2. El niño de la sala VIP


En el cine donde yo trabajaba, al lado izquierdo al entrar estaba la taquilla y al fondo la caramelera. Se decía caramelera al sitio donde te vendían la confitería, las cotufas y los granizados. Si querías pedir cosas de cocina, digamos pastelitos, pinchos, pizza o cosas así, lo pagabas, te daban la factura e ibas a la parte derecha donde había como una especie de quiosquito que se le llamaba la cocina, que es donde te fritaban los tequeños, los pastelitos, los pinchos, y te daban todo y te lo entregaban con una cajita. Al lado de la cocina había una escalerita y arriba estaba el VIP, que era un bar, y adentro mismo estaba también la entrada, o sea en la parte de arriba, para una sala de cine que se llamaba VIP en donde te llevaban la comida. Cuando entrabas en la taquilla, tú solamente pagabas y te podías ir automáticamente al bar y de ahí te ibas a la sala del VIP, que las muchachas se encargaban de llevarte tus cosas, tus cotufas, tu granizado o lo que tú hubieras pagado.

Bueno, pues se dice... se dice no, es así, que en el VIP había un niño que no estaba descansando en paz. La muchacha que atendía en cocina decía que cuando no había casi gente se escuchaban pasos de arriba abajo, como jugando a saltar. Las primeras veces que ella estuvo allí le pareció raro, se asomaba y no había nadie. La muchacha del VIP, una que tenía un año trabajando allí, decía que cuando estaba ya cerrando y estaba barriendo, limpiando, moviendo los muebles del bar, lavando copas, guardando los licores, siempre el niño le movía las sillas, ¡se las movía! Ella ponía la silla en un lugar, barría, se daba la vuelta, arreglaba la otra silla que estaba al lado y el niño llegaba y movía la silla de atrás, la que ya había arreglado. Entonces, ella siempre le decía «¡cónchale, pero quédate quieto!», porque ya era algo normal, el niño siempre molestaba a la muchacha del VIP y a la de la cocina, ¡siempre!

Una vez, se fue la luz. La muchacha se quedó paralizada porque vio al niño bajar de la VIP y correr por la sala, de la VIP a la caramelera, jugando entre las mesas de donde se sentaban las personas a esperar. Y ella se quedó así como que «¡mierda!».

En otra ocasión pasó algo con la puerta de la cocina. Esta se cerraba sola pero si tú la querías mantener abierta había algo que era realmente pesado, que para nosotras las mujeres se nos salían los ovarios de hacer esa fuerza de mover esa vaina y colocarla en la puerta para que la puerta no se cerrara. Era como una estatua, pero demasiado pesada. Entonces, las muchachas estaban hablando y diciendo que habían colocado la puerta abierta y le habían colocado esa estatua para que no se cerrara porque iban a sacar unas mercancías, se pusieron a echar cuento, estaban entreteniéndose las dos hablando y de repente la etatua se movió sola y la puerta se cerró y ellas quedaron como que «mierda».

Se dice que antes de que se construyera el cine, había un estacionamiento y murió una familia, el niño se quedó en la VIP. La mamá se quedó en una de las salas (había muchachos que decían que la mujer les había salido) y el papá se quedó por las salidas de emergencia. Yo salí por ahí en las noches cuando salíamos de trabajar, una vez pasé sola y sentí la presencia de un señor.

Walker_America

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