las luces brillaban y la música fluía sin problema por las calles mezclándose con las risas de la gente. Sin embargo esa noche, sólo unos pocos eligimos ayudar a otros en lugar de ignorar la realidad. Porque la Navidad no siempre son sonrisas, comida y dulces, a veces la Navidad también significa ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.

Sin pedirlo yo recibí el mejor de los regalos. Uno con nombre coreano y un hogar al que también quería regresar. Esa noche no solo aprendí que Fuzzy era mucho más sociable y extrovertida de lo que yo sería nunca, no sólo entendí la importancia de ayudar a todos los seres vivos por igual. Esa noche también aprendí que mi esperanza estaba viva, incluso en la solitaria noche de Navidad.


***

—Jimin - la mano de Yoongi acarició mi nuca - ¿Has acabado de escribir como nos conocimos?

Sonreí y me giré hacia él. Fuzzy amasaba sus patas sobre las piernas de Yoongi, quien mantenía la mirada fija en su hoja de papel.

—Creo que sí, le enviaré esto a mis padres. ¿Qué has escrito para los tuyos?

Yoongi sonrió y me enseñó el papel. Sólo había una frase.

“Supongo que los milagros de Navidad existen. “






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En esta ocasión he decidido escribir un relato navideño basado en un punto de vista realista. Las películas, las series de televisión y hasta los programas hablan siempre de una época repleta de felicidad o regalos. Pero para muchos esta es sólo la época más triste del año, o la época en que podemos desear sin llegar a tener. Espero que os guste la one shot que he preparado.

Felices fiestas a todos, tanto a los que pueden celebrar como a esos que no. Sabéis que mi estilo son los finales felices así que... Disfrutad!

Un besazo, Mel ♥

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