Cortinas Azules
El café solo tenía un cliente. Iliane lo agradeció, probablemente saldría temprano.
Cerró el local minutos después de haberse marchado el único comensal y se dirigió a su pequeño y sencillo apartamento.
Tomó una ducha corta. Iliane estaba a punto de entrar a su habitación para tomar algo de ropa cuando su teléfono sonó anunciando una llamada.
-¡Oh, rayos! -exclamó Iliane al notar quién la llamaba. Discutió un poco consigo misma al no saber si debía contestar. Al final, decidió hacerlo-. ¿Hola?
-¿Qué tal, cariño? -contestó una voz aparentemente dulce. Iliane sabía que aquella voz que tanto la había hecho sufrir no podría representar nada bueno. Sintió un escalofrío al escucharla de nuevo-. ¿Cómo te ha ido con tu nuevo apartamento?
-Bien, supongo.- Iliane escuchó que su interlocutor se reía.
-¿Supones? -dijo, aún riendo.
Iliane se desesperó. Intuía que saber cómo le iba no era el verdadero motivo de la llamada.
-¿Qué quieres, Judah? -preguntó la chica.
-¿Acaso no puedo llamar a mi novia para saber cómo está?
-Ex-novia -aclaró Iliane.
-Lo que sea.- Iliane odiaba a Judah. Lo odiaba con todas sus fuerzas. Odiaba la manera en que la había tratado-. ¿Entonces qué? ¿Tienes algo que hacer esta noche? -preguntó Judah-. Podríamos salir a cenar y hablar sobre...
-¡No tengo nada que hablar contigo! -gritó Iliane, interrumpiendo al chico por el que tanto había sufrido, y cortó la llamada.
Se quedó un rato pensando en Judah. ¿Por qué no la dejaba en paz de una vez? Siguió pensando en eso hasta que se dio cuenta que no se había vestido y seguía envuelta en una toalla.
Entró a su habitación y empezó a vestirse. Apenas se había desprendido de la toalla cuando Iliane se dio cuenta de que había un bulto de forma extraña oculto tras las cortinas azules. Se acercó con sigilo y descorrió las cortinas para descubrir un paquete. Adentro había un hermoso ramo de camelias, sus flores favoritas.
Iliane no pudo evitarlo: pisoteó las flores y del precioso ramo no quedó nada.
¿Cómo se atrevía a mandarle flores después de lo que le había hecho? Él era el único que conocía sus flores favoritas. Judah. Tenía que haber sido él.
Iliane no pudo evitar soltar un grito de frustración. ¿Acaso el idiota de Judah no entendía que no quería tener nada que ver con él?
Iliane cayó dormida tan pronto como la noche llegó, no sin antes haber maldecido a su ex-novio más de 10 veces.
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Al día siguiente Iliane despertó temprano para ir a trabajar. No le agradaba su empleo en el café pero esperaba que solo fuera temporal mientras encontraba algo mejor.
-¡Hola, Iliane! -la saludó Amina, su única amiga, al llegar al trabajo.
-¿Qué tal, Amina?-saludó Iliane.
-Pues yo estoy muy bien, pero al parecer tú no. ¿Y esa cara? No te veía así desde lo ocurrido con Judah.
-Oh, sí -dijo Iliane-. Ayer me llamó y...
-¡Maldito idiota!-la interrumpió Amina. El comentario y la forma en que su amiga lo dijo hicieron que Iliane soltara una carcajada. Eso era lo que más le gustaba de Amina: podía confiar en ella sabiendo que no la juzgaría y siempre encontraría el modo de hacerla sentir mejor.
-Quería que nos viéramos...
-¡Maldito idiota!-repitió Amina, esta vez como en broma. Iliane se rió.
-Lo más curioso-continuó Iliane- es que justo después de colgarle encontré un ramo de flores en mi habitación.- Iliane esperaba encontrarse con otro "¡Maldito idiota!", pero éste no llegó. En su lugar había una Amina pensativa-. ¿Qué pasa?
-¿Piensas que las flores te las envió Judah?
-¡Pues claro! ¿Quién más podría ser? Él es el único que sabe que las camelias son mis flores favoritas.
Amina siguió pensando y pensando hasta que notó algo y soltó un grito de sorpresa.
-¿Y si tienes un admirador secreto? -preguntó emocionada.
-Claro -dijo Iliane con sarcasmo-, le gusto a alguien al que no conozco y casualmente él sabe qué flores me gustan. Típico.
