Belleza

Dicen que la sociedad es demasiado superficial, que solo importa lo bonito. Bueno, pues nadie en ningún momento imaginó que las cosas terminarían así: llenas de superficialidad.

La gente consideraba el pelo y ojos castaños como algo normal, nada fuera de lo común. ¿Podrían decirme qué pasaba con los ojos claros y el cabello rubio o pelirrojo? Claro, eran admirados y a cada momento podías escuchar a personas desear tener esos ojos, ese cabello. Otro de los aspectos en la perfección era un cuerpo delgado y la voluptuosidad en las mujeres, unos dientes perfectamente blancos y demás aspectos.

La gente comenzó a descubrir formas de cambiarse a sí mismos, de buscar la belleza en cada centímetro de su cuerpo. Con el tiempo el mundo se llenó de tantas personas "perfectas" que ya casi no podían distinguirse las uñas de las otras. Este cambio también implicó otro más: los medios por los que te podías cambiar no eran nada baratos, lo que provocó que se implementara un nuevo orden social. Todos aquellos que podían afrontar el cambio eran considerados como los ricos, y los que no eran degradados y considerados pobres.

A pesar de sus mediciones de belleza, el mundo no lo pensó muy bien, pues la belleza que tanto apreciaban en antaño actualmente se había convertido en algo común, pero a las personas no parecía importarles con tal de agradar a la sociedad.

En este mundo superficial vive Lisa, una chica rubia de ojos azules como el mar o el cielo, que consiguió cambiando su manera de ser. Sin embargo, eso a Lisa no le importó, lo único que quería era ser bonita, como cada persona que vivía aquella época.

Lisa provenía de una familia rica, que había gastado gran parte de su fortuna en modificarse físicamente. Ella tenía todo lo que se pudiera desear y sin embargo, sentía que le faltaba algo. Tenía miedo de hablarlo con alguien, pues sabía que le darían la respuesta incorrecta a lo que necesitaba.

Un buen día de estos, Lisa caminaba por las calles de la ciudad cuando se encontró frente a frente con una mujer idéntica a ella. La chica soltó tal grito de horror que la avenida entera se le quedó mirando.

Al llegar a casa, Lisa se encerró en su habitación y recreó la imagen de la mujer en su mente. Sí, sin duda eran iguales, sin tomar en cuanta que la mujer parecía unos años mayor que ella.

En ese instante, Lisa quiso recuperar el aspecto que tenía antes, pero he ahí un efecto más que olvidé mencionar: eso era completamente imposible. No sé podía revertir el proceso, una vez hecho el cambio era para siempre.

Por primera vez en toda su vida, Lisa sintió que la belleza en realidad no valía nada, hasta que se miró en el espejo y el pensamiento se desvaneció tan rápido como había llegado.

Pasaron varios meses en los cuales Lisa olvidó su encuentro con la mujer y volvió a darle la máxima importancia al atractivo. Pero durante ese tiempo el vacío dentro de ella crecía cada vez más y más.

Cuando habló con su madre sobre el asunto, ésta la reprendió, alegando que tenía todo y a continuación se puso a enumerar una lista de bienes materiales con los que contaba.

Lisa comenzó a sentirse sola, hasta que un día tuvo un encuentro que la ayudó a llenar su vacío.

Caminaba ella por la avenida cuando pasó frente a un muchacho tocando la guitarra y mendigando unas pocas monedas. Lisa sacó su monedero de su bolsa de marca y le entregó unas cuantas monedas. Siempre le había dado pena el hecho de que los pobres no pudieran verse bien por culpa de su situación económica.

Al recibir el dinero, el muchacho alzó la mirada y Lisa se quedó perdida en su mirada de ojos cafés. Hacía tiempo que no veía unos ojos de esa tonalidad y se quedó sorprendida al ver unos tan cerca. Rápidamente apartó la mirada y ella no lo sintió pero, en el breve momento en el que sus ojos se encontraron con los del chico, el vacío en ella desapareció.

El muchacho le regaló una sonrisa y por un momento Lisa pensó que su belleza artificial jamás se compararía a la de él.

Lisa y el muchacho, que desde ahora debe ser llamado Alonso, se volvieron amigos en secreto, pues ella no podía permitir que su familia se enterara de que tenía un amigo pobre.

Con el paso del tiempo, Alonso le contó que él también procedía de una familia rica, pero que se había rehusado a cambiar solo porque el mundo le dijera que tenía que hacerlo. En ese momento, Lisa se sintió avergonzada, porque ella se había dejado llevar por la sociedad y había cambiado todo a cambio de ser como los demás querían que fuese.

Su amistad con Alonso la ayudó a comprender lo tonta que había sido al creer que la belleza y perfección lo eran todo, pensando que debía de seguir el concepto de "bonito" de alguien más.

Lisa descubrió que los cambios que le habían hecho eran en realidad solo una cáscara, por llamarlo de alguna forma, que dentro encerraba a su verdadero ser. La cáscara se desprendió de ella poco a poco, mientras ella llegaba a sus conclusiones, dejando así la Lisa de ojos castaños, pelo negro y figura robusta que había sido antes.

Cuando por fin se liberó de lo que la ataba, Lisa luchó en contracorriente con la sociedad, tratando de hacer entrar en razón a la gente, haciendo oír su voz. Hubo gente que la escuchó y otros más la consideraron una loca, pero eso a ella no le importó, pues había aprendido a amarse a sí misma y consideraba eso lo más valioso con lo que contaba.


¡Capítulo de lunes en la madrugada porque no tengo sueño pero sí ganas de escribir!
Espero les haya gustado la historia, a mí me pareció muy bonita aunque la idea que tenía al principio era otra, me pareció que así quedó bien.

Kamwe 💙

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