★Si estas dispuesto a arriesgar tu vida, podrías ser traicionado, podría estar bien, eres libre de creer en alguien o no, esa elección es todo lo que tenemos.
—Nora. (Tama y sus amigos)

Amigos inseparables y
sin conexión aparente.

Aquella joven mujer de cabellos cortos que me llegaban hasta por encima de los hombros, cabello oscuro negro, ojos ocre y labios medios finos. Su complexión corporal estaba en semi sobrepeso, ni muy gorda ni muy delgada, su altura aproximada parecía ser de un metro sesenta; se encontraba sentada en un banco en aquel parque tan recurrente del distrito 3.

El gatito de pelaje manchado en blanco y negro se quedó viéndola desde lejos ante la sensación de haber visto algo brillante a la distancia, se acercó por culpa de la curiosidad e instinto de gato. Encontrándose con que era el reflejo del destello de la luz del sol contra el brazalete que al parecer tenía una corona como objeto colgando en la muñeca de la mano de la joven chica.

—¿Miau?

«¿Quién eres? ¿Porque estás sola?» se preguntó tras aquel maullido Nora.

La mirada que le dirigió la chica al gato fue tan sorpresiva que el gato cayó de senton al suelo por las emociones que presentaban aquella neutra expresión facial pero las emociones que los ojo presentaron eran tan fuerte que le produjo soltar un jadeo de la impresión. La joven lo había mirado con una ojeras bajo sus ojos, pálida, sus ojos cristalizados y nariz rojizos por estar llorando tal vez, pero la profundidad de sus ojos parecían expresar una sensación de haberlo comprendido y la necesidad querer responderlo a su duda mental fue tanta que por un instante, quedó ido al escuchar la voz suave y ronca de la joven:

—Soy Masmiel.

Y fue allí, cuando supo que nada sería normal con aquella joven mujer. Porque desde entonces le fue muy difícil resistirse contra la sensación de protección e incapacidad de abandonarla.

«¿tu...? Me entiendes?» preguntó con total sensación incrédula.

—Si...

«¿porqué?» preguntó sintiendo su pelaje erizarse por algún motivo al ver caer una lagrima que tan solo traspasó el suelo y no dejó rastro.

—Porque estoy varada en el medio. Soy un alma perdida.

Fue allí cuando Nora supo que su impulso de protegerla, de estar dispuesto a arriesgar su vida era una broma de mal gusto.

«¿cómo podría arriesgar su vida por un ente a la deriva?» pensó para empezar a alejarse de la joven.

—No te traicionaré, ni te dejaré sólo. Tú vida se arriesga al sacarte foto junto a mi, porque te robo el alma.

«¿quién quisiera sacarse foto con un alma a la deriva?» preguntó con desinterés.

—Cuando te enamoras, haces cosas tontas. Por eso, Nora... No te enamores de mi. —sentenció en una súplica.

El gato giró como un exorcista su rostro al escuchar su nombre y más aún ante la extraña petición. Quedando aquella tarde estático la mayor parte del tiempo, sin saber que Tama lo veía a distancia totalmente emocionado por verlo interactuar con mas personas.