-No te pongas así -se quejó Amina-. ¡Deberías estar emocionada!
-Dime, Amina: ¿tú te emocionarías si el chico que te fue infiel, te trato mal, te rompió el corazón y lo pisoteó, de la nada te llamara de nuevo y probablemente te enviara flores?
-Mmmm... No.
-Exacto.
-¡Pero tal vez no fue Judah! Yo digo qué es un admirador.
En ese momento un chico que últimamente pasaba mucho por ahí entró, por lo que Iliane tuvo que ir a atenderlo.
-Di lo que quieras. De cualquier modo, sigo pensando que Judah es un idiota. Y ni un ramo de flores ni cualquier otra cosa lograrán que lo perdone.- Iliane se dirigió a donde estaba el cliente. No habló más del tema con Amina.
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Al llegar a su apartamento lo primero que hizo Iliane fue checar algunos mensajes. Tres llamadas perdidas. 10 mensajes nuevos. Todos de Judah.
-¿Es que no entiende? -se desesperó Iliane.
Decidió mandarle un mensaje:
¡¡¡DÉJAME EN PAZ!!!
Después de eso, leyó un rato. Las horas se fueron volando y llegó el momento en el que las personas descansan y sueñan. Iliane entró a su habitación y, para su sorpresa, encontró otro bulto detrás de las cortinas.
-¡Oh, no de nuevo!
Esta vez era una caja de chocolates. Y una nota:
"No te conozco demasiado,
pero creo que de ti ya estoy enamorado".
Esto ya no tenía sentido para Iliane. ¿Cómo era eso de que casi no la conocía? Judah era una de las personas que la conocían muy bien.
También empezó a preguntarse otra cosa: ¿cómo hacía él para meterse en su apartamento y esconder los regalos detrás de sus lindas cortinas azules?
No pudo resistir más la tentación y llamó a Judah.
-Sabía que llamarías -contestó al primer tono-. No puedes vivir sin mí, amor.
-Déjate de tonterías.-Iliane puso los ojos en blanco aún sabiendo que Judah no la veía-.Y no me llames amor. Lo nuestro terminó, ¿logras entender eso? -Judah no contestó, por lo que Iliane continuó-. ¿Por qué me mandas regalos?
-¿Regalos? ¿De qué estás hablando?
-¡Oh, vamos! No te hagas el tonto. Sé perfectamente que eres tú.
-Iliane, no tengo ni la menor idea de lo que me estás hablando.-Judah parecía sincero, pero Iliane había aprendido a no confiar más en él.
-¿Podrías al menos explicarme la nota? -siguió insistiendo. Él no respondió-. ¿Hola? -Iliane tardó un rato en darse cuenta que le había colgado. Soltó unas cuantas maldiciones y al final se fue a dormir.
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Al día siguiente, después de haberse duchado y desayunar Iliane llamó Amina y le contó lo ocurrido el día anterior.
-¿Crees que podamos vernos? -preguntó esperanzada.
-¡Claro! -concordó su amiga-. ¿En una hora en el parque del centro?
-Perfecto.
Justo antes de salir para encontrarse con su amiga, Iliane revisó detrás de las cortinas y soltó un suspiro de alivio al darse cuenta que no había nada.
Amina ya la esperaba cuando por fin llegó al parque.
-¡Iliane! -Amina le hacía señas con las manos para que se acercara a ella.
-¡Ya te vi, Amina! -gritó Iliane-. ¡No es necesario que hagas esas señas raras!
Cuando al fin estuvieron lado a lado, buscaron una banca donde sentarse y platicar a gusto.
-¡Te lo dije! -exclamó Amina tan pronto como se sentaron-. ¡Es un admirador secreto!
-¡Shhhh! No hables tan fuerte, la gente nos está mirando raro. No necesariamente es un admirador secreto -replicó Iliane-. Sigo pensando que fue Judah.
-¡Cómo puedes pensar eso! -se alteró Amina-. Está más que claro que tienes un admirador ssecreto. ¿Cómo explicas la carta?
Iliane se quedó pensando un momento. Al ver que no obtenía respuesta de su amiga, Amina continuó.
-¿Lo ves? No es Judah.-Iliane no parecía completamente feliz-. ¿Qué tienes? ¿Querías que fuera él?
-No, no es eso -dijo Iliane-. Es que...
-Vamos, puedes contarme -la animó Amina.
-Es solo que... -Iliane suspiró-. ¿Cómo es que alguien puede enamorarse de mí?
-¿De qué hablas? -preguntó Amina confundida-. Hay varios chicos que se enamorarían de ti. Como Judah...
-Él no estaba enamorado de mí -reclamó Iliane-. Solo me utilizó.
-Iliane -Amina adoptó un tono serio-, hay millones de chicos que se enamorarían de ti. Eres lista, divertida y una amiga excelente.-Iliane se sonrojó-. Eres una persona maravillosa. Y también una idiota al pensar que nadie se enamoraría de ti.
Iliane soltó una carcajada.
-Gracias, Amina. -Las dos amigas se abrazaron.
-Muy bien -dijo Amina-. ¿Qué te parece si vamos por un helado?
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Iliane llegó a su apartamento con una sonrisa en el rostro. La había pasado genial con Amina. Después del helado fueron al cine a ver una nueva película de terror que daba más risa que miedo.
Se acercó a su habitación. Ahora no le molestaba el encontrarse con algún regalo, de hecho, lo esperaba con ansias.
Esta vez era un oso de peluche. Gigante. Iliane no pudo evitar un grito de sorpresa.
Cuando llegó la hora de dormir, Iliane se aferró con todas sus fuerzas al nuevo regalo. Tenía miedo de soltarlo, pues pensaba que si lo hacía podía desaparecer junto con todos los demás obsequios y el chico misterioso que los enviaba.
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Iliane se despertó tarde a la mañana siguiente, por lo que no pudo ir a trabajar.
Pasó todo el día leyendo y viendo televisión. Encargó una pizza cuando le dio hambre y se la comió completa.
Le iba a mandar un mensaje a Amina para preguntarle cómo le fue en el trabajo pero su teléfono estaba en la pequeña cocina. Fue por él y mandó el mensaje:
¿Qué tal el trabajo? ¿Me extrañaste?
Después de haberle enviado el texto, Iliane regresó a su habitación.
-¡Oh por Dios! -gritó Iliane al descubrir a un chico oculto tras las cortinas. Llevaba en la mano unas cuantas mariposas de papel y un sobre-. ¿Qué haces en mi apartamento? -siguió gritando Iliane. El chico alzó la vista para contestarle, lo que hizo que Iliane notara algo-. ¡Eres el chico que últimamente va al café!
-S-s-sí -dijo el chico apenado.
-¿Tú eres el chico que me ha estado mandando regalos? -Él asintió-. ¿Cómo te llamas?
-Hugo.
-Hugo... -Iliane se quedó pensativa-. Oye, Hugo, ¿podrías decirme cómo haces para meterte en mi apartamento?
-Mmmm... yo... yo vivo en el departamento de aquí enfrente -dijo señalando hacia las ventanas-, y pues... solo saltaba de una ventana a otra para poder dejarte los regalos.
-¿Podrías decirme por qué me mandas los regalos? ¡Ni siquiera nos conocemos!
Hugo permaneció callado un momento.
-Porque me gustas, Iliane -dijo al fin, armándose de valor para continuar-. Por lo poco que he observado de ti en el café sé que eres genial. Me encanta cuando te ríes y cuando te sonrojas, cuando tus ojos brillan de felicidad y se forman hoyuelos en tus mejillas. La primera vez que entré al café y te vi, supe que eras especial. Desde entonces he aprovechado cada oportunidad que tengo para ir, con el único motivo de verte. Y cuando una vez te vi por mi ventana y me di cuenta que vivías justo frente a mí, decidí que era momento de hacer algo respecto a mis sentimientos. Y, bueno, ya que te he dicho todo, creo que esto no es necesario -dijo Hugo refiriéndose al sobre, que hizo trizas segundos después-. Puede que esto te parezca raro, pero aún así lo diré: Iliane, ¿te gustaría salir conmigo?
Iliane estaba completamente aturdida y no sabía qué hacer. ¿Debería arriesgarse a sufrir otro fracaso amoroso? ¿O debería decirle que no? Al fin y al cabo era un completo desconocido. Iliane lo meditó un buen rato, hasta que tomó una decisión de la que jamás se arrepentiría y que la haría infinitamente feliz.
-Definitivamente, Hugo -dijo Iliane sonriendo-. Me encantaría salir contigo.
¡Hola!
Esta ya es la cuarta historia corta y la verdad a mí me gustó mucho. Espero que a ustedes también.
¡Pronto vendrán más historias!
Kamwe 💙
